¿Célibes?
Cuentan, a modo de chiste, que una “beata”, no muy agraciada, se hace la remolona al acabar la Misa y, ya en el atrio de la iglesia, le dice al párroco: “Parece que ahora los curas se pueden casar”. Y el párroco le contesta: “Sí, es verdad, pero aún podemos escoger”.
De entre los temas que van y vienen, que se discuten o se cuestionan, uno de ellos es el de la obligatoriedad del celibato para los sacerdotes católicos del rito latino.
El Antiguo Testamento, que contiene una visión muy positiva de la sexualidad, prescribe leyes de pureza ritual para los sacerdotes y para los que entran en el santuario.
En el Nuevo Testamento se encuentran diversas enseñanzas sobre el celibato: Se habla de los que se hacen eunucos por el Reino de los cielos (Mt 19,12) o de la preferencia del celibato sobre otros estados (cf 1 Cor 7-8.40). Lc 18, 29 añade la renuncia a la “mujer” a la lista de renuncias que se deben hacer por el Reino. 1 Tim 3,2.12 y Tit 1,6 insisten en que el “epíscopo” o “diácono” sea “marido de una sola mujer”.
Antes del Concilio de Nicea, parece que había sacerdotes célibes, como Orígenes o Tertuliano, mientras que otros estaban casados. En el Concilio de Elvira (sobre el 306) se legisló sobre el celibato. Los clérigos, según el canon 33, debían abstenerse “por completo de sus mujeres, y no engendrar hijos”. De lo contrario, serían expulsados del clero.
Las “Constituciones Apostólicas”, del siglo IV, permiten que un casado sea ordenado obispo, presbítero o diácono, pero no se autoriza el matrimonio después de la ordenación.
Desde Trento hasta el Vaticano II se ha insistido en el celibato de los clérigos, aunque es verdad que en Oriente se ha seguido – y se sigue – una tradición distinta: Se les exige a los obispos continencia absoluta, pero se les permite a los clérigos casarse antes de las órdenes.
Pablo VI, en la “Sacerdotalis caelibatus” (1967), ofrece las razones cristológicas, eclesiológicas, antropológicas y escatológicas de esta vocación.
Los argumentos a favor del celibato, tomados en su conjunto, son muy poderosos: constituye una llamada a dedicarse plenamente a Dios, es un desafío testimonial frente a la cultura moderna, implica una total disponibilidad, y hace patente la universalidad del amor cristiano.
Para mí, el “unum argumentum” es el celibato de Jesús. Representarlo sacramentalmente a Él puede ir acompañado, al menos en Occidente, de la identificación existencial con esa renuncia al matrimonio – algo, por otra parte, bueno y santo – por el Reino de los cielos.
En el futuro, Dios dirá. Aun en el caso de una mayor flexibilidad en la disciplina canónica, quedaría siempre muy clara la lógica interna que vincula el sacerdocio al celibato.
Guillermo Juan Morado.
PS: Adjunto una entrevista sobre el tema, que puede resultar de interés.
213 comentarios
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Desde luego, ése es un argumento poderosísimo a favor del celibato en aquel que se convierte en "otro Cristo".
Conocí a un sacerdote tan ávido de vocaciones que me decía que enviudara, como si ésto dependiera de mí. Y cuando si hay algo que no deseo en absoluto es enviudar. Y una vez viudo ¿a estudiar seis u ocho años? De haber tenido vocación, me habría ido al seminario cuando era soltero.
Sigo sin enfadarme, ¿eh? Hoy parece que no vamos a estar muy de acuerdo. Bien mirado, si todos pensáramos igual sería muy aburrido.
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Conocí a un sacerdote tan ávido de vocaciones que me decía que enviudara
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¡Caramba! Si llegas a invitar a ese sacerdote a tu casa, aas, es capaz de envenenar a tu mujer sólo por el celo con que se empleaba. (SPH)
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¡Dios santo! ese hombre era un perturbado... (En realidad, podría llegar adepender de ti: ni lo pienses). Se puede tener vocación al matrimonio, vocación al celibato... ¡¿Pero quién puede tener vocación de viudo/a?! ezs el peor de los estados posibles.
Pero da la casualidad que los varones que se hacen sacerdotes suelen esgrimir eso que ha llamado don Guillermo el unum argumentum: la identificación existencial con Cristo. La renuncia al matrimonio es una renuncia por el Reino de los Cielos que está claro que "les compensa".
Hablo en general, claro. Porque atacar el tema del celibato acogiéndose a los casos de infidelidad es absurdo; sería como atacar el matrimonio porque hay fracasos matrimoniales, o como tacar la maternidad porque de vez en cuando una loca asfixia a sus hijos con una bolsa de plástico.
A favor del celibato a mí se me ocurre el unum argumentum, (por más que yo personalmente sea incapaz de comprender la elección de esa identificación existencial con Cisto).
El argumento es un argumento de carne y hueso, y son ellos mismos, los miles y miles y miles de excelentes sacerdotes buenos, célibes y felices.
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No dé ideas... Mejor tener pocas vocaciones que muchas a ese precio...
SPH.
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Supongo que lo diría en broma, pero me parece que no hay que decirlo ni en broma.
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Y, hablando de viudez, ayer leí una biografía de Santa Joaquina Vedruna, viuda y después monja.
Una personalidad muy interesante.
¡Qué buena novela haría la abuela Agatha Christie si viviera! SPH
El aceptar que el cónyugue haya sido llamado a la casa del Padre es fuente de muchas gracias y muy especiales.
Xosé Manuel Domínguez Prieto
Burgos : Monte Carmelo, 1999. ISBN 84-7239-498-0
¡Qué buena novela haría la abuela Agatha Christie si viviera! SPH
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aas: Más le vale no enviudar..., si no, se dispararán las sospechas...
SPH (sección: humor negro).
Tampoco se dice en ningún lugar del NT que no hubiese asesinado a nadie, o que no hubiese padecido una enfermedad.
O que no hubiese sido propietario de un palacio.
Incluso como monja firmaba, no con el nombre religioso, sino como viuda: Joaquina Vedruna de Mas.
Estas mujeres ricas del siglo XIX fundaban tan pronto como se les presentaba ocasión. Las Carmelitas del Caridad de Santa Joaquina de Vedruna son un ejemplo de esas santas que proliferaron en la época (también la fundadora de mi segundo colegio, pero a la francesa)y que tanto le fastidian a luis.
Creo que Dios, a mí (por si alguien se le está pasando por la cabeza) ya me ha "forzado" a la viudedad que he aceptado porque qué remedio pero antes me haré eremita que entar en un convento.
Abadesa virtual es un cargo ya muy duro (¡qué trabajo dais a veces!SPH) pero la viudedad la viviré, creo, en el mundo, como las viudas de San Pablo, (hasta que mis hijos sean mayores y pueda retirame al desierto...no soy yo de vivir en comunidad ni aunque mandase yo) :-D
¿ En el futuro... ? Sólo Dios lo sabe. Es verdad que el celibato no es inherente al sacerdocio.
Pero cuidadito, cuidadito: porque si en toda la Iglesia universal, en toda, se acepta que los sacerdotes puedan casarse, vaya preparándose la Iglesia a introducir otras reformas que TAMBIÉN tienen muy agudos y sensatos defensores, no nos engañemos. Y aquí dejo el tema. Será mejor.
Elemental, querido Watson: si un sacerdote es signo sacramental de Cristo, Cristo no estaba casado. A no ser que renuncie a ser signo sacramental de Cristo, pero entonces el sacramento del orden tendría muchas-muchas derivaciones...
Repito: hay cosas mucho más importantes ahora mismo. Por ejemplo, evitar la apostasía general, de la que habla bien claro el Catecismo.
Espero que todos hayáis vivido un hermoso Pentecostés.
In comunione di preghiera, in Christo, nostra gioia.
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Bueno,que tendría que mandar Usted, eso, por descontado.
No me gusta, de todos modos, esa caracterización de que "estas mujeres ricas del siglo XIX"...
Puede haber santos en el XVIII, en el XIX, como en el XII o en el XIII.
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Sí, claro que hay cosas más importantes. Pero también las menos importantes lo son.
Sobre la apostasía de la verdad..., bueno, lo seguro es que, pese a todo, Dios vencerá.
Célibe en catalán se puede traducir por "cielo" y "bién"
Puede haber santos en el XVIII, en el XIX, como en el XII o en el XIII.
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Menos aún le gusta a luis.
Es una mera constatación, padre. En el XIX proliferó un tipo de santa (y si son santas, eso es algo inequívocamente bueno) que fundaba (y lo hacía de su patrimonio) y fundaba para bien de la Iglesia, de lso pobres, de la educación, de los enfermos...
Justo las dos santas fundadoras e mis dos colegios fueron, ambas, una epañola y otra de Lyon, mujeres ricas del sglo XIX, que reunciaban a sus comodidades para fundar y fundar.
Y estoy con Flavia en todo lo que ha dicho. No es lo más impòrtante. Los sacerdotes que HOY lo son con el compromiso del celibato por el reino de los cielos y por esa identificación existencial con Cristo. Y a la inmensísima mayoría se les ve felices. Y da gusto verlos así de felices, caramba. Pero es cierto que me parece que al celibato como única forma e ser sacerdote en el rito latino le quedan dos días. Ya veremos.
aquel comentario era mío, durante mis estudios universitarios estudié a fondo Port-Royal, por varias razones importantes que no hacen al caso. Por ejemplo, la célebre Gramática de Port-Royal es excelente. Y me espera una visita a París, de cuatro días, para visitar más a fondo el Louvre... y Port-Royal des Champs.
Ese libro - magnífica novela - va a ser difícil que lo encuentres, pero igual tienes suerte.
Es de EDICIONES DESTINO, Colección Áncora y Delfín.
Y una lanza a favor de las monjas de Port-Royal: su condena fue un asunto político. Me refiero a la condena que se abatió sobre el Monasterio durante el priorato de la Madre Du Mesnil ( por cierto, figura histórica que me hubiera gustado conocer ), ya que no podían tener abadesa desde la muerte de la Reverenda Madre Boulard.
Es una bellísima y muy bien documentada novela, de ese escritor, al que dí personalmente las gracias por ella.
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En la provincia de Albacete hay un pueblo llamado Iso.
Nuevo ya no se encuentra, pero bueno... ahí tienes unos cuantos ejemplares
Y vaya cachondeíto, aas, con mis millones de lapsus teclae, soy un desastre. Siempre repaso después del clic
César: "Tres cosas necesita un hombre para ser feliz:
La bendición de Dios, libros y un amigo".
Vd. ¿que es? Yo picapedrero
Y ¿eso? Porque mi padre era picapedrero
¿Y Vd.? Yo pescador
Y¿eso? Porque mi padre era pescador
¿Y Vd.? Yo obispo
Claro porque su padre era obispo
Y tercia otro: Que ignorante eres, los obispos no tienen padre.
efectivamente. Ahora mismo, en el pequeño salón de mi casa, todo lleno de libros, algunos maravillosos, y mis biblias, mis breviarios, la terraza, la tarde serena y suave, todo orientado al Este...Y con la presencia de Dios.
No necesito más para ser feliz, y me siento inmensamente feliz. ( Y te lo digo yo, que me han salido los " cargos " en la enseñanza hasta por las orejas...Siempre con muchísima gente a diario ).
Voy a rezar. Vísperas, Rosario, Sagrada Escritura.
La castidad es una virtud y un don del cielo cuando supone entrega incondicional al Señor. No debemos perder esta realidad invalorable, este regalo de la Iglesia a sus fieles en la persona de los sacerdotes y de las personas consagradas con este voto.
Desde un punto de vista más personal, el sacerdote perdería valor al ser su entrega menor a la comunidad, pues ha de compartir su tiempo y preocupaciones con su propia familia. Y luego hay una dimensión, si quieren, más psicológica, sobre todo entre los varones. Un sacerdote casado y, por tanto, no casto, es visto como uno más, como uno de nosotros. Y un sacerdote jamás ha de verse en la situación de ser considerado de esa manera por la vida que lleve. Espero que se me entienda lo que quiero decir.
Esto no es así. Castos han de ser todos los cristianos. Los casados, viviendo la castidad en el matrimonio. Los no casados, en la continencia.
Es decir, un sacerdote, tanto si es casado como si no lo es, ha de ser casto.
"Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica".
El padre director se acerca al micrófono que le han instalado ante la pantalla y nos comunica que el papa Juan XXIII acaba de morir. Y del teatro, que también es sala de proyección, pasamos a la capilla a rezar el rosario de requiem.
Ayer refería dos anécdotas del Papa de la Bondad. Hoy recordaba cómo, en el Diario del Alma (atención, César: otro libro) anota todos aquellos defectos que va descubriendo en su persona y que debe corregir. Y empezó el Diario a los 17 años.
Otras dos anécdotas:
Recién elegido, le presentan un problema muy serio:
- Huy, que complicado es ésto. Tendré que consultarlo con el Papa... ¡Pero si el Papa soy yo!
También recién elegido, les dijo a los "sediari" (encargados de llevar la silla gestatoria, que Juan Pablo II mandó al museo):
- Tendré que aumentaros el sueldo. Peso el doble que mi antecesor.
En cualquier caso, los problemas prácticos (hijos, herencias, mujeres) que generaría la abolición universal del celibato superan cualquier eventual beneficio. En Oriente ya tienen curas divorciados, con los problemas del caso.
Todo lo más, yo propiciaría la coexistencia, junto al clero célibe, de algunos viri probati, casados, con hijos ya grandes, con la vida y profesión hecha y por tanto independientes y que fueran una especie de clero auxiliar, en los lugares donde hay cierta penuria de vocaciones.
En Wanderer tratamos el tema hace poco, con la misma fotito:
http://caminante-wanderer.blogspot.com/2010/04/reset.html
Al ser un sacramento,la practicidad del asunto es secundario,aunque hay que tenerlo en cuenta.
Al cardenal Juabany, cuando era obispo de Girona, un payés le dijo:
-Sr. Obispo, usted es muy inteligente. ¡Qué sabio es usted! Claro, que su padre también sería obispo.
(imprescindible: Pieper, Las virtudes, Editorial Rialp)
castidad no es iguala continencia
La continencia es una forma de catsidad que coresponde a los solteros, a los consagrados, a los viudos.
La castidad conyugal es vivir la sexualidad en el matrimonio en fidelidad, por supuesto, y en su doble dismesión procreativa y unitiva sin desligar.
Eduardo: El amor conyugal es casto cuando es total, exclusivo, fiel y abierto a la fecundidad.
Un esposo que vive la vida conyugal de ese modo es tan casto como un monje o un célibe, o un soltero, que vive la continencia perfecta y perpetua.
Lo practico,aún debiendose tener en cuenta,es secundario. Si no se enseña bien,poco podemos esperar.
A mí ciertos experimentos no me atraen,prefiero la radicalidad del Evangelio.
Por si te ayuda
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_31121930_casti-connubii_sp.html
Dicho con claridad: ¿Un sacerdote casado hace el amor (con su esposa, claro está)? En tal caso, la apreciación psicológica a la que aludía es que será considerado como cualquiera de nosotros, casados.
Entiendo, de todos modos, lo que él quería decir, apostando por una no-mundanización del sacerdote y viendo en el celibato un signo de la dedicación total al Reino (si es que lo he entendido bien).
En ese asunto incide también César.
La solución de los "viri probati", que sugiere Luis, creo que puede ser contemplada, sobre todo en caso de escasez de sacerdotes.
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Bueno, en cierto sentido, sí. Pero eso no creo que necesariamente disminuyese la sacralidad de su ministerio (ejemplo, Oriente).
El baremo de un sacerdote casado sería, no obstante, altísimo: Tendría que ser un marido ejemplar. Y los demás varones, especialmente los casados, siguiendo su razonamiento, no le "perdonarían" que no lo fuese.
Se me olvidaba: fidelidad a la propia esposa, también con el pensamiento.
El sexo no rebaja ni "mancha" ni es índice de inferioridad moral. Sencillamente, el estado de celibato es más excelente porque quien renuncia voluntariamente a la generación da testimonio del Reino futuro, en que todos seremos como ángeles. De allí el voto de los monjes y la disciplina respecto del clero de la Iglesia latina.
Una señora de Pro Vida que nos dio una conferencia a los padres y madres del colegio manyanetiano donde estudió mi hijo calificó de grosería llamar "hacer el amor" a la realización del acto conyugal, sobre todo si es extraconyugal.
La "teologia celibataria" es sencillamente insostenible por mas tiempo...TODO ESTA EN CONTINUA RENOVACION (hasta el Vaticano II lo reconoce) igual que paso a la historia las tetricas sotanas, los "votos" con tonsura o el decrepito FUERA DE LA IGLESIA NO HAY SALVACION tambien pronto sera cosa del pasado el "celibato sacerdotal".
Decir SI a Dios...dicendo NO al amor...no se puede predicar el amor cuando no se conoce.
La espiritualidad desencarnada que sostiene el celibato sacerdotal tiene los dias contados.
Solo una jerarquia obsesionada con el sexo (y con la mujer) puede mantener hoy una ley medieval que vulnera los mas elementales derechos humanos.
Todos los seres humanos somos seres sexuados.
Es decir, si bien no está exigido intrínsecamente por el sacerdocio, el celibato apostólico se compagina muy bien con él.
No se,se puede potenciar el diaconado también.
El celibato no desaparecerá nunca, porque es un don de Dios.
Puede variar la disciplina canónica, eso sí.
Media un ligero abismo (a ver si lo expreso bien) entre hacerlo y no hacerlo. Un sacerdote que "lo hace", seguirá siéndolo, sin duda, pero "menos". Esa es la apreciación psicológica a la que me refería, aunque ella no tenga correlato o justificación alguna a un nivel doctrinal o dogmático.
Y, en efecto, llevando este razonamiento al extremo del "unum argumentum", podríamos deducir sin gran escándalo que Jesús, joven y fornido carpintero, pudiera ser seducido "castamente" por alguna mujer. En fin...
Yo me abro a la Iglesia, que es prudente y sabia.
La Iglesia ha inventado el ministerio extraordinario de la comunión, podría perfectamente establecer el acolitado para casados pero sería abrir una puerta que no se sabe donde nos llevaría. Otra cosa es el diaconado permanente.
Y a quien Dios llama al matrimonio, pues estupendamente. Es signo del amor de Cristo a su Iglesia.
Ahora bien, esos estados (la vida del laico, la del célibe activo, la del sacerdote secular) deben "contagiarse" de la vida contemplativa, en la medida en que esos estados lo permitan.
Lo explica bastante bien un libro de Pinckaers o.p. que estoy leyendo, con el análisis de la desviación clerical barroca incluida.
Y todos somos seres sexuados,pero yo,que soy soltero,no voy a dar rienda suelta a mi sexualidad-espero- en el caso de no encontar una mujer con la que casarme.
Y el amor también existe fuera del matrimonio. No llego a entender como se subvalora la amistad. Un amigo,o amiga,puede ser tan querido como un esposo,o esposa.
En cuanto a lo que alude San Pablo-soltero y casto-se circunscribe al incipiente cristianismo,donde todo se estaba fraguando y había una multiplicidad de comunidades que se iban poco a poco,Dios mediante,desarrolando en fe y demás asuntos. Los católicos no somos protestantes como para tomar literalmente las Sagradas Escrituras.
Y además,un sacerdote lo es por amor,a Cristo y al prójimo.
Por lo demás,ningún problema,Carlo.
Ahora bien, esos estados (la vida del laico, la del célibe activo, la del sacerdote secular) deben "contagiarse" de la vida contemplativa, en la medida en que esos estados lo permitan.
Lo explica bastante bien un libro de Pinckaers o.p. que estoy leyendo, con el análisis de la desviación clerical barroca incluida.
Completamente de acuerdo, luis. Y también, claro, con tu comentario sobre que la sexualidad no es signo de inferioridad moral.
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sqd
jajajja
A ver, Cralo, ¿qué es eso de " Decir SI a Dios...dicendo NO al amor..." y que "no se puede predicar el amor cuando no se conoce"?
¿El unico amor que se predica es el amor conyugal?
Decir Sí a Dios diciendo No al, Amor, es imposible, de acuerdo. Enctonces ¿el amor a Dios es conyugal o cómo va esto, chico?
Apañados estamos. O sea que, como "todos somos seres sexuados", o estamos todo el día copulando o no ammamos a Dios.
En fin... si casi ya me estoy arrepintiendo de haberte prestado atención...
Antes de decir nada, agradezco a luis esta frase suya. " Sencillamente, el estado de celibato es más excelente porque quien renuncia voluntariamente a la generación da testimonio del Reino futuro, en que todos seremos como ángeles." Gracias también, luis, por lo que tan bellamente escribiste sobre la Virgen.
Continencia, castidad, virginidad, no son totalmente sinónimos. La castidad es propia de todos los estados, sí, eso sí. Pero ser virgen es MUCHO más que ser, simplemente, continente. No puedo extenderme. La virginidad tiene una profundísima motivación, que es directamente la Persona de Jesucristo en entrega total y exclusiva a Él, como Amor fundante y único. Sí, ya sé que luego viene el amor a los demás y todo eso, pero para amar a los demás y servir a la Iglesia NO SE NECESITA ser virgen. La motivación de la virginidad es Jesucristo directamente.
Sobre la excelencia a la que aludía luis, es claro que se refiere al estado, no a las personas. Una mujer casada puede ser más santa que una virgen, pero el estado de la virgen es más excelente. Y eso está definido por el Concilio de Trento, con toda claridad. Ya antes, el Papa Siricio le había puesto los puntos sobre las íes a Joviniano en ese asunto. Cito de memoria por no levantarme a buscar fichas y libros.
Estoy con César en la radicalidad del seguimiento.
Pero en fin, César, hay quien idealiza demasiado el matrimonio... Y mira, como alguien ha señalado, también hay separaciones matrimoniales en el clero ortodoxo.
Uno tiene que estar donde Dios le llama. Es Él quien da las diferentes vocaciones.
Por cierto, has sido el único que me ha entendido a la primera.
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¿Qué es "demasiado" en este contexto, Flavia?
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Ja,ja,ja,ja,jaaaa... ¡ Genial, Yolanda !
Eso hay que decírselo a tantos obsesionados por abandonar el celibato y encontrar una buena moza. Hay que ver cómo andan, los pobres...
Las calenturas, sobre todo a ciertas edades, son un poco de risa...
Y no es así.
El corazón humano sólo puede llenarse con Dios, ya lo decía muy bien San Agustín. Pensar otra cosa puede llevar a convertir a la pareja en un ídolo olvidando que es un ser humano, a exigirle demasiado, a sentirse pronto frustrado.
los fracasos matrimoniales que conozco se han debido en MUCHÍSIMOS casos, a esperar, uno del otro, lo que un ser humano no puede dar, simplemente porque es humano.
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Gracias Eduardo,muchas gracias.
Claro que lo que no me encaja ahí es el verbo "solucionar". No se trataba de solucionar un problema.
Lo que sí he ido entendiendo a lo largo de estos meses de "elaboración de duelo", como lo llaman, es que el miedo a la soledad ya no es tal, es decir, no es lo malo ser viudo y, por esa causa, estar solo, no, no es así.
Yo echo de menos a MI marido muchísimo, pero no a cualquier marido, ni a cuaqluier "compañía" que pase por mi puerta. Sólo a él, que era MI marido. Y no hay sucedáneos.
Hay amistad, hay hijos, hay compañeros y todo eso es muy bueno. Pero la relación conyugal es radical, es la negación de raíz de la soledad. Si falta el marido, no se repone con otro para arregalar la soledad.
Por eso habrá matrimonios que fracasen, si sólo queren paliar la soledad: En esos casos, se hace naecesario cambiar de cónyuge cada vez que ya te resulta demasiado conocido o aburrido el que tienes. Y claro, no es eso.
Ni tampoco, menos aún, lo que dice Carlo.
De La Buhardilla de Jerónimo (leed el resto, claro):
¿Es en este contexto de “continuidad” que se inserta la cuestión del celibato, tan discutida en este momento?
Cristo permaneció durante toda su vida en el estado de virginidad, significando su total dedicación al servicio de Dios y de los hombres. En Él, el estado de virginidad se une en plena armonía en su misión de mediador entre el Cielo y la tierra, y de eterno sacerdote. El Hijo de Dios asumió un cuerpo humano y se entregó totalmente al Padre, dándole el amor total y exclusivo del propio corazón. No basta decir que Cristo y su vida fueron virginales: la virginidad no es algo añadido a la existencia terrena de Cristo sino que pertenece a su misma esencia. Cristo es la virginidad misma y, por eso, es el modelo de ella. El Salvador predijo que en la tierra no faltarían los testigos de su virginidad. Ciertamente existen múltiples razones de conveniencia del celibato, tanto bajo el perfil histórico y bíblico como bajo el espiritual y pastoral. Sin embargo, es fundamental adherir a la fuente de todo: el mismo Cristo.
El criterio único o decisivo a que hacía referncia el páter
Por ello, el que evita en la medida de lo posible estas realidades se halla en una posición de mayor perfección espiritual que aquel otro que las realice, aunque sea como expresión del amor conyugal. Por esto, el valor del sacerdote célibe es superior con respecto a aquel que no lo sea, aunque ambos sean castos.
Mi pertenencia total, exclusiva, a Cristo, porque Él lo ha deseado así ( ¡¡ todo es Gracia !! ) es mi felicidad íntima y absoluta, es la radicalidad de la compañía total y la negación absoluta de la soledad. Me siento inmensamente feliz. Es una felicidad íntima, configurante.
Disculpad, a veces empleo mayúsculas porque no sé cómo poner negrita.
Jesucristo es MI TOTAL TOTALIDAD.
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Bueno, Yolanda, eso que dice la Buhardilla es exactamente lo que decía yo comentarios más arriba, al afirmar que la virginidad tiene como base directa a Jesucristo. No hay más motivación. Repito: para servir a otros y a la Iglesia no se necesita ser virgen.
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No te equivocas del todo, César. Yo veo como vida cristiana más perfecta la de quienes trabajan en los puestos de vanguardia llevando la evangelización y el desarrollo a los más necesitados del planeta. Sobre todo cuando los/las hay que se acogen a la virginidad para presumir farisaicamente de ella, como denuncia Pío XII en la encíclica "Sacra Virginitas".
Sobre el desarrollo, en la encíclica "Populorum Progressio", Pablo VI afirma que es el nuevo nombre de la paz.
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Flavia y Eduardo,de acuerdo con vuetros últimos comentarios,incluído el plagio que "La buhardilla de Gerónimo" ha hecho de Flavia(SPH).
Es un gran blog el de la buhardilla,de mis favoritos en InfoCatólica.
Hay que ver que buen tema nos ha traído hoy D. Guillermo y qué gusto poder hablar con vosotros.
Yo creo que, para cada uno, lo mejor es lo que Dios le pide.
Y, aunque sea muy difícil el celibato apostólico, como es difícil la vocación matrimonial, la identificación con Cristo para un sacerdote, asumiendo su estilo de vida, es una gracia muy grande.
Yo no me opongo a que se ordene a hombres casados, si la Iglesia lo considerase pertinente, como hace en Oriente, pero la vocación celibataria para quien tiene la vocación sacerdotal es idónea.
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Tengo que pedirle disculpas a Eduardo, quizá parece que le he "reñido" un poco. No es así. En todo caso, las opiniones que se escriben en los comentarios, quedan escritas y yo me veía obligado a explicitar lo de la castidad.
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Yo no suelo traer estos temas, pero hoy he visto una amplia información sobre este asunto en "El Correo Gallego" (en un plan muy diferente al que seguimos aquí) y he pensado: debo hablar de este tema.
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La suerte la tenemos nosotros, César, por haberte conocido y compartir este espacio cono nosotros.
Y ahora el que se marcha a cenar soy yo.
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Pues sí. Y menos mal que siempre nos pide lo mejor. A mí "me ha tocado un lote hermoso/me encanta mi heredad".
Incluso pidiéndome lo que ahora me pide, sé que no me deja de su mano, no pide nada que exceda nuestras fuerzas y sé que he sido y soy una persona priviliegiada.
Para reir,o llorar,dependiendo de las circunstancias.
Y que talen árboles para sacar papel con el que editar libros como esos............el antiecologismo puro.
La pregunta es: ¿ qué o quién les ha hecho cambiar ?
Con mi profundo respeto para su sufrimiento, pero también con mi discrepancia con el hecho de que " ahora " y no cuando ingresaron en el Seminario lo consideren injusto e inhumano. No sé, hay algo que no me cuadra.
En fin, no sé qué traerá el futuro, pero repito lo que decía muchos comentarios más arriba: si desaparece el celibato sacerdotal, que la Iglesia vaya preparando otras " aperturas ", porque le van a llegar en tromba, por las buenas o las malas. Al tiempo. Café para todos.
SPH
'El baremo de un sacerdote casado sería, no obstante, altísimo: Tendría que tener una mujer que fuese ejemplar. Y las otras mujeres, especialmente las solteras, siguiendo su razonamiento, no le "perdonarían" que no lo fuese.'
:)
'...del comportamiento sexual no casto: deseo y excitación.'
El deseo y la excitación no son una excusa mala para la realización de algo bueno. Creo que luis diría: per se no son ilícitos :)
Totalmente de acuerdo con tus acertadísimos comentarios.
Pero vamos a vivir, ya hemos empezado, épocas durísimas. Nos ha tocado a nosotros, qué le vamos a hacer.
Sí, vivimos tiempos durísimos al respecto.
Porque ha habido personas muy generosas, que se enamoraron y supieron renunciar e incluso no volver a verse nunca. Les decían que eso era lo mejor, y ahora parece que no lo era. Conozco casos. Fue muy duro para ellos. Y ahora, en su vejez, ¿ van a ver cómo todo eso fue una burla ? Porque así lo van a ver, no nos engañemos.
Si con la abolición del celibato piensan " salvar " a la Iglesia, me parece que el chasco va a ser mayúsculo. Nunca han sido buenos los cambios forzados, pero parece que no aprendemos nada de la Historia.
Flavia, sí, es patético que, ya de viejos, vengan con esas cosas.
A mí nadie me amenazó de muerte para prometer el celibato cuando me ordené. Lo hice porque quise hacerlo.
Y me parece una muy bella vocación.
No habrá cambio, y menos un cambio radical.
Lo sé, D. Guillermo, pero no me refería a eso.
¡ Bien por el rector del Seminario !
La excelencia de la virginidad no reside, como en cualquier virtud, en la dificultad de su práctica, sino en el bien mayor al que esa práctica orienta. En el caso de la virginidad, su excelencia procede de su contenido escatológico, que anticipa el Reino de los Cielos y la unión con la Feliz Trinidad.
A la Virgen no le "costó" nada su virginidad, ni tampoco a Cristo, y sin embargo, la virginidad de ambos es de un valor infinito.
Para mí está muy claro que la continencia absoluta es un don del cielo, y aquel o aquella que lo recibe no le cuesta nada realizarla. No hace falta ser la Santísima Virgen ni, menos aún, el mismo Cristo para darse cuenta de ello. Basta que uno no esté tocado por esa gracia para constatarlo en sí mismo.
Flavia: Todo el mundo tiene derecho a evolucionar. Yo ahora en algunas cosas no pienso igual que hace un año. Pero soy el mismo de hace un año.
Yolanda: Sobre los curas de la foto (no la he visto, pero te lo digo "por referencias"): "Sempre hi ha un boig per una boja".
Que tenga un buen día y que Dios lo guarde.
De todas formas, la doctrina sobre el celibato no es dogma de fe.
1.- La excelencia de la virginidad no es sólo porque sea un signo escatólogico, sino porque, fundamentalmente es opción por Cristo directa y sin intermediarios. Es que Él es todo, como lo será en el Más Allá. En efecto, en el cielo Él será nuestro todo. Él, su Persona divina. Y empieza a serlo aquí, pero concretemos bien: Él.
2.- ¿ Quién ha dicho que la virginidad no es difícil ? Quienes no la viven. Además de abarcar lo físico, también comprende lo espiritual: no tener ídolos, no hacerse ídolos. Y esto es tan difícil que sin ayuda continua de la Gracia sería del todo imposible. Por eso Cristo dice que no todos lo entienden o pueden con ello, sino aquellos a quienes ha sido dado.
Lo que sucede es que no se trata de una dificultad torturante ni muchísimo menos, ni de un vencimiento arduo y continuo, porque al ser amor se centra en el Ser amado. Pero precisamente por ser difícil no podemos confiarnos. Huerto cerrado, jardín sellado. Y hay que cuidar mucho, muchísimo, la cerca y el sello.
Aas, la fidelidad no evoluciona. Se es fiel a lo prometido, o no se es fiel.
Por enfatizar el acuerdo con luis, tal vez dí la impresión que la virginidad o la continencia absoluta es una gracia que, concedida de una vez, aniquila toda tentación. Es evidente que no, y más si se vive en medio del mundo y no enclaustrada.
aas.
Por supuesto que la Iglesia seguirá avanzando. El que no sabe si seguiría avanzando con ella soy yo, si se llevan a cabo ciertas reformas. Seguiría acudiendo a Misa con la mayor frecuencia que me fuera posible, seguiría leyendo y meditando la Palabra de Dios, seguiría comulgando y confesando (esto último con mayor dificultad), seguiría alimentando mi fe con la oración, seguiría obedeciendo al Papa en todas sus disposiciones fielmente y seguiría creyendo en todas y cada una de las afirmaciones del Credo; pero interiormente me habria distanciado de algún modo, me habría enfriado, me habría, por así decir, encogido por dentro. Supondría una suerte de herida espiritual, que evidentemente guardaría en silencio para mí.
Totalmente de acuerdo con tu segundo párrafo. Y es que ya sabemos que el celibato no es inherente al sacerdocio, PERO sí es inherente a quienes lo prometieron. Si no, que no lo hubieran prometido. Es así de simple. Por esa regla de tres, no existe la fidelidad en el mundo.
Ver la escena de la foto que ilustra el post en un cura católico, me produciría un profundo estupor. ¡Ya me lo produce en un ortodxo! La sotana, el bebé y su lozana mujer escudriñando su bolso... qué feo, qué fealdad. Será viable, pero... Doctores tiene la Iglesia, pero siento que no es ese el camino.
Ahora mismo, tras leer la Sagrada Escritura, comenzaré el nuevo libro de Ediciones Encuentro ( editorial de toda confianza ):
" Ángeles en tus caminos. La traducción de lo invisible ". LORCA, José María.
El autor es licenciado en Teología, Filosofía y Ciencias de la Información, y autor de más libros. Sacerdote.
He leído mucho sobre los ángeles, seres espirituales a quienes quiero y de los que soy muy devota. Diariamente me encomiendo a mi ángel de la guarda, a los tres principales arcángeles y a los coros angélicos. No hay más que leer la Biblia para conocerlos y ver qué misiones les encomienda el Señor. Son, y así me gusta definirlos, " poderosos ejecutores de sus órdenes ".
Benedicto XVI nos ha pedido que encomendemos su persona a los ángeles, y me complace obedecerle.
Seguro que el libro que citas es de lo más interesante.
Flavia: El Papa y los obispos pueden dispensar de las promesas. Y en concreto, refiriéndonos al voto de castidad, ya hemos hablado de la castidad dentro del matrimonio.
Para los cátaros o albigenses, casarse era pecado mortal. Si se les hubiera hecho caso, ahora no habría humanidad. O mejor dicho, ahora no habría católicos.
Dispensar de las promesas, sí, claro. Pero... ¿ de la conciencia ?
Ay, qué peligroso es eso de las dispensas... salvo que hayan sido promesas nulas, claro está. Y puede haber mucho de eso. A veces los entusiasmos engañan y pueden hacer que alguien se crea llamado por Dios cuando en realidad no es así. Estaríamos ante una promesa equivocada que, evidentemente, habría que dispensar.
PERO se tarda muchos años en llegar a ser sacerdote, o en hacer unos votos solemnes. Hay tiempo para un serio discernimiento, ¿ no ? Y se necesita mucha oración para no atribuir a las tentaciones o dificultades un poder que no deben tener jamás: el poder de engañarnos y hacernos olvidar nuestras promesas a Dios.
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Muy bueno, Flavia, pero -y ahora no estoy SPH- eso es lo que yo me digo: que no lo hubieran prometido...
A mí no me molestaría que hubiera casados sacerdotes o sacerdotes casados. Si la Iglesia lo decide, yo no tendría en eso las dificultades de Eduardo.
Por otra parte, como Dios no me llamó por el camino de la virginidad consagrada, me resulta algo muy ajeno a mí.
Pero lo que sí que no puedo entender, y difícilmente disculpar, es rechazar de raíz lo prometido.
Uno puede entender que un casado cometa un desliz, o un sacerote, y que se arrepientan de su infidelidad y qu ésta les sea perdonada.Se lama "pecar", de toda la vida. Y los humanos somos pecadores. Y hay quien tiene el punto flaco aquí o allá. Pero es pecar de infidelidad, ¿no?
Pero, ¿quién entendería a un señor casado que, por ejemplo, pretendiera decirle a su esposa: mira, churri, que, pensándolo mejor, voy a tener a esta moza en casa para cuando me aburra de ti o quiera darle vidilla al cuerpo; tú y yo seguimos casados pero con la chati esta también; y no te me quejes; es que me he dado cuenta de que lo que prometí es inhumano y mola más tener amantes y esposa aguantándote al mismo tiempo?
Pues eso.
Si no querías ser sacerdote célibe, no haberlo sido.
Si pecas, te arrepientes y no pecas más. Como cualquier persona en cualquier estado o en cualquier otro tipo de pecado, que hay más pecados además de estos.
Pero no vengamos con cambiar las reglas de juego a la mitad del juego, cuando me va mal, que hoy a nadie se obliga a hacerse cura.
Por eso siempre digo que estoy convencida de que hoy tenemos el mejor clero de la Historia: hoy a nadie se obliga, ni las circunstancias obligan y hoy, más que nunca, resulta heróico ser cura (y no precisamente por el celibato, me parece a mí)
Por otra parte, como Dios no me llamó por el camino de la virginidad consagrada, me resulta algo muy ajeno a mí.
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1.- Respecto a lo primero. Es que no se trata ya simplemente de dificultades, que también, sino de que no admitimos la ley del embudo. Y si la hay, que sea para todos y para otras muchas aperturas que se han rechazado. Y si no, que no hubiesen cantado tantos ditirambos al celibato durante siglos, porque si es abolida esa ley o mentían antes o mienten ahora. Y la cosa tendría bemoles...
2.- La virginidad no puede ser ajena a ti, porque Cristo y su Madre son las dos columnas de la virginidad. Y tú, en la otra vida, vas a pertenecer a una generación virgen. Serás virgen en la otra vida. Así que de ajeno nada de nada.
Bueno, yo ya he dicho cuanto creía que debía decir. Ahora, allá cada cual con sus cosas y que Dios ayude a todos.
Y, luego, erre que erre desde algunas instancias con el celibato sacerdotal, pero del de las monjas no se dice nada o muy poco. ¿Es que en este caso sí que estaría mal visto que fueran con personas del sexo opuesto?
Está claro que el ausnto, tal y como se plantea a menudo, tiene el tufillo que tiene y dudo que la Iglesia deba prestar a planteamientos tales.
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¿Y si la que quiere enterarse de lo que no debe es la hermana del cura o la mayordoma? Por otra parte, no hay que pasar a todo el personal femenino por el mismo rasero. Las he conocido y conozco que eran y son la discreción en persona.
Si no me equivoco, monje o monja significa solo/sola, es decir, que no se casa. Hasta ahora me ha parecido que cuando se reivindica el celibato opcional se han referido sólo a los sacerdotes seculares.
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De acuerdo, aas, en que eso es así, pero no creo que la sociedad actual esté por hacer tales distingos. En el fondo, el mensaje que se quiere trasnmitir es el de que que no tener sexo resulta insano, y con eso nos quieren hacer comulgar.
Y convendrás conmigo en que no es lo mismo la hermana o la mayordoma que la esposa de uno. Y es de sobra sabido que el 90% de los hombres hacen lo que les dicen sus mujeres. Eso no quita que haya mujeres fantásticas y la mar de discretas.
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Bueno, Flavia, era una manera de hablar. parece que te hubiera enfadado esa frase mía.
Cuando digo "ajeno" entiéndelo en el sentido que das tú al distinguir esta vida y la otra vida.
Perteneceré a una generación virgen en la otra vida, como tú dices. En esta, me temo que soy menos excelente, qué le vamos a hacer a estas alturas de la vida.
Al decir "ajeno" pretendía situarlo como un tema en el que he sido y soy menos beligerante que en otros (quizá erradamente, quizá) porque no me he sentido concernida de manera directa.
Si es preciso, cambio el adjetivo "ajeno" por el que alguien con mejor conocimiento de causa me sugiera. Pero no prtendía ni crear polémica, ni menso aún rebajar el sentido de la virginidad por serme "ajeno" (o lejano, o lo que sea) a mí.
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No, por Dios, no, no no, eso no me lo puedo ni imaginar, Amfortas.
Aun en el matrimonio más unido del mundo, la esposa de un sacerdote respetaría el sigilo sacramental. Y el sacerdote casado, por Dios, ¿cómo va a dejar de guardar el sigilo por una curiosidad malsana de una mujer? ¿Quién, siendo sacerdote, se casaría con una individua de esa catadura?
Me parece que tienes u a idea un tanto negativa de la mujer en general.
La intimidad conyugal, con ser total, respeta, si es auténtica, que los individuos son dos personas yq ue las responsabilidades se imputan de uno en uno, no en bloque. Una mujere que no respetara ese sigilo; un varón que no respetara ese sigilo, serían más que un matrimonio, una sociedad de dos malos bichos mezquios y ruines.
Hay "matrimonios" así, claro. Pero quiero pensar que no es algo inherente a la relación conyugal y menos aún a la condición femenina.
Otras razones por las que nunca he disputado sobre ello quedan dichas más arriba y creo que están muy claras.
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No, para nada. Pero resulta que la virginidad es contracultural al cien por cien en nuestros días, como en la antigua Roma, y hay que reconocerla, por eso, más que nunca.
Los Santos Padres ya decían muy claro que quien no valora el matrimonio no valora la virginidad, y viceversa. No tiene concepto cristiano del matrimonio quien no valora plenamente la virginidad.
" En esta, me temo que soy menos excelente, qué le vamos a hacer a estas alturas de la vida.", dices.
Pues no, no eres menos excelente, nadie ha dicho eso. Expliqué bien claro que la excelencia se refiere al estado, no a las personas. Pero es bueno aclarar conceptos en el totum revolutum que nos envuelve.
Pero bueno, soy consciente de que el tema de la virginidad no es cómodo, no es políticamente correcto, molesta, raspa... Es eso: contracultural.
Cuanto hemos dicho en los comentarios es posible que haya servido de mucho a personas con dificultades que lo hayan leído. Y sé por qué lo digo.
Yolanda, por favor, nadie ha visto que en lo del celibato opcional te vaya nada, vamos, no creo... Tus opiniones son tan respetables como otras.
Pero no de ahora, de siempre.
Aclarado del todo por mi parte.
:)
El sacerdote, célibe o casado, está bajo estricto secreto de confesión. Si dije como de pasada que se me haría más difícil confesarme ante un sacerdote casado es por la vivencia puramente psicológica de que al otro, el "sacerdote incontinente", lo sentiría demasiado igual a mí. ¡Y no es ni siquiera psicólogo!, (aunque también hay sacerdotes psicólogos). Por supuesto, quien perdona es Dios a través del sacerdote, pero es éste quien escucha la confesión. Necesito en esos momentos tener a alguien que sea "mejor" que yo. Es otra cosa que no tiene la menor justificación doctrinal, y, sin embargo, la tiene máximamente humana.
Para que se entienda, pongo un ejemplo que aunque no es del todo idóneo a lo que estamos tratando puede servir como analogía: no asisto a la clase ni me a hago alumno de un profesor que sé que no sabe más que yo, aunque pueda aprobarme.
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No, no es eso. Sabía que me lo ibas a decir...
Lo que quería decir, uniéndome al sentir de Eduardo, es que si el mero hecho de consagrarse a Dios ya es de por sí de una dedicación exclusiva, al igual que lo es el matrimonio, no digamos si nos ponemos a unir las dos cosas. Sería una mezcla explosiva.
Y no nos llamemos a engaño: ni todos los hombres son "Eduardo Jariod" ni todas las mujeres "Yolanda". Si así fuera a lo mejor no le pondría reparos, pero como no lo es... Bastante es ser sacerdote por un lado o esposo/esposa por el otro como para complicarlo más. Me parece mucho más honesto aquel sacerdote que, haciéndosele insufrible, lo deja que el que se queda dando la matraca con el tema del celibato. Igual que si un matrimonio resulta ser una gran mentira, más honesto es separarse que seguir viviendo en esa mentira. Igual en la distancia se dan cuenta, vuelven y acaban siendo lo que no eran.
Igualmente de acuerdo en lo del secreto de confesión, pero como creo (en esos hipotéticos casos) que un amor primaría sobre el otro, la "traición" estaría servida a la mínima de cambio. Tal vez sea una visión muy negativa la mía, pero no creo que irreal.
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Y yo no quería defraudarte
;)
Me parece mucho más honesto aquel sacerdote que, haciéndosele insufrible, lo deja que el que se queda dando la matraca con el tema del celibato
En eso estoy plenamente de acuerdo. A eso me refería más arriba cuando decía que lo que no puedo entender ni disculpar es que se quiera cambiar las reglas a mitad del juego, cuando te va mal.
Lo he contado ya aquí hace tiempo, pero lo vuelvo a hacer ahora. En cierta ocasión, a mi primer terapeuta, que fue para mí mi segundo padre (y en muchas cuestiones incluso mi primero), le llegó derivado un sacerdote que tenía serias dudas de seguir con su vocación, pues se sentía muy tentado precisamente en cuanto a su sexualidad. Al parecer, este ministro de Dios tenía una presencia muy atractiva, lo que complicaba aún más su situación. Una de las intervenciones de mi terapeuta, que era un hombre profundamente católico, fue en la línea de hacerle ver el sentido de ejemplo que su cargo ejercía en su comunidad y el hecho de que su entrega no admitía componendas: "Cómo vas a tocar el cuerpo de Cristo en la Eucaristía después de haber tocado el cuerpo de una mujer." El Espíritu Santo hizo el resto. Gracias a Dios se mantuvo como sacerdote a pesar de su fuerte sex appeal. Supongo que con el tiempo logró poner su virilidad al servicio de Dios, tanto su empuje como su atractivo, en vez de ponerlos a su servicio. Casi nada...
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Mujer no es igual a pecado. Aunque si no es la propia mujer, claro que lo es. Y en ese caso pecan los dos.
¿Se podría separar, como el resto de los fieles?
¿Sería un buen ejemplo?
No quiero ni imaginarme en un sitio pequeño que el cura vaya a`por ejemplo- a hablar con el tutor del cole de su hijo y luego este tenga que ir a cofesarse...
Ya sé que suena a vanal, pero, me quedo con el cura soltero, lo mismo que con el matrimonio de uno con una y para siempre, con los hijos que Dios mande, en fin, con lo de toda la vida.
Hay que saber distinguir los roles. Que el médico, al acudir a la entrevista, sea sólo el padre del alumno y que el tutor, al acudir a la consulta, sea sólo un paciente.
A mí no me parece escandaloso que un hombre meta la mano por debajo del bañador de su mujer (que era lo que se veía haciendo al P. Alberto), pero cuando es un sacerdote quien lo hace la cosa cambia. Vemos como algo lícito (y hasta saludable) el juego amoroso entre hombre y mujer, pero no el jugar a dos bandas.
Qué bonito! También yo me he emocionado!
En todo caso, lo que mancha es el pecado. Y el sexo dentro del matrimonio, si se atiene a la verdad del amor conyugal, no es pecado. Ni para el cura casado ni para el laico casado.
Sí comprendo, pero es una razón diferente, que la sacralidad del ministerio - es decir, su dedicación plena a Dios - se hace más visible, si podemos decirlo así, con la vivencia del celibato.
Mucho más, en esta línea, no diría.
Espero que el avance de la Iglesia a lo largo de los siglos lleve a una mayor consideración doctrinal de la cuestión del celibato. El celibato sacerdotal es un tesoro de la Iglesia. Veremos por dónde sopla el Espíritu en este sentido...
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2010/march/documents/hf_ben-xvi_spe_20100312_clero_sp.html
Si ordenan a hombres casados, eso es ya abrir la puerta. Dices: " ¡Pero si no es lo mismo en la vida civil, ni a efectos afectivos ni hasta administrativos cómo lo va a ser en el ministerio divino! ". APÚNTATE UN DIEZ.
Pues entonces, habrá muchas otras reivindicaciones a las que no se podrán negar, porque ya no parecería claro negarse, o de lo contrario puede hasta surgir un cisma.
Un sacerdote casado ya no es signo sacramental de Cristo. No como lo presentaban. Y entonces...
¡ Qué pena dan ciertas cosas !
Ya lo dicen los franceses: " Cherchez la femme ". Pero encima estos otros pretenden que aplaudamos.
Interesante y valiente este artículo. Quizá, lo que más me ha llamado la atención es su capacidad para plantear el tema, junto con sus respuestas a los comentarios, desde una gran serenidad, sin dramatismos de un lado o de otro. No es fácil encontrar católicos que se expresen así. Le felicito.
Yendo al tema, me gustaría aportar algunas observaciones:
1. El celibato del sacerdocio es una cuestión de organización de la Iglesia, no un mandato del Mesías. Puede, por tanto, cambiarlo si lo considera oportuno, sin contravenir el Evangelio. De hecho, como se señala en el artículo, en los primeros siglos de la Iglesia, el celibato no era obligado para el sacerdocio, sino todo lo contrario. El mismo San Pablo en las cartas a Timoteo y Tito, señala entre las cualidades de obispos y diáconos que sean “esposo de una sola mujer, …no aficionado al vino, ni violento, sino comprensivo y pacífico, ni amigo del dinero. Que sepa gobernar bien su casa; que tenga educados sus hijos en el respeto… porque si uno no sabe gobernar su casa, ¿cómo va a cuidar de la Iglesia de Dios?”.
Es decir, prevalecía un criterio que daba más importancia a la predicación del modelo de vida cristiano con el ejemplo y la identificación con la vida de los fieles, que la predicación “teórica” de la doctrina.
Siglos después, el criterio dominante pasó a ser la imitación del celibato de Cristo y el sacrificio de la castidad, siguiendo las palabras de Jesús: “Los discípulos le dijeron: Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene casarse. Mas Él les dijo: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque… hay eunucos que a sí mismo se hicieron tales por el reino de los cielos. Quien pueda entender, que entienda”. Mt 19,10.
La opción del matrimonio para los sacerdotes, no modifica para nada la consideración anterior. Y como bien dice el páter en el comienzo, el cura siempre puede escoger. Simplemente elimina el grave conflicto personal, íntimo, del sacerdote que, en el devenir de su vida, ha conocido el amor de una mujer que le tortura y que no puede olvidar. “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no poneros ninguna carga más, fuera de estas necesarias…” Hch 15,28. A cambio, puede ser un modelo real de familia cristiana para el resto de los fieles. También, y no es baladí, puede ser un buen “enlace” entre Jerarquía y fieles, a la hora de analizar cuestiones morales del ámbito matrimonial y familiar.
Es más, que los obispos sean elegibles sólo de entre quienes han mantenido el celibato, como en la Iglesia oriental, puede ser una posibilidad interesante.
Y en la Iglesia, el Papa, que sabe muy bien lo que hay que hacer.
Para nada.
Yo me he ordenado con esa promesa. Nadie me ha engañado.
Qué cosas!
Nada tiene que ver una cosa con otra, pero... es obvio que hay barreras que casi integran el "sensus fidei" (sin hablar de nuestro amigo Eduardo).
Lo que no es honesto es que usted - que seguro que está de acuerdo conmigo - barra en favor de los "tradicionalistas".
No, no, y no.
SPH.
Por ejemplo,
“Porque ha habido personas muy generosas, que se enamoraron y supieron renunciar e incluso no volver a verse nunca. Les decían que eso era lo mejor, y ahora parece que no lo era. Conozco casos. Fue muy duro para ellos. Y ahora, en su vejez, ¿ van a ver cómo todo eso fue una burla ? Porque así lo van a ver, no nos engañemos
Respecto a lo primero. Es que no se trata ya simplemente de dificultades, que también, sino de que no admitimos la ley del embudo. Y si la hay, que sea para todos y para otras muchas aperturas que se han rechazado. Y si no, que no hubiesen cantado tantos ditirambos al celibato durante siglos, porque si es abolida esa ley o mentían antes o mienten ahora. Y la cosa tendría bemoles...”
Expresiones de este tipo parecen apuntar un cierto, digamos, “desenfoque”, en el sentido de que, si el fin de mis actos, de mis renuncias, es esa unión especial con Cristo, ya tengo lo que buscaba, si es así como lo siento… y con independencia de que otros no hagan tal renuncia.
Hay una cierta actitud infantil en eso de que si yo me privo, los demás también… Pues, ¿qué? ¿Si los demás no lo hacen, yo tampoco? ¿O jugamos todos o rompemos la baraja? ¿La seguridad en la Ley o mi seguridad en Dios?
Nadie engaña a nadie. Nos engañamos nosotros mismos, porque sabemos lo que hacemos y a lo que nos hemos comprometido, aunque queramos justificarnos. También ha habido personas muy generosas que se enamoraron y renunciaron al ejercicio del sacerdocio y fue muy duro para ellos. Y la vida es muy dura para muchos, sin culpa, sólo por un accidente de coche, por una enfermedad cruel, … Y, ¿por qué es sólo lo nuestro lo más importante? Y, ¿por qué tienen que pagar los demás el mismo “peaje”? Si para mí ha sido fuente de dicha espiritual, ¿qué me importa que otros no la quieran, o no puedan?
Y, ¿por qué tantos y tantos hombres y mujeres nacieron, vivieron y murieron antes de que Cristo se hiciera hombre y yo, sin embargo, lo he conocido? Desde el inicio, el Plan de Dios sobre los hombres actúa, se desarrolla y toma cuerpo en la historia… ¿quién puede decirle que lo pare, que no siga, que no cambie nada, que nada evolucione? ¿Quién puede decirle si es justo o es injusto? Todos tomamos decisiones, a sabiendas.
“Por la mañana, el dueño de una viña acordó un denario con unos trabajadores. A mediodía, con otro grupo, acordó lo mismo. Y por la tarde, con un tercero. Al repartir la paga, los de la mañana se enfadaron y mostraron su disgusto, por haber trabajado más. Y el dueño de la viña les dijo, ¿qué? ¿Acaso no os he pagado lo convenido? ¿Acaso no soy yo el dueño y puedo hacer lo que me plazca?”
“…pero no crees que las manos que tocan el cuerpo de Cristo en la hostia santa deberían no ser las mismas que se entretienen en acariciar el cuerpo de una mujer con delectación? No se trata de la mujer, ni del hombre, se trata de que alguien pudiera hacer las dos cosas”.
Eduardo, siento mucho que tengas este sentimiento dentro de ti. No es sano, ni viene de Dios, que hizo a tu mujer para ti y a ti para tu mujer, para que seáis una sola carne y gocéis de vuestro matrimonio como Él quiere:
”…goza con la esposa de tu juventud:
cierva querida, gacela hermosa,
que siempre te embriaguen sus caricias
y continuamente te deleite su amor.” Prov 5,18.
Saludos.
Hay una cierta actitud infantil en eso de que si yo me privo, los demás también… Pues, ¿qué? ¿Si los demás no lo hacen, yo tampoco? ¿O jugamos todos o rompemos la baraja? ¿La seguridad en la Ley o mi seguridad en Dios?
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¿ Actitud infantil ?
Actitud fresquísima y descarada de quienes prometen y no cumplen, y luego pontifican sobre quienes exigimos ese cumplimiento, porque lo presentaron ante nosotros como una " suprema elección divina ".
Sí importa lo que hagan los demás si han engañado. Precisamente ACTITUD INFANTIL sería no importar nada y seguir como chupando un caramelito por la vida.
Escuece que exijamos ejemplo y coherencia en quienes nos repitieron hasta la saciedad la grandeza de su elección. ¡ Y ahora somos infantiles ! ELLOS SON ADOLESCENTES que no han madurado en su opción.
y dejemos las pamplinas.
Todas las demás argumentaciones ya las conocemos.
Y quienes estén dispuestos a aceptar la abolición del celibato, que acepten con la misma honradez otras aboliciones. Si no lo hacen, que no se quejen de que hablemos de la ley del embudo.
A todas las objeciones, yo me pregunto de un modo muy simple: ¿y no deberemos siempre aspirar a la excelencia, aunque muchos no podamos alcanzarla, más aún cuando se trata de lo más sagrado?
Espero que nadie entienda ahora que hago campaña de un burdo elitismo. No se trata de eso en absoluto. Es fruto de nuestra época, por tanto, un hecho puramente cultural, igualarnos por abajo. No: aspiremos siempre a lo mejor, aunque no lo alcancemos. Esta dinámica siempre nos mejorará aunque sea más exigente que adaptarnos complacientemente a nuestras limitaciones. Y no hay nada más excelso que ser sacerdote; no lo puede ser cualquiera: ni el incontinente, ni el homosexual, ni el desequilibrado emocional, ni el torpe intelectual, etc., etc.
Y por favor ahora no me coloquen que si trads, que si neocon o que si integrista. Dejemos las chorradas para los chorras, no para ustedes.
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Gracias a Dios,aquí no escriben especímenes raros,Eduardo.
Sí,aspiremos a la excelencia,aspiremos a ser perfectos,como el Padre es perfecto.
Afortunadamente con Benedicto XVI no hay peligro, pero ¿y después? Me temo que la sequía de vocaciones haga en un futuro, no sé si lejano o cercano, bajar el listón. Un amigo de carrera, que iba para Camilo, me contaba que ante la ausencia casi total de vocaciones, tendían a coger a casi cualquiera. Ratzinger jamás bajará el listón (es más, lo está elevando), aunque se quede sin nadie alrededor. Menudo es este alemán admirable...
Ahora bien, porque soy consciente por pura experiencia profesional a lo que puede dar lugar la sexualidad humana, aun en el ámbito matrimonial, sé que no puede ser ejercida por un sacerdote sin menoscabo de su vocación ministerial. Si contara... Pero también me debo al secreto, aunque sea no sacramental sino sólo profesional.
Un saludo muy cordial.
Y abundando en mi último comentario. Por favor, tampoco piense nadie que me refería simplemente a las "guarreridas españolas", que diría Chiquito..., a los actos perversos propiamente dichos, sino a la realidad psicológica elemental (consúltese cualquier manual mediocre de psicología dinámica al uso) de que el ejercicio de la sexualidad puede obedecer no ya al amor, sino a realidades que nada tienen que ver con sexualidad misma. Podemos realizar el acto conyugal (no molestemos sensibilidades salesianas) importándonos un rábano el acto y el cónyuge.
De todo este proceloso jardín se libran los célibes, sacerdotes o no.
Por otra parte, la alusión a los tradicionalistas, la hice yo, en una referencia irónica dirigida a Luis.
No pretendía etiquetar a ninguno de los que han participado en este debate.
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Fredense, gracias, es que el tema me toca la médula, aunque no puedo decir totalmente por qué.
También el celibato tiene sus sombras, el pecado original afecta todo. Y si me apuran de nuevo, las sombras del celibato pueden ser peores.
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