Fátima, esperanza y estímulo
Homilía en la Parroquia-Santuario de Fátima, de Vigo.
13-Octubre-2009
El 13 de octubre es el día de la última aparición de la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima, Francisco, Jacinta y Lucia. Estando presentes cerca de 70.000 personas, la Virgen les dijo: “Yo soy Nuestra Señora del Rosario”. Y añadió que venía para exhortar a los fieles a que cambiaran de vida, a que no afligieran más con el pecado a su Hijo, el Señor, y a que hicieran penitencia. La Virgen les mandó mirar al sol y, en ese momento, el sol, como un disco de plata y oro, comenzó a girar vertiginosamente sobre sí mismo, proyectando a todo su alrededor haces de luz de varios colores.
Podemos comentar tres aspectos de esta aparición: el resplandor de la luz, la necesidad de la penitencia y el rezo del Santo Rosario.
1) El simbolismo de la luz atraviesa toda la Sagrada Escritura. El primer acto del Creador, según el libro del Génesis, fue separar la luz de las tinieblas. Y al final de la historia, según el Apocalipsis, la nueva creación tendrá a Dios mismo por luz: “La ciudad no tiene necesidad de que la alumbren el sol ni la luna: la ilumina la gloria de Dios y su lámpara es el Cordero” (Ap 21,23). Entre el comienzo y el fin, toda la historia reviste la forma dramática de un combate entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, entre el amor de Dios y el egoísmo que engendra odio.
Cristo es la Luz del mundo, el Sol naciente que debe iluminar a los que están en tinieblas. En Fátima, la Santísima Virgen aparece como una “Señora más brillante que el sol”, radiante de luz. María está llena de luz porque está llena de Dios. En Ella refulge la luz de Dios, que ha brillado entre nosotros en el rostro encarnado, dolorido y glorioso de Jesucristo, Nuestro Señor.
Dejarnos iluminar por la Santísima Virgen María es dejarnos iluminar por esa luz divina que Ella transmite continuamente. Es dejarnos iluminar por la verdad del Evangelio, para disipar la ceguera del error. La ignorancia religiosa no es un problema del pasado, o de pueblos lejanos que apenas han oído hablar de Jesucristo. No, la ignorancia religiosa nos rodea y nos invade. Caracteriza la atmósfera en la que vivimos. Tenemos que volver a la Verdad de Dios, a la enseñanza de Jesucristo, a la doctrina de la Iglesia, que custodia y expone el tesoro de la revelación divina. Tenemos que leer, día a día, la Sagrada Escritura y tenemos que leer, día a día, el “Catecismo de la Iglesia Católica”. Necesitamos esa iluminación para distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo que conduce a la felicidad auténtica y lo que nos separa de ella.
2) La presencia iluminante de Nuestra Señora, que nos llena de esperanza, nos estimula también a combatir la lacra del pecado que corrompe a la humanidad. Nos pide, su presencia maternal, oración y sacrificio para reparar los numerosos males que ofenden a Dios y causan daño a los hombres. El Vencedor del pecado es Jesucristo. Mediante la oración y el sacrificio, nos asociamos a Él, para vencer con Él, para que Él venza en nosotros, y para que así una pequeña parte del mundo – que son nuestros corazones – sea más de Dios y, de este modo, el mundo, siendo más divino, sea también más humano.
Orar es reconocer a Dios, es dejar que Dios sea Dios en nuestras vidas. La oración expresa la voluntad firme de cumplir el primer mandamiento de la Ley: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22,37). Orar es bendecir y adorar. Es pedir e interceder. Es dar gracias y alabar al Padre, por medio del Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Como la oración de María, también la nuestra ha de caracterizarse por la ofrenda generosa de todo nuestro ser en la fe.
Y con la oración, la penitencia y la reparación, uniendo nuestros sacrificios al Sacrificio de Cristo en la Eucaristía, ofrecido en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos. Reparar, hacer penitencia, es dejarnos arrebatar por la fuerza de la gracia, reorientando radicalmente toda nuestra vida, convirtiéndola a Dios, permitiendo que se levante, sobre las ruinas acumuladas del odio y de la violencia, “la tan deseada civilización del amor” (Juan Pablo II).
3) “Yo soy Nuestra Señora del Rosario”. El Rosario es oración, contemplación de los misterios de la vida de Cristo. Constituye “como un resumen del Evangelio y de la vida cristiana” (Pío XII). Acompañar a Cristo en su Nacimiento, en su Pasión y Muerte, en su Gloria. Y acompañarlo de la mano de María, en la escuela de María. Y el rezo del Rosario es también reparación; para que, como pedimos insistentemente en el Padrenuestro, se haga la voluntad de Dios, “así en la tierra como en el cielo”, y para que la Virgen, nuestra Madre, ruegue por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”.
En la carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, Juan Pablo II confiaba a la eficacia del Rosario “la causa de la paz en el mundo y la de la familia”. Oremos por la paz, siempre amenazada, siempre inestable. Y oremos por la familia, por todas las amenazas que la acechan: por el peligro del paro, por las dificultades económicas, por la falta de entendimiento entre los esposos o entre los padres y los hijos. Y oremos también por la vida. Por el respeto al bien sagrado de la vida humana, tan desprotegido hasta legalmente. Que María, la Virgen, escuche la plegaria que desde tantos santuarios suyos se eleva hacia Dios:
“Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad” (Juan Pablo II).
Y que el nuevo retablo, que hoy se bendice en esta Parroquia-Santuario, nos ayude, con la plasticidad de sus imágenes, a comprender más a fondo la vida cristiana, a centrar nuestra atención en lo verdaderamente importante, a adherirnos a la Palabra de Dios y a responder a ella con prontitud y generosidad. Que nuestra Señora de Fátima nos proteja con la luz de la esperanza y nos dé fuerza para convertirnos a Dios cada día. Amén.
Guillermo Juan Morado.
32 comentarios
Si quiere hablar de la Virgen de Fátima te sugiero este tema: "De Juan Pablo II. Cruzando el umbral de la Esperanza. Cplo.34: Para no tener Miedo". Y especial esta parte:
Al finalizar este segundo milenio tenemos quizá más que nunca necesidad de las palabras de Cristo resucitado: ¡No tengáis Miedo!,.... es necesario que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa; Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos ( cfr Apocalipsis 1,18); Alquien que es el Alfa y el omega de la historia del hombre (Apocalipsis 22,13), sea la indidual como la colectiva,... (...)
Este artículo del cual tengo mi particular exégesis, a mi, me ha dado que pensar.
La Iglesia teme intervenir, intimidada por lo que llamó el "complejo de los pastorcitos de Fátima", arrestados y maltratados. O en el caso de las derivas sectarias en los nuevos movimientos, el "complejo de Gamaliel" (mejor hacer la vista gorda, que si es de Dios prevalecerá).
Se ha pasado del intervencionismo más expeditivo al liberalismo anárquico más laxo, al punto de que en Medjurgorje se viene desautorizando a los diocesanos locales desde hace quince años o más.
Lo que pasa es que el peligro de ahogar un carisma o una aparición debe balancearse con el peligro para la fe y para los fieles de hacer "desistencia" de la autoridad, discerniendo claramente y dando directivas desde el principio. Antes quizás se pecaba de excesivo intervencionismo, hoy es una verguenza de liberalismo en la materia. No puede ser que haya ocurrido lo que ocurrió, tanto en movimientos eclesiales como en aparicionismo carismático. Para peor, cuando se "cae" en la realidad, los daños son mayores.
En los demás casos, siempre debe imperar la prudencia, sin ahogar la posibilidad de que lo sobrenatural irrumpa en el mundo de un modo para nosotros sorprendente.
Ahora, lo que me preocupa en los demás casos es que las confirmaciones o las desautorizaciones llegan tarde y mal. Un poco la idea es "no importa si es verdad o no, hace bien", un subjetivismo muy característico. Como ayer decía de la Eucaristía y la idolatría material, en la Iglesia es importante la objetividad, lo que en realidad pasa, con prescindencia de lo que crea la gente. Hay algo de modernismo en eso de valorar la creencia con prescindencia de la realidad del objeto.
¿cómo explicar que Dios actúa no a través, sino a pesar de las supercherías?
No se quiere actuar para no escandalizar, y al final el escándalo es más grande y genera más infidelidad.
En fin, ya digo, muy enigmático e inquietante el tema.
Por mi parte, los pastorinhos merecen toda la credibilidad del mundo.
"En aquél tiempo, exclamó Jesús y dijo: Yo te alabo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños" (Mt 11, 25-26).
Pero, cómo no, esta predicación me interpela . Que para eso está.
Curiosisimas las coincidencias recientes entre la SD y luis...
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¿Dios santo! ¿Todo eso me pasa? ¿Y yo en la ignorancia más absoluta de todo eso? Bueno, esto sí me ha gustado: """tiene muy buen pathos formativo y espiritual"""
oh, Dios míos, gracias por este inmerecido galardón!
;)
:-D
No paran, me ausento un rato, y me encuentro con todo esto!
Eso de las visiones y del sol "bailando", en fin...
Curiosisimas las coincidencias recientes entre la SD y luis...
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Bueno, me limito a recomendar las "Memorias" de Lucia.
Y el milagro del sol fue visto, y acreditado, por mucha gente. Se trató de una visión, no de una alteración de la órbita solar.
No paran, me ausento un rato, y me encuentro con todo esto!
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es que se ha ausentado demasiado
En general la milagrería, los hechos maravillosos y las reliquias no ayudan en nada a la Fé y a nuestra espiritualidad. Sin embargo forman parte de nuestras tradiciones más atávicas y de nuestro folclore. Anda por ahí nuestro, no tan larvado, politeísmo.
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¿Usted es politeísta? Yo no.
SOUSA E SILVA, MANUEL FERNANDO
BIBLIOTECA HOMO LEGENS
411 páginas
Idioma: Español
ISBN: 8493643394 ISBN-13: 9788493643393
(2008)
Recomiendo ese libro.
En el blog de Tollers, un análisis diferente sobre el secreto de Fátima.
Salud
Hablando de otra cosa, me gustaría que los compañeros de parroquia virtual se acordaran de mí pasado mañana.
Simplemente por el acompañamiento.
Me despido por unos días.
Cordialmente
No sé cuál es el problema, pero como para mí, ésta es mi parroquia virtual, traslado la petición para que esta tarde y en la fecha que dice asun, creo que el viernes, encomendemos la intención de asun todos juntos si podemos (o cada uno por su cuenta, el caso es activar la comunión en estos casos, ¿no?
En, pater, y habituales.
Dichoquea, asun.
Dichoquea, asun.
No
Eh, pater...
Dicho queda
Pues eso
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