Rehabilitar la política
En estos momentos que nos toca vivir, caracterizados en buena medida por el desencanto y por el hartazgo, conviene leer con calma algunos pasajes de la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio” – “Evangelii gaudium” – del Papa Francisco.
“¡Pido a Dios – escribe el Papa – que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!”.
Se trata, pues, de apostar por la realidad y no por la apariencia. Se trata de ir a la raíz y de no quedarse en las ramas. ¿En qué se fundamenta esta petición del Papa? Sustancialmente en la convicción de la importancia de la política; esta, la política, “es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”. El Papa se hace eco de un documento que, en 1999, publicaron los obispos de Francia con el significativo título de “Rehabilitar la política”.
¿Cuáles son las raíces profundas de los males de nuestro mundo? Tienen que ver, ante todo, con las causas estructurales de la inequidad, con las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial.
Ir a la raíz de los males supone renunciar a la autonomía absoluta – recalco el adjetivo “absoluta”- de los mercados y de la especulación financiera. Toda política económica ha de estar articulada desde unos parámetros básicos: el respeto a la dignidad de cada persona humana y la búsqueda del bien común.
A medio y largo plazo no se pueden seguir orillando – ¡hasta por egoísmo, hasta por mera supervivencia! – las “palabras molestas”. ¿Cuáles son estas palabras? Son palabras, o expresiones, como “ética”, “solidaridad”, “distribución”, “fuente de trabajo”, “dignidad de los débiles”… Molesta, en suma – y quizá sea lo que más moleste – que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia.
El sociólogo Zygmunt Bauman ha pedido refundar la cultura de la solidaridad en una sociedad que se ha vuelto agresiva y que se lacera a sí misma. Bauman resume su propuesta con una expresión que le gustará a Francisco: “No hay beneficios en la codicia”.
¿Rehabilitar la política? Claro que sí. Lo necesitamos todos en orden a recuperar la auténtica solidaridad que supone, principalmente, crear una nueva mentalidad que no piensa solo en clave de éxito privado, sino en clave de comunidad.
La fe cristiana - y, en general, la apertura a la trascendencia - , nos impulsa decididamente hacia esta meta, hacia la verdadera solidaridad.
Guillermo Juan Morado.
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