Votación griega
Está medio mundo – europeo - como en un “ay”. ¿Qué votarán los griegos en esta especie de “referéndum exprés”? Pues no lo sé, ya que, con seis meses en el poder, el gobierno de Syriza ha preferido no dejar mucho tiempo para pensar en las implicaciones de un “sí” o de un “no”.
Son seis meses en los que no se sabe si, los gobernantes griegos, han puesto a prueba todas las posibilidades de la teoría de juegos o si, a la vez, se han sentido vinculados por sus promesas electorales… Quizá haya un poco de todo. Se podría decir que estos nuevos gobernantes no han firmado los anteriores acuerdos, pero es evidente que si acceden al poder se responsabilizan de los compromisos de que quienes les han precedido en su ejercicio. Para cumplirlos, o para tratar de incumplirlos. Se hereda todo, lo que gusta y lo que no. Sobre todo si quien se presenta a heredero sabe, de sobra, con qué historial le tocará lidiar.
Un discurso binario de buenos y malos es demasiado simple para ser verdadero. Las llamadas “Instituciones” tienen mucho que ver con los socios de la Unión Europea y de la zona euro. El dinero prestado a Grecia no cae del cielo, sino que proviene claramente de las aportaciones de los demás contribuyentes comunitarios.
No es, me parece a mí, una ocasión para el romanticismo. Claro que lo ideal es que todo sea una balsa de aceite. Pero, ¿quién sostiene la viabilidad de esa balsa? ¿Cómo se apuntala la solidaridad si no hay ingresos?
Pero hay un elemento que me sorprende más cuando se oye, en voz muy alta, que el “no” sería la única opción justa en el referéndum – que tampoco tiene tanta importancia, porque votan algo de ayer y ya no de hoy - . Lo que me sorprende es que, a veces, parece que no se piensa en las consecuencias de los actos.
No se puede actuar de modo intrínsecamente inmoral, sean cuales fueran las consecuencias. Pero, salvo en ese reducto, hay que atender mucho a las consecuencias.
¿Cuáles serían en el caso del referéndum griego?: ¿Es claramente un daño duradero, grave y cierto que los demás socios de Grecia pidan que les devuelva, Grecia, lo que le han prestado? Quizá no puedan devolverlo todo, pero, al menos, la voluntad de devolverlo sí cuente.
¿Hay garantías serias de éxito si Grecia vota no? ¿Mejorará las cosas o las empeorará? No se trata, en última instancia, de devolver, sino de saber quién va a seguir financiando al país.
¿Lo que se pretende evitar es peor que lo que previsiblemente se puede lograr?
Habrá que barajar todas estas hipótesis y alguna más para calibrar cuál sería el voto responsable, y cuál la acción resultante, y responsable, del gobierno legítimo de ese país.
Me parece, vamos.
Guillermo Juan Morado.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.