El cardenal Newman y Lady Di
Estoy releyendo la “Apologia pro Vita Sua. Historia de mis ideas religiosas”, de John Henry Newman (1801-1890), en una edición conmemorativa publicada por la editorial Encuentro en el año de la canonización del gran cardenal inglés, llevada a cabo por el papa Francisco el 13 de octubre de 2019. Es un libro extraordinario, que siempre nos puede sorprender.
Newman se convirtió al catolicismo, tras haber sido pastor anglicano, en 1845. Un año después viajó a Roma, donde fue ordenado sacerdote. De regreso a Inglaterra, hizo hincapié en la necesidad de que haya laicos católicos bien preparados, capaces de dar razón de la fe. El 15 de mayo de 1879 fue creado cardenal por el papa León XIII. Fue beatificado por Benedicto XVI en 2010, en Birmingham .
San Juan Enrique Newman comparó su llegada al catolicismo con el arribar a puerto de una nave después de la tormenta: “Sentía como si hubiera llegado a puerto después de una galerna; y mi felicidad por haber encontrado la paz ha permanecido sin la menor alteración hasta el momento presente”, escribe en la “Apologia”.
No hace falta presentar a Lady Di. Es un personaje mucho más conocido, un “icono pop”. Recuerdo bastante bien la ceremonia de su matrimonio, celebrada en la catedral de San Pablo, de Londres, el 29 de julio de 1981. Posiblemente ha sido la boda más seguida por las televisiones de todo el mundo. También recuerdo su funeral, el 6 de septiembre de 1997, oficiado en la Abadía de Westminster. Elton John versionó su tema “Candle in the wind”, originalmente dedicado a Marilyn Monroe, para decir: “Adiós, rosa de Inglaterra, tal vez crezcas en nuestros corazones”.
En un pasaje de su “Apologia”, Newman menciona a Mr Spencer, a George Spencer (1799-1864), hijo del conde Spencer y, por consiguiente, antepasado de Lady Diana Spencer. George Spencer quedó muy impresionado por las últimas escenas de “Don Giovanni” de Mozart en una representación en Viena. En 1829 se convirtió al catolicismo y fue ordenado sacerdote poco después.
Mr Spencer organizó una campaña de oración entre católicos del continente europeo para apoyar la unión de la Iglesia de Roma con la Comunión Anglicana. En enero de 1840 fue a Oxford para invitar a los anglicanos a rezar por la unidad. Newman no fue amable con él, porque veía a los católicos romanos como aliados del partido liberal, que contradecía los intereses de la Iglesia Anglicana.
Hasta un hombre intelectualmente honrado y de espíritu íntegro como John Henry Newman estaba influido por los prejuicios. Todos lo estamos. Escribe sobre la visita de George Spencer: “Me alegré tan de corazón al ver a Mr Spencer cuando vino a mis habitaciones acompañado de Mr Palmer, de Magdalen College, que casi se me escapa la risa de alegría; de hecho, creo que me reí. Pero estuve muy maleducado con él. No quise cenar con él porque (aunque no lo dije) le consideraba ‘in loco apostatae’ respecto a la Iglesia Anglicana y pido aquí su perdón por ello”.
Nuestras vidas, las de todos los humanos, están entrelazadas, como, en cierto modo, con distancia en el tiempo, la del cardenal Newman y la de Lady Di. Poco después de la muerte de Diana de Gales, tuvo lugar la de santa Teresa de Calcuta, el 5 de septiembre de 1997. Ambas, Lady Diana y santa Teresa, se habían conocido en vida.
Ojalá aprendamos de Mr Spencer y del cardenal Newman la preocupación por la unidad de la Iglesia. Y de la princesa Diana y de santa Teresa de Calcuta - cada una a su nivel- el afán de ayudar a los otros.
Guillermo Juan Morado.
Publicado en Atlántico Diario.
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