Los panes y los peces
Homilía para el Domingo XVIII del Tiempo Ordinario (ciclo A)
El Señor anticipa, con la multiplicación de los panes y de los peces, el banquete del Reino de los cielos (cf Mt 14,13-21); es decir, el misterio de la comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están unidos a Cristo. No somos capaces de imaginar del todo o de comprender perfectamente qué es el cielo. San Pablo dice que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Co 2,9). La Sagrada Escritura emplea imágenes para hablarnos de esa realidad: la vida, la luz, la paz, el vino del reino, la casa del Padre, la Jerusalén celeste, el paraíso y, de un modo señalado, el banquete (cf Catecismo 1027).
Jesús, con los discípulos, es el anfitrión de ese banquete. Él es quien invita y quien da de comer. Participar en una comida crea entre el anfitrión y los comensales una comunidad de existencia. El Señor, al alimentar al gentío, está creando ese vínculo entre Él y los suyos; está, en definitiva, estableciendo su Iglesia, que es en la tierra el germen y el comienzo del Reino de los cielos. Él es quien bendice y da los alimentos para que todos queden saciados de un modo sobreabundante.
Con este signo milagroso, el Señor manifiesta su identidad: Él es el Mesías, el Salvador, que habla las palabras de Dios y obra las acciones de Dios. Su compasión indica la misericordia y la clemencia divinas. En Jesús se cumple lo que dice el Salmo 144: “Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente”.
La comida milagrosa nos hace pensar en la Última Cena, en la que Jesús también bendijo el pan y el vino y se lo dio a sus discípulos. La Eucaristía es el sacramento de la Comunión, porque recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo nos unimos a Él y a los demás cristianos en la Iglesia santa y, de ese modo, se nos da en prenda la gloria futura, el cielo.
La orden dada por Jesús a los discípulos: “dadles vosotros de comer” debe resonar en nuestra mente y en nuestro corazón. El papa Benedicto XVI enseña que “en la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana” (Sacramentum Caritatis, 88) y así nos impulsa a trabajar por un mundo más justo y fraterno.
Un signo de este compromiso es la colecta que se hace en las iglesias para los más pobres: “Los cristianos han procurado desde el principio compartir sus bienes (cf Hch 4,32) y ayudar a los pobres (cf Rm 15,26). La colecta en las asambleas litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es también una necesidad muy actual” (Sacramentum Caritatis 90). No podemos limitar nuestro compromiso por la justicia a participación en la colecta, pero su misma existencia es un acicate para tenerlo presente en todas nuestras actividades.
Como los primeros discípulos, tampoco nosotros tenemos los medios para ayudar a tantas personas que lo necesitan. Nuestra responsabilidad, como la de ellos, es ser colaboradores del Reino de los cielos, entregando a los demás lo que Jesús bendice y nos da: Su Palabra, el alimento de su Cuerpo y de su Sangre y la fuerza para ver en el otro a un hermano.
Guillermo Juan Morado.
9 comentarios
http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/sala-de-prensa/nota-prensa-2011/2137-aumenta-en-un-31-el-numero-de-personas-asistidas-por-la-iglesia-catolica-en-espana.html
Hoy la Santísima Trinidad renueva su alianza, a través de todos los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía.
Hoy un pueblo que busque la autonomía de nuestro Creador, pasaría a tener en el acto la salvación de todas las adversidades y opresiones, por causas de enemistad con El.
No somos nosotros los que multiplicamos el alimento, sino la adhesión al multiplicador de todas clases de bienes personales y comunitarios.
1.- La falta de alimentos, que ocasiona el drama del hambre en el mundo, nos puede llevar a preguntar cómo Dios puede permitir que haya tanta gente pasando hambre hasta el punto de ocasionarle la muerte. Sería una pregunta cargada de cinismo puesto que el Creador lo ha dispuesto todo con sabiduría. Dios ordenó la naturaleza de tal manera que tuviera recursos suficientes para que esto no sucediera. Una vez más, el hombre contraviene la voluntad divina: se destruyen excedentes para que aumenten los precios en los mercados, los gobiernos corruptos son cómplices de este drama deajando al pueblo en la miseria, las guerrillas no permiten que se distribuyan los alimentos que llegan en forma de ayuda humanitaria, etc.
Nosotros no somos los culpables del hambre en el mundo-el Vaticano, tampoco, como sostienen muchos-, pero con nuestra pequeña aportación, con esa responsabilidad a la que Jesús nos llama con la Iglesia, mediante donativos, colectas, ejercitamos nuestro compromiso con los más necesitados.”A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltase esa gota.”Madre Teresa de Calcuta
2.- En cuanto a la segunda interpretación, la principal, aunque tiene que ver con la primera, con la comunión, con la caridad, “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” Esas migaja que sobraron y que simbolizan las pequeñas cosas, las cosas ordinarias , del día a día, debemos administrarlas con la mayor diligencia. Estas pequeñas cosas son las que nos santifican, pero para hacer esas obras estamos necesitados de la Gracia que nos proporciona la Eucaristía. Repartiendo esas migajas, transmitiendo la Palabra de Dios, que lleva implícita la exigencia de la caridad, el compartir con los más necesitados no sólo los alimentos del cuerpo, sino también los bienes espirituales: una palabra agradable, una sonrisa, consuelo ante una adversidad, etc. Esto es también la Eucaristía, el sentarnos a la mesa con los más necesitados y compartir con ellos el pan de la Última Cena, porque en él se nos entrega el mismo Cristo.La Eucaristía es alimento del alma ,es la manifestación suprema de Dios que se nos entrega en su Hijo, hecho alimento, para fortalecer nuestra alma, para renovarnos cada día, para recobrar la fuerza para luchar para alcanzar la paz interior, en momentos de contrariedades y por supuesto, para alcanza el Cielo. “Yo soy el pan de los fuertes-dijo el Señor a San Agustín, y podemos aplicarlo ahora a la Eucaristía-, cree y me comerás. Pero no me cambiarás en tu sustancia propia, como sucede al manjar de que se alimenta tu cuerpo, sino al contrario, tú te mudarás en mí.”(…)Cuando nos acerquemos a recibirle también le podemos decir:”Señor, espero en Ti; te adoro, te amo, auméntame la fe. Sé el apoyo de mi debilidad .Tú, que te has dado en la Eucaristía, inerme, para remediar la flaqueza de las criaturas.”Hablar con Dios, Fco.Fdez. Carvajal
La participación en la Eucaristía es fuente donde se sacian y aumentan nuestros deseos de Dios , y es fuente de la que debemos beber para renovar nuestro deseo de ser mejores, de recomenzar de nuevo cada día. “Sed siempre almas eucarísticas para poder ser cristianos auténticos.”Juan Pablo II
Un saludo muy cordial.
El evangelio de la multiplicación de los panes, es tan bello y hermoso, pido al Señor, tenga la caridad de ayudarnos en ésta preparación de la JMJ, estamos trabajando contra-reloj y es mucho el trabajo, pido por favor mucha oración, ya que tenemos una responsabilidad adquirida muy fuerte y me siento tan débil y no se si lo podré hacer bien, hay gente hermosa en el equipo que me ha tocado formar, también pedir por ellos.
Bonne nuit
Recemos por todos los curas habidos y por haber, por los chicos que le estèn dando vueltas a la idea de ser sacerdotes, por los seminaristas, por los curitas novatos, por los curas ancianos, por los curas felices, por los curas en crisis, por los curas hiperactivos, por los curas cansados, por los curas blogueros, por los curas de pueblo, por los curas mediáticos, por los curas misioneros, por los curas obispos, y por las madres que sería felices de tener un hijo cura... En fin, que hay mucho que rezar.
Y por don Guillermo, claro.
Me adhiero a las peticiones de Yolanda por los sacerdotes
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