Obsesión con el 25
De vez en cuando algunos responsables de la vida pública entran en una dinámica obsesiva, numéricamente obsesiva. El ejemplo más reciente es el del Gobierno de Castilla y León que limita el aforo de los lugares de culto para las celebraciones religiosas a 25 personas. Le da igual que se trate de una catedral o de una ermita (eso sí, si es un espacio muy reducido no podrá superar el tercio de su capacidad). Pero siempre sin exceder el mágico número: 25.
¿Por qué precisamente 25? Es un misterio, un arcano. Más bien parece un capricho. “La ley soy yo”, “el Estado soy yo”, “el límite lo marco yo”. Hay que reconocer que no solo Luis XIV, sino Nerón y Calígula y tantos otros vivirían felices estos infelices años 20 del siglo XXI. “Porque yo lo mando” que es un motivo más arbitrario que el célebre “porque yo lo valgo” que no hace daño a nadie, este último.
Platón, tal vez demasiado socrático en algunas cosas, deseaba que los filósofos mandasen y que los que mandaran fuesen filósofos. Craso error. Un error intelectualista que consiste en pensar en que por el mero hecho de conocer mejor algo ya se obrará ineludiblemente bien. La realidad desmiente en ocasiones esta presuposición. Se puede saber mucho y ser un malvado en la práctica.
Se puede ser experto – en una amplia gana de “expertitudes” – y gobernar fatalmente. Incluso ser filósofo y gobernar también muy mal. Ejemplos hay a miles: desde el Dr. Goebbels, doctor en Filosofía, hasta otros doctores y filósofos más cercanos.
Frente a la absurda restricción a un máximo de 25 personas en una celebración religiosa, perpetrada por el Gobierno de Castilla-León, los obispos de las diócesis concernidas han publicado un “Comunicado” que destaca por su racionalidad, por su lógica: Vivimos un grave momento, la Iglesia se ha implicado en la protección de la salud, hay que seguir esforzándose…
No obstante, “no nos parece razonado ni aceptable que el criterio de ese mayor esfuerzo sea una limitación de aforo expresada en términos absolutos –máximo de 25 personas por templo – cuando la superficie y volumen de los miles de templos, ermitas y capillas que hay en Castilla y León es muy diversa. Creemos que el criterio proporcional que se ha seguido en toda España durante las diversas fases de la pandemia puede considerarse más ecuánime”.
Y “el criterio del numerus clausus es además injusto por desproporcionado, ya que impide el ejercicio del derecho fundamental de la libertad de culto (art. 16, 1º de nuestra Constitución) a personas que podrían ejercerlo en tantos de nuestros templos que, aun con estricta limitación proporcional de aforo, podrían acoger a más de 25 participantes sin poner en riesgo la salud propia y ajena”.
Es puro sentido común y petición del respeto a la no limitación caprichosa de la libertad de culto (y, en el fondo, de la libertad religiosa).
A veces – casi siempre - mandan mal los filósofos. Siempre mandan mal los tiranos. Y hasta se puede ser filósofo y tirano. O tonto y tirano, según el relativo grado de “expertitud”, que puede tender sin límite al cero absoluto. Esta última combinación, de bobo y malo, suele ser la peor.
Guillermo Juan Morado.
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