Colaborar en Religión en Libertad
Religión en Libertad es un espacio habitable. Y encontrar un espacio habitable, en medio de tantos páramos y de tantas junglas, constituye ya de por sí un privilegio. Para un sacerdote, el ofrecimiento de escribir en un portal de notable difusión es una invitación que no puede ser desatendida. Claro que no basta con una invitación, ni con escribir por escribir, ya que se requiere, pienso yo, que haya una cierta coherencia entre aquello que se escribe y el medio en el que se difunde lo escrito. Y también, si la vocación de escritura ha de tener cierta continuidad en el tiempo, se agradece un mínimo de confortabilidad. Podemos pasar una noche a la intemperie, pero resulta mucho más crudo pasar un invierno entero.
A mí me ayuda escribir en este portal. Me ayuda, en primer lugar, a preparar con mayor esfuerzo y atención la homilía de cada domingo. Un quehacer apasionante, pero a la vez arduo. Predicar no es fácil. De ahí que no se pueda ahorrar trabajo para intentar hacerlo bien. Leyendo, meditando, orando y - ¿por qué no? – tratando de exponer por escrito el esquema de lo que se va a decir. El post de mi blog al que le dedico más tiempo es, sin duda, el que se corresponde con la homilía de cada domingo. En esta tarea sigo una máxima newmaniana: “Si me convence a mí, puede convencer a otros”. Es decir, trato de reflejar en el texto algo que a mí me resulte de interés, con la esperanza de que pueda también ayudar a otros – a mi parroquia real y a mi parroquia virtual-.
Pero no sólo las homilías, sino también las eventuales reflexiones sobre acontecimientos de actualidad en la vida de la Iglesia y de la sociedad. O hasta la recensión de un libro que uno ha leído con satisfacción y provecho… Todo eso cabe en el blog. Y es un aliciente para el que lo escribe, y confío en que también para los pocos o muchos que tienen la paciencia de leerlo.
Me gusta mantener en todas las colaboraciones un cierto estilo, una forma de comportamiento, rehuyendo la polémica gratuita, la descalificación, los malos modos. Imperativo – más o menos logrado, los lectores juzgarán – que no está reñido con la claridad y la firmeza a la hora de mantener lo que estimo que es esencial.
Los lectores y comentaristas ayudan mucho. Permiten comprobar si hay o no sintonía, coincidencia, acuerdo; si el mensaje es o no inteligible, sensato o insensato, fundamentado o gratuito. Por todo ello, mi agradecimiento a los que leen esta sección – a un público minoritario, pero fiel - .
Hace unos años se hizo famoso en Galicia un lema referido a la lengua: “Mil primaveras más para la lengua gallega” (me permito la traducción al castellano). Pues eso mismo le deseo yo al portal: “Mil primaveras más para ReL”. Y cada primavera, en la rapidez de Internet, es un siglo entero.
Guillermo Juan Morado.
10 comentarios
Muchos saludos y gracias desde su parroquia virtual.
Un abrazo.
"...preparar con mayor esfuerzo y atención la homilía de cada domingo. Un quehacer apasionante, pero a la vez arduo. Predicar no es fácil. De ahí que no se pueda ahorrar trabajo para intentar hacerlo bien. Leyendo, meditando, orando y - ¿por qué no? – tratando de exponer por escrito el esquema de lo que se va a decir."
Si prepara con esfuerzo y con cuidado sus homilías, eso le honra, D. Guillermo. Por desgracia, los fieles sufrimos a menudo homilías en las que no se dice nada y que, claramente, no se han preparado. En mi opinión, preparar muy bien las homilías es un deber de caridad de los presbíteros para con los fieles.
Me gustó leer que a San Juan María Vianney le costaba muchísimo hablar en público y que tenía que dedicar bastantes horas a preparar, rezar y memorizar cada sermón que predicaba... y los resultados se notaban.
Un saludo.
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