Belleza y vida de fe
JESÚS CASÁS OTERO, Belleza y vida de fe, San Pablo, Colección “Pensar y Creer” 22, Madrid 2009. 368 pág.
1. El autor
Tres aspectos confluyen en la formación y en la aportación intelectual de D. Jesús Casás Otero: su condición de capellán militar, su especialización en Historia del Arte y su doctorado en Teología, con una tesis que se inscribe en el área de la Teología Fundamental.
Es necesaria una buena dosis de disciplina castrense para emprender el arduo trabajo que supone elaborar no sólo la tesis de doctorado, sino también para escribir un libro tan meditado como el que presentamos, Belleza y vida de fe. La especialización en Historia del Arte ha dado ya frutos conocidos. Por citar sólo un par de ejemplos, en 1987 publicó Estudio histórico-artístico de Tacoronte (Santa Cruz de Tenerife , Cabildo Insular, 1987) y en 2000, el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando incluía en su número 91 un artículo sobre “Dos retratos de Camarón en el Museo Diocesano de Tui”. Desde la perspectiva de la Teología, se hace necesario mencionar la obra Estética y culto iconográfico (BAC, Madrid 2003).
En ese libro, Estética y culto iconográfico, trazando una serie de círculos concéntricos, Casás Otero encuadra la reflexión sobre el culto iconográfico en un marco más amplio, que va desde la ‘belleza’ como categoría de la Teología Fundamental al ‘arte’, en cuanto manifestación privilegiada de la belleza y, más en concreto, a las ‘imágenes’ cristianas, en su doble vertiente: didáctica y cultual.
2. El tema y su actualidad
No es fácil definir la belleza. El Diccionario de la Real Academia Española la define como la “propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas”.
En el campo de la Teología la belleza se identifica con la “forma” de la revelación (R. Fisichella); como expresión del contenido central de la fe, que no es otro que el amor. La categoría del “pulchrum”, de lo bello, no ha dejado indiferentes a pensadores como Nicolás de Cusa, Pascal o Dostoievski.
En el Antiguo Testamento la belleza no se separa de la bondad. La “Kabod” es la gloria de Yahveh, el esplendor de su belleza, la magnificencia de su bondad. Una belleza velada y escondida como velada y escondida es la belleza del más hermoso de los hombres (Salmo 44, 3), del inocente crucificado, cuyo desfigurado rostro desvela y oculta la belleza de Dios.
H.U. von Balthasar, en Gloria, interpreta la revelación a la luz de la estética – de la teoría de la belleza y de la percepción -
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Escribir sobre “Belleza y vida de fe” equivale a apuntar a uno de los temas que pertenecen al debate actual de la Teología Fundamental. Y me refiero en concreto, para fundamentar esta afirmación, a tres datos bien recientes:
1º) Las “Jornadas de Teología Fundamental” celebradas en Barcelona, entre los días 7 y 9 de junio de 2007, con el título “Belleza y Teología Fundamental”.
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2º) La Jornada Académica de la Facultat de Teologia de Catalunya, celebrada el 17 de diciembre de 2008. Entre otros ponentes, merece la pena aludir a la conferencia del teólogo milanés Pierangelo Sequeri sobre “Los sentidos espirituales”. Sequeri indicaba que la palabra “emoción” es la palabra que queda, en nuestra cultura, para aludir, en el lenguaje coloquial, a lo espiritual. Lo estético hace referencia a una forma afectiva de relación con la realidad, irreductible a lo útil, a lo material e incluso a lo meramente intelectual.
3º) En esta misma línea, el Prof. Salvador Pié Ninot, en el prólogo al libro que presentamos, recuerda que la temática de la belleza en su relación con la fe “ha experimentado de forma muy relevante un amplio reconocimiento por parte del Pontificio Consejo para la Cultura que en su sesión plenaria del año 2006 presentó un precioso documento programático titulado: La “Via pulchritudinis. Camino privilegiado de evangelización y de diálogo”. Y cita la homilía de Benedicto XVI en el inicio de su pontificado, el 24 de abril de 2005, donde afirmaba: «No hay nada más hermoso que ser cautivados y sorprendidos por el Evangelio, por Cristo. No hay nada más bello que conocerlo y comunicarlo a los otros: la amistad con Él. La misión del pastor, del pescador de hombres puede parecer laboriosa. Pero es bella y grande, porque en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo».
3. El libro
En su obra, Jesús Casás Otero toma buena nota de la actualidad de la reflexión estética, señalando que, ante los desafíos de nuestra época, la Teología “ha comenzado a entrar en los dominios analógicos de la belleza”.
No fue así desde un principio, si nos limitamos a la época contemporánea. La Ilustración y los diversos racionalismos cuestionaron los cimientos mismos de la fe. No se discutía ya tal o cuál dogma, ni siquiera el hecho de si la autoridad doctrinal residía sólo en la Escritura o también en la Iglesia, sino que, como vio en su día Maurice Blondel, el problema planteado era, sin más, el problema de la fe, en toda su integridad y radicalidad.
La Apologética, en su defensa de la fe frente a las impugnaciones de la Ilustración, resaltó sobre todo la importancia de la verdad. Había que demostrar, con buenas razones, la posibilidad, la necesidad y el hecho de la revelación, así como la pretensión de la Iglesia Católica de ser la depositaria de la religión verdadera. La vía de la bondad quedaba relegada a un segundo plano, complementario de la vía de la verdad, y la belleza queda definitivamente desechada como categoría apologética ante la demostración racional (cf p. 34).
Como ya hemos apuntado, y como expone acertadamente Jesús Casás, “Hans Urs von Balthasar (1905-1988), tiene el mérito de ser el primero en volver a conectar revelación y belleza, durante siglos olvidada. En su estética teológica, recurre a la unidad de los trascendentales: verdad, bondad y belleza como base para la reflexión teológica. Al recuperar la categoría belleza desarrolla su idea bajo la triple lectura de estética, dramática y lógica. La belleza de la forma (en alemán Gestalt), al mostrarnos su esplendor, nos cautiva para la percepción del amor trinitario de Dios que, históricamente, se manifiesta en el misterio de Cristo” (p. 37).
En esta estela se sitúa la propia reflexión – y la propuesta – de Casás Otero. La obra se estructura en seis capítulos. En los tres primeros se ponen las bases filosóficas y teológicas de la relación que vincula a la belleza con la vida de fe: 1. Actualidad de la reflexión estética; 2. Elementos estéticos y teológicos; 3. Revelación y belleza. Los tres restantes se centran más directamente en el arte y en la iconografía: 4. El arte y la fe; 5. Sacralidad y culto iconográfico; 6. Sentido histórico de las imágenes.
Belleza y vida de fe es un libro consistente, bien argumentado y escrito. A la Teología Fundamental, en su doble misión fundamentadora y dialogante, le plantea explícitamente el desafío, al cual el autor mismo hace frente, de aportar, a la luz de la fe, “en un mundo necesitado de belleza, un valor universal configurado por la energía del Resucitado” (p.40).
Ahora que celebramos la Pascua se pone aún más de relieve la posibilidad de esta contribución. La Ascensión del Señor nos hace contemplar que el Resucitado, con su Cuerpo, se sienta a la derecha de Dios, inaugurando así la transfiguración escatológica de lo corporal y de lo mundano en la corporeidad espiritual de la nueva creación; es decir, abriendo la incorporación plena de la belleza de lo sensible en la Gloria de Dios.
D. Jesús Casás ha querido dedicar su libro a sus compañeros de curso, con motivo de las bodas de oro de su ordenación sacerdotal (1959-2009). Les ha hecho – y nos ha hecho – un bello regalo. Debemos sentirnos agradecidos.
Guillermo Juan Morado.
3 comentarios
Teología es el tratado sobre Dios, y la teología estética intentará presentarlo atendiendo a las expresionesde la belleza literaria. En cambio la estética teológica tratará de establecer una analogía entre la doctrina sobre la belleza y la reflexión sobre el misterio de Dios.
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