Mayo virtual: La Visitación de la Virgen María
Día 31: La Visitación
“Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su honor” (Tobías 12,6).
El mes de mayo se cierra con la fiesta de la Visitación de la Virgen María. Esta fiesta nos ayuda a entender el misterio de la salvación como la visita que el mismo Dios ha hecho a su pueblo para redimirlo (cf Lucas 1,68). En las palabras del Magnificat, el cántico de María, resplandece “un rayo del misterio de Dios, la gloria de su inefable santidad, el eterno amor que, como un don irrevocable, entra en la historia del hombre” (Juan Pablo II, Redemptoris Mater 36).
San Juan de Ávila, en uno de sus sermones, dice que María visita a quien de Dios se acuerda: “La casa donde visita la Virgen es casa de Zacarías […] Zacarías quiere decir el que se acuerda de Dios. Bienaventurado el hombre que de Dios se acuerda, pues le sabe la Virgen la casa”. Y añade: “Acordarse de Dios es acordarse de sus mandamientos, es ponerlos por obra; y así, el que olvida los mandamientos olvida a Dios, y el que no los guarda, aquél los olvida aunque los sepa de memoria”.
El recuerdo de Dios, y de sus mandamientos, no es una carga pesada para el hombre. El recuerdo es alabanza; una oración que se convierte en fuente de alegría: “Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador” (Lucas 1,46-47). Reconociendo a Dios como Dios, reconociendo su Gloria, percibimos la inmensidad de un amor que siempre se manifiesta como salvación. Dios, que recuerda su misericordia y su promesa, nos precede en este ejercicio de la memoria. Dios se acuerda de nosotros para que nosotros podamos acordarnos de Él.
La visita de María evoca también la misión de la Iglesia; de una Iglesia que, habitada por el Espíritu Santo, porta la alegría y sale al encuentro de cada hombre y de cada pueblo para que cada hombre y cada pueblo puedan encontrar a Cristo y reconocerlo como su Salvador.
Oración
Oh Dios, Salvador de los hombres, que, por medio de la bienaventurada Virgen María, arca de la nueva alianza, llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel, concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu para poder llevar a Cristo a los hermanos y proclamar tu grandeza con nuestras alabanzas y la santidad de nuestras costumbres. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Guillermo Juan Morado.
4 comentarios
Al regreso de cada uno a su país, a su casa y trabajos, casi todos coincidimos en que, a la hora de acometer algo que no nos apetece hacer, o superar un momento de pequeña prueba, o aceptar una situación fastidiosa, entonamos el Magníficat y se tira "palante"
Forma un grupo de chavales de tu parroquia y llévalos. O vete tú por tu cuenta o con matrimonios.
Mi marido dice, así ,en broma, que Dios está en todas partes pero que en Taizé a Dios se le nota sentirse más a gusto. Esta Semana Santa fuimos aunque ya no se encontraba bien, alojándonos por nuestra cuenta. Pero tenía un empeño en ir a Taizé... por si acaso no volvemos los cuatros. Nevó el Domingo de Resurrección. La Pascua allí es lo más.
En Julio iré a Turquía, a recorrer los lugares paulinos.
La geografía de la fe es, realmente, muy amplia.
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