Aborto en Nueva York
Se me podrá acusar de lo que sea. De abortista, no. De enemigo de los EEUU, tampoco. Me ha encantado – en un pasado que para mí es reciente – haber visitado Nueva York. He visto allí una presencia de los católicos en la Misa de la catedral que me ha llamado la atención.
Nada comparable con otros templos cristianos en esa enorme ciudad. La catedral católica - por su ubicación, por la enorme asistencia de fieles, por su cuidada liturgia – impresiona verdaderamente.
Esta afirmación general se desglosa en los siguientes puntos:
“Fomentar más abortos tardíos: eliminando el límite de nuestra ley actual sobre abortos después de 24 semanas.
Permitir a los no médicos realizar abortos: otorgar una licencia para realizar abortos quedaría totalmente a discreción de los burócratas estatales. De hecho, cualquiera podría realizar abortos y la única pena que pueden enfrentar es un proceso por practicar medicina sin una licencia.
Eliminar todas las sanciones penales por abortos, por lo que incluso si un aborto fue involuntario o forzado, o si un niño no nacido es objeto de un acto de violencia deliberadamente, no podría ser procesado el causante de ese daño.
Poner en peligro a los niños incluso después del nacimiento: eliminando una ley que exige que un bebé nacido vivo después de un aborto reciba atención médica adecuada. En cambio, este proyecto de ley permitiría a los abortistas dejar a esos niños morir por negligencia y hambre”.
Eso dice esa página web. Si eso que se dice es verdad, no veo dónde está el error sustancial del Sr. Suárez Illana. Creo que el Sr. Suárez se ha referido a que esta ley de Nueva York permite dejar morir por negligencia y hambre a los niños que sobreviven a un aborto. Lo cual es un horror.
Todo aborto es un horror. Y no está mal que, alguna vez, se diga.
Guillermo Juan Morado.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.