HABÍA ESTADO XV (de Norberto)
La luz se filtraba por las cortinas de esparto, que, semibajadas, proporcionaban una leve claridad, que permitía ver, sin riesgo de tropiezo, y, al mismo tiempo una penumbra que invitaba al descanso y al sosiego; Saúl Paulus Tarsiensis, contemplaba, recostado - siguiendo la indicación del médico - el rayo de sol a media altura de la pared, que se desplazaba adoptando una forma rectangular que modificaba sus medidas, e iluminaba los escasos motivos ornamentales de la estancia sanatorio.
Reparó en un cuadro que mostraba un manantial brotando de una roca, el agua caía en un receptáculo en el que podía leerse: ¿Preguntas qué es la libertad?: No ser esclavo de nada, de ninguna necesidad, de ningún accidente y conservar la fortuna al alcance de la mano. Lucius Annæus Seneca.
- Le vendría muy bien un baño, dijo el médico al paciente, después continúe reposando, parece que se le va corrigiendo la inflamación, siguió mientras palpaba la zona causante del malestar.
El judío, no acostumbrado a los baños romanos, aunque los conoció durante sus primeros años en Tarso, se incorporó siguiendo los pasos del médico sintiendo cierto pudor, pero el sanador conocedor del escrúpulo propio de los de su raza le condujo a un baño privado, donde una bañera de agua templada, tras una puerta de madera maciza, le esperaba.
- Quiero que se frote bien con el jabón de Alepo, cuando se acerque al vientre hágalo con suavidad y al salir dígame qué sintió, estaré cerca por si me necesitase, llame.
Se introdujo en la bañera, haciendo caso de la prescripción, y, tras muchos días duros, plagados de adversidad y contratiempos, sonrió al ver formarse pompas de jabón, que salían despedidas flotando en el aire y que estallaban al instante; incluso agitó el agua para provocar el suceso, al mismo tiempo que notaba bienestar al abrirse los poros de la epidermis por efecto del jabón de Alepo.
Sobre la jamba de la puerta una corta frase llamó su atención, decía así: En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido. “Vaya, se dijo, este hombre es más de lo que parece, ¿tendrá fe, pese a todo?, tengo que preguntárselo”. Consideró que había cumplido lo prescrito, se sentía muchísimo mejor, tanto de salud física como anímica, saliendo del baño secó su cuerpo y se dispuso a vestirse; junto a sus ropas había ropas limpias, no verdaderamente judías, pero le permitiría cierto mimetismo, no sabía lo que esperaría en Tarso, ¿más persecución?.
Salió de la estancia y apenas cruzo la puerta oyó la voz de Loukás:
- Saúl, le espera su anfitrión. Apretó el paso hacia el salón y se encontró con ambos.
- Ave Ambrósyos, nos vamos ¿verdad?, permíteme una pregunta a mi sanador, ¿la frase que hay encima de la jamba del …
- También es de Seneca, sí somos amigos, le admiro, me enseñó mucho, soy adepto de la stoa por él. Le conocí en Alejandría, el era un personaje notable, yo apenas un muchacho admirado de los conocimientos que adquiría, Lucius me enseñó que mis conocimientos no eran neutros, que la ambición podía dirigirlos hacia la maldad, que mantuviera la entereza y la independencia, autarkeia, solo el ejercicio de la virtud podía mantener, perseverante, ese propósito. En roma volvimos a encontrarnos, abogó por mi pero no obtuve provecho alguno, sin embargo su sabiduría me llenó y su amistad me honró, disculpe, me alargué. Esta noche cenamos juntos, estoy invitado por Ambrósyos, si le interesa …
- Claro, sin duda hablaremos, con mucho gusto, ¿qué le debo?.
- Está pagado, ya ajusté con su anfitrión.
Norberto.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.