Treinta y un días de Mayo

¿Por qué la Iglesia ha escogido Mayo para tributar un culto especial a la Virgen? Con este interrogante comienza el Cardenal Newman un precioso texto en el que, siguiendo las Letanías Lauretanas, contempla la presencia de Nuestra Señora en la historia de la salvación.

Mayo, nos dice Newman, es el mes de la fiesta y de la alegría; el mes de la promesa y de la esperanza. El mes en el que la tierra se cubre de hojas frescas y de hierba verde; en el que los árboles se visten de brotes y las flores irrumpen en los jardines; en el que el Sol amanece antes y se oculta más tarde. Mayo es el pregón que anuncia el esplendor del verano…

Mayo es también el período más sagrado, alegre y festivo de todo el año. Mayo es la Pascua y la Ascensión que preludia Pentecostés. Es el mes del “Aleluya", del canto nuevo que proclama la victoria de Cristo y la venida del Espíritu Santo.

Los treinta y un días de Mayo son otras tantas exultaciones de la grandeza de Dios, de las maravillas que obró en favor nuestro. Y por ello es el mes de María, la Rosa Mística, la primera criatura, aquella en la que de modo más resplandeciente brilla la belleza de la salvación.

Dicen que fue un rey español, Alfonso X el Sabio, quien en sus Cantigas asoció Mayo a María. En todo caso, ha sido una iniciativa feliz, que se ha extendido a toda la Iglesia.

El Misal de la Virgen María ofrece a todos los creyentes un manantial, casi inagotable, de motivos para aprender de la Virgen y para amar a la Virgen. De la riqueza de esta fuente dependen, en buena medida, las reflexiones que ofrecemos para los treinta y un días de Mayo. La devoción a María, rectamente enfocada, nunca nos puede apartar de Jesús. También el “Mes de Mayo” ha de ayudarnos a celebrar los misterios de la salvación, a los cuales está ciertamente asociada santa María Virgen (cf Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia 191).

Con este deseo he escrito este libro, que puede servir de ayuda para la vivencia personal del “Mes de María” y, asimismo, para su celebración en las diversas comunidades cristianas.

Guillermo Juan Morado.

PS: Los lectores de hace más tiempo saben que este libro ha nacido en el blog.

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