La Primera Comunión: El protagonista es Jesús
En un encuentro con los niños que se preparan para recibir la Primera Comunión, les he preguntado, a ellos, : “¿Quién es el protagonista en la Santa Misa?”. Y, sin dudarlo, han contestado: “El protagonista es Jesús”.
Tienen toda la razón del mundo. El “personaje principal”, en la Misa, no somos nosotros: ni los sacerdotes, ni los niños que van a comulgar por vez primera, ni los padres de estos niños… El personaje principal es Jesús. La Liturgia es “el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo”, ha recordado el Concilio Vaticano II (SC 7).
Es Jesucristo quien, asociando a su Iglesia, da gracias al Padre por todo lo que nos ha dado: por habernos creado, redimido y santificado. “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Con estas palabras termina la plegaria eucarística.
En la Santa Misa se hace presente la Pascua de Cristo, el sacrificio que Él ofreció de una vez para siempre en la Cruz.
Es Jesucristo quien se hace presente en la Santa Misa por el poder de su palabra y por la acción del Espíritu Santo. Se hace presente de un modo singular, real por excelencia, con su Cuerpo y su Sangre, su alma y su divinidad. Se hace presente, como enseña el Concilio de Trento, “Cristo entero”.
Es Jesucristo, en la Santa Misa, quien se nos da como comida: “Comulgar es recibir a Cristo mismo que se entregó por nosotros” (Catecismo 1382). Por eso, muy poco antes de comulgar, repetimos las palabras del Centurión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Es la humildad y la fe; la humildad de la fe.
Creo que todo este “protagonismo” de Jesucristo, mediador entre Dios y los hombres, es entendido, en la medida en que puede serlo, por los niños que se preparan para comulgar por primera vez.
Me parece que los párrocos, los catequistas y los padres tienen (“tenemos”, si hablo de los párrocos) una responsabilidad enorme: No oscurecer ese protagonismo que los niños, casi intuitivamente, movidos por el sentido de la fe, son capaces de reconocer.
No hay un “Ritual” para la Primera Comunión. Cuando un niño hace la Primera Comunión participa en la Santa Misa comulgando por primera vez. Ni menos ni más.
Ojalá que nosotros, los que tenemos responsabilidades en la pastoral de la Iglesia, no oscurezcamos la lógica sencilla de la fe; esa lógica sencilla que los niños captan, pero que nosotros podemos enrarecer desplazando el justo “protagonismo” de Cristo, que es el protagonismo de Dios.
No compliquemos lo que es sencillo. Tengamos, todos, la humildad de saber, como saben los pequeños, que el protagonista es Jesús.
Guillermo Juan Morado.
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