El perdón indivisible
Homilía para el Domingo XXIV del Tiempo Ordinario (Ciclo A)
Dios es “compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102). La misericordia de Dios tiene por objeto nuestra miseria, nuestras debilidades y pecados. Él es rico en misericordia porque ofrece a los pecadores el perdón por la penitencia sin ninguna limitación. Como explica Benedicto XVI: “A pesar de nuestra indignidad, somos los destinatarios de la misericordia infinita de Dios. Dios nos ama de un modo que podríamos llamar ‘obstinado’, y nos envuelve en su inagotable ternura”.
La vida de nuestro Señor Jesucristo, y de modo particular su Cruz, revelan la misericordia de Dios. Si el misericordioso es aquel que se deja conmover y que se inclina para atender a las necesidades de otro, no cabe pensar inclinación más profunda que la Cruz. Cristo, dice santo Tomás de Aquino, no solo es misericordioso por la aprehensión de nuestra miseria - porque en cuanto Dios conoce la pasta de que estamos hechos – sino que lo es también por la experiencia, “y así es como Cristo, de modo principalísimo en la Pasión, probó en carne propia la miseria nuestra”. Por eso la enseña, la manda y la ejercita.
En la oración del Padrenuestro el Señor nos enseñó a pedir: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. El Catecismo Joven de la Iglesia Católica (Youcat) explica el sentido de esta petición: “El perdón misericordioso, que nosotros concedemos a otros y que buscamos nosotros mismos, es indivisible. Si nosotros mismos no somos misericordiosos y no nos perdonamos mutuamente, la misericordia de Dios no puede penetrar en nuestro corazón” (n. 524). Un corazón cerrado a la acción de la gracia hace imposible el perdón y bloquea nuestra participación en la misericordia de Dios.
El libro del Eclesiástico pone de relieve la contradicción en la que incurre la persona rencorosa, vengativa e inclemente: “¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados?” (Eclo 28,3-4).
Jesús, respondiendo a Pedro, nos manda perdonar siempre (Mt 18,22). El perdón mutuo ha de ser ilimitado porque tiene su fundamento en la ilimitada compasión de Dios. Un discípulo de Cristo se sabe perdonado por Dios de grandes deudas y, en consecuencia, ha de saber perdonar también las ofensas del prójimo: “No encerró el Señor el perdón en un número determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar continuamente y siempre”, comenta san Juan Crisóstomo.
Debemos contemplar a Cristo, mirarlo en su Pasión y en su Cruz, y pedirle que envíe a nuestros corazones el Espíritu Santo para que nos dé los mismos sentimientos de Jesús (cf Flp 2,5). En el sacramento de la Penitencia podemos experimentar la ilimitada misericordia de Dios, librándonos de las cargas e hipotecas del pasado y disponiendo nuestro corazón para estar dispuestos a perdonar no una vez, ni tres, ni siete, sino siempre.
Guillermo Juan Morado.
9 comentarios
Santo Tomás, STh, I, 21, 4.
Algo parecido pasa para que llegue el perdón, queremos limpiar el alma, pero si no hay conciencia de pecados, (el que actúa de manera invisible como paragracias) no quedara satisfecho el perdón dado o recibido.
No podemos perdonar al hermano, sin antes pedir perdón a Dios por nuestros propios pecados y no podemos pedir perdón por nuestros pecados y perdonar al hermano sin antes reconocer que es iniciativa de El, de su misericordia.
Para mi el sacramento de la confesión es un oasis, cuando vivimos en un caos.
Siempre tendremos la necesidad de ser perdonados como perdonar a los demás.
Gracias por su homilía, creo haber entendido el perdón indivisible.
__________________
-Esta consideración me ha hecho pensar que para Dios, -que todo es posible- no hay pecado ni pecador que pueda ser perdonado. Sea de grado y bien llegado porque el pecador se arrepiente; sea porque, a la fuerza obligado, el pecador se consume hasta allí donde éste haya pecado
-Y digo aquí: ¿cabe que el Demonio, si de su soberbia se arrepiente, sea perdonado; O que éste, terco en su maldad, se consuma hasta allí hubiere pecado?
-Cristo dijo, y no condenó, sino que dijo: Apártate, Satanás porue escrito esta: "Al señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto"
...de grado arrepentido; u obligado, de tu maldad consumido -Satanás: a Él solo adorarás,...
....-será porque en definitiva todo lo que es creado tiene un principio origen; y este principio origen siempre, no puede ser otro que Dios,...Y de todo pecador si ahondamos en su principio origen encontraremos donde desaparece la consecuencia del pecado que es del pecador; y aparece lo que es vida que es naturaleza de Dios.
___________________
Y ay de nosotros el día que creamos que da igual acudir al sacramento o no
Por tanto Dios es justo, pero su justicia no es un ajuste de cuentas, un proceso penal, ni nada semejante; desde luego elque se obstina en condenarse, se condena, pero siempre hay una última oportunidad, porque Dios espera hasta el último instante, que para es una eternidad, para conseguir el arrepentimiento.
Theresita cita como el malhechor Pranzini en el último instante, habiendo rechazado la confesión varias veces, cuando pendía de la soga, y, ahorcado estaba a punto de morir volvió sus ojos al crucifijo del sacerdote: ¡bendita "obstinación".
Dios es la sed de misericordia cuando nos pesan demasiado las culpas.Sólo Él puede saciarnos con el agua que nos renueva, que alivia nuestro corazón agobiado.Y para ello es necesario recurrir al Sacramento de la Reconciliación, porque aunque tratemos de hacer oración, los ruídos del pecado, del remordimiento de conciencia no nos dejan oir la voz de Cristo.Por ello, necesitamos decírselo físicamente a alguien que nos escuche y que nos hace comprender que Jesús nunca nos rechaza, siempre nos perdona, por muy graves que hayan sido las ofensas.Pero,"la mirada de la misericordia no es una mirada de complicidad con el pecado, pero sí de paciencia y de esperanza con el pecador.No hay pecador-ni siquiera el más recalcitrante-que no pueda convertirse en un santo.No hay santo que no haya sido, o pudiera haber sido un gran pecador.La gracia-sólo la gracia-vence la naturaleza."La mirada de la misericordia, Padre Guillermo Juan Morado
El efecto inmediato de la misericordia de Dios es el gozo de la reconciliación y la certeza de que es posible empezar de nuevo tantas veces como sea necesario. La misericordia de Dios es infinita.
Si uno no se reconcilia con Dios, en realidad, lo que hace es generar más malestar consigo mismo.
Pero, si el perdón de Dios lo tenemos asegurado-siempre que recurramos a Él con las disposiciones necesarias-, lo complicado para el ser humano es el perdón hacia la persona que nos ofende. Dios no se cansa de perdonarnos, pero quiere que hagamos lo mismo con el prójimo. Si tan importante es el perdón de Dios para mí, para Él lo es el mío hacia los demás.Cuando alguien nos ofende y nos pide perdón, está reparando su culpa, y es sencillo perdonarlo; el problema es cuando el ofensor no nos pide perdón, cuando tenemos que dar un perdón gratuito.Esto es lo complicado, porque como hechos de barro que somos, a veces, lo primero que deseamos es que Dios le castigue, cuando no un deseo de venganza.Es verdad que el Padrenuestro nos compromete a perdonar a los que nos ofenden; perdonar es un acto de voluntad, pero,¿qué sucede con la memoria ,que nos impide olvidar la ofensa?Sólo se me ocurrre una contestación: recurrir a la gracia que debemos pedirle insistentemente a Dios. Encomiendo esta dificultad a la Virgen María para que me ayude a perdonar al prójimo a cambio de nada, o a cambio de no destruirme, porque en realidad, cuando hay rencor los perjudicados somos nosotros; no es posible estar en conflicto con alguien y en paz con Dios."Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice.No tengais miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad."Benedicto XVI, Cuatro Vientos
Sin el perdón no se entendería nada de nuestro seguimiento a Cristo. Si Dios no fuera misericordioso, si su justicia no estuviera basada en el amor, nuestras razones para seguirle serían muy frágiles, "demasiado humanas".
El perdón para toda vida humana, con independencia de la dimensión religiosa, es la fuente privilegiada de renovación espiritual y moral. Sin él, seríamos como un vertedero que acumularía basura, podredumbre y olores fétidos cada vez más insoportables con el paso del tiempo. Si es Dios mismo quien te limpia por medio de su perdón, casi nada más podemos desear en esta vida de mayor plenitud, salvo alejarnos del pecado, procurarlo cada vez con más intensidad, consecuencia de frecuentar el trato misericordioso del Señor.
Gracias, Padre por esta preciosa homilía, como a Fr. Santiago Cantera, quien ha pronunciado la homilía de hoy en el Valle de los Caídos, igualmente hermosa y excelente, como todas las suyas.
Pido a Dios que me dé la fuerza para perdonar a todos mis enemigos, como se lo conceda a mi mujer, aunque sigan ofendiéndonos.
Dejar un comentario