Rasgos de la antropología tomista
En el día del Aquinate presentamos algunos rasgos, nada más, obviamente, de su concepción del hombre.
Queremos mostrar cómo la tesis tomista por lo general se eleva por encima de dos errores opuestos entre sí, uno por exceso y otro por defecto.
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El ser del hombre.
Existencialismo.
El ser humano no tiene naturaleza, es pura libertad.
Argumento de Sartre en “El existencialismo es un humanismo”: Si Dios existe, tiene en su mente desde la Eternidad de la idea del hombre, que constituye la naturaleza humana, pero entonces el hombre deberá necesariamente ajustarse a esa naturaleza suya, y no podrá ser libre. Pero el hombre es libre. Por tanto, Dios no existe.”
Por tanto, el ser humano no tiene naturaleza. Su existencia es anterior a su esencia, al venir al mundo, es pura libertad.
Cientificismo.
El ser humano es puro determinismo natural.
La naturaleza toda consiste en causas que producen necesariamente sus efectos, por tanto, no hay lugar para las causas libres, o sea, que eligen qué efectos producir en la realidad, todo lo que sucede en el ser humano y lo que el ser humano hace está determinado por leyes, aunque no podamos conocerlas por el momento.
Santo Tomás.
El ser humano tiene una naturaleza racional, por la cual tiene libre albedrío o capacidad de elección.
La idea del hombre que Dios tiene desde la Eternidad es la de un ser racional, y por tanto, dotado de libre albedrío. El ser humano es libre por naturaleza, de hecho Sartre mismo ha dicho que el hombre está “condenado a ser libre”.
Existe un determinismo natural, pero no está demostrado que haya un determinismo universal. Las naturalezas o esencias de los seres de este mundo son muy distintas unas de otras, y se dan según diversos grados de perfección. El grado de perfección más alto lo tienen las naturalezas racionales, que por eso mismo tienen capacidad de elección, y bajo ese aspecto escapan al determinismo natural.
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Materialismo.
El ser humano es un puro organismo.
La vida y el hombre no son más que formas particulares de organización de la materia. Las llamadas actividades espirituales del hombre son en realidad actividades de su cerebro.
Espiritualismo.
El ser humano es solamente el alma, el cuerpo es un accesorio.
O bien el cuerpo es pura apariencia, o bien alma y cuerpo, en el hombre, son dos sustancias distintas, accidentalmente unidas, como el navegante en el navío o el jinete en la montura, decía Platón, o dos sustancias, una extensa y otra pensante, decía Descartes.
Santo Tomás.
El ser humano es un compuesto sustancial de alma espiritual y cuerpo.
No son dos sustancias accidentalmente unidas, sino una sola sustancia.
No es una sustancia simple, sino compuesta de dos principios metafísicos que son el alma espiritual y la materia.
El alma espiritual es el principio de todas las operaciones vitales del ser humano, pero mediante dos clases de facultades: las que son facultades del compuesto, porque su objeto es algo sensible que se alcanza mediante órganos, y las que son facultades solamente del alma, porque su objeto es algo inmaterial que no puede alcanzarse con un órgano corporal. Ejemplo de lo primero son los cinco sentidos externos, ejemplo de lo segundo, la inteligencia y la voluntad. El pensamiento no se hace con el cerebro sino con la inteligencia, facultad del alma, si bien, como nuestro conocimiento intelectual se abstrae de lo sensible, es necesario el cerebro para proveer las imágenes sensibles de las cuales el intelecto abstrae los conceptos, pero una vez en posesión de los conceptos, es la inteligencia la que piensa con ellos sin intervención del cerebro en lo formal del pensamiento como tal.
Siendo capaz de obrar con independencia de la materia, el alma humana es también capaz de existir separada de la materia, es decir, es inmaterial e inmortal, porque el obrar sigue al ser.
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El obrar humano.
El conocimiento.
Platonismo.
El objeto de nuestros conceptos se da en la realidad, independientemente de nosotros, tal como se da en nuestra mente.
El argumento de Platón es que la ciencia existe y es posible, pero su objeto es lo universal e inmutable, y por tanto, debe existir en la realidad lo universal e inmutable, pues la ciencia es acerca de la realidad. Pero los seres dados en nuestra experiencia son particulares y cambiantes. Por tanto, debe existir un mundo superior, donde están las verdades realidades, que son las Ideas, y que son como los conceptos universales que hay en nuestra mente, pero existiendo fuera de nuestra mente.
Nominalismo.
Nuestros conceptos no tienen un objeto real distinto de los puros individuos.
El nominalismo vive de las contradicciones propias del realismo exagerado platónico. Lo universal y abstracto no existe como tal en la realidad, fuera de nuestra mente. No existe el hombre en sí, ni el mamífero, ni el animal. Por tanto, dicen los nominalistas, los individuos reales no tienen nada en común entre sí, no hay esencias o naturalezas de las cosas, sino solamente nombres que nosotros ponemos sobre la base de las semejanzas que hay entre los individuos dados en nuestra experiencia.
Santo Tomás.
El objeto de nuestros conceptos se da en la realidad, independientemente de nosotros, pero no del modo universal y abstracto que tiene en nuestra mente, sino del modo individual y concreto que tiene en las cosas mismas.
Contra el nominalismo y con el platonismo, la ciencia no es acerca de nuestras ideas, sino acerca de las cosas reales extramentales, y el objeto de la ciencia es lo universal y necesario.
Las esencias de las cosas son universales, en el sentido de que necesariamente han de darse en todo individuo que posea esa naturaleza, porque son precisamente las que le dan esa naturaleza, y son necesarias, porque no pueden no ser lo que son, no se puede cambiar una esencia sin por ello mismo tener otra distinta, como si al gato se le quita el ser mamífero, ya no es un gato.
Contra el platonismo, las esencias de las cosas no están fuera de las cosas, sino en las cosas individuales mismas, las cuales tienen características particulares y cambiantes, pero también tienen características comunes y permanentes.
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Empirismo.
El conocimiento procede de los sentidos y no rebasa el plano de lo sensible, de modo que no hay conocimientos universales y necesarios.
El empirismo se hace fuerte en la crítica a la tesis de las ideas innatas, pero cae, lógicamente al menos, en el relativismo, porque nuestra experiencia es siempre particular y variable y no puede por sí sola ser base para afirmaciones absolutas.
Racionalismo.
Tenemos conocimientos universales y necesarios que no proceden de la experiencia sensible, sino que son “a priori”.
El argumento que tienen en común tanto los empiristas como los racionalistas es el que dice que lo universal y necesario no puede proceder de la experiencia, que es particular y contingente. Los empiristas agregan una premisa que dice que la experiencia es nuestra única fuente de conocimiento, y concluyen que no tenemos conocimientos universales y necesarios. Los racionalistas, en cambio, agregan otra premisa que dice que tenemos conocimientos universales y necesarios, y concluyen que la experiencia no es nuestra única fuente de conocimiento, sino que además tenemos ideas innatas, que no proceden de nuestra experiencia y que hacen posibles esos conocimientos universales y necesarios.
El origen de ese postulado común a racionalistas y empiristas es el nominalismo: no hay esencias, los individuos dados en la experiencia son puros individuos particulares y contingentes.
Santo Tomás.
Todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos, no tenemos ideas innatas, pero tenemos un intelecto esencialmente distinto de los sentidos, capaz de abstraer los conceptos de la experiencia sensible y formar así conocimientos universales y necesarios.
Como se dijo contra el nominalismo, las cosas tienen una esencia o naturaleza, pero como se dijo contra el platonismo, esa esencia no está fuera de las cosas mismas, sino en ellas, y por tanto, individuada. Por eso mismo no es inteligible en acto mientras está en las cosas, porque el objeto de nuestra inteligencia es lo universal y abstracto, y en ese sentido es verdad que lo universal y necesario no está dado en la experiencia sensible, pero sí está dado en ella en potencia, y nuestro intelecto tiene la capacidad de actualizarlo, haciendo abstracción de las particularidades individuales y cambiantes.
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Como la mayoría de las antítesis que presentamos aquí, el racionalismo y el empirismo son fruto la decadencia de la filosofía escolástica y posteriores a ella, o sea, no es que Santo Tomás haya querido hacer una vía intermedia entre las diversas posturas filosóficas, sino al revés: esas posturas son el resultado de haberse perdido culturalmente la grandiosa síntesis tomista, atenta siempre a todos los aspectos de la realidad.
Kant, por ejemplo, quiere sintetizar el racionalismo y el empirismo, que son consecuencia de la disolución de la síntesis tomista, pero en el sentido contrario a Santo Tomás, porque acepta el principio de origen nominalista común a racionalistas y empiristas según el cual lo universal y necesario no está de ningún modo en las cosas, y así, explica el conocimiento por un factor empírico particular y contingente que es “a posteriori”, y por un factor racional universal y necesario que es “a priori”, dando origen así al idealismo, para el cual lo que conocemos depende de nuestro conocimiento, porque es el resultado de aplicación a la experiencia de categorías “a priori” que no proceden de la experiencia, sino solamente de nuestra mente.
Santo Tomás, por el contrario, aceptando por su realismo de los universales que hay esencias de las cosas y que el universal está por tanto en potencia en los entes particulares dados en nuestra experiencia, sostiene que nuestro intelecto extrae de la experiencia de las cosas mismas, mediante la abstracción, lo universal y necesario, en vez de aplicarlo a las cosas, como hace nuestro intelecto según Kant, y por eso, al contrario de Kant, no es idealista, sino realista: lo que conocemos no depende nuestro conocimiento para ser eso que conocemos de ello.
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El querer.
Intelectualismo.
La voluntad sigue siempre al entendimiento, de tal manera que sigue siempre el motivo mejor objetivamente hablando, salvo que haya error en el intelecto, de modo que el que hace el mal lo hace por ignorancia.
Es el error del intelectualismo ético de Sócrates, y del determinismo intelectualista de Leibniz, para quien la voluntad sigue siempre la mejor razón que le presenta el intelecto, aún en el caso de Dios, el cual, según Leibniz, ha debido necesariamente crear el mejor de los mundos posibles.
Voluntarismo.
La voluntad no depende del intelecto, sino a la inversa: el intelecto conoce las cosas como la voluntad quiere conocerlas.
Son las filosofías irracionalistas como las de Schopenhauer, Nietzsche o el existencialismo.
Santo Tomás.
La voluntad sigue siempre al intelecto, pero mueve a algunas potencias del ser humano a sus operaciones, entre ellas al intelecto mismo. La elección sigue siempre al último juicio práctico del intelecto, pero depende de la voluntad cuál sea el último.
El ser humano elige siempre lo que le parece mejor, pero es él el que determina qué cosa le parezca mejor, deteniendo en un punto la deliberación del intelecto. Por eso es posible el pecado, y constituye una culpa, ya que se trata de un error voluntario.
No existe el mejor de los mundos posibles, los mundos, como todo lo finito, siempre pueden ser mejores. Para Dios es lo mismo crear este mundo, crear otro o no crear nada, porque es el Bien Infinito, que no puede adquirir nada de las creaturas.
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Amoralismo.
No existe la ley moral, el ser humano es libre de seguir en todo siempre sus inclinaciones, en todo caso, el ser humano se da la ley a sí mismo (autonomía), y es responsable solamente ante sí mismo.
Voluntarismo.
La ley moral es expresión de la Voluntad de Dios sobre el hombre, y es ley moral por el solo hecho de que es expresión de la Voluntad divina. Lo que Dios manda es bueno porque Dios lo manda, de modo que también habría sido moralmente bueno lo contrario de lo que de hecho Dios ha establecido, si así Dios lo hubiese querido.
Santo Tomás.
La ley moral indica el modo de obrar que es coherente con la naturaleza humana y sus aspiraciones más auténticas. Es expresión de la Voluntad de Dios, porque Dios es el Creador del hombre, que le ha dado la naturaleza humana. Dios manda lo que manda porque eso es lo bueno. La ley moral natural es el mandato divino por el cual el ser humano está obligado a desplegar libremente las potencialidades más auténticas de su propia naturaleza.
La “autonomía” o autolegislación es imposible, porque el sujeto no tiene más autoridad que él mismo y por eso no puede estar obligado a cumplir una ley que él mismo ha promulgado; con la misma autoridad con la cual la hubiese establecido podría derogarla cuando quisiera.
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La sociedad.
Individualismo.
El ser humano es por naturaleza un puro individuo, la sociedad es una creación libre del hombre.
Es la doctrina de Hobbes, Locke y Rousseau acerca del “pacto o contrato social”.
Colectivismo.
Lo que existe ante todo es la colectividad, el individuo sólo existe como parte de la misma.
Es la doctrina, por ejemplo, del fascismo, el nacionalsocialismo, y el marxismo y socialismo en general.
Santo Tomás.
La persona humana es el individuo singular, la sociedad es un conjunto de personas, que son sociales por naturaleza.
La persona, dice Santo Tomás, es lo más perfecto de la naturaleza, y siguiendo a Boecio, la define como la “sustancia individual de naturaleza racional”.
El ser humano tiene una naturaleza social, que se basa por un lado en la incapacidad del individuo aislado o de la familia para procurarse todo lo necesario para una vida humana digna, y por otro lado, en la racionalidad, que lleva consigo la necesidad de la comunicación, que se manifiesta sobre todo en el lenguaje.
Eso hace que el vivir en sociedad sea algo natural para el ser humano, empezando por la sociedad más básica que es la familia, lo cual no quiere decir, obviamente, que sea natural la existencia de tal o cual sociedad histórica en tanto que distinta de las otras.
El fin de la sociedad política es el bien común temporal, el cual se subordina al Bien Común Eterno, que es Dios, y que es el fin del hombre como tal. El ciudadano, por tanto, debe obediencia a la autoridad civil en todo lo que tiene que ver con el bien común temporal de la sociedad, pero ésta no puede imponerle nada contrario a la ley moral natural.
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La religión.
Fideísmo.
Acerca de Dios sólo se puede conocer algo por la fe religiosa.
Es postura típica de, por ejemplo, el cristianismo protestante.
Racionalismo.
Sólo se puede aceptar lo que es evidente o demostrable.
O no es posible saber nada sobre Dios, o bien, la religión sólo es posible dentro de los límites de la sola razón, como quería Kant.
Santo Tomás.
El ser humano conoce por evidencia inmediata, por demostración racional, y por fe en el testimonio de un testigo creíble. La sola razón demuestra la existencia de Dios y sus principales atributos. Dado que Dios ha libremente querido crearnos en orden a un fin sobrenatural, ha sido necesario que nos revelase verdades sobrenaturales que superan la capacidad de la razón y que sólo podemos conocer por fe en su Palabra.
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En Metafísica, una opción fundamental es entre el ente unívoco, que se dice siempre en el mismo sentido, y el ente análogo, que se dice de distintos sujetos en sentidos en parte iguales y en parte diferentes.
Dentro de las filosofías que suponen la univocidad del ente, se puede afirmar o negar la realidad de los entes cambiantes e inestables. Si se la afirma, termina siendo la única realidad, porque el ente es unívoco. Así sucede en Heráclito, por ejemplo. Algo parecido sucede en el hinduismo, al menos en alguna de sus escuelas, por ejemplo la de Ramanujan, donde a pesar de que se afirma la inmutabilidad y trascendencia de Brahma, el primer principio, luego se afirma su identidad con los entes cambiantes, cuya realidad se sostiene.
Siempre dentro de las filosofías univocistas, si se niega la realidad de los entes cambiantes, o bien se afirma que la realidad consiste en el Ente Inmutable, como hace Parménides, o bien se afirma que lo “real” es el No Ente, la Nada, como viene a hacer el budismo. En el hinduismo, la escuela de Sankara o “Advaita” (no dualidad) afirma a la vez que sólo el Ser Inmutable es real, y que ese ser constituye nuestro verdadero “yo” (atman).
El tomismo es la filosofía del ente análogo. El “ente” dicho de Dios y de las creaturas es en parte lo mismo y en parte algo distinto. Sólo el Infinito es Ente en sentido pleno, puro y simple. Los entes finitos son entes por participación. El Infinito y lo finito no se encuentran en el mismo nivel ontológico, por eso pueden existir ambos, por supuesto que con total dependencia del ente finito respecto del Infinito. El ente finito, por eso mismo, no es parte ni modo ni manifestación sin más del Ente Infinito, sino creatura suya, y no se identifica con Él.
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Finalmente, dentro de las escuelas creacionistas se puede entender la relación entre Dios y las creaturas en forma semejante a una proporcionalidad matemática inversa, o a una proporcionalidad matemática directa.
En el primer caso, se piensa al menos implícitamente que a mayor intervención de Dios, menor consistencia e intervención de la creatura, e inversamente. Tenemos ejemplo de esto en el ocasionalismo de Malebranche, para el cual Dios es la única causa eficiente, siendo las creaturas solamente ocasiones para el obrar divino, no causas propiamente dichas. También en el molinismo, para el cual la obra buena salvífica depende en parte de Dios y en parte de la creatura.
En el segundo caso, se entiende que a mayor intervención del Creador, mayor consistencia e intervención, si se trata de acciones, de la creatura. Es el caso del tomismo, que no solamente reconoce a las creaturas un ser y una causalidad propias, sino que además entiende que la obra buena meritoria de la salvación es toda ella obra de Dios como Causa Primera, y toda ella obra de la creatura como causa segunda, movida por la Causa Primera.
Santo Tomás de Aquino, ruega por nosotros en tu día, para que por la gracia de Dios la luz de la verdad brille más y más cada día en este mundo nuestro tan profundamente extraviado. Amén.
26 comentarios
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Gracias y saludos cordiales.
Amén, amén y amén.
La mecánica cuántica no es determinística sino probabilistica, y es claro que los procesos fisico-químicos que tienen lugar en el cerebro son del tipo descripto por esta mecánica, no por la mecánica newtoniana.
La antinomia no es entre determinismo y libre albedrío sino entre éste y un puro probabilismo ciego. O sea, es otra manera de enunciar la antinomia pura materia (que se comporta probabilísticamente) versus espíritu + materia.
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El asunto es que aún en el probabilismo hay leyes (probabilísticas) y eso también va en cierto modo contra el libre albedrío, que es también la capacidad de hacer lo improbable.
Y más aún, el probabilismo en todo caso vale para lo microscópico, y no se ve ciertamente que altere el determinismo natural macroscópico, ahora bien, las acciones humanas son macroscópicas.
Saludos cordiales.
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El hecho es que a nivel macroscópico no hay probabilismo, sino necesidad, aunque ésta sea natural y no metafísica. Lo que pasa es que no hay forma de pasar lógicamente de "determinismo natural" a "determinismo universal". La idea de Laplace, por ejemplo, de que una inteligencia suficientemente potente que conociese todas las leyes naturales y el estado de todas las partículas del Cosmos en un momento dado, podría calcular infaliblemente el futuro, supone que en ese Cosmos no hay seres racionales dotados de libre albedrío.
Saludos cordiales.
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Gracias. Y conste que no he puesto nada acerca del tema de las pasiones, que Santo Tomás trata en forma extensa y minuciosa. Le dedica 27 cuestiones de la Suma Teológica, cada una con varios artículos.
Saludos cordiales.
Y también los comentarios.
Saludos cordiales
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Gracias y saludos cordiales.
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Es claro que eso se explica también en la óptica determinista, basta tener presente la inmensa variabilidad de los factores concretos que aparecen en cada situación diferente, que lógicamente arrojarán un resultado diferente.
En efecto, una cosa es que exista la probabilidad, y otra el probabilismo, o sea, la afirmación según la cual dados todos los antecedentes, el consecuente todavía puede ser éste o aquel, aunque alguno de ellos sea más probable que el otro.
Eso así dicho es inadmisible, porque se está afirmando que algo sucede sin razón suficiente para que suceda. Porque en esa hipótesis, fuera del hecho mismo de que se produce A o B, nada absolutamente distinguiría a la situación en la que se produce A de la situación en la que se produce B, lo cual quiere decir que esos antecedentes son irrelevantes para explicar la diferencia entre la producción de A y la producción de B, y entonces, como por hipótesis esos antecedentes son lo único que podría explicar esa diferencia, se sigue que dicha diferencia no tiene explicación, o sea, no tiene razón suficiente.
Por otra parte, la misma probabilidad mayor de, digamos, A respecto de B debe ser explicada, debe tener una razón suficiente. Evidentemente hay algo en la realidad que hace que en determinadas circunstancias A se dé con más frecuencia que B o que No A. Pero esa es una razón suficiente por así decir estadística, que no alcanza a explicar los casos individuales, porqué en este caso concreto se dio A en vez de B. Eso también requiere de una razón suficiente.
Saludos cordiales.
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Falta añadir un ismo más.
Me refiero al error de San Pablo, cuando contra Santo Tomás, en la carta a Tesalonicenses dice “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”
Propongo denominarlo paulismo tripartito.
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San Pablo usa simplemente esa expresión tripartita, sin pronunciarse acerca de la cuestión de si ese "espíritu" es un principio sustancial realmente distinto del alma espiritual, o no.
Según el Catecismo, la Iglesia enseña que ""alma" significa el principio espiritual en el hombre." (n. 363), "El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual" (n.364), "La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final" (n. 366). y finalmente:
"367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro "ser entero, el espíritu [...], el alma y el cuerpo" sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891)."
También dice el Catecismo:
"997 ¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús."
Entonces, si el alma es espiritual, si es lo que hace humano al hombre, si es lo que lo configura a imagen de Dios, si es inmortal, y si la resurrección consiste en la unión del alma con el cuerpo del que se había separado ¿qué necesidad hay de o qué lugar queda para un "espíritu" que sea de orden sustancial y realmente distinto del alma?
Porque además, ese "espíritu" es efectivamente, de orden sustancial o de orden accidental. Si es de orden accidental, estamos en que la sustancia humana consiste en el alma y el cuerpo. Si es de orden sustancial, entonces estamos en la teoría de las "dos almas" condenada por el IV Concilio de Constantinopla tal como lo recuerda el Catecismo en el pasaje citado.
Dice en efecto ese Concilio en DS 657:
"Can. 11. El Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan que el hombre tiene una sola alma racional e intelectiva y todos los Padres y maestros de la Iglesia, divinamente inspirados, afirman la misma opinión; sin embargo, dándose a las invenciones de los malos, han venido algunos a punto tal de impiedad que dogmatizan impudentemente que el hombre tiene dos almas, y con ciertos conatos irracionales, por medio de una sabiduría que se ha vuelto necia [1 Cor. 1, 20], pretenden confirmar su propia herejía."
Saludos cordiales.
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Claro, por eso alma espiritual, aparece por toda la escritura.
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En San Pablo no hay error alguno, porque él no afirma que haya dos principios sustanciales distintos en el hombre que sean el alma y el espíritu.
Justamente, el hecho de que el alma sea espiritual hace innecesario y redundante un "espíritu" distinto del alma misma.
Saludos cordiales.
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El hecho de que podamos prescindir en nuestros cálculos de las causas que producen un fenómeno no quiere decir que esas causas no existan o que no sean necesarias para explicar el fenómeno en cuestión.
En cuanto al libre albedrío, en efecto es imposible sin un principio espiritual y por tanto inmaterial.
Saludos cordiales.
Además hay estructuras en el cerebro humano diferentes a las de los demás mamíferos, y cuya lesión afecta gravemente al pensamiento abstracto o la memoria. Asimismo, las neuronas que se activan con la función sensorial y con el pensamiento abstracto son diferentes.
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Es que decir que el cerebro no es el órgano del pensamiento abstracto no es lo mismo que decir que el cerebro no juega ningún papel en el pensamiento abstracto. Justamente, los conceptos se abstraen de los datos sensibles, que son proporcionados por los sentidos y en definitiva por el cerebro. En nosotros, el pensamiento abstracto, si bien esencialmente distinto de la imaginación, tampoco es independiente de la imaginación. Santo Tomás nota que para pensar necesitamos siempre el trampolín, por así decir, de las imágenes sensibles. Y de ahí la necesidad de los ejemplos en la enseñanza. Los temas más abstractos producen en nuestra fantasía imágenes que obviamente no son aquello con lo que pensamos, porque si así fuese no tendríamos concepto del triángulo en general, que no es ni solamente escaleno ni solamente isósceles ni solamente equilátero, y sin embargo lo normal es que si razonamos sobre el triángulo tengamos alguna de esas imágenes en la fantasía. Toda esa actividad imaginativa al servicio del pensamiento abstracto falta, obviamente, en los cerebros de los irracionales.
Saludos cordiales.
Aunque el cerebro del ser humano actual está mucho más desarrollado que el de cualquier otro animal (aunque no tanto del de los homínidos extintos, que tenían un cerebro cada vez más parecido al nuestro), lo cierto es que entre los demás animales hay grandes diferencias en cuanto al desarrollo del cerebro y sus funciones. No es lo mismo el cerebro reptiliano que el de un primate o un delfín, ni los problemas que resuelven unos y otros. Un niño humano de muy corta edad no consigue resolver problemas simples que algunos primates sí.
En el desarrollo de computadoras se está empleando ahora el conocimiento de redes neuronales, animales y humanas, para mejorar su rendimiento. Si las neuronas no realizan operaciones lógicas, eso sería inútil.
Tampoco casa bien la teoría dualista con el mayor consumo de energía que se realiza en tareas intelectuales más complejas. Entre "imaginarse" un árbol o la comida de una fiesta e imaginar una jugada de ajedrez en un campeonato no debería haber mucha diferencia energética, pero el caso es que se consume más energía con un trabajo intelectual difícil que imaginando cosas más livianas.
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En cuanto a que algunos animales pueden resolver problemas que no puede resolver un niño pequeño, no es de extrañar, porque el ser humano depende ante todo de la razón, sus sentidos son muchas veces inferiores a los de otras especies, y en el niño pequeño es claro que la razón no está aún desarrollada suficientemente. El niño pequeño tampoco es capaz de construir un nido como el del hornero, que está hecho de modo que el viento no moleste a la cría, pero eso no quiere decir que el hornero tenga inteligencia, sino que tiene un instinto especializado del que el hombre en general carece, porque depende mucho más de la razón, y por eso el período de aprendizaje del humano es mucho más largo que el de las otras especies, que vienen al mundo con su equipo de instintos ya casi preparado para actuar.
La prueba justamente está en que el hornero “sabe” solamente hacer esos nidos, mientras que el ser humano tiene una apertura universal (eso es justamente la inteligencia) que le permite ser arquitecto, o músico, o ingeniero, o matemático, o….etc.
En cuanto al uso o incluso “fabricación” de herramientas, el argumento es el mismo: se trata en los animales irracionales de una conducta específica, en el sentido de que a una conducta corresponde una especie y viceversa. Es decir, hay cuervos que hacen ganchos con hierbas u otros materiales para atrapar gusanos, y no hacen otra cosa, mientras que los elefantes pueden usar palos para rascarse con la trompa, pero no hacen ganchos, etc.
En cambio, no hay instrumento que pueda usar o “fabricar” un animal irracional que no pueda usar o fabricar el ser humano. Otra vez la apertura universal de la inteligencia.
Esa apertura universal está basada justamente en la abstracción. El concepto abstracto significa una esencia que puede realizarse de muchas maneras diferentes. El ser humano puede ser alto, bajo, gordo, flaco, varón, mujer, joven, viejo, etc.
Lo mismo un “instrumento” o “herramienta”, puede ser de infinitas formas distintas entre sí y para infinidad de fines diferentes. Porque el ser humano tiene el concepto de “instrumento” o “herramienta” (algo que se usa en orden a conseguir otra cosa y que debe estar adaptado en su estructura para el logro de ese fin), es que puede fabricar cualquier clase de herramienta para cualquier propósito.
Por los datos que se poseen, es claro que los animales irracionales no tienen el concepto abstracto de “instrumento” o “herramienta”, sino que se valen de representaciones sensibles concretas, que por eso mismo están confinadas a un tipo específico de instrumento o herramienta en cada caso.
Incluso en los casos en que hay utilización de instrumentos por parte de los animales irracionales que no son comunes a toda la especie, de todos modos no sobrepasan una cierta área muy estrecha de comportamiento, y de hecho, no hace falta que algo sea instintivo para que no esté basado en conceptos abstractos sino en imágenes sensibles concretas, lo cual explica además ese alcance reducido de la actividad instrumental en los irracionales.
No hace falta que las “redes neuronales” artificiales realicen operaciones lógicas, como no hace falta que las realicen los “circuitos lógicos” de las computadoras, que sólo procesan impulsos eléctricos, pero con un diseño “lógico” dado por los humanos. Y por la misma razón tampoco hace falta que las neuronas reales realicen operaciones lógicas.
Las neuronas intervienen en el proceso de aprendizaje, pero este proceso se basa en muy gran medida en datos e imágenes sensibles, de hecho, se dice que la competencia en ciertas áreas depende más del entrenamiento que del aprendizaje de conocimientos, y el entrenamiento tiene que ver en gran medida con reacciones ante imágenes sensibles. No se aprende a andar en bicicleta estudiando teoría bicicletera, sino aprendiendo por medio de la práctica a coordinar datos sensibles con movimientos del cuerpo.
Del mismo modo, no es que la inteligencia artificial “Alpha Zero” haya aprendido teoría ajedrecística, sino que, precisamente gracias al mecanismo de las “redes neuronales”, ha llegado a asociar correctamente las posiciones de las piezas en el tablero con las jugadas más oportunas en cada caso, y lo ha hecho mediante la prueba y el error, jugando miles de partidas contra sí misma y asignando “pesos neuronales” diferentes a las jugadas según el éxito o fracaso de las mismas.
En todo ello no hay un solo concepto universal de por medio, sino, en su lugar, miles de asociaciones entre posiciones y jugadas concretas que constituyen la “información” que se va acumulando en la “red neuronal”.
Eso es exactamente lo contrario de lo que llamamos una persona inteligente, es como si un buen matemático fuese el que recordase con precisión todas las operaciones matemáticas concretas, en vez de tener la capacidad de razonar correctamente en temas matemáticos a partir de principios generales.
Esto es fundamental: las leyes de la lógica son distintas de las leyes de la física e irreductibles a ellas. Un silogismo no es válido por cumplir con tales o cuales leyes físicas, aunque se pueda fabricar una máquina que imite el razonamiento lógico como lo hace Alpha Zero. Sabemos por qué es válido un silogismo, y no tiene nada que ver con la física.
En cuanto al consumo de energía, es claro que el mayor consumo de energía en las tareas intelectuales complejas no se explica en el dualismo, porque si el alma es una cosa pensante accidentalmente relacionada con una cosa extensa, y la energía de la que hablamos es la misma energía de las operaciones vitales del cuerpo, no se ve porqué habría de haber gasto de la misma en las operaciones del alma.
La cuestión es que el tomismo no es dualista. El alma espiritual es la forma del cuerpo, por ella el cuerpo es cuerpo, viviente, animal y racional, y en definitiva, humano. En rigor, el ser humano es un organismo, cuya forma sustancial es el alma espiritual. El alma espiritual es fuente última de toda la energía que utiliza el ser humano, y es lógico que se utilice más energía en las operaciones más elevadas, que son las de la inteligencia y la voluntad.
Piénsese que una imagen sensible representa a un solo individuo concreto, mientras que un concepto abstracto se extiende potencialmente a infinidad de individuos. Es lógico que la abstracción de un concepto insuma más energía que la representación sensible de un individuo concreto.
Saludos cordiales.
Es decir, es un animal, si bien es un animal racional, y el conocimiento intelectual exige el pasaje a lo inmaterial. Por eso Santo Tomás dice que la mayoría de las personas pasan su vida "in sensibus", es decir, sin salir del plano de lo sensible.
Y por eso nos cuesta un esfuerzo la abstracción y el razonamiento lógico, y es natural entonces que gastemos más energía para realizar esas operaciones.
De ahí también la mayor dificultad para muchos de la filosofía tomista, que rehúsa sustituir los conceptos por las fáciles imágenes.
Saludos cordiales.
Sin embargo lo que nunca hicieron los simios fue preguntar. Nunca mostraron ninguna inquietud acerca del mundo, de ellos mismos o de los cuidadores. No mostraron ninguna capacidad para elevar el intelecto mas allá de las necesarias respuestas ante los estímulos del mundo de lo sensible. Como vemos, todo lo contrario que un niño, cuya capacidad de asombro se manifiesta desde la cuna.
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Es posible que todo eso se explique por asociación de ideas, pero en el plano de la imaginación, que es una facultad sensible. Los animales tienen imaginación, por eso los perros sueñan, por ejemplo.
Y eso explica la falta de dinámica intelectual, consecuencia lógica de la falta de intelecto.
Saludos cordiales.
A nivel social, también parece haber grandes diferencias, con descubrimientos sorprendentes como el de dos comunidades que vivían a diez días de camino pero que no se cruzaron en cincuenta mil años, algo impensable en nuestra especie.
El autor ve probable que nuestra especie, más eficiente creando herramientas y colaborando entre sí, arrinconada a los Neandertales hasta su extinción, no sin antes cruzarse con ellos en varios momentos y adquiriendo algunos genes que aún portamod
Lo que apunta a que no sólo se trata de seres vivos más o menos inteligentes, sino además de distintas inteligencias en función de la manera en que se estructura el cerebro y no sólo su tamaño. Si la inteligencia depende de tener alma, debían tener alma, pero diferente a la nuestra, como sus cerebros.
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Es clave la distinción real entre la sustancia y los accidentes. La sustancia existe en sí, los accidentes existen en otro, es decir, en la sustancia. Los accidentes son, en sentido amplio, propiedades, la sustancia es sujeto de propiedades y no es propiedad de ningún sujeto.
En la sustancia no cabe el más o el menos: no se puede ser más o menos hombre o más o menos perro. Pero sí en los accidentes: se puede ser más o menos inteligente, grande, pesado, etc.
Por eso mismo el cambio sustancial es instantáneo, mientras que el cambio accidental puede durar un cierto lapso de tiempo, porque no hay grados intermedios entre ser hombre y no serlo (por eso la muerte, en la cual el alma se separa del cuerpo, el cual deja por tanto, de ser propiamente un cuerpo humano para convertirse en cadáver, es instantánea), pero sí hay una progresión gradual posible en las distancias, las fuerzas, los tamaños, los pesos, etc.
De modo que la diferencia de capacidades intelectuales no arguye para nada diferencia de almas espirituales.
A su vez es lógico pensar que una mayor potencia intelectual le exija un mayor trabajo a la imaginación que aporta las imágenes que son el material de la abstracción, y que una imaginación más vívida sea un mejor instrumento para la inteligencia y haga posible así un pensamiento más abstracto y profundo, aunque accidentalmente puede ser también un obstáculo, si la persona se concentra en las imágenes de modo que se habitúa a asociar imágenes en vez de razonar con conceptos.
Y donde hablamos de mayor actividad de la imaginación es claro que hablamos de mayor actividad cerebral y no es extraño entonces que haya también un mayor desarrollo cerebral, aunque no necesariamente en tamaño, pero sí en organización interna de las células del cerebro.
Esas diferencias accidentales son muy comunes en la especie humana, sin que por eso haya que negar la unidad de la misma. Entre los mismos “sapiens” hay diferencias accidentales muy notorias, piénsese nada más en la cuestión de las razas humanas.
De hecho, así como se dice que ha habido “cruza” entre los neandertales y los sapiens, y que parte del código genético actual de la humanidad procede de los neandertales, se puede decir también que ha habido “cruza” entre blancos y negros, o asiáticos y australianos.
Eso no cambia nada en lo sustancial, porque lo sustancial viene dado por la forma sustancial, que en el caso del ser humano es el alma espiritual, que lo capacita para hacer algunas de las cosas que hacían los neandertales, como por ejemplo, enterrar a los muertos.
Saludos cordiales.
Si la teoría dualista es correcta, como neandertales y sapiens eran y son inteligentes, y se necesita un alma inteligente para el pensamiento, ambas especies tendrían alma inteligente. Eso se haría extensivo a otras especies de Homo coetáneas (como denisovanos y floresiensis) o anteriores (heidelbergiensis, antecessor, etc). Normalmente quien defiende el dualismo en occidente dentro de la tradición abrahámica hace hincapié en el carácter único del alma humana entre el resto de especies.
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El hecho es que por pequeñas que sean, hay diferencias genéticas entre las distintas razas humanas actuales, lo cual es obvio porque de lo contrario no se heredaría el color de piel, etc.
Concedido que las diferencias genéticas con los neandertales sean mayores, el asunto es que se trata de una cuestión de grados, pero la diferencia entre ser humano y no serlo no es una cuestión de grados.
Y sí, todo animal bípedo de este planeta que haya poseído un alma espiritual ha sido un ser humano, y pertenece a la única especie humana. En lo cual no hay grados, porque el alma se tiene o no, y es espiritual o no lo es.
No hay más remedio que admitir diferencias esenciales. No todo es cuestión de agregar o sustraer partículas. El tigre no es un león modificado, por la sencilla razón de que no es un león.
Porque además, con esa forma de pensar quedarían al final sólo las modificaciones, ya que los sujetos a su vez serían modificaciones de otro sujeto anterior. El tigre no podría ser un león modificado, porque a su vez el león sería un leopardo modificado, y así "in infinitum".
Llegaríamos así a la melancólica constatación de Aristóteles sobre la filosofía de Heráclito, que es como un vuelo sin pájaro que vuele. A mí me gusta también hablar de una carrera sin corredores.
Saludos cordiales.
La consideración de que la sapiens y la neandertal eran especies distintas se hizo antes del avance en el estudio genético, allá por el siglo XIX. Podemos recordar la película En busca del fuego, de mediados de los años 80, donde a los neandertales todavía se les representaba con un aspecto físico mas cercano al de un simio que al de un ser humano.
Hoy se sabe que los neandertales tenían un aspecto mas similar al de un sapiens que el de un pigmeo a un germánico y que sapiens y neandertales podían reproducirse entre ellos, pero por alguna curiosa razón los limones han entrado en el debate.
Desde el punto de vista evolutivo se considera que la diferenciación genética entre distintos grupos se establece únicamente por razón del aislamiento que se pueda dar entre ellos. Para lo cual no es necesario que haya una gran diferencia anatómica o física, basta el hecho de pertenecer a etnias diferentes, como sabemos por el comportamiento del ser humano actual.
Nosotros somos genéticamente compatibles con los Homo Sapiens de hace 50.000 años porque su genoma era muy similar. Pero no somos compatibles con sus antecesores de hace un millón de años, que tenían un genoma demasiado diferente.
Nosotros y los neandertales éramos compatibles porque no estábamos muy alejados aún de un antepasado común, pero tampoco era frecuente la descendencia fértil. Éramos especies inteligentes diferentes. Si es necesaria el alma espiritual para ello, ambas las tendrían. Yo entiendo que la inteligencia es una función del cerebro. El cerebro de un neanderthal era muy similar al nuestro, aunque con diferencias que daban lugar a una inteligencia diferente en varios aspectos. El cerebro de un reptil es muy diferente al nuestro y no les permite pensar (de hecho, es casi literalmente una parte del nuestro, porque compartimos sus estructuras en la parte más antigua de los nuestros)
Tigres y leones se pueden hibridar, porque aún no están suficientemente alejados entre sí. En alguna escasa ocasión, ese híbrido es fértil. Pero en cada generación las especies se separan más y más entre sí y llegará un momento en que no podrán hibridarse.
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Aquí el problema de fondo es que los realistas sostenemos que efectivamente existen los tigres, y que no son leones ni ninguna otra cosa más que tigres.
Es decir, efectivamente se trata de un "fenómeno discreto".
No se puede ser más o menos tigre. No existen los tigres, los tigre, los tigr, los tig, los ti, los t, y después los leones (o los l).
Es decir, sostener lo contrario lleva a decir que en realidad no hay especies, sino solamente una especie de flujo.
En un planteo gradualista, cualquier línea que se quiera poner, se podría llevar un poco más para allá, o un poco más para acá.
Lo cual es lo mismo que decir que no se puede poner línea alguna, o sea, que solamente hay un flujo.
Dicho de otra manera, una especie es un conjunto de caracteres necesarios, y eso quiere decir, que ninguno de ellos puede faltar si es que algo va a ser de esa especie.
Porque si no hay caracteres necesarios, es lo mismo que decir que no hay requisitos para ser de esa especie: cualquier cosa puede ser de esa especie, o sea, esa especie no existe.
Si se puede ser perro siendo reptil, entonces no existen los perros.
Y por eso no hay gradualismo posible.
La alternativa es rigurosa: o hay caracteres necesarios, y entonces, efectivamente las especies son "discretas" unas respecto de otras y no continuas, porque la falta de uno solo de esos caracteres determina una especie diferente, o no los hay, y entonces, no hay especies, porque no hay requisito alguno (= carácter necesario) para ser perro o para ser cualquier cosa.
Lo que pasa es que, por falta de reflexión filosófica, se sigue conservando el realismo en la parte de atrás de la mente, al mismo tiempo que se lo niega para el público. Sólo así se consigue no ver el absurdo de la tesis gradualista.
Más coherente filosóficamente sería asumir la filosofía de Heráclito: "todo cambia y nada permanece", que lleva a que sólo existe en definitiva el cambio, porque según ese dicho, no puede haber un sujeto permanente del cambio.
Pero entonces se vería claramente el absurdo, como dice Aristóteles, de un vuelo sin pájaro que vuele. El pájaro puede volar todo lo que quiera mientras siga siendo pájaro, en el momento en que deja de serlo, deja de volar (como pájaro, al menos).
A veces nos olvidamos de los sujetos por atender solamente a los predicados.
Por tanto, con los neandertales y todos los otros la cuestión es simple: o son seres humanos o no. Si lo son, tienen alma espiritual, si no la tienen, no son seres humanos. Si realizan actividades que son típicamente humanas como pintar murales o enterrar a los muertos, entonces son humanos y tienen un alma espiritual.
Si tienen un cerebro diferente del nuestro, eso todavía no quiere decir nada. Hay que ver si muestran signos de actividad típicamente humana, o no. En caso afirmativo, tienen alma espiritual y son humanos. En caso negativo, ni una cosa ni la otra, o al menos, no podemos afirmar ni una cosa ni la otra.
No olvidar el chiste de los africanos: los monos saben hablar, pero no lo hacen para que no los pongan a trabajar.
¿Pero entonces puede haber casos en que no podamos saber si se trataba de seres humanos o no? Efectivamente, la vida es dura.
¿Y entonces no eran ni humanos ni no humanos en la realidad? Imposible, lo prohíbe el principio de tercero excluido. O eran humanos, o no lo eran.
¿Podremos vivir entonces cargando con la incertidumbre acerca si determinados seres eran humanos o no? Sin duda.
Saludos cordiales.
- el filosófico que defiende, en el que cada especie viva es diferente y separada de todas las demás, sin relación filogenética entre ellas. Las similitudes genéticas entre especies son casuales. Un tigre y un león no tienen ancestros comunes, pese a su genoma tan parecido.
Por el contrario, dentro de la misma especie, el genoma permite identificar a los progenitores de un individuo, pero según este punto de vista esto no puede extenderse fuera de una misma especie
- la de la ciencia biológica (en particular la genética y la paleontología) que defiende la relación filogenética entre especies, con lo que todos los sujetos vivos están emparentados más o menos remotamente por descender de ancestros comunes y la especiación es un fenómeno continuo. Las similitudes genéticas entre especies implicarían una ascendencia común. Tigres y leones tienen un genoma tan parecido porque descienden de especies anteriores comunes. Dentro de la misma especie, el genoma permite identificar a los padres de un individuo por la misma razón.
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Es un poco más complejo. Lo único que hay que afirmar filosóficamente hablando, entiendo, es que entre la especie A y todo lo que no sea ella misma no puede haber grados intermedios, por el principio de tercero excluido.
Digo "todo lo que no sea ella misma" en cuanto tal, formalmente tomado, porque es claro que entre A y B puede estar C, pero el asunto es que no puede haber nada entre A y No A.
Y con eso alcanza para que no pueda haber pasaje gradual de una especie a otra que la siga inmediatamente.
Es decir, es claro que entre el tigre y el elefante pueden estar el león, el perro, etc., pero el asunto es que, o seguimos así "in infinitum", lo que es absurdo, o llegamos a una especie que sigue inmediatamente al tigre sin gradualidad alguna.
Ahora bien, eso no es todavía negar la descendencia de las especies (ni tampoco afirmarla).
Es solamente negar la descendencia gradual de las especies.
Y en el sentido arriba dicho. Porque de nuevo hay que distinguir lo esencial y lo accidental. Podría ser que una serie gradual de cambios accidentales fuese seguida por un cambio sustancial instantáneo.
Es decir, la descendencia o no de las especies es una cuestión de hecho, que debe resolverse con los argumentos propios de la biología, paleontología, etc.
El problema es cómo se la entiende filosóficamente.
Ahora bien, si se pregunta qué causa sería capaz de producir instantáneamente el cambio sustancial de la especie "A" a la especie "No A" que sea, mi tesis es que eso solamente lo puede hacer la Causa Primera. Porque naturalmente hablando es claro que no es posible que un individuo de una especie se transforme en un individuo de otra especie, ni que padres de una especie tengan un hijo de otra especie.
Saludos cordiales.
Además, antes del descubrimiento del ADN sólo podíamos conocer el fenotipo de los seres vivos (y sus restos fósiles si estaban extintos). Ahora, una vez es posible secuenciar el genoma de especies, sí es posible establecer el parentesco entre ellas y además de toda la transición del genoma desde un punto temporal hasta el actual.
En puridad, toda la vida de este planeta no es más que expresiones momentáneas del ADN. Hay seres vivos de todo tipo de forma, aspecto, alimentación, pero todos tienen un genoma.
Las "especies" son conjuntos puntuales de seres cuyo ADN en un momento dado es compatible entre sí. Da igual lo distintos que sean los individuos en cuanto a su fenotipo, mientras su genoma sea lo suficientemente similar, son la misma especie. No sé si el compartir un genoma compatible satisface su criterio filosófico de especie, pero es lo que hay.
Todos los leones de este momento son compatibles entre sí, y lo son con sus predecesores, éstos con los suyos y así.
Pero, si seguimos esa cadena hacia atrás, llega un momento X en el que el genoma de los individuos ya no sería compatible con el momento actual T. Porque el genoma va cambiando con el tiempo irremediablemente, más o menos rápido según las circunstancias ambientales.
Así, por ejemplo el ser humano actual tiene pequeñas diferencias en el genoma entre sí. Los indoeuropeos, por ejemplo, portamos un gen mutante que nos hace tolerantes a la lactosa, algo de que la mayoría de la humanidad carece (eso nos permitió aprovechar mejor el pastoreo en nuestro origen centroasiático), y la población africana suele ser más proclive a la diabetes por su genética. Son diferencias ínfimas que no impiden la compatibilidad en este momento, por lo que somos de la misma especie. Pero se van acumulando. Gracias a eso, por ejemplo, ha sido posible trazar el origen geográfico de poblaciones humanas, al rastrear las mutaciones que portan y que comparten con habitantes de otras regiones.
Los individuos del momento T-x serían una especie distinta de la de sus descendientes del momento actual T. Pero no hay un corte radical: no hay hijos de especies diferentes a sus padres. Los dinosaurios no pusieron huevos de los que nacieron gallinas, a pesar de que las aves descienden de los dinosaurios. Ese es el error de mucha gente cuando escuchar hablar de la evolución: el pensar en las especies de un modo "discreto" y de que una especie "tiene hijos de otra especie". Pues no, de una generación a otra no hay un cambio tan grande en el genoma (salvo, claro, que lo creemos nosotros artificialmente en un laboratorio).
Cada escalón es compatible con el precedente y el posterior. Eso en biología se llama especiación.
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En realidad, aun si no tomamos en cuenta la distinción entre sustancia y accidente, el pasaje de una especie a otra no puede ser gradual.
Es decir, el pasaje de una especie a la inmediatamente siguiente, pero es que eso va incluido en el concepto mismo de “inmediatamente siguiente”.
Porque si no hay especies inmediatamente siguientes, es porque entre toda especie y cualquier otra especie posterior hay infinitas especies, lo cual es absurdo.
Pero si hay especies inmediatamente siguientes, es que son inmediatamente siguientes, o sea, entre ellas no hay grados, sino abruptez.
A no ser, claro, que no haya especies, sino solamente un cierto fluir.
Mismo si, ignorando, de nuevo, la distinción entre sustancia y accidentes, decimos que las especies son solamente conjuntos de cromosomas o de genes, por ejemplo, una especie sería A, B, C, y D. Pero para pasar de eso a otra especie habría que sustituir una de esas letras, o agregar otra, o quitar una, y eso en todo caso es siempre puntual, sin grados intermedios.
Porque incluso si se dice que se puede agregar o quitar muchas letras sin que cambie la especie, el hecho es que el cambio, cuando suceda, va a tener que ser, sí o sí, por una letra sola, la cual ya no puede dividirse en letras a su vez, a no ser que optemos por el retroceso al infinito, que como ya dije, es absurdo.
La misma frase “no hay hijos de especies diferentes a sus padres” tiene consecuencias lógicas devastadoras, a saber, que si no hay otro origen posible de las especies que la descendencia, entonces hay una sola especie, a no ser admitamos que durante la vida de uno de esos descendientes se produjo en él un cambio súbito de especie.
Claro, “si no hay otro origen posible de las especies que la descendencia”, porque podría ser que al principio fuesen creadas varias especies distintas, y entonces sí, cada una podría seguir por los siglos teniendo hijos de esa misma especie, y esas ramas paralelas constituirían para siempre todo el número de las especies existentes, salvo nuevas creaciones.
Lo que suele ocurrir en estos temas es que la imaginación puede cosas que la inteligencia o razón no puede. Por ejemplo, de chico yo veía los dibujos animados en los que el Coyote se ponía bajo el brazo el agujero portátil y se iba a buscar un lugar donde colocarlo para que cayese en él el Correcaminos.
Del mismo modo, no cuesta nada imaginarse un tigre que gradualmente se va transformando hasta que aparece un león, y, aquí está el asunto, suponer que no tiene por qué haber más que eso para entender la cosa, y que porque se la puede de algún modo visualizar ya por eso es posible sin más.
Pero en ambos casos la razón dice: "no, a ver, un momento, aquí hay algo que no funciona, y en todo caso, para que esto sea posible habrá que recurrir a algunos principios a lo mejor no imaginables".
Por eso, las cuestiones filosóficas tienen que ser tratadas antes. Una vez que están en orden las categorías básicas, entonces se puede lanzar uno a interpretar los datos empíricos.
Saludos cordiales.
Recién lo leo, que estuve ocupado (también con santo Tomás y su escuela...).
Cordial saludo.
In Domino.
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Gracias y saludos cordiales.
Santo Tomás, al hablar de la sociabilidad como natural, la fundamenta en la necesidad de las sociedades para que el hombre pueda alcanzar su perfección natural.
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Ésa es la distinción en la que Maritain trata de fundamentar su "Nueva Cristiandad" laica, con la que busca un "tercer camino" entre el liberalismo y el socialismo: como "individuo" el ser humano está en función del Estado, como "persona", el Estado está en función de él.
El problema es que la persona es, según Boecio, la "sustancia individual de naturaleza racional", y por tanto, en el ser humano "individuo" y "persona" es lo mismo.
La fórmula tomista me parece que sería la siguiente: el bien común, que es el fin de la sociedad terrena, es mayor y más importante que el bien individual, pero a su vez, el bien común de la ciudad terrena se ordena al fin último del hombre, la visión de Dios, que es un acto individual, es decir, la persona humana tiene un fin último que trasciende el bien común de la sociedad terrena.
Por eso el Estado tiene que respetar y hacer valer la ley moral natural, y en definitiva, debe dejarse guiar en esas cuestiones por la Iglesia.
Saludos cordiales.
Pero en el mero orden natural, prescindiendo del orden (y, por tanto, del fin) sobrenatural, también se puede decir que el orden social se ordena a la persona y su perfeccionamiento como a su fin (cf. CCE, n. 1906). Por lo demás, ya Aristóteles planteaba la vida contemplativa, según las virtudes dianoéticas, como superior a la vida política.
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Pienso que sí, en el sentido de que el fin último del hombre es siempre Dios, que en el hipotético caso de un estado de "naturaleza pura" sería alcanzado no mediante la visión, que es algo sobrenatural, sino mediante la acción natural del intelecto de conocer las causas partiendo de los efectos.
Y por tanto, el fin último del hombre trasciende siempre el bien común temporal, que es el fin de la sociedad política, el cual se ordena en cualquier hipótesis al fin último del hombre y de toda la Creación, que es Dios.
Saludos cordiales.
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Esa definición se entiende bien, pienso, si se entiende que el bien común es un bien y no solamente las condiciones para disfrutar de un bien, y que por tanto, esas condiciones son bienes, pero entendiendo además que el bien común es un bien y no solamente un conjunto de bienes, pues esos bienes están unificados en el hecho de constituir el bien temporal de una sociedad humana. Lo que pasa es que es un bien común, es decir, un bien del que alguien participa en tanto que es miembro de una comunidad.
Es decir, mientras que el término "condiciones" parece apuntar a medios, el bien común es un fin, es el fin de una sociedad dada, pero claro, es un fin intermedio, subordinado a su vez al fin último, en el cual consiste la perfección de las personas como tales.
Por eso mismo no es lo mismo que el bien de la persona individual como tal, y en ese sentido sí, se ordena al bien de la persona individual como tal, pero ese bien, entendido en plenitud, no es de esta vida, sino que consiste en la consecución del fin último, y tiene lugar, por tanto, en la Eternidad.
Mientras que el bien común de la sociedad política es un bien temporal, que integra distintos aspectos: la seguridad pública, una cierta prosperidad, la justicia, etc.
Integra también el cultivo de las virtudes, pero es que las virtudes también se ordenan al fin último del hombre y no consisten en ese fin último como tal.
Parece que se puede decir, entonces, que si miramos a la persona humana en relación con su fin último, hay una primacía de la persona individual, mientras que si la miramos en relación con el bien común temporal, hay una primacía de la comunidad.
No es una distinción entre aspectos del ser humano como tal, sino según el fin en en relación al cual se considera al hombre.
Según esto, el bien temporal de la persona individual se subordina al bien temporal de la comunidad política, que a su vez se subordina al bien eterno de la persona individual.
Saludos cordiales.
Eso es obviamente imposible. Nunca han existido la Tierra condiciones ambientales apropiadas para todas ellas a la vez. Los artrópodos gigantes del Carbonífero, por ejemplo, necesitaban más oxígeno del que hubo antes de ese período y del que ha habido después (por eso, afortunadamente, ya no hay ciempiés de tres metros de largo ahora). Los mamuts lanudos no existieron antes de los últimos períodos glaciares, etc. Además de que el registro fósil debería ser homogéneo, conteniendo todos los estratos las mismas especies, lo cual no es así.
Los humanos no hemos comido mariscadas de trilobites y ammonites ni filetes de triceratops, porque llevaban largo tiempo extintos cuando nosotros aparecimos. No hay restos de dinosaurios comidos en las cuevas que habitamos.
Es curioso la poca importancia que le da al genoma y sus cambios, no sé si por dificultad para encajarlo en su concepto filosófico de especie.
El genoma es seguramente el descubrimiento más importante que ha dado la biología en el siglo pasado. El proceso de especiación no es más que la expresión de la historia de los cambios del genoma. Gracias a que el genoma va mutando, la vida no se ha extinguido por los enormes cambios que ha sufrido el planeta. Realmente la vida terrestre es una sola bajo diferentes apariencias, y eso es algo que hemos podido probar hace apenas un siglo. Con el ADN se pueden crear todas las formas de vida de este planeta.
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Es que del hecho de que las especies se sucedan no se deduce que procedan unas de otras, y tampoco del hecho de que procedan unas de otras se deduce que lo hagan o lo puedan hacer gradualmente, que es el tema en discusión.
No es que los cambios del genoma no sean importantes, sino que cualquier cambio del genoma, puntualmente considerado, o determina una especie distinta de la anterior, o no. En el primer caso tenemos sucesión no gradual de las especies. En el segundo, no tenemos todavía sucesión de especies.
Y no sirve apelar a una serie de cambios en el genoma, porque para cada uno de ellos se plantea el mismo dilema.
Ahora bien, si en realidad la vida es una sola y las especies son sólo apariencias, entonces estamos en que la única forma en que las especies pueden proceder gradualmente unas de otras es si no existen.
Porque en efecto, es absurdo el concepto de una transformación gradual de una especie en otra distinta de ella, como ya vimos, y por tanto, si se afirma la transformación gradual, hay que negar las especies.
La vida no se transforma, ni gradualmente ni no gradualmente, en algo distinto de la vida. Por tanto, si ella es lo único real, en el fondo, entonces no hay cambio alguno, ni transformación alguna, ni sucesión alguna, ni diversidad alguna.
Curiosa forma de explicar la evolución.
Por el contrario, entiendo que hay que afirmar que sí hay diferencias sustanciales entre los seres vivos, y que la inmensa variedad de las formas vivientes no es sólo aparente, sino real.
Como dije, el punto de partida realista en estos temas es que los tigres realmente existen. Nadie ha visto ni puede ver a la vida caminando por ahí, más bien, ella es algo de los seres vivos.
Saludos cordiales.
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