La Apologética: la defensa de la fe

La Apologética se ocupa de la “apología” de la fe cristiana. Y la “apología”, si acudimos al Diccionario, es un discurso, de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de algo o de alguien. Podemos pensar, por ejemplo, en la célebre obra de Newman “Apologia pro Vita Sua”, un texto en el que el futuro Cardenal se defiende de acusaciones injustas, motivadas por su conversión al Catolicismo.

En los primeros siglos del cristianismo, la apologética se esfuerza por presentar el hecho cristiano; defendiendo tanto la praxis de los seguidores de Jesús como su enseñanza. Frente a los errores y a las calumnias, había que defender la fe, que ampararla, que librarla de falsas acusaciones.

En la Edad Media, hace falta hablar a los no cristianos. Los no cristianos conocidos eran, únicamente, los judíos y los sarracenos o musulmanes. Se sabía, por otra parte, que algunas verdades eran accesibles a la razón y otras, sin embargo, sólo cognoscibles a la luz de la fe.

A partir del siglo XVIII, la apologética ha de medirse con una razón que se cree suprema y autónoma; es decir, una razón que considera que ella misma es lo sumo, lo “no va más”, y, encima, de una razón que trabaja, por así decir, por cuenta propia. Los apologetas intentan mostrar que la fe cristiana ofrece razones válidas – universalmente válidas y racionalmente válidas - . La atención se dirigió a la “credibilidad” de los signos de la revelación; al intento de demostrar, con la sola razón, la validez racional de los hechos externos que probaban – digamos desde afuera – la verdad de lo que esos hechos testimoniaban: la revelación divina.

Pero hubo autores que sospecharon, desde el principio, de este “racionalismo apologético”. No se trata sólo de “demostrar”. Se trataba, quizá en mayor medida, de solicitar la “complicidad” del sujeto llamado a creer. Podemos mencionar a algunos de estos autores: a Pascal – con sus “razones del corazón” - , a Newman – con su acento en el carácter personal de la búsqueda de la verdad - , o a Blondel - siempre sensible a lo que viene de “adentro” como correlato necesario a lo que cae “de afuera” - .

Después del Concilio Vaticano II – leamos, por favor, de nuevo la “Dei Verbum” – sabemos que la “defensa de la fe” no es externa a la fe. Que hace falta creer para defender, racionalmente, lo que uno cree. También sabemos que la fe ha de “medirse” con el “otro”. Y ese “otro” no es sólo, ni principalmente, el no creyente. En primer lugar, el “otro” es el creyente que necesita – porque así es la fe cristiana – dar razones de su fe. La Apologética no es únicamente una tarea externa, sino una dimensión interna de la fe cristiana.

Guillermo Juan Morado.

10 comentarios

  
jose de maria
Felicidades Guillermo
05/10/08 7:20 PM
  
Ana
Es verdad que necesitamos formarnos para no andar con la fe del carbonero por la vida, luego no se sabe que contestar y a veces los no creyentes nos hacen un favor porque nos hacen ir a la página del catecismo donde se trata de lo que se ha hablado y hace que la intentemos interiorizar
05/10/08 7:28 PM
  
Félix
GJM:

Artículo corto pero suficiente.

Es verdad que necesitamos defender nuestra fe en Cristo, en Dios, y que frente a las acusaciones (muchas de ellas manidas) contra las personas o la historia de la Iglesia de Dios, hemos de volver más que nunca a la Palabra, a la Biblia, como referente suprahistórico, final y definitivo. Todo lo demás carecerá de peso frente a los que se oponen.
05/10/08 7:53 PM
  
Luis Fernando
Tengo la impresión de que en la historia de la Iglesia, no ha habido muchas veces la necesidad que hay hoy de esa dimensión interna del final del artículo.
06/10/08 12:01 AM
  
RNA
Como en muchas ocasiones, completammente de acuerdo. Tienes días especialmente inspirados y hoy te tocaba uno.
:-)
06/10/08 12:20 AM
  
MER
Coincido con todos en lo importante del conocimiento en la defensa de la fe. Hoy en día necesitamos mucha formación para poder entablar debates fecundos.
06/10/08 11:46 AM
  
gonzalo
Este curica me gusta por que le entiendo. Mis cortas luces alcanzan. Es lógico que para defender la fe hay que saber (conocerla) y conocer nuestra situación con respecto a ella, no cabe duda, y además sin miedo ya que siempre que conoces más , Él te pide más. Y si un día estás en medio de algún "fregao" en tu medio social y se hablan de temas de altura , reconozco que conociendo la ley natural y teniendo sentido común y ciertas luces que seguro da el Espíritu Santo se llega a buen puerto.

Salud
09/10/08 11:59 AM
  
Pablo
Luis Fernado:

Te he contestado a lo que indicas en el anterior post de "Protestantes" acerca de que la iglesia antigua no se parece en nada a las evangelicas, especialmente contestando a los ejemplos que das sobre el bautismo, la eucaristiía y el canon biblico. para evitarte ir hasta ahi, te dejo tambien aqui la respuesta:

Luis Fernando:

Si la iglesia antigua no tiene nada que ver con el protestantismo evangélico, no sé entonces en qué se parece la iglesia antigua a la Iglesia Católica. Es que además pones la palabra "nada" con mayúsculas como si estuvieras gritando. En varios blogs se pide expresamente que no se escriba en mayusculas por este motivo. Pero bueno es cuestión de gustos. Aunque la pongas en minúsculas tambien la gente es capaz de leerla. Yo te contestaré escribiendo normal.

Un bautista lo que niega es que el derramar agua encima de alguien por un sacerdote tenga por sí mismo poder alguno de regeneración sobre esa persona. No digamos ya sobre un niño de pocos meses de vida como es el caso de la mayoria de los bautizados católicos. La regeneración en la que insiste el NT no es la producida por un rito como es el bautistmo, sino la producida por la aceptación por parte del creyente de su condición de pecador así como su perdón y salvación gratuitos por al sacrificio de Cristo. Es la circuncisión de corazón de la que hablaba Pablo en sus cartas. De nada valia la circunción de la carne. Si teniendo tu corazón podrido, te piensas que por cumplir con el rito del bautismo estás salvado, creo que entras de lleno en el terreno de la magia, el ritualismo y en definitiva la apostasía. El bautismo es el acto simbólico que eligió Dios para que delante de él y de los hombres manifestáramos nuestra adhesión a su promesa, pero por si mismo no vale para nada, y además el nuevo Testamento es muy claro en el hecho de que el bautismo es por inmersión y no por derramamiento de agua, pero en fin supongo que a estas alturas ya todos los católicos están muy acostumbrados a su rito y les parece que queda muy bonito, para qué estropearlo.

En cuanto al culto cristiano del siglo II del que hablas, a lo mejor te refieres a la descripción dada por Justino Mártir en “Apología, II”. Si es esa, la descripción que hace para mí se parece mucho a una iglesia evangélica. Y si ves en su descripción algun apoyo a la transustanciación, también te puedo yo citar a varios padres de la iglesia que tiran por tierra la transustanciación. Dime en esa descripción de Justino dónde ves que habla del levantamiento de la hostia, de genuflexiones o de ritos complicados. Pero aparte de todas estas disquisiciones, para mí en cuanto se apartan los hombres, ya sea en el siglo II, en el IV o en el XX, de la sencillez del NT, el cual llama a la Eucaristía “partimiento del pan”, “memoria” o “anuncio de la muerte del señor”, tienen que caer en un laberinto de incomprensibilidades y contrasentidos. Por si todo esto fuera poco el dogma de la Transubstanciación no fue declarado obligatorio hasta el siglo XI y la adoración de la hostia no empezó a practicarse hasta el año 1217.

La eucaristía, como el bautismo es un acto simbólico. Dijo Jesus en Juan 6, 54-55: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece y yo en él”. En el Versículo 48 dice: “Yo soy el pan de vida”. Pero ¿verdaderamente crees que Jesus se refería a que comer su carne y beber su sangre fruto de una transformación del pan y el vino en las mismas, produce de forma sobrenatural tu permanencia en él y la suya en ti? ¿Por el mero hecho de la ingestión de su supuesta carne en sentido material? ¿Así se logra tu permanencia en el? Pues fíjate como comienza este mismo evangelio que es el de Juan. “En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Y un poco más adelante dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” ¿No te das cuenta de que como dice el evangelio, la carne de Jesucristo es el Verbo. Ese Verbo hecho Carne es como decia Jesus “El pan de vida”. La palabra, su palabra, es el pan de vida. El quiere que le creamos y pongamos su palabra por obra, porque su palabra es pan de vida. Y para ello es necesario saber lo que hizo y creerlo y ponerlo por obra. Él quiso que nuestro amor por él lo simbolizaramos con un acto tan sencillo como la Eucaristía, (que quiere decir en griego algo tan sencillo y profundo como “gracias”) partiendo el pan y bebiendo el vino como él nos enseñó. Pero el catolicismo desvia toda la atención a un supuesto hecho sobrenatural que se produce en la consagración y que hace que quien coma el producto de esa transformación reciba la comunión con cristo. Algo así como la poción mágica que el druida de Asterix y Obelix daba a sus aldeanos.

De nuevo vemos en la transubstanciación católica una influencia de los ritos paganos y magia. La purificación por el rito que tiene poderes sobrenaturales. Aquí es donde vemos que los católicos han transformado el cristianismo en una religión más, con sus creencias en el ritualismo, sus ropajes, sus preceptos, sus amuletos, oraciones repetitivas, etc, cuando Jesus vino al mundo precisamente para liberarnos de todas estas ataduras y esfuerzos inútiles por acercarnos a Dios, para arrojar luz en medio de las tinieblas en las que estabamos sumergidos y ofrecernos la solución al abismo en el que nos encontrábamos.

En cuanto a la Biblia, conviene que contaras que no todos los ortodoxos aceptan el mismo canon de los católicos y esto depende del patriarcado al que pertenezcan. Tambien podrías haber contado que si tan mal para ti estuvo la decisión del concilio de Jamnia de excluir los 15 libros deutoracanónicos que estaban en la versión griega de la Biblia (Septuaginta), por qué luego los propios cristianos que hicieron una traducción al latín, que vino a ser considerada como la versión Itala excluyeron ya 5 de estos libros libros apocrifos. Es decir, de los 15 libros apócrifos deshechados en Jamnia que formaban parte de la versión griega, 10 pasaron a la versión latina, y fueron excluidos los 5 siguientes que eran: La Ascensión de Isaías, Los Jubileos, La Epístola de Jeremías, el tercero de Macabeos y Enoc. Dámaso, obispo de Roma, encomendó a Jerónimo, el cristiano mas destacado de su época, que preparase una versión de la Biblia, y este se fue a Belén (Palestina), en donde - veinte años entregado a la tarea que le habían encomendado con gran celo y dedicación. De aquel trabajo surgió la Vulgata Latina, que vio la luz alrededor del año 400 d.C.. Jerónimo se opuso a que se incluyeran en esta versión los libros apócrifos, pero algunos, que estaban familiarizados con la versión Itala, ejercieron tanta presión para que se incluyeren los apócrifos en la nueva versión, que por último triunfaron, a pesar de tener la oposición de Jerónimo, y contra su voluntad, se insertaron estos libros.

Para colmo de contradicciones, en el año 1545 se convoco el Concilio de Trento, y dice el historiador católico F. Díaz Carmona, en la página 272 de su Historia de la Iglesia Católica Romana, que aquel Concilio “empezó fijando de nuevo el canon de la Biblia” En efecto, el Concilio discutió el problema de los libros apócrifos y acordó excluir de la Vulgata 3 de los 10 libros que habían agregado: El tercero y el cuarto de Esdras y la Oración de Manasés. Al afirmar que el Concilio fijó de nuevo el canon de la
Biblia, se da por sentado que modificó acuerdos de concilios anteriores. En la practica, como vemos, el hecho de que los apócrifos hayan sido agregados a la versión griega no transforma su naturaleza ni le confiere ningún mérito, y la evidencia la tenemos en el hecho de que de los 15 libros apócrifos agregados a la mencionada versión Septuaginta, 8 fueron excluidos, y la exclusión de esos 8 demuestra que los que agregaron los 15 procedieron irresponsablemente. Los mismos motivos que tuvieron para quitar los 8, los hay paraexcluir los 7 restantes. No hay un solo argumento de valor o peso a favor de los libros apócrifos.

saludos
11/10/08 10:18 PM
  
Guillermo Juan Morado
Esto que antecede no es una respuesta. Es un post paralelo... Hay que ser más breves.
12/10/08 12:41 AM
  
GORETTY
EXCELENTE MATERIAL,EXCELENTE TRABAJO, ME SIRVIÓ MUCHO PARA MI REFLEXIÓN

FELICITACIONES
23/10/08 1:07 AM

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