La casa sosegada. La poesía del obispo Gilberto Gómez González

Existe un prejuicio según el cual, en el mundo contemporáneo secularizado, la poesía de temática religiosa no debe de gozar de un buen momento; pero quienes llevan años explorando esta parcela del arte literario y su expresión editorial saben que la realidad es otra: existe una producción en ascenso, cuyo interés para el siempre minoritario público lector de poesía es creciente. En este panorama, nos sentimos de enhorabuena al anunciar la publicación de un volumen, el segundo de su obra impresa, de un natural de estas tierras, Gilberto Gómez González, nacido a la orilla del Miño, en el mismo lugar donde nació San Paio, la parroquia de Albeos, del municipio de Crecente. Se trata de Rosario. Poesía, oración y mística (editorial CCS, Madrid 2022, 76 páginas), un poemario, precedido de un estudio introductorio de Yolanda Obregón, cuyo título es transparente pero que va mucho más allá de una glosa en verso de los misterios de la popular devoción del rosario.

 

Gilberto Gómez, formado como sacerdote en la diócesis de Tui-Vigo, en cuyo Seminario Menor fue luego él mismo formador de tantos otros sacerdotes en los que su magisterio ha dejado una impronta duradera, es, desde hace décadas, obispo de la inmensa diócesis de Abancay, en las áridas alturas de los Andes peruanos. Como sucede con los verdaderamente grandes, la sencillez de monseñor Gómez González no nos habría permitido disfrutar de su obra de no ser por la insistencia de quienes le conocen y han ido leyendo su producción poética. Y, sin embargo, la primera vez que se adentró en el mundo literario exterior a su intimidad, obtuvo el galardón más prestigioso en este terreno: el Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, en su XXIV edición, del año 2004, por el poemario titulado “Via Lucis”, que editó la propia Fundación convocante en 2005.

Pero ni siquiera este galardón le movió al empeño de publicar el resto de su obra. Desde 2005 hasta hoy, el silencio editorial ha sido completo, a pesar de que su obra es ya muy abundante. De hecho, escribe poesía desde la infancia, “casi en secreto”, dice él mismo, y llama a su obra “pequeños desahogos; borradores, que escribo muy de tarde en tarde”. “Hace falta tiempo y paz”- añade-. Quien lea Rosario entreverá esa paz, que no es la paz del ocio y del descanso comunes, sino la paz de quien tiene ya su casa sosegada, como san Juan de la Cruz, el máximo poeta místico de nuestro Siglo de Oro, cuya alma salía sin ser notada, estando ya su casa sosegada; y así se presenta la madurez personal y poética de Gilberto Gómez González.

“Rosario” comienza disolviendo la voz poética del autor en los propios labios de María, que habla, ora, salmodia y exulta en primera persona durante los cinco misterios gozosos que abren el poemario. El tono apaciguado y calmo sugiere la necesidad de una lectura pausada, que se complazca en cada imagen y deguste cada metáfora, e invita a la contemplación.  Es una poética que se resiste a moldes o a técnicas muy definidas, porque su propio objeto es el más escurridizo, ya que nace del estupor de un amor inefable. El estupor ante lo que no alcanzan a exponer el discurso común ni la sofisticación técnica se remansa en el poema, como vía de acceso a verdades que solo la mirada del poeta logra desvelar.

Efectivamente, las claves estilísticas de este poemario se caracterizan en su conjunto por transparentar el contenido y no hacerse notar: un ritmo de factura próxima al verso blanco; el empleo del paralelismo de raíz bíblica; y, como el rasgo más sobresaliente, el carácter dialógico constante con la Sagrada Escritura, fundida con el texto del poema en una polifonía armónica, como en una sola voz.

Decía más arriba que la literatura de temática religiosa sí vive un buen momento. Desde hace seis años, la Universidad Complutense celebra anualmente un congreso internacional, Autores en busca de Autor, dentro del Proyecto “Dios en la Literatura Contemporánea”, de la Facultad de Filología. Los días 22 y 23 de septiembre de 2022 celebrará su VI Edición, en la que Yolanda Obregón ha sido invitada a presentar y explicar la obra de Gilberto Gómez González. Su poesía al fin va siendo no solo publicada y arrancada de la discreta reserva en la que vive y escribe el autor, sino que resonará entre decenas de estudiosos de diversas disciplinas. Estamos, pues, doblemente de enhorabuena.

 

Guillermo Juan Morado

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