La Virgen María
El tiempo de Adviento es singularmente mariano. A este primer motivo se une la próxima celebración, el día 8 de Diciembre, de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Dos razones poderosas para que, brevemente, nos paremos a reflexionar sobre Santa María.
En la primera mitad del siglo XX conoció un gran apogeo el llamado “movimiento mariano”. En el Congreso Mariológico de Lourdes, celebrado en 1958, se reconocieron dos tendencias en los escritos de los cultivadores de la Mariología: la cristológica y la esclesiotípica, según que los dogmas marianos se considerasen vinculados en primer lugar a Cristo o a la Iglesia.
Eclesiólogos importantes como el Cardenal Journet veían a María como el corazón de la Iglesia. En el Concilio Vaticano II, por una diferencia muy pequeña de votos, se decidió que el documento sobre la Virgen fuese incluido en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, en lugar de ser objeto de un texto aparte.
El resultado de los trabajos del Concilio fue el capítulo VIII de la “Lumen gentium”; en el que se aúnan las reflexiones cristológicas y eclesiológicas referidas a Nuestra Señora. Al final del tercer período del Concilio, Pablo VI proclamó a María “Madre de la Iglesia”. El título enlazaba de algún modo con la reflexión de los Santos Padres, que veían a la Virgen como tipo de la Iglesia; como figura excelsa de la Iglesia.
Hans Urs von Balthasar se ha distinguido por destacar el polo mariano (obediente y receptivo) de la Iglesia; un polo que se une al polo “petrino” – institucional - . El aspecto institucional, subraya el teólogo suizo, está al servicio del aspecto mariano. De tal modo que sólo en María adquiere la Iglesia su verdadera forma; la forma de Cristo.
La mariología es, igualmente, objeto de reflexión ecuménica. De entre los cristianos no católicos, muestran mayor apertura al reconocimiento del papel de María en la historia de la salvación los anglicanos. Y, obviamente, los ortodoxos.
Para el Oriente cristiano, María es el primer ejemplo de la divinización; Ella es la “Theotokos”, la “Deesis”, la “Odigitria”.
Esperemos que el camino de re-unión de todos los cristianos se produzca en torno a la Madre común.
Guillermo Juan Morado.
PS: Aprovecho para recomendar una preciosa carta pastoral del Obispo de Terrassa, Mons. Saiz Meneses sobre la Virgen, “Madre de Dios y Madre nuestra”. Creo que puede ser una estupenda lectura para el Adviento.
6 comentarios
¡Gracias!
Desde que el Señor nos la dió como Madre de todos, y le encomendó a Juan su cuidado. en Éfeso se conserva la casa donde la tradición dice que vivió la "mujer buena".
Guillermo
Creo que, sin perjuicio de la carta pastoral que mencionas, hay que leer y meditar el Titulo VIII de la LG.
En este tiempo de Adviento, yo contemplo, a una joven que dice FIAT, que lleva al Mesías en su seno, que no se vuelve ñoña y va en ayuda de su pariente Isabel,y, que cuando vuelve se encuentra con José, que la ve con una apariencia innegable de embarazada.
¡Jóvenes en apuros por cumplir la voluntad de Dios!
Casi a fines del s. IV se encuentra más o menos estructurado este tiempo litúrgico en Occidente. Y se le da en nombre de Adventus. La palabra advenimiento o adviento, en el diccionario profano, se usaba al referirse a los aniversarios de determinados acontecimientos nacionales o sociales que celebraban, o bien, más literalmente, a la llegada de algún personaje importante para la sociedad. Era frecuente, por ejemplo, llamar Adventus al aniversario o a la visita del Emperador.
Hoy el Adviento es la preparación a la Navidad y la preparación a la Segunda Venida del Señor.
Remito a:
http://www.comunidadvirtual.net/index.php?option=com_content&task=view&id=1172&Itemid=98
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