Un libro que hay que leer: R. Spaemann, “Meditaciones de un cristiano. Sobre los Salmos 1-51”, BAC, Madrid 2015, 412 páginas.
Recomendar la lectura de un libro de Robert Spaemann equivale a no arriesgar nada. Todo lo que dice este filósofo alemán es digno de ser tenido en cuenta. En su día, he comentado en este blog la impresión causada en mí por su autobiografía “Sobre Dios y el mundo” (2014).
Ahora me hago eco de un primer volumen – son dos – de sus “Meditaciones de un cristiano. Sobre los Salmos 1-51”. Es un ensayo más que notable. Y proporciona una perspectiva sobre los Salmos de un metafísico que no deja de serlo y que, quizá por eso mismo, es un creyente que se ha esforzado en pensar la fe.
Hace apenas dos días me comentaba un sacerdote sobre otro que, en su momento, dirigió una revista teológica. Sostenía, este primer sacerdote, que, a la hora de elegir los textos a publicar en la revista, el segundo daba prioridad a los que planteaban un fondo de teología natural, de fundamentación racional de la fe.
Me parece que es un criterio muy acertado. La razón y la fe no pueden ir por separado. Han de converger. Pero, para hacerlo, han de coincidir en un mismo sujeto. El diálogo fe y razón solo se solventa en un mismo sujeto: Newman, Ratzinger, Spaemann. Son sujetos extraordinarios, pero, para que no olvidemos la vigencia de la humildad, Dios pone en nuestro camino a sacerdotes, o a autores, menos famosos, pero no menos formados.
Yo le hablaba a mi paciente interlocutor – él, también cura – de mi convencimiento de la sabiduría acumulada en los “Salmos”; de lo difícil que es progresar en su conocimiento. Y él, sin ningún alarde, me dijo: “Los he traducido todos del hebreo, para comprender qué decían”.
No puedo traducir del hebreo ni un solo Salmo. Yo no sé hebreo. Pero los Salmos no están escritos solo para los hebreos. Los Salmos hablan al corazón y ayudan a descifrar las estructuras más básicas de lo humano.
R. Spaemann “va” a los Salmos. Y tiene, en sus comentarios, una línea de verdad que es innegable: “El asentimiento interior a la verdad y al sentido que se revela en la Creación no es completamente distinto a la verdad y al sentido que se revela en el rostro de Jesús”.
Recomendar a R. Spaemann no defrauda. Ni, tampoco, abdicar de la razón. Pero sí es muy de recibo apostar por la racionalidad, por el sentido común.
Los Salmos atesoran ese bagaje. Son muy razonables y son, sin detrimento de ello, muy religiosos.
Guillermo Juan Morado.
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