10.03.16

¿Qué es la felicidad? Un breve comentario

Me han preguntado, desde un periódico, qué pienso sobre la felicidad y qué momento de mi vida, al menos uno de ellos, ha sido feliz. Esto he respondido:

San Agustín decía que todos queremos la “vida bienaventurada". La felicidad es una aspiración universal de los seres humanos, aunque no sea fácil dotar de contenido este deseo.

 
Yo creo que la felicidad no equivale al logro de placeres superficiales, ni a vivir pensando solo en uno mismo. Creo que uno es feliz, o se dispone a serlo, en la medida en que dirige su libertad hacia el bien. No solo hacia el bien propio, sino hacia el bien de los demás.
 
Tengo la suerte de ser cristiano. Para mí, como decía la Madre Teresa de Calcuta, ser felices con Dios significa: “amar como Él, ayudar como Él, dar como Él, servir como Él".
 
La felicidad no puede convertirse en un señuelo, en un ídolo. Yo soy feliz con muy pocas cosas. Lo soy cuando estoy con mis amigos. Lo soy cuando me siento querido por mis padres y mis hermanos, y cuando yo puedo manifestarles ese cariño. Lo soy cuando algo sale bien, o menos bien, pero sale a pesar de todo.

4.03.16

Velar por la verdad de los sacramentos: El Bautismo

Los sacramentos son “sacramentos de la fe”. El primero de ellos es el Bautismo. No tendría sentido bautizar a un previsible futuro apóstata. Como no lo tendría el procurar la gestación y el nacimiento de un niño para matarlo apenas naciese o, incluso, antes de nacer.

El Bautismo marca el inicio de la vida de fe. Si se trata de un niño, es bautizado en la fe de la Iglesia; es decir, es incorporado al pueblo de los creyentes. Con la esperanza de que esa semilla que se planta en él – la fe – se desarrolle y dé buenos frutos.

De que la semilla de la fe fructifique, responde – además de la gracia de Dios, que es el factor esencial, aunque la gracia supone la naturaleza – la fe de los padres. O, al menos, el compromiso de los padres a la hora de favorecer la educación cristiana de sus hijos.

Es, justamente en esta tarea, la educación cristiana de los que se van a bautizar, donde se sitúa la responsabilidad de los padrinos. Los padrinos no son, ni pueden serlo, los sustitutos de los padres. No se comprometen a hacer de padres, si estos faltasen. Se comprometen, eso sí, a colaborar a que el bautizado complete su iniciación cristiana. Y esa iniciación comprende el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.

El dicho popular de que “el que no tiene padrinos, no se bautiza” es, a día de hoy, una leyenda urbana. No es verdad. No es imprescindible tener padrinos para bautizarse. Lo que sí es importante es que, si hay padrinos, sean personas adecuadas para acompañar el itinerario de fe del que va a ser bautizado.

No existe un derecho a ser padrino de Bautismo. La Iglesia tendrá que discernir, en cada caso, si el candidato a padrino – o madrina - cumple o no lo que exige en Código de Derecho Canónico.

Sí existe la figura del testigo del Bautismo. Una figura por explorar en la práctica, pero que resulta muy interesante, es esa del testigo del Bautismo; de un cristiano que da fe de que el Bautismo ha tenido lugar. Sin la implicación de ser  “guía” que tiene el padrino. Es algo similar a los usualmente llamados “padrinos” en una Boda. Que son, en realidad, testigos.

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1.03.16

Visita Pastoral del Señor Obispo a la Parroquia de San Pablo, de Vigo

El Sr. Obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza, ha hecho la Visita Pastoral a la Parroquia de San Pablo, de Vigo, los días 26 y 28 de febrero, durante el Año Jubilar de la Misericordia.

En la tarde del viernes, día 26, mantuvo un diálogo con los sacerdotes de la Parroquia. Después visitó a algunos enfermos y, finalmente, acompañado por el párroco, se encontró con la Comunidad de las Religiosas del Colegio Mariano.

El domingo, día 28, fue recibido a la entrada de la Parroquia. En el salón parroquial, los diferentes grupos de la Parroquia – el Consejo de Pastoral, la Adoración Nocturna (masculina y femenina), las Conferencias de San Vicente de Paul, los Catequistas, la Legión de María y el Grupo de El Rocío - , además de otros feligreses, pudieron exponer al Sr. Obispo sus trabajos e inquietudes y recibir, por parte del Prelado, orientaciones oportunas.

A las 12.30 h., se celebró la Misa Estacional, con gran concurrencia de fieles. En todo momento, el Sr. Obispo animó a vivir la fe con realismo y esperanza, valoró los aspectos positivos de la Parroquia, impulsando la renovación de la misma, e insistió, desde una perspectiva más global, en la presencia y en la acción de la Iglesia en la vida de la Ciudad.

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23.02.16

Una reseña de “La obediencia del ser”

Si uno escribe un libro es con la modesta pretensión de que sea leído. No se aspira al Premio Nobel – no hay para tanto – , pero a que sea leído, sí; si no, no se publicaría.

Por eso agradezco mucho que alguien se tome la molestia de recensionarlo. Y si quien hace la reseña es un blogger tan leído como Francisco José Fernández de la Cigoña – “La Cigüeña de la Torre” – , no dar las gracias sería, por mi parte, una falta de educación.

Soy muy consciente del alcance de mis libros. No pretenden competir con Rahner o con von Balthasar. Pero sí pretenden ayudar, y hasta ayudarme. Me ayudan a preparar mis predicaciones, conferencias y – hasta - mis clases. Si me ayudan a mí, pueden ayudar a otras personas. Y por eso los publico. Mientras haya quien los compre, al menos en número suficiente como para no dar pérdidas a la editorial.

Que alguien se haga eco y dé noticia de la publicación me anima mucho. Máxime teniendo en cuenta de que, cada mes, salen muchos libros al mercado.

Un saludo agradecido a “La Cigüeña de la Torre”, tan amado por tantos, tan aborrecido por otros, pero tan leído por todos.

 

Muchas gracias,

 

Guillermo Juan Morado.

17.02.16

“Bienaventurados los misericordiosos”. Una Carta Pastoral del Obispo de Tui-Vigo

He recibido, hace dos días, una Carta Pastoral del Obispo de mi Diócesis, Tui-Vigo. El título de la misma es: “Bienaventurados los misericordiosos. La caridad y la misericordia, fundamento de nuestra acción pastoral. Carta Pastoral del Obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, 2016”.

Es agradable comprobar que los obispos no descuidan su misión de enseñar. El Obispo es maestro y doctor en la fe: “el Obispo es el primer predicador del Evangelio con la palabra y con el testimonio de vida”, decía San Juan Pablo II en Pastores gregis, 26.

Tras una introducción, sobre “Caridad y misericordia”, D. Luis Quinteiro dedica un primer capítulo a la Diócesis “a la escucha de la Palabra de Dios”. Se remite, para comentarlo y actualizarlo, a un pasaje del libro del Deuteronomio (Dt 5-7). La Diócesis, como Iglesia particular, nace y vive de la Palabra de Dios, de la escucha de lo que el Señor quiere decir. Solo esa actitud de escucha puede evitar caer en la idolatría y asegurar la permanencia en la fidelidad.

La actitud de escucha de la Palabra de Dios permite recordar los “grandes mandatos” del Señor a la Iglesia: El mandato de la Eucaristía y de la caridad; el mandato de la unidad; y el mandato de la misión.

Estos “grandes mandatos” tienen un abundante fundamento en la Sagrada Escritura, leída en la Tradición de la Iglesia, y a la luz del magisterio reciente: del Concilio Vaticano II, de San Juan Pablo II, de Benedicto XVI y del Papa Francisco. Solo por señalar las principales fuentes a las que el texto se remite.

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