Curas jóvenes, muy creativos
La gracia de Dios nos sorprende siempre. De Dios viene lo nuevo, lo nunca visto hasta ahora, la sorpresa. Nosotros, los humanos, somos más aburridos. Las concepciones de la historia suelen oscilar entre el cíclico – y pagano – retorno de lo mismo y la apertura de la historia a la salvación. Entre la tragedia y el drama. Entre el tedio y la posibilidad de superarlo.
Me alegra mucho comprobar que muchos de los curas más jóvenes son muy creativos. Lo veo en las clases, lo compruebo también en Internet. Por ejemplo, en las emisiones de “Café con Dios” de Patxi Bronchalo.
Este sacerdote tiene una gran capacidad de comunicación. Sabe lo que dice y sabe, muy bien, cómo decirlo. Tiene fundamento su mensaje y lo transmite con persuasión y con amabilidad.
Veo con optimismo el futuro de la Iglesia en España sabiendo que hay sacerdotes así – en lo que uno puede juzgar por unos vídeos - . Que algo sea “bueno” no quiere decir que sea “perfecto”. Que algo sea “bueno” no quiere decir que siga siéndolo siempre. Pero si es bueno “ahora”, es bueno por el momento.
También hay seglares excelentes. Todo lo que se diga a su favor será muy poco. A la espera de poder celebrar de nuevo la santa Misa con bastantes fieles, con un tercio de los que quepan en la iglesia parroquial, me dicen los que conforman el consejo de pastoral de mi parroquia, que ya hay unos diez voluntarios para contribuir a la desinfección y al orden.
No solo muchos de los curas jóvenes son muy creativos, también lo son muchos de los seglares. Ni unos ni otros pierden el tiempo en lanzar piedras contra el propio tejado. No lo hacen. Unos y otros, sacerdotes y seglares, intentan hacer el bien, anunciar el mensaje de Cristo a “tiempo y a destiempo”.
La Iglesia está muy viva. Más de lo que nuestros miedos nos dicen. Y no es el miedo al contagio, no. Es el miedo a los juicios prematuros de quienes, quizá sin pretenderlo, se erigen, de modo muy gratuito, en norma de los demás.
Los jóvenes sacerdotes, incluso aquellos que no lo son tanto, y los seglares que en realidad suelen venir a Misa constituyen un motivo de esperanza. La Iglesia es eso: un “pequeño rebaño”.
Somos muy pocos. Sí. Pero el espíritu que anima a este “pequeño rebaño” es el Espíritu Santo. Que todo lo renueva, que empuja al servicio, que construye la comunión. Que no se alza, de modo soberbio, contra nadie.
¿Curas jóvenes? Los hay, aunque no lo parezca. Y algunos son muy creativos. Gracias a Dios.
Guillermo Juan Morado.
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