Las comunicaciones sociales: Los tejidos y los textos
Un amigo que tiene el don de hablar bien, y de escribir aun mejor, me ha hecho llegar el mensaje del papa Francisco para la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales – jornada que se celebrará el domingo, 24 de mayo – titulado “Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,12). La vida se hace historia”.
Una cita de uno de los libros más narrativos de la Biblia, el “Éxodo”, se une a la constatación de los vínculos que conectan la vida a la historia. Empezando por la propia biografía. Recuerdo, y seguro que los lectores también, que de niño mi imaginación y mi capacidad de abrirme al mundo, inmenso y extraño, se ampliaba al escuchar relatos.
En mi infancia tuve la enorme fortuna, la providencia, de tener cerca a una persona muy querida por mí que me contaba cuentos e historias. Poseía, esta segunda madre, esta querida abuela, que no era abuela pero que ejercía como tal, el don del relato. Situaba las escenas, adelantaba los acontecimientos, sembraba de pistas el surco narrativo haciendo que el oyente, en este caso yo, estuviese deseando conocer el final; saber, definitivamente, qué había pasado.
Este aprendizaje me inició en la lectura de textos. Sobre todo, de novelas. Algo de este “gen” le ha llegado a mis hermanos, porque son buenos lectores y hasta aceptables escritores. Mejores que yo, seguro.
“Los tejidos y los textos”. Me ha gustado esa analogía que el papa establece entre tejidos y textos: “El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad (cf. Gn 3,21), sino que también es el único ser que necesita ‘revestirse’ de historias para custodiar su propia vida. No tejemos solo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de ‘tejer’ implica tanto a los tejidos como a los textos”.
No creo que se pueda decir mejor. Y he leído no sé dónde que el papa Francisco ha sido, en el pasado, profesor de Literatura. Bien sea que él haya tejido este texto o que lo haya aprobado, se ve que tiene buen gusto. Lo importante es lo que el papa llama una “buena historia”; aquella que “es capaz de trascender los límites del espacio y del tiempo”. A distancia de siglos, añade, “sigue siendo actual, porque alimenta la vida”.
El cristianismo es una historia y un relato; una historia que se renueva y nos renueva. Decía el cardenal Newman, canonizado por Francisco: “El cristianismo es una historia sobrenatural casi escenificada: nos dice lo que es su Autor diciéndonos qué es lo que ha hecho”.
Francisco, el profesor de Literatura que se convirtió en papa, hace una evocación de historias “que han escenificado admirablemente el encuentro entre la libertad de Dios y la del hombre”.
Y cita algunas de ellas, no menores: “Por obra del Espíritu Santo cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio. Como las Confesiones de Agustín. Como El Relato del Peregrino de Ignacio. Como la Historia de un alma de Teresita del Niño Jesús. Como Los Novios, como Los Hermanos Karamazov”.
Ojalá que, como expresa el papa, hallemos “historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos”.
Guillermo Juan Morado.
- Instituto Teológico de Vigo -.
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