La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: La grandeza del amor de Dios
En Junio de 2006 publiqué en la revista Liturgia y Espiritualidad XXXVII/6, 287-299, un artículo titulado: “La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: La grandeza del amor de Dios". Ofrezco ahora un epígrafe de ese artículo.
Un Dios que ama a su Pueblo
El Leccionario propone, para cada ciclo, sendas lecturas del Antiguo Testamento para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: Deuteronomio 7, 6-11, para el ciclo A; Oseas 11, 1b.3-4.8c-9, para el ciclo B; y Ezequiel 34, 11-16, para el ciclo C.
La consideración conjunta de estas tres lecturas proporciona una bella caracterización del amor de Dios por su Pueblo: Un amor gratuito y fiel, paternal y misericordioso, que se describe recurriendo a la imagen del pastor que apacienta y hace sestear a sus ovejas.
El pueblo santo tiene su origen en el enamoramiento, en la elección y en la fidelidad de Dios. Un amor que comporta la liberación de la esclavitud y que pide, como respuesta, el cumplimiento de los mandamientos (cf Deuteronomio 7, 6-11).
La elección de Israel como pueblo de Dios preparó de modo inmediato el nacimiento de la Iglesia . No es extraño, pues, que la imagen del “Pueblo de Dios” constituya la idea de fondo que subyace en las demás imágenes con las que la Escritura se refiere al misterio de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ve el origen de este pueblo santo es un designio de amor nacido en el corazón del Padre ; un designio de salvación. Al caos y a la dispersión provocados por el pecado, que es lo contrario al amor, Dios reacciona reuniendo a los hombres en su Iglesia .
Nada hay en el pueblo de Israel – un pueblo “más pequeño” que los demás – que le haga merecedor de la elección divina. Nada hay en la humanidad que exija a Dios comprometerse con ella en una relación de amor. O, lo que es lo mismo, por pura gracia estamos salvados (cf Efesios 2, 4-10), sin que quepa alegar mérito alguno de nuestra parte. Dios, que es plenitud de vida, por una decisión enteramente libre quiso salir al encuentro del hombre, revelarse a él; entablar con él un vínculo de amistad y comunión .
El amor de Dios por su Pueblo – por ese pueblo que es una preparación de la Iglesia – es un amor paternal y misericordioso. Israel es visto por Dios como un hijo, a quien se le llama, a quien se le enseña a andar, alzándolo en brazos, atrayéndole con “correas de amor” (cf Oseas, 11, 1-9). Un Dios a quien se le “revuelve el corazón” y se le “conmueven las entrañas”. La paternidad de Dios en relación con su Pueblo pone de relieve que Él es el origen primero de todo: su palabra llama a la existencia a lo que no era y forma un pueblo de lo que era un no pueblo.
El misterio fontal, originario, de la paternidad de Dios despeja la incógnita de nuestra procedencia y, a la postre, de nuestro destino. Nuestro camino no es un itinerario inútil que conduce del azar a la nada; venimos de Dios y volvemos a Él. Y ese origen de todo es bondad y solicitud amorosa para con sus hijos ; es ternura y clemencia, misericordia que sabe inclinarse sobre nuestra propia miseria para alzarnos sobre el barro de nuestra limitación y de nuestra indigencia. La Iglesia se perfila desde estos textos como nacida de la compasión de Dios, de la capacidad divina de hacerse cargo del sufrimiento, del dolor, del padecimiento de los hombres.
La imagen del pastor que apacienta a sus ovejas se aplica, en la profecía de Ezequiel, a Dios mismo. El amor de Dios es un amor activo, dinámico, que busca, libera, congrega y apacienta a su rebaño . Nuevamente, encontramos en este texto un símbolo de la Iglesia, “el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios” .
Guillermo Juan Morado.
50 comentarios
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Pues una preciosidad de texto. Y ese párrafo da materia de meditación y hasta de escritura, con esas palabras clave:
enamoramiento/elección/fidelidad/liberación.
¡ Vaya cuatro palabras para definir el Amor de Dios ! Y por lo tanto, el Amor que nos revela Jesucristo y de forma personal a cada uno de nosotros.
Y para explicar más, lo que cita usted del profeta Oseas. Me encanta Oseas y cómo presenta el Amor divino.
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Al acabar una buena confesión, ¿no es así como sentimos también al recibir su perdón? ¿No se nos “revuelve el corazón” y se nos “conmueven las entrañas”?
Ya he enviado un correo a una consagrada con esas cuatro palabras, que me parecen un buen guión para un próximo artículo sobre nosotras. En realidad, se refieren al Amor divino a todos sin excepción, pero como cada uno tenemos que aplicárnoslo en forma personal, porque para Dios no somos masa, pues...
Nada hay en el pueblo de Israel – un pueblo “más pequeño” que los demás – que le haga merecedor de la elección divina.
Me parece que era C.S. Lewis quien decía que a nosotros nos gustaría imaginar la salvación de la humanidad como un proceso siempre creciente, como unas corrientes que irían confluyendo en acuerdos cada vez más mayoritarios entre los hombres, que construiríamos paulatinamente un mundo mejor.
Pero Dios se empeña en hacer las cosas de otra manera. Elige un pueblo insignificante y a menudo infiel. Lo cuida como a un hijo, lo alimenta, lo corrige, lo exalta, lo castiga. Llega a un punto en el que han desaparecido tribus y se encuentra dividido entre el reino de Israel al norte y el de Judá al sur, bajo dominio extranjero. Esperan un Mesías salvador y su llegada depende de la respuesta de una Virgen de Nazaret, una aldea perdida en una provincia romana sin importancia.
Cuando llega el Mesías no se sacude el yugo de Roma, sino que muere ejecutado por los romanos, acusado por su pueblo de blasfemia al hacerse igual a Dios.
Resucita al tercer día y sus sus discípulos le preguntan:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».
7 El les respondió: «No os corresponde a vootros conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad.
8 Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch. 1,6-8).
El Espíritu Santo llega en Pentecostés, pero -en cierto modo- lo ha entregado ya Jesús cuando en la Cruz "inclinando la cabeza, entregó su espíritu" (Jn. 19, 30); el agua del Espíritu ha manado del corazón traspasado de Cristo cuando "uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua" (Jn. 19,34).
Como dice D. Guillermo, "La Iglesia se perfila desde estos textos como nacida de la compasión de Dios, de la capacidad divina de hacerse cargo del sufrimiento, del dolor, del padecimiento de los hombres". La Iglesia nace del Corazón de Jesús, el Dios que ha atravesado la muerte para arrebatarnos del abismo.
Esos ríos con los que queremos salvarnos e imaginamos confluyendo en acuerdos de tolerancia y progreso, para tener virtud salvífica, deben atravesar el Corazón de Jesús, ser sepultados y resucitar con Él.
La salvación del mundo pasa por el Fiat de una Virgen, por un fuerte grito en la Cruz, por un sepulcro vacío, por unas lenguas de fuego en una sala elevada de Jerusalén, por el agua que se ha deslizado por nuestra cabeza en el Bautismo, por signos sensibles que producen la Gracia que simbolizan y brotan del Corazón de Cristo.
Ya es hora de irse a la cama. Que Dios bendiga a todos.
Me hace reflexionar y de paso argumentar bien para los que creen ver al Dios del AT un Dios terrible,incapaces de ver más allá de miles de prejuicios que se han asentado en los últimos decenios,e instalados en ellos,no dan un paso más. Hay aún Marciones entre nosotros.
Un Dios al que Jesús llamaba Abba. Un Dios en quien María y José, Pedro y Juan, Pablo y Priscila confiaban y adoraban. Y nosotros.
Me ha gustado mucho.
Pero también hay que comprender las circunstancias de 1980.
tres jueves hay en el año
que relumbran más que el sol:
Jueves Santo,
Corpus Christi
y el día de la Ascensión.
Antes de ayer me llegó la novena del Carmen, tan bellamente editada como las otras. Hay que felicitar a la editorial, por el amor que pone en la presentación de estos textos oracionales.
Mi madre, ya lo he comentado, era devotísima del Carmen y hacía la novena. Se pasó el últrimo año de su vida, demenciada por la arterioesclerossis, llamando a gritos a la Virgen. ¡ Bendita esa demencia, que no la impulsaba a maldecir ni a desesperarse !
Por eso, haré la novena del Carmen entera, paso a paso - y no suelo hacerlo así, pero lo haré - desde el día 1 de julio.
Gracias, don Guillermo. En el nombre de mi madre.
Me ha recordado unas palabras de Jesús a Santa Faustina K. sobre su Misericordia: persigue a los pecadores para perdonarlos. ¿Cabe más amor y más facilidades de conversión?He aquí el fragmento del diario de la Santa:
"Escribe: Soy santo, tres veces santo y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad para ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones [para saber] cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean".
muchísimas gracias por ese fragmento. Emociona eso de que Jesús esté atento a ver cuándo nuestros corazones laten por Él.
Así era y es Jesús, el que esperó pacientemente a la samaritana junto al pozo. Curioso: ella iba sola, no con las demás para charlar un poco, sino sola y seguramente marginada. ( Y conozco todas las exégesis " alegóricas " del texto, pero me atengo a la narración ). Iba sola, sí, pero Jesús también la esperaba a solas. ¡ Y revela a esta mujer que Él es el Mesías !
Imagina lo que sentí cuando me tocó leer en voz alta ese pasaje junto al pozo, apoyando mi mano derecha en el brocal...
Ese es Jesús. El Amor de los amores.
Y se puede saber de qué iba el congreso salmantino al que asistió. Qué reservado es usted a veces...
Y, paralelamente, sobre gestión de Centros.
P. Guillermo me interesaría muchísimo conocer los temas tratados, bibliografía, enlaces, autores, etc. En serio: muchísimo. Cualquier cosa que pueda comentar aquí o enviármela a mi dirección de correo electrónico, se la agradecería enormemente. Cuando pueda. Y si quiere, por supuesto.
Gracias.
Agustín Udías Vallina
PPC, 2001. ISBN 84-288-1672-7
- Conflicto y diálogo entre ciencia y religión
Agustín Udías Vallina
Maliaño (Cantabria) : Sal Terrae, D.L. 1993. ISBN 84-293-1101-7
También las obras de Mariano Artigas, en especial "La mente del universo" (EUNSA).
Y un par de enlaces:
http://www.stoqproject.it/index.htm
http://www.disf.org/
http://www.unav.es/cryf/
Desde la teología dogmática:
José Morales, "El Misterio de la Creación", Pamplona, Eunsa, 1994; segunda edición, 2000.
¿Es un signo cabalístico de escritura cuneiforme?
¿Es algo vedado a las débiles mentes XY? SPH.
Pero como yo soy muy de pie a tierra, digo mi opinión: me parece excelente que en ese Congreso les hablasen también de la gestión de Centros. Porque ya pueden ser muy buenos los Institutos, Seminarios y Facultades, y los profesores y alumnos y todo lo que se quiera, pero si el equipo directivo no sabe gestionar bien los recursos - con todo cuanto ello significa - el barco hará aguas por todas partes.
Gestionar bien es fundamental, y eso lo sabe de sobra don Guillermo porque dirige un Instituto Teológico.
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¡Lástima! Mi jefe no lee esto. Y menos aún va a Salamanca, para qué, fallando natura, Helmántica ya se sabe...
Sólo quería destacar que el congreso fue, por los temas tratados, diverso. Y en no pequeño grado: la Creación y la gestión de Centros. Sí, el cielo y la tierra. Y ambos, muy necesarios, sin duda. Pero yo siempre miro hacia arriba; por eso tropiezo tanto.
Curioso...
A lo mejor, viendo que no contaba nada por propia iniciativa, no nos atrevíamos mucho. Pero una vez sabido, nos apresuramos a mostrar el interés.
No lo veo tan raro.
Pero, déjalo, será deformación profesional. En los pequeños detalles está todo...
Yo no suelo decir nunca en el blog a dónde voy. Y no es por desconfianza, sino por discreción. Esto lo lee mucha gente.
Despúes, si me parece de interés, cuento algunas cosas, como los viajes.
Los congresos de Teología no me gusta contarlos. Alguna incursión en este sentido no ha dado buen resultado - como una vez que incluí un esquema de una clase mía y tuve que estar luego matizando sobre Rahner... -.
En las reuniones de este tipo se adelantan hipótesis que, descontextualizadas, puede parecer lo que no son. Y no tengo ni tiempo ni ganas de entrar en esos debates.
Eduardo busca reconstruir la racionalidad de las acciones humanas... Quiere situar la parte en el todo. Es normal.
Saludos,
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Calle, calle.... jajajajja
¡qué día aquel, madre mía!
Este blog no es un blog de Teología, en el sentido técnico-académico.
Algunos temas que quizá me gustase tratar, los evito. Entre otras cosas para evitar polémicas inútiles. Me aburren bastante, cada vez más, y no creo que ayuden a la vida de fe ni a edificar la Iglesia.
Cada vez más veo este blog como una ayuda para sostener nuestra fe, para dar razón de ella, para impulsar el propio testimonio (el de cada uno), etc.
Esto es, al menos, como lo veo últimamente.
Además,con este maldito calor un poco más y le pregunto hoy a un municipal si las puertas del infierno andaban cerca-para poner tierra de por medio-. Uf,abrasador.SPH
es una orden abacial.
yo me voy a ver El Noveno Día. Me ha regalado una copia César. Aprovechando que iba yo al centro de Madrid a ver danzar a mi nuera (es bailarina de clásico, amateur, pero muy buena) hemos quedado para ir a comprar juntos unos libros en La Casa del Libro. Hemos vuelto cargados de libros de Ratzinger; pero ¿cuánto ha escrito el papa? Por más que leamos siempre quedan por leer
:)
Y un gusto poder leer más cosas de Ratzinger,realmente es así.
No me llevo ninguna sorpresa con los amigos del blog, cuando los conozco en persona.
Hasta mañana a todos.
Paz y bien.
ya ves, pues a mí no se me ha ocurrido preguntarle nad a don Guillermo, pero es que jamás pregunto nada a nadie, ni a mis mejores amigos. Y tampoco me gusta demasiado que me pregunten. ( No sé qué diagnóstico me harías, a lo mejor uno no muy favorable, pero como eres una excelentísima persona, que eso se ve a la legua, ya lo endulzarías... ).
Pienso que si alguien quiere decirme algo, ya lo hace por propia iniciativa, sin que yo irrumpa en su vida. Nunca, nunca, pregunto nada. Es algo completamente ajeno a mi forma de ser. Y sé que despista mucho, pero cada uno es cada uno...
Un abrazo.
Hasta mañana, y no seáis malos (SPH).
Hasta mañana.
:)
Ánimo, Eduardo: la comunión de los santos es un hecho y como nos pongamos todos, los santos de verdad y los que aspiramos a ello, a rezar...
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