Don Luis Quinteiro, administrador apostólico de Tui-Vigo
He tenido el enorme privilegio, y espero seguir teniéndolo con el favor de Dios, de haber conocido y tratado a don Luis Quinteiro Fiúza, hasta hace muy poco obispo de Tui-Vigo y actualmente administrador apostólico de esta diócesis. Ya se ha hecho público el nombramiento de quien lo sucederá en el cargo, el sacerdote de Mondoñedo-Ferrol don Antonio Valín Valdés.
Don Luis destaca por su inteligencia y cultura. Normalmente, si uno ha estudiado y leído un poco, suele admirar a quien le sobrepasa en estudios y lecturas. Don Luis es un filósofo, doctor en esta disciplina, que ha dialogado personalmente con un pensador tan relevante para nuestro tiempo como Jürgen Habermas. Es un teólogo. Es un humanista. Un políglota, en esta España nuestra aún tan poco ducha en el conocimiento de otros idiomas. Habla, con fluidez, no solo gallego y castellano, sino asimismo inglés, francés, italiano y alemán. Es un gran amante y conocedor de la historia de la música. También de la de Wagner.
Con esta formación no resulta extraño que don Luis pueda mantener una conversación interesante con cualquier persona. No exclusivamente con los de alta formación académica, sino, en realidad, con cualquier otro ser humano. Es alguien convencido sinceramente de que la Iglesia ha de escuchar a Dios, en primer lugar, pero seguro también de que Dios se manifiesta y habla a través de la gente normal y sencilla. Una misma sensibilidad permite captar lo que Dios dice, lo que la Iglesia pide y lo que el pueblo, en su sentido más noble, anhela.
Creo que ha manifestado dotes de gobierno. Ha sabido hacerse un juicio de las situaciones. Ha sabido animar. Ha sabido orientar. Ha sabido decidir. En la parcela que a mí me ha tocado más de cerca, puedo testimoniar su afán, y su exigencia, por promocionar y elevar la formación teológica no únicamente de los sacerdotes, sino de todos los católicos de Tui-Vigo.
Otro rasgo que yo destacaría es su cordialidad. Ser cordial implica escuchar con interés. Es ser atento con el interlocutor. Es ser humilde, sabiendo que de todos podemos aprender.
Hoy ya está canonizado el cardenal Newman. Escribe en la “Apologia pro Vita Sua” que no podía concebir estar en contra de su obispo. Yo pienso lo mismo. Newman dice que ese buen propósito suyo fue culminado con creces por la Providencia. Dios le envió, así pensaba el Newman aún anglicano, obispos dignos de tan alto aprecio.
A mí también me ha enviado obispos dignos de tan alto precio. Y don Luis es uno de ellos. No lo he expresado públicamente mientras era el obispo de Tui-Vigo. Ahora lo puedo decir, con mayor libertad, cuando es administrador apostólico.
El concilio Vaticano II, que nunca será suficientemente leído y meditado, dice que, por el Espíritu Santo recibido, los obispos han sido hechos “los verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores”.
Muchas gracias, don Luis. Y los mejores deseos para el obispo electo, don Antonio.
Guillermo Juan Morado.
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