La pregunta de la vida
Domingo XXVIII TO (B)
El Evangelio según San Marcos (cf 10, 17-30) narra un encuentro con Jesús. Un joven, de excelentes cualidades, se acerca al Señor y, de rodillas, le formula “la” pregunta de su vida: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”. No se conforma este joven con indagar acerca de aspectos marginales de la existencia. No quiere saber cómo labrarse una carrera, cómo ser admirado por los demás, cómo alcanzar el éxito. Quiere saber lo único decisivo: cómo hacer que su vida sea una vida lograda; una vida con sentido, que alcance su meta, su finalidad, su fin. En ello, en saber para qué vivimos, radica la sabiduría; esa sabiduría que Salomón prefería a los cetros y a los tronos, a las piedras preciosas y al oro, a la salud y a la belleza (cf Sabiduría 7, 7-11).
De algún modo, la pregunta de aquel joven aflora en todo corazón humano cuando se enfrenta a la realidad de la propia vida. El Concilio Vaticano II alude, en la constitución Gaudium et spes, a estos interrogantes más profundos del hombre: “cada vez son más numerosos los que plantean o advierten con una agudeza nueva las cuestiones totalmente fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos, continúan subsistiendo? ¿Para qué aquellas victorias logradas a un precio tan caro? ¿Qué puede el hombre aportar a la sociedad, qué puede esperar de ella? ¿Qué seguirá después de esta vida terrena?” (Gaudium et spes, 10).
Aquel joven no solamente había despertado estas cuestiones en su interior, sino que había orientado también perfectamente su búsqueda. Para contestarlas, se dirige a la Palabra de Dios, a esa palabra “viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo” (cf Hebreos 4, 12-13). Esa Palabra es Jesucristo, el Verbo encarnado, aquel que sabe juzgar “los deseos e intenciones del corazón”. El Señor acoge con simpatía al joven: “se le quedó mirando con cariño”, anota el evangelista, y le propone, en toda su radicalidad, el seguimiento: “Anda, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo - , y luego sígueme”. El logro de la propia vida pasaba, para aquel joven, por un compromiso pleno de la propia libertad: renunciar a los propios proyectos para embarcarse en un proyecto nuevo; el proyecto de Dios para él.
Esta es la decisión de la fe: comprometer la propia libertad, convirtiendo en eje de la existencia la invitación, la vocación, que Dios nos dirige a cada uno personalmente: “Sígueme”. Se trata de una renuncia, pues hay que dejar atrás aquello en lo que fundamentamos nuestra vida, para comenzar a apoyarnos en un Fundamento nuevo, que no es otro que Cristo Nuestro Señor.
El joven se marchó pesaroso. No quiso renunciar a sus propias seguridades; a su riqueza. El evangelio no nos dice más. No sabemos cuál sería el futuro de ese joven, ni conocemos tampoco el efecto sobre su vida, a largo plazo, de esa mirada de Jesús.
El día 15 de octubre, la Iglesia celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Como el joven rico, ella, desde muy pronto, quiso servir a Dios. A los dieciocho años ingresó en un convento del Carmelo. Pero, también como el joven del Evangelio, no se decidía a entregarse del todo. Durante unos veinte años, escribe en el Libro de su vida, pasó “una de las vidas más penosas que me parece se pueda imaginar; porque ni yo gozaba de Dios, ni traía contento en el mundo. Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme de lo que debía a Dios era con pena; cuando estaba con Dios, las aficiones del mundo me desasosegaban. Ello es una guerra tan penosa que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuanto más tantos años”.
El drama de Teresa, como el drama del joven rico, consistía en el contrasentido de querer servir a Dios a medias. Es también muchas veces nuestro drama: queremos estar con Dios y con nuestras riquezas, sean éstas las que sean. Y ese imposible equilibrio, esa escisión interna, nos impide la paz y la alegría del seguimiento. Ya relativamente mayor para aquella época, con más de cuarenta años, Teresa se decide por Jesús; enteramente, totalmente: “Vuestra soy, para vos nací:/ ¿Qué mandáis hacer de mí?”.
Que esta resolución de Santa Teresa de Jesús nos anime a nosotros a no conformarnos con la mediocridad, con la mera decencia. Dios espera más de nosotros; nos manda ser santos: “sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48). Puede parecer imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo.
El Señor Jesús, que miró a aquel joven, que llamó a Teresa por su nombre, viene a nuestro encuentro en su Palabra y en el sacramento de su Cuerpo. En Él está la sabiduría. En Él está la respuesta. Qué Jesús nos dé la gracia de fundar en Él nuestra vida, para que no sea una vida inútil, sino que podamos heredar, porque de Él la recibimos, la vida eterna.
Guillermo Juan Morado.
58 comentarios
Lo que entendemos,inicialmente,previamente al encuentro y llamada, por libertad,hasta que se comprueba que la mayor libertad es el ser siervo de Dios y de los hombres "revestidos de Xto.",mayor libertad no se conoce.
__________________
pufff
Sí: es que de eso se trata. De que no nos acaba de satisfacer la vida que llevamos, ni siquiera cuando ceemos ser circiter virtuosos, o al menos "decentes" -y aun esas veces quizá demasiado autocomplacientes incluso al juzgarnos medianamente virtuosos- .
Sabemos que podemos y debemos más. Si lo sabemos es porque Dios nos lo está pidiendo. Esa es la "escisión interna" de que habla don Guillermo.
Pero qué difícl es pararse a discernir qué nos sobra, de qué tenemos que liberarnos (privarnos) por miedo a que descubramos que no queremos prescindir de todas esa baratijas vitales que en el fondo no nos satisfacen.
"¿Para qué aquellas victorias logradas a un precio tan caro?"
¿Qué hemos d ehacer?
That´s the question.
Cuando dices discernir,¿lo dices a luz de ti misma o a la luz del espíritu Santo?
El resultado cambia.
_____________
Norberto, Norberto, NOrberto... que me quieres buscar los tres pies al gato.
Lo digo en sentido ignaciano. ¿Cómo pretender discernir sin contar con el Espíritu Santo?
Por eso digo """qué difícl es pararse a discernir"". lo difícil no es tanto discernir como "pararse a". El miedo nos entra (me refiero a mí) precisamente ANTES de decidir entrar en proceso de discernimiento. ¿Por qué? Porque sabemos que Dios nos pide más y tenemos tantos apegos innecesarios que tememos lo que sin duda, a la larga, será mejor para nosostros, pero los apegos nos atan y tememos el resultado de pararanos a discernir.
(para el otro tema pendiente, si quieres, voy al post anterior, OK?)
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad,
Que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
Vuestra, pues me redimistes,
Vuestra, pues que me sufristes,
Vuestra, pues que me llamastes,
Vuestra, porque me esperastes,
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
El resto en:
http://www.devocionario.com/textos/p_teresa.html
Oración de entrega de San Ignacio
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad. Y dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.
Luego.... vivir conforme a ello... es tan difícil. Pero se intenta. Y el discernimiento, Norberto, ¿crees entonces que lo concibo como algo que hay que hacer a la luz de uno mismo?
típica afirmación del Vaticano II sin ningún apoyo fenomenológico o sociológico. A mí me parece que cada vez son menos, al hombre moderno qua moderno le interesa un pepino las cuestiones fundamentales. Bueno, esto no es magisterio, es "tono" o apreciación prudencial buenista, de las que está lleno el Concilio.
-----------------------------------------------
id est, nos manda ser felices. "No hay más que una tristeza, y es la de no ser santos" (Leon Bloy)
O por lo menos, nos manda QUERER ser santos, Yolanda, Dios no es un árbitro de olimpíadas morales y el record de la santidad no está al alcance de nuestras pobres fuerzas humanas.
El santifica, el termina en nosotros la obra que ha comenzado.
Esta centralidad de la santidad es la disposición, el deseo de la criatura capaz de Dios, que señala el Pater en su post: esa disposición a la gracia, esa apertura metafísica a la Vida intratrinitaria, y por lo tanto a la incorporación a las costumbres de la Trinidad.
A veces se interpreta el "sed perfectos como mi Padre lo es" en un sentido moralista, perfeccionista, neurótico, y no en el orden del deseo de la Vida Divina, de la disposición radical a decir que sí a Dios en todos los ámbitos de nuestra existencia, del total "fiat" de la Theotokos a la Voluntad divina.
Como dicen los ortodoxos, Cristo no ha venido para que cumplamos los mandamientos, sino para que los muertos vivan.
____
¿Habría alguien capaz de semejante acusación?
http://caminante-wanderer.blogspot.com/search?updated-max=2009-09-05T18:31:00-03:00&max-results=7
____________-
luis:
He ahí una de "las cuestiones totalmente fundamentales" clasíca pero reformulada tras plantearla o advertirla con una agudeza nueva.
Si eso te parece que no tiene un apoyo apoyo fenomenológico o sociológico... ¿Y por qué? POrque a luis "no se lo parece".
Tras la Ilustración y tras la primera revolución industrial, lo mismo el burgués medio que el hombre de ciencia, el poeta que el político, confiaban con fe ciega en el "progreso" y difundieron esa especie de optimismo de generación en generación.
Ni qué decir tiene que la aceleración exponencial de la tecnología en las últimas décadas parecen impedir la reflexión acerca de ese espejismo del progreso.
Naturalmanet que l hombre moderno qua moderno no se preocupa de las cuestiones fundamentales; como tampoco lo hacía en el siglo XIX el minero inglés embrutecido tran jornadas extenuantes, o el borracho que acaba de terminar una jornada de fábrica de 14 horas. Se lo planteaban quienes tenían tiempo y cultura para hacerlo.
O sea: igual que hoy.
Los embrutecidos por reallity shows, fútbol y consumo, pan y circo, no se lo plantean.
Pero quienes sí lo hacemos y somos modernos (no modernos qua modernos, sino modernos porque vivimos en la época en que Dios nos ha hecho nacer) nos planteamos por ejemplo justo lo que dice el CVII, de manera nueva:
"¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos, continúan subsistiendo?"
¿Creían los ilustrados en un progreso hacia una sociedad perfecta y feliz, sin dolor, gracais al progreso? ¿lo creían los burgueses del XIX? ¿lo creía el científico de principios del XX? ¿lo créian los alucinados ciudadanos de la década prodigiosa? ¿nos lo quieren hacer creer aun hoy a los legos en física, en genética, en cibernética, sustiuyendo la religión tradicional por esa adoración de tótem de la ciencia que npo nos libra de la muerte, de la soledad, de la enfermedad, del dolor?
El "progreso... ¿era esto?
El gran problema "trad" es no asumir que te guste o no, hubo una Revolución en Francia en 1789. Y que combatirla con las armas de entonces 220 años después podría no responder al plan de Dios que te ha hecho nacer en "década prodigiosa"
__________
Huy, verse usted acusado de molinista! Madre del Amor Hermoso! Eso es más de lo que un dominicano puede soportar.
__________
luis:
¿y a mí por qué me dices eso?
Esto sentado, francamente, creo que el hombre moderno qua moderno no se plantea con nueva agudeza nada. Comparto la afirmación de Heidegger sobre el "olvido del ser" y del pensamiento metafísico de los últimos quinientos años. A lo sumo, alguna puerilidad existencialista sartreana o algún esfuerzo honesto camusiano... Pero la postmodernidad líquida no se plantea nada. Eso sí, busca desesperadamente, pero no en cuanto modernidad, sino en cuanto naturaleza humana, lo cual no se puede obliterar.
Pero bueno, esto que digo también es "tono" opuesto al anterior, e igualmente relativo. Son tonterías, la doctrina catolica es otra cosa. El Espíritu del Concilio en gran medida es "tono". Como el Syllabus.
Tu crítica a los trads no me cabe. Por supuesto que la Revolución no se combate con las armas de hace 220 años. En realidad, tampoco se combatía con aquellas armas, los resultados están a la vista.
Hay que recurrir a mejores armas, más ontológicas, más latréuticas, más hondas. Porque nuestros enemigos no son de carne y de sangre: son las potestades que están en los aires.
--------------------------
Yolanda, Por tu "pufff" (el tono, jaja)parecía ser un poco moralista, un poquito desalentado.
Molinistas, seguro que no. Pelagianos tampoco.
Una interjección irrelevante y ya interpretas... ay, qué hombre éste. ¡ Con la de cosas bonitas que fdije después del "pufffff"!
Pues sí, pues sí... ya lo dice mi vecina, la Mary, mientras limpia los cristales: ""Habría que combatir la revolución Francesa, Yoli, con armas más ontológicas, más latréuticas"" Y yo le contesto, "Ya te digo, Mary, sobre todo más latréuticas" pero con el "tono" posconciliar, claro, y así, nos queda la conversación como con menos enjundia que cuando lo dices tú...
Francamente, luis, a veces me entran ganas de llamarte...qué sé yo... ¡¡¡Molinista!!!
;)
"¡Es la liturgia, estúpido!"
Parece que el nombre de “Telmo” se retrotrae al de San Erasmo, un Obispo mártir en la persecución de Diocleciano, venerado, desde tiempos remotos, sobre todo por los marineros italianos, como protector de los navegantes. Con el intercambio comercial y cultural entre Italia y España es muy posible que se diese una fusión entre la invocación a San Erasmo – Sant Ermo – y la invocación, originaria de los navegantes gallegos, a fray Pedro González.
Como escribe uno de los biógrafos de San Telmo, “siendo una e idéntica la función intercesora de los santos, la fusión fue fácil, imponiéndose el nombre más simple Sant Ermo”, que, pronto derivaría en la expresión, más fácil de pronunciar, de “San Telmo”.
__________
No es un punzón, es un cirio.
Ahí puede ver la portada de la Novena que he escrito sobre San Telmo, y aparece el cirio y el barco.
http://www.nauticaymaquinas.es/galeria/imgs/santelmo-.jpg
Esto dice el "Martirologio Romano":
"En Tuy, de Galicia, en España, beato Pedro González, llamado vulgarmente“Telmo”, presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como antes había deseado la gloria, entregándose a ayudar a los más humildes, sobre todo a marineros y pescadores (1246)".
Es un rasgo bastante simpático y poco sectario de la Orden, no preconiza santos propios con demasiado afán. Otras congregaciones se desesperan por tener una factoría de santos. Ahí juega un factor psicológico, vinculado con la inseguridad religiosa y la necesidad de recibir confirmaciones visibles y descartar la incertidumbre. Sentirse seguro, sancionada la fe en la organizacion por un Santo propio. Puede ser una actitud muy peligrosa,hasta sectaria, como se ha visto. Pereat mundum, sed fiat sanctum nostrum.
Hay también una tercera categoría de santos, los que se niegan a ser canonizados y hacen esfuerzos ímprobos para impedirlo, Newman por ejemplo. Aquí están los santos que Dios le impone a los mismo santos.
Benedicto está volviendo a la idea original de Lambertini, un culto confirmado y listo, por lo menos para los beatos.
San Telmo está encantadísimo en el cielo. Y nosotros tenemos una razonable certeza de que está, porque el Papa ha confirmado su culto.
Pero canonizarlo supondría un beneficio para nosotros. Es el patrono de una diócesis. Esa santidad reconocida universalmene - eso es la canonización - redundaría, creo yo, en bien de la diócesis que lo honra como patrono.
¿Cómo lo ve usted?
Al igual que nuestros queridos Padres, de la S.I.
La verdad, las reformas al proceso de (no le voy a decir Magno, algún día le voy a decir por qué creo que le cabe tal calificativo) Juan Pablo II han sido muy malas, para no hablar de las canonizaciones en concreto. No lo digo yo, lo dicen personas muy autorizadas. Y algunas canonizaciones o beatificaciones (la de Catalina de Emmerich por ejemplo) es claro que no hubieran superado el cartabón antiguo, que exigía por ejemplo ortodoxia impecable en todos los escritos. yo no digo que no sean santos, sino que no hubieran sido declarados santos antes. Está a la vista.
Yo no creo que se hay desprestigiado el proceso.
Yolanda, no me obligue...
Aclaro, para disipar posibles responsabilidades: Es todo SPH (al menos, por imperativo legal).
Tengo unos cuantos candidatos, y más cerquita, para ensayar las maledictiones.
Estoy a salvo.
demasiado joven : Un acierto suyo.
demasiado viejo para haber leído a Harry Potter : Eso, me lo pagará.
Bueno, sigo después, que estoy con el curso de vudú por correspondencia (SPH).
Dejar un comentario