¿Es la misericordia el principal atributo de Dios?
Dice el Card. Walter Kasper en su libro La misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana:
“La misericordia es más bien el lado visible y operativo hacia fuera de la esencia de Dios, quien es amor (cf. 1 Jn 4,8.16). Expresa la esencia divina, que se halla graciosamente volcada hacia el mundo y los seres humanos y hacia ellos vuelve a volcarse una y otra vez en la historia, esto es, la bondad y el amor inherentes a Dios. La misericordia es la caritas operativa et effectiva de Dios. Así pues, la misericordia debe ser tenida por el principal atributo divino.” (p. 92)
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En contra:
El principal atributo de Dios no puede nunca faltarle a Dios. Pero la misericordia habría podido faltarle, en caso de que Dios no hubiese creado el mundo, por ejemplo. Luego, la misericordia no es el principal atributo de Dios.
A favor:
Distingo la Menor: Habría podido faltarle a Dios el ejercicio concreto de la misericordia, no la capacidad para la misma.
En contra:
A Dios no podría faltarle tampoco el ejercicio concreto de su principal atributo. Pero el ejercicio concreto de la misericordia sí habría podido faltarle, por ejemplo en el caso de no haber creado nada. Por tanto, la misericordia no es el principal atributo de Dios.
Además, el principal atributo de Dios no puede tomarse de la relación entre Dios y la creatura, sino que ha de ser algo que pertenece a Dios en relación consigo mismo. De lo contrario, resultaría que la relación entre Dios y la creatura es esencial a Dios y que por tanto Dios no podría no haber creado el mundo. El Amor sí puede predicarse de Dios en relación consigo mismo, como Amor trinitario. Pero la misericordia no tiene sentido al interior de Dios, porque allí no hay miseria alguna a la que arrimar el corazón.
A favor:
Se puede decir que la misericordia no es el principal atributo de Dios absolutamente hablando, pero sí en relación a las creaturas.
En contra:
Eso llevaría a la consecuencia de que el pecado es de algún modo esencial a las creaturas, lo cual es falso.
A favor:
Incluso con los ángeles buenos, que nunca han pecado, Dios ha tenido, en un sentido, misericordia, porque los ha elevado con su gracia a la visión de la divina Esencia. En este sentido sí se podría decir que la misericordia es el principal atributo de Dios, no absolutamente hablando, pero sí en relación con sus creaturas.
En contra:
Pero si se entiende esa misericordia en el sentido del don gratuito de la participación en la vida divina, eso tendría como consecuencia que Dios no podría crear seres racionales sin ordenarlos al fin sobrenatural y la visión beatífica, contra lo que enseña Pio XII en la Encíclica “Humani Generis”:
“Otros desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica.” (n. 20).
A favor:
En un sentido, la misericordia, como el atributo divino por el cual Dios tiene la capacidad de perdonar el pecado de la creatura racional en el caso de que éste suceda, lo cual supone obviamente la hipótesis de que la creatura racional es creada y peca, es el más grande de los atributos de Dios, porque muestra el Amor de Dios en su forma más extrema pensable, a saber, en la superación de la mera justicia ante el pecado de la creatura racional, mediante el perdón absolutamente inmerecido.
Respuesta:
Si hablamos de los atributos de Dios en relación a la creatura, hay que distinguir: Como atributo que necesariamente Dios tiene en relación con la creatura: Niego, al menos en lo que tiene que ver con el ejercicio de la misericordia, por lo dicho arriba: el pecado no es esencial a la creatura. Como atributo que Dios puede tener respecto de la creatura, en el caso, contingente, de que la creatura peque: Concedo. Si hablamos de los atributos de Dios absolutamente hablando: Niego, por lo ya dicho: la relación a la creatura no es esencial a Dios.
Subrayo el “puede tener“, porque la misericordia no es de ningún modo un deber para Dios, de tal manera que no pueda no hacer misericordia. También en la misericordia de Dios resplandece la soberana Libertad divina.
La Buena Noticia es, justamente, que de hecho Dios ha querido, en forma soberanamente Libre, ser Misericordioso con nosotros.
Por eso, respecto de la creatura, sin más y considerando cualquier hipótesis, el atributo divino principal bien puede ser el Amor, porque Dios ama todo lo que crea.
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En este sentido habría que entender el texto de San Juan Pablo II en la Encíclica “Dives in Misericordia”, n. 13:
“La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia –el atributo más estupendo del Creador y del Redentor– y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora”.
Nótese que el Papa habla del “atributo del Creador y Redentor”, y no del “atributo de Dios”, sin más.
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Por eso mismo, textos como los que siguen:
“El nombre de Dios, que como su gloria y su rostro son vehículos de su naturaleza esencial, se define en función de sus actos de amor y de misericordia.”
(CHILDS, Brevard, El libro del Éxodo. Comentario crítico y teológico. Estella: Verbo Divino, 2003, p. 565, citado por BRAVO, Arturo, “La misericordia: términos, significados y equívocos”, en Med. / vol. XLII / No. 164 / Enero - Abril (2016) / pp. 49-82 - ISSN 0121-4977 / Bogotá-Colombia, https://www.academia.edu/28969801/La_misericordia_t%C3%A9rminos_significados_y_equ%C3%ADvocos?auto=download, p. 66)
“De este modo, la decisiva afirmación sobre el ser clemente y misericordioso de Dios no es una aserción especulativa ni el resultado de una experiencia mística, sino un enunciado de fe en virtud de la autorrevelación histórica de Dios. En la historia revela Dios su esencia oculta a los seres humanos.”
(Kasper, op. cit., p. 55)
deben en todo caso ser aceptados solamente sobre la base de precisas restricciones, a saber, que en un sentido todo atributo divino revela la Esencia divina, pues por la Simplicidad divina, ésta se identifica realmente con todo lo que se pueda predicar con verdad de Dios, pero absolutamente hablando sólo revelan la Esencia divina aquellos atributos que no pueden no darse en Dios en ninguna hipótesis, y que además, no dicen relación a la creatura, so pena de hacer a la creatura esencial a Dios y por tanto, necesaria, no contingente, negando así la contingencia de lo creado y la Libertad de Dios en la creación, y cayendo en definitiva en el panteísmo, al poner a la Creación como una “emanación” necesaria de Dios mismo.
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Que ese peligro no es ilusorio lo muestran textos como éste del Card. Walter Kasper:
“Las modernas ciencias bíblicas han llamado la atención sobre las diferencias existentes entre el pensamiento hebreo y el griego. Pues, según el primero, el ser no es una magnitud estática, sino dinámica. Para el pensamiento hebreo, el ser es concreta existencia operativa y eficaz. A tenor de ello, la revelación del Nombre significa la promesa divina: «yo soy el que está ahí». Estoy junto a vosotros y con vosotros en vuestra aflicción y vuestro camino. Oigo y escucho vuestros gritos y lamentos. En consecuencia, la revelación del Nombre está directamente vinculada con la confirmación de la alianza de Dios con los patriarcas y con la luego clásica fórmula de la alianza: «Os adoptaré como pueblo mío y seré vuestro Dios» (Ex 6,7). Así, en la revelación del Nombre, Dios hace manifiesto su núcleo más íntimo: el ser de Dios es existencia para su pueblo y con su pueblo. «El ser de Dios es ser-para-su-pueblo, el ser de Dios como pro-existencia es el prodigioso misterio de su esencia. Israel puede, en la fe, confiar incondicionalmente en ello …” (op. cit., p. 53).
Si el ser de Dios es “ser-para-su-pueblo”, entonces no es posible que exista Dios y no exista su pueblo: Israel se convierte en el Ser Necesario, igual que Dios.
Si el “ser de Dios como “pro-existencia”” es “el prodigioso misterio de su esencia”, donde obviamente la “pro-existencia” de Dios implica a las creaturas, entonces las creaturas pertenecen a la Esencia de Dios, y eso es el panteísmo.
Si el “núcleo más íntimo de Dios” es “existencia para su pueblo y con su pueblo”, entonces Israel pertenece a la Esencia misma de Dios, y eso es el panteísmo, puro y duro.
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Recordar lo que define el Concilio Vaticano I:
“La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, ,creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido.”
D-1803 3. “Si alguno dijere que es una sola y la misma la sustancia o esencia de Dios y la de todas las cosas, sea anatema.”
D-1804 4. “Si alguno dijere que las cosas finitas, ora corpóreas, ora espirituales, o por lo menos las espirituales, han emanado de la sustancia divina, o que la divina esencia por manifestación o evolución de sí, se hace todas las cosas, o, finalmente, que Dios es el ente universal o indefinido que, determinándose a sí mismo, constituye la universalidad de las cosas, distinguida en géneros, especies e individuos, sea anatema.”
D-1805 5. “Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada según toda su sustancia [cf. 1783], o dijere que Dios no creó por libre voluntad, sino con la misma necesidad con que se ama necesariamente a sí mismo o negare que el mundo ha sido creado para gloria de Dios, sea anatema.”
50 comentarios
Dios es el Amor mismo,; la Misericordia, el exceso, la sobreabundancia del Amor de Dios. Es Dios superándose a sí mismo, si es que eso es posible.
La Misericordia se ríe de la Justicia.
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Pues no, obviamente. Amor y Misericordia no son lo mismo. La Misericordia es el amor que que vuelca sobre el pecador para que se arrepienta y sea perdonado. Dios podría no haber creado el mundo, y entonces, no habría habido pecadores, y por tanto, tampoco Misericordia. Pero en esa hipótesis Dios seguiría siendo Amor, pues seguiría siendo Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Saludos cordiales.
Sé que la Misericordia de Dios hoy es muy popular, pero no por los motivos correctos que Dios mismo nos ha transmitido, sino porque muchos interpretan que la Misericordia de Dios, aún sin conversión y arrepentimiento del pecador, Dios perdonará al final hasta a los demonios; una especie de versión conveniente, cómoda, diluida y barata de Dios y de Su Misericordia. Estimo que la SANTIDAD de Dios (Su perfección y pureza ontológica) es el atributo esencial del cual derivan todos Sus demás atributos.
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En efecto, somos todos deudores de la Misericordia de Dios, y con una deuda que no vamos a saldar nunca.
En cuanto al atributo divino principal, el Credo del Pueblo de Dios nombra dos: Ser y Amor. Y como el amor presupone el ser, al final, la Aseidad, o el tener el ser por Sí mismo, es el atributo divino fontal, del que derivan los otros. En efecto, de ahí derivan la infinita Perfección divina, y por tanto, la infinita Bondad de Dios, que es lo mismo que su Santidad.
Saludos cordiales.
Es lo que pasa cuando el marxismo y el populismo toman el control de la Teología. Se sobredimensiona al hombre al margen de Dios (como si el hombre pudiera ser algo sin Él) y se menoscaba el mérito absoluto de la bondad y generosidad sublime, desinteresada e impagable de Dios al crearnos, redimirnos y santificarnos.
Una visión vanidosa del hombre que me recuerda la de aquellos maestros talmúdicos que afirmaban que ciertos 'maestros de la Ley' históricos conocían tan bien la Ley mosaica que podían superar incluso a Dios mismo en el entendimiento de la misma, algo completamente ridículo y vano.
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Cierto, el antropocentrismo lleva a delirios de soberbia como éstos.
Saludos cordiales.
¿Podría explicar la diferencia entre ambas? Por favor.
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La sustancia es, en un nivel al menos de la Metafísica que no es el más profundo, el ser mismo de la cosa, mientras que la materia es aquello de lo que están hechas las cosas materiales, que no es el ser mismo de esas cosas, porque éste consta además, y sobre todo, de la forma, que es lo que hace que la materia sea esto o aquello.
Por ejemplo, lo que hace que un gato sea un gato no es ni el carbono, ni el hidrógeno, ni sus demás componentes químicos, que están también en el perro y en cualquier otro animal. Así como lo que hace que "Las Meninas" sea un cuadro de Velázquez no son los pigmentos ahí utilizados, que están presentes en muchos otros cuadros.
Hay otra cosa, que organiza a esos materiales de tal modo que resulta una entidad única: el gato, el cuadro. Y eso es la "forma".
En los seres materiales, entonces, la sustancia es el compuesto de la materia y la forma, donde la materia es el elemento determinable, en potencia para muchas cosas distintas, y la forma es el elemento determinante, que al determinar a la materia a una de sus muchas potencialidades, hace que la sustancia sea esto y no aquello otro.
En los seres inmateriales, por definición no hay materia, y entonces ahí la sustancia consta solamente de la forma.
Ese "solamente", como dije arriba, hay que tomarlo con pinzas, porque en realidad, en los entes finitos la forma y la materia son a su vez potencia para el acto de ser, aquí sí entrando en el nivel más profundo de la Metafísica.
Porque son entes contingentes, que pueden ser y también pueden no ser, y de suyo, por tanto, están solamente en potencia para el ser, de modo que sólo pueden ser actualmente por obra de una causa.
Así que en una sustancia material, un gato, por ejemplo, su materia es potencia para la forma, y el compuesto de materia y forma es potencia para el acto de ser. Es claro que en un gato existente esas potencias no están "en potencia", sino actualizadas, lo cual no quiere decir que hayan dejado de ser realmente distintas de sus correspondientes actos.
Y en un ángel, ente inmaterial creado y contingente, es la forma la que es potencia para el acto de ser, de modo análogo a lo recién dicho.
En Dios, Acto Puro de Ser Subsistente, no hay potencialidad pasiva alguna.
Saludos cordiales.
El ejemplo creo que no es el adecuado, la misericordia no se debe al objeto o sujeto sobre el cual opera, sino a la Persona que lo posee.
Bien dijo Juan que "al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios."
Y esa Palabra, no es sino el Hijo de Dios, cuya Misericordia, aunque no necesariamente sea su principal atributo, no puede puede ser contingente, es decir no puede depender que sea, sólo si el mundo existe.
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Eso que Ud. dice es cierto de la Misericordia como capacidad, que obviamente está en Dios en cualquier hipótesis, con mundo creado o no, aunque en el segundo caso es lógicamente una capacidad más remota que en el primero.
Pero no es cierto dicho del ejercicio de la Misericordia, porque no es posible volverse efectivamente sobre la miseria del que la sufre si no hay nadie sufriendo esa miseria ni hay miseria que sea sufrida por nadie.
No se puede dar limosna en el aire, tiene que haber un mendigo.
Y es verdad que esa contingencia de la Misericordia divina no se da por el lado del Sujeto de la misma, que a la vez Necesario y Simple, Inmutable, pero sí se da por el lado del término creado de la misericordia divina, que puede existir o no.
Saludos cordiales.
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Ver la respuesta a un comentario de Juan Manuel.
Saludos cordiales.
Si las primeras palabras del Génesis "el espíritu de Dios aleteaba (o se cernía) sobre el abismo (de la nada)", es legítimo interpretarlas como la imagen de Dios "compadeciéndose" de que no existan los posibles seres que Él es capaz de crear, es la Misericordia la que le hace exclamar "Hágase".
Si "Hágase" es el primer "verbo-palabra" que pronuncia Dios, ¿nos extrañará que el nombre propio de la Misericordia se llame Jesucristo?
¿Qué mejor y más copiosa Misericordia que Él?
Y si en Nazaret se oyó el mejor y más cualificado "eco" al "Hágase" imperativo del Génesis, en el "Hágase" elegantemente humilde de la criatura María, acogiendo al Ser del Verbo... ¿extrañará que la cantemos como "Mater misericordiae"? ...
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En efecto, así es, si al hablar de la Misericordia en el acto creador le adjuntamos ese "quodammodo" (de alguna manera) de Santo Tomás, como hemos dicho.
Gracias y saludos cordiales.
Gracias por estos comentarios, se me queda claro lo de amor y misericordia y espero que por mucho tiempo
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Es cierto que cada vez que cometemos un pecado mortal es como si volviésemos a crucificar a Cristo, pues él murió precisamente por esos pecados nuestros. Pero no es cierto que en esa hipótesis ya estamos necesariamente condenados, por la misma razón, porque Él murió en la cruz para obtener del Padre el perdón para los pecadores arrepentidos.
Eso no es lo que ahora se enseña en la Catequesis, sino que lo que se enseñó siempre en la Iglesia.
Saludos cordiales.
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Ver el "post" y la respuesta al otro comentario.
Saludos cordiales.
Ojalá la misericordia de Dios fuese más popular, Jorge Cantu. La de hijos pródigos que estarían volviendo a casa...!! Otra cosa es que en demasiadas ocasiones se use frívolamente (como si tuviésemos una patente de corso sobre ella y, por el hecho de estar justificados, estuviésemos ya salvados), y en otras incluso -y aquí podríamos hacer un poco de autocrítica- de forma un tanto irrespetuosa (cuando nos burlamos de ese uso frívolo de la Misericordia, apondándola "misericorditis").
Pero yo sigo en mis trece: si hay que elegir un atributo de entre todos (es imposible conocer la esencia de Dios y saber, por tanto, cuál es el principal) yo apuesto por el de la Misericordia.
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Es que Dios no puede "reinventarse" ni recrearse a Sí mismo, porque ni siquiera puede crearse. La autocreación es contradictoria, y por tanto, imposible. Imaginemos a un "dios" que ya tiene todo listo para crearse a sí mismo y en ese momento cae en la cuenta de que, por lo tanto, ya existe y que entonces toda creación de sí mismo se ha vuelto por eso mismo imposible, como no se le puede enseñar alemán a uno que ya habla el idioma de Goethe.
Y no digamos nada de la hipótesis en que ese mismo "dios", justo cuando va a crearse a sí mismo, comprende que todavía no existe, y que por tanto, no sólo no puede crear nada, sino que tampoco debería estar comprendiendo lo que está comprendiendo, creándose así una situación lógicamente embarazosa que no la resolvería ni un ejército de Aristóteles.
Porque además, si la misericordia es el amor recreándose, entonces es el amor, y sí se identifican.
Por otra parte, si en esa definición de misericordia no entran para nada la creatura y su pecado, resulta que ya no es misericordia, y se ha "conseguido" hacer a la misericordia tan Necesaria como Dios mismo a costa de que deje de ser misericordia.
Por el contrario, si la auténtica misericordia, que implica la creatura y su pecado, es, en su ejercicio y no solamente como capacidad, un atributo absolutamente necesario de Dios, entonces también la creatura y su pecado son necesarios, lo cual lleva a una especie de "panteísmo pecaminoso".
El uso frívolo de la Misericordia es digno de toda burla, pues no tiene nada que ver con la Misericordia misma. Ahí lo irreverente sería más bien tratarlos a ambos respetuosamente, equiparando a la Misericordia divina con su torpe caricatura.
La Esencia divina, enseña Santo Tomás, no puede ser conocida en lo que sus atributos tienen de propiamente divinos, pero sí se puede conocer con verdad que tiene tales atributos.
Cuando decimos que la "aseidad", o sea, el tener el ser por Sí mismo (que no es causarse ni crearse a sí mismo, sino identificarse realmente con el mismo ser) es el atributo divino fundamental, eso es una gran verdad, pero conocida a muestro modo humano, con ello no estamos conociendo el modo propiamente divino con que la "aseidad" se da en Dios, eso sólo lo conoceremos, gracia de Dios mediante, cuando veamos a Dios cara a cara.
Por otra parte, tan lejos está la Misericordia de ser el atributo divino fundamental, que ni siquiera se dice del todo propiamente de Dios. En efecto, la misericordia, en nosotros, comporta dos cosas: el afecto, que es la conmoción del ánimo ante la miseria ajena, y el efecto, que es el acudir en socorro del que la sufre. De estas dos, sólo la segunda se da en Dios, que siendo absolutamente Perfecto, Inmutable y Feliz, no tolera en sí mismo sufrimiento ni padecimiento ni conmoción ni pasión alguna.
Este el atributo de la "impasibilidad" divina, que se contiene por ejemplo en la profesión de fe del IV Concilio de Letrán, XII ecuménico:
"D-429 Y, finalmente, Jesucristo unigénito Hijo de Dios, encarnado por obra común de toda la Trinidad, concebido de María siempre Virgen, por cooperación del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, compuesto de alma racional y carne humana, una sola persona en dos naturalezas, mostró más claramente el camino de la vida. El, que según la divinidad es inmortal e impasible , El mismo se hizo, según la humanidad, pasible y mortal; (...)"
Saludos cordiales.
Clarificador y muy necesario!
Se podrían establecer quizas, otras certezas:
* La Misericordia Divina es en sí misma infinita, inconmensurable e inescrutable. Ningún intelecto humano o angélico puede penetrarla en toda la eternidad.
* Tanto la creación, cómo la encarnación y la misma redención provienen de las entrañas de la Misericordia de Dios. Su permanencia real entre nosotros en la Santa Eucaristía, también. Por lo tanto, la Misericordia Divina sobrepuja toda obra de Dios.
* La Misericordia Divina es el principal y más maravilloso atributo del Redentor, Nuestro Señor Jesucristo. Él es el Amor y la Misericordia misma.
* La Misericordia Divina no se opone de ningún modo a su soberana Justicia. Los mismos castigos temporales son fruto de su Misericordia.
* Todo discipulo de Cristo está llamado a glorificar a la Divina Misericordia con su vida. El análisis comparativo del Evangelio nos dice "Sed perfectos (misericordiosos) cómo vuestro Padre Celestial es perfecto (Misericordioso).
* La eternidad de las almas santas consistirá en adorar y glorificar por siempre la Bondad y Misericordia de Dios.
* Debemos acudir urgentemente a la Misericordia: "Escribe que antes de venir cómo Juez, abriré de par en par la puerta de mi Misericordia. Quién no quiera pasar por esta puerta, tendrá que pasar por aquella de mi Justicia" "Para el castigo tengo toda la eternidad: ahora prolongó el tiempo de mi Misericordia; más ay de ellos si no aprovechan el momento de mi gracia!" (Diario de Santa Faustina)
(Fuera de estas certezas, es mi convencimiento personal que el mayor atributo de Dios es su Amor y Bondad, más aún que su aseidad, pero respeto mucho su análisis filosófico)
Le felicito por su post y le agradezco está mayor precisión para que la Divina Misericordia sea anunciada y adorada.
Bendiciones!
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Muchas gracias, es así como Ud. dice. En cuanto a la aseidad divina, su importancia, en mi opinión, radica ante todo de que es el único de los atributos divinos que permite de algún modo vislumbrar cómo los otros atributos son efectivamente divinos.
Quiero decir, que mientras no interviene la aseidad, podríamos estar hablando igualmente de una creatura. Y en cuanto a los atributos que son claramente imposibles en una creatura, como la Infinitud, por ejemplo, se entienden solamente partiendo de la aseidad.
La aseidad, o sea, que Dios existe por Sí mismo y no por otro, sin ser tampoco causa de Sí mismo, porque Dios se identifica sin más con el Ser tomado en toda su pureza, nos lleva a la Simplicidad divina, que en Dios no hay composición real alguna, que Él es todo lo que tiene. Porque al identificarse con el Ser, Dios se identifica "a fortiori" con todas las otras perfecciones, que no son más que aspectos del ser, porque fuera del ser, sólo "hay" el no ser, que no es.
Y la Simplicidad divina es fundamental a la hora de despojar a nuestros conceptos de todo lo que significan de creado y de finito, para poder aplicarlos, analógicamente, a Dios.
Por ejemplo, diremos que en Dios hay Inteligencia, pero a la luz de la Simplicidad divina, diremos que en Dios la Inteligencia no es, como en nosotros, una facultad que se sustenta en la esencia o sustancia y es realmente distinta de ella, sino que la Inteligencia divina se identifica con el mismo Dios, y es por tanto Infinita como Dios mismo.
Lo mismo sucede con la Bondad, la Justicia, la Sabiduría divinas, etc. Todas podemos reconocerlas como divinas solamente porque podemos reconocerlas como atributos del "Ens a se", del Ente que tiene en sí mismo toda la razón suficiente de su existencia, del Ente que se identifica realmente con el Ser, y en el que por tanto, se identifican ellas también realmente con el Ser mismo subsistente.
Solamente ahí superamos el nivel del pensamiento mitológico que sigue inconscientemente pensando a Dios como la creatura más grande, una esencia finita que es sujeto de un acto de ser realmente distinto de ella, y limitado por tanto por ella, y que por lo mismo realiza sus operaciones mediante facultades que son accidentes de esa sustancia, también realmente distintos de ella. Y que por tanto, depende de una causa, como todo lo compuesto, y entonces, no puede ser Dios.
Saludos cordiales.
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Sin duda que la Misericordia (entendida, como digo en el otro comentario, no en cuanto al afecto, sino al efecto) es un atributo divino, pero no es, en su ejercicio, al menos, de aquellos que se darían en Dios en cualquier hipótesis, como la Eternidad o la Inmutabilidad, o la misma Trinidad de Personas, sino de aquellos que se dan solamente en determinadas hipótesis, en este caso, la creación del mundo, el pecado de los hombres, y la libre elección divina de ser misericordioso con los pecadores.
Estos atributos divinos que, a diferencia de los otros, implican relación a las creaturas, no es que sean contingentes por el lado de su Sujeto, que es Dios, pues en Dios no puede haber nada contingente, pues todo lo que hay en Él se identifica realmente con la Esencia divina, que es necesaria, pero son contingentes mirando a su término creado, y así, si no hubiera creaturas, por ejemplo, Dios no sería Creador (entendiéndolo del ejercicio de la Creación), etc.
Al final en todos estos temas es fundamental asegurarnos de que en medio de todo lo que decimos de la misericordia, la justicia, etc., seguimos hablando siempre de Dios, y no nos hemos deslizado inconscientemente a hablar de una creatura.
Y para eso son inevitables las distinciones. En el Cielo, Dios mediante, no las necesitaremos, pero mientras estemos aquí, sí.
Saludos cordiales.
1) ¿Hay atributos divinos por sobre otros?
2) Si la misericordia es un atributo divino... ¿es real en Dios o solo en las creaturas? ¿o no deberíamos pensar que existe al margen de las creaturas... como sea que interpretemos eso?
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Como he dicho, todos los atributos divinos se identifican realmente con la Esencia divina y entre sí, por otro atributo divino más, que es la Simplicidad divina, según la cual Dios no tiene partes componentes ni hay por tanto distinciones reales en Dios, fuera de la distinción real entre las Personas divinas, que justamente, transcurre en el plano personal, no en el plano esencial.
Pero al mismo tiempo, hay atributos divinos que son, por así decir, absolutamente necesarios, que se darían en cualquier hipótesis posible, y otros que son de algún modo contingentes, porque se dan solamente en la hipótesis de que Dios libremente decide crear un mundo.
Estos son contingentes, como ya dije, en su término creado, no en Dios mismo, que no tiene nada de contingente.
Es lógico entonces pensar que son en un sentido al menos más fundamentales los atributos divinos que son absolutamente necesarios, que los que no lo son.
Saludos cordiales.
Únicamente, cuando dice que no se puede considerar a la misericordia como el principal atributo divino en relación a las creaturas, porque ello llevaría a la consecuencia de que el pecado es de algún modo esencial a las creaturas, lo cual es falso.
Sin embargo, parece que cabe una consideración más amplia de la misericordia, como hace santo Tomás ("[in creatione] salvatur quodammodo ratio misericordiae, inquantum res de non esse in esse mutatur" (I, q. 21, a. 4, ad 4)), y entonces sí parecería lícito (y hasta obligatorio) considerar a la misericordia como el principal atributo divino en relación a las creaturas, ¿no? Bueno, parece que así vendría a ser lo que Ud. mismo dice del amor.
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Cierto, si le ponemos el "quodammodo" (de alguna manera) de Santo Tomás, es así, efectivamente. No si tomamos el concepto de la Misericordia con todos sus bemoles, por así decir.
Gracias y saludos cordiales.
Dios lo bendiga!
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Muchas gracias. Es que si esos atributos que implican relación a las creaturas no fuesen de ningún modo contingentes, entonces serian absolutamente necesarios, y por tanto, las creaturas también serían absolutamente necesarias, lo cual obviamente no es así.
Por ejemplo, si fuese absolutamente necesario que en Dios se diese el perdón de los pecados de las creaturas pecadoras, también sería absolutamente necesario que se diesen las creaturas, y que fuesen pecadoras.
Saludos cordiales.
Es más, me asombra que los filósofos crean saber tantas cosas sobre Dios basándose en lo que les parece a ustedes lógico. Dios no tiene por qué responder a su lógica. El Dios de los filósofos (o los dioses de los filósofos, porque hay versiones varias) no tiene por qué corresponderse con el único Dios verdadero que se ha revelado en Jesucristo como misterio de Amor Trinitario.
La razón puede mostrar que la fe en Dios es razonable y llegar hasta donde comienza el misterio, pero no puede conocer ese misterio de Dios más allá de lo que Él nos ha querido revelar.
No sé por qué están algunos filósofos tan convencidos de que ellos conocen mejor que nadie la esencia de Dios.
Yo sé que Dios es misericordioso porque Jesucristo lo dice:
"Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso"
Y sé que Dios es Trinidad porque así se ha revelado.
La razón nos puede hacer comprender algo sobre Dios, muy poco, en cambio es la revelación la que nos dice que Dios es Padre, que Dios es Trinidad, que Dios es Amor misericordioso, más allá de todas esas elucubraciones de ustedes los filósofos y sin salir nunca de la nube de misterio que envuelve a Dios.
Si sus elucubraciones filosóficas coinciden con la revelación de Dios en Jesucristo, bienvenidas, y si parecen contradecir esa revelación o si la oscurecen, no valen nada, no son más que vanidad y obstáculos para la fe.
Saludos cordiales
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La razón sí es suficiente para hacernos comprender que sin mendigo no hay limosna posible, y sin creaturas pecadoras no hay Misericordia posible para con los pecadores.
Aceptar esas cosas no es ser racionalista, sino simplemente no estar loco.
Por otra parte, en ningún lugar dice la Revelación divina que la Misericordia es el principal atributo de Dios.
Si nosotros queremos deducirlo de pasajes bíblicos que dicen otra cosa, entonces somos nosotros los que estamos usando la pecadora razón para saber algo sobre Dios.
De hecho, es claro el influjo de la filosofía de Hegel en el pensamiento del Card. Kasper.
Además, nada de "filósofos". El Concilio IV de Letrán, por ejemplo, que dice que Dios es impasible, no es un congreso de filosofía.
Saludos cordiales.
Por ejemplo, es necesario que dos más dos sean cuatro, o que el triángulo tenga tres lados, y es contingente que el gato esté sobre la silla o que llueva el Viernes.
Saludos cordiales.
El año pasado conocí la obra del filósofo, científico y teólogo Pavel Florenski (mencionado en la encíclica Fideos y Ratio por San Juan Pablo II) y me ayudó bastante, sobre todo su libro "columna y fundamento de la verdad".
Me ayudó a adentrarme en el misterio trinitario y en la concepción de Dios como realidad en donde se concilian las antinomias.
Un cordial saludo
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Es claro que un razonamiento no puede ser valorado mientras no sea comprendido. En cuanto al papel de la razón en la teología, siempre ha sido muy grande en el catolicismo, y para eso están las figuras de tantos Padres y Doctores que hicieron uso exhaustivo de la facultad raciocinativa, con gran aprobación, siempre, del Magisterio de la Iglesia.
Y es que en estos temas, si no se decide uno a entrar en el arduo sendero de la razón, no se pone a la altura de los problemas, que es la esperable tratándose nada menos que de la verdad sobre Dios y sobre las relaciones del mundo con Dios. Si ya en temas en el fondo bastante banales como la mecánica cuántica o el cálculo diferencial hay que hacer un uso bastante hercúleo de la razón, cuánto más al tratar el más importante de todos los temas, y si en esos temas el diletantismo y la superficialidad son una falla, que no será en éstos.
Por eso mismo, cualquier teología, tanto si es de nuestro agrado como si no, va a hacer uso de postulados filosóficos, que sólo pueden establecerse o analizarse mediante el razonamiento.
Saludos cordiales.
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Como ya dije, tenemos que partir de la base de que Dios habría podido no crear nada, ya que la Creación es un acto de la Libertad divina. Sobre esa base, es claro que en la hipótesis de la no - creación no habría Misericordia alguna, al menos en cuanto al ejercicio, y obviamente que no se puede decir que el principal atributo de Dios es uno que puede no tener.
Si así fuese, además, parecería que Dios ha mejorado con la Creación y Redención, adquiriendo nada menos que el ejercicio de su principal atributo. Lo cual es claramente absurdo: el Bien mismo no puede mejorar en nada, como la luz no puede ser iluminada, ni el agua mojada, ni el fuego calentado. Como dicen que dice Bossuet: "Dios no es más grande por haber creado el mundo".
Saludos cordiales.
Por cierto, grandiosa noticia que san Ireneo de Lyon será proclamado Doctor de la Iglesia; nada más leer sus escritos uno tiene la impresión de que está delante de un Doctor de la Iglesia. Precisamente, él es uno de los primeros en usar el arma de la filosofía en contra de los herejes, refutando sus falsas filosofías contrarias a la razón y la fe con una buena filosofía y buenos razonamientos teológicos, utilizando, por lo tanto, con el auxilio divino, la razón que Dios le otorgó.
Y la apostilla del estimado Federico también muy buena. En cierto sentido, amplio, el acto de creación es cierto acto de misericordia; aunque claro está, aquí no se usa ese sentido amplio.
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Sin duda que San Ireneo es uno de los grandes de la historia de la teología católica y es una gran noticia que lo hagan Doctor de la Iglesia. Precisamente, tuvo que usar las armas de la razón y de la fe contra los gnósticos y sus fábulas absolutamente infundadas, nada muy distinto, en el fondo, de lo que sucede hoy día.
Saludos cordiales.
"Hay un buen ejemplo sobre el método de combate que siguió. Cuando trata sobre la creencia gnóstica de que el mundo visible fue creado, conservado y gobernado por seres angelicales y no por Dios, quien sin participación seguirá eternamente desligado del mundo, superior, indiferente, Ireneo expone la teoría, la desarrolla hasta llegar a su conclusión lógica y, por medio de una eficaz reductio ad absurdum, procede a demostrar su falsedad."
En efecto, la lógica y la fe católica han sido siempre muy amigas, y cualquier fe religiosa que no conserve esa amistad, no es católica.
Saludos cordiales.
Si el concilio dice que un atributo de Dios es la impasibilidad, pues lo será; pero a esto, como a todo lo que dicen ustedes sobre la esencia de Dios, le deberían añadir ese "quodammodo", A TODO.
Y desde luego la base para nuestro conocimiento de Dios está en la fe en la revelación, no en la elucubración, por mucho que tener fe sea razonable es algo asequible a los humildes y sencillos que no requiere de ningún master en filosofía.
Es a Jesucristo a quien hay que escuchar, no a Aristóteles.
Saludos cordiales.
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El hecho es que un concepto que la filosofía demuestra sobre Dios, como es la impasibilidad, viene incluido también en la Revelación, porque aparece en la profesión de fe de un Concilio Ecuménico. Eso quiere decir que no por el hecho de ser una conclusión filosófica algo queda excluido necesariamente de la Revelación divina y de la fe.
En cuanto al "quodammodo", es decir, a la analogía, se aplica solamente a las afirmaciones que hacemos sobre Dios, no a las negaciones. Es lo que Dios es lo que supera todos los modos finitos de nuestros conceptos, no lo que Dios no es.
Los predicados negativos, como "impasible, inmutable", etc., simplemente niegan de Dios cierta propiedad, y eso quiere decir simplemente que Él no la tiene.
Dios no tiene tampoco en forma "analógica" esa propiedad negada, porque si así fuese, lo que correspondería no sería negarla, sino afirmarla; analógicamente, como todo lo que se afirma de Dios. Por ejemplo, habría que decir que Dios es cambiante y pasible, lo cual, obviamente, debería entenderse en forma analógica.
Por tanto, Dios no es cambiante ni pasible en ningún sentido de esos términos, como no sea el metafórico, y lo mismo sucede con todos los predicados negativos que atribuimos con verdad a Dios.
En cuanto a los humildes y sencillos, ellos aceptan la fe de la Iglesia sin más, tal como ella la predica, y por tanto, implícitamente ya aceptan todo lo que la razón teológica deduce necesariamente de esa Verdad revelada utilizando para ello el instrumento filosófico.
Porque no es posible que lo que se deduce necesariamente de una verdad, no sea una verdad.
Otra cosa es cuando esos supuestos humildes y sencillos ya no son tales, porque están afectados por filosofías y "teologías" ambientales que son contrarias a la filosofía y teología católicas.
Naturalmente el ser humano es realista, es decir, comparte los presupuestos básicos de la filosofía de Aristóteles y Santo Tomás, y por tanto, el sencillo de verdad es realista. Para no ser realista, hay que dejar de ser sencillo.
Saludos cordiales.
El resto seria querer llevar el agua a nuestros propios intereses como es el caso de quien viene tal ocurrencia.
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Eso es verdad mirando a lo que Dios es en Sí mismo, porque en Él, por su Simplicidad, no hay, como dije, distinciones reales, salvo las que hay entre las tres Personas, de modo que todo en Dios es una única Perfección infinita, inefable y trascendente.
Pero nosotros no podemos en esta vida conocer a Dios sino partiendo de las creaturas, que reflejan limitadamente esa única Perfección divina, y al limitarla, también la multiplican y la diversifican en una serie de perfecciones distintas: Ser, Verdad, Bondad, Justicia, Amor, etc.
Al ser limitada la participación en las creaturas de la Perfección divina, tiene también, por así decir, los límites que distinguen a unas perfecciones creadas de otras.
Por eso, en nuestro modo de conocer a Dios, debemos afirmar de Él una pluralidad de atributos diferentes, y que no son simplemente intercambiables entre sí: no podemos decir que Dios perdona por su Justicia y castiga en el Infierno por su Misericordia, por ejemplo.
Incluso para decir que en Dios la justicia y la misericordia se identifican realmente, como es en efecto, debemos usar esos dos conceptos que significan cosas distintas. Y no podemos, obviamente, renunciar a decir que Dios es Justo, o que es Misericordioso. Ni estamos diciendo en ambos casos lo mismo.
Y por la misma razón, es claro que esos distintos atributos que debemos afirmar de Dios, sin negar que en Dios se identifican realmente, tienen un orden lógico entre sí.
Por ejemplo, es lógicamente anterior ser que crear, y tener inteligencia, que conocer, y conocer que algo es bueno, que quererlo, etc.
Por eso mismo, el atributo divino lógicamente primero, absolutamente hablando, es el ser, porque se presupone a todo lo demás, ya que si no se es, no se es nada, pero para ser atributo divino, y no propio de todo ente, debe ser el modo específico en que Dios tiene el ser, o sea, por Sí mismo, sin recibirlo de nadie. Eso es la "aseidad".
La Infinitud, por su parte, es una consecuencia lógica de la aseidad. Tener el ser por sí mismo es identificarse sin más con el ser, y entonces, eso excluye todo no ser y por tanto, todo límite.
La creatura, en cambio, no tiene el ser por sí misma, sino que lo recibe de otro, y eso quiere decir que se distingue realmente de su ser, el cual queda entonces limitado por aquello mismo en lo que es recibido.
Saludos cordiales.
Todo lo que es, es la única posibilidad, no hay posibilidades de que pudiera ser diferente.
Y en cuanto a la necesidad, en el caso de Dios, solo es necesario lo que el quiere hacer. Como quiso crear a los seres humanos, pues ha sido necesario crearnos, lo cual no siginifica, que El tenga necesidad de nosotros. Pero las decisiones de su voluntad son como su ser.
Es decir todo lo que ha hecho, era necesario, porque lo ha querido hacer.
Sobre la Misericordia, si a santa Faustina le ha revelado que es su atributo más grande, parece que es divagar que no sea asi.
Sobre el conocimiento de Dios, creo que las palabras se quedan pequeñas, y que a cada uno le revela lo que quiere. En Mt 11,25-27, Jesus declara que es por revelación como se le conoce, y no por el estudio, pues los sabios y entendidos saben menos de El.
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En lo que Ud. dice ahí no queda clara la Libertad de Dios en la creación.
Porque si lo que Dios ha creado, es necesario que Dios lo crease, entonces no lo ha creado libremente, porque no lo ha creado pudiendo no crearlo, sino no pudiendo no hacerlo.
Decir que ha sido necesario porque Dios ha querido que fuese necesario sería lo mismo que decir que no ha sido libre porque Dios ha querido libremente que no fuese libre.
Es decir, se trata de una frase contradictoria, donde el "ha querido libremente" y el "ha sido necesario" se niegan mutuamente.
Porque si Dios quiere algo libremente, es claro que también puede no quererlo, y entonces, es claro que ese algo también puede no existir, porque no existe si Dios no quiere que exista, y entonces, no es algo necesario.
Salvo que, como digo, neguemos la Libertad del querer divino y digamos que todo lo que Dios ha querido, incluida la Creación, lo ha querido en forma necesaria y no libre, lo cual es obviamente contra la fe.
En cuanto a Santa Faustina, no ha revelado nada que sea vinculante para la fe de los bautizados, y cuando en sus mensajes hay algo que sí es vinculante, es que no lo ha revelado ella, sino que se contiene en la Revelación pública que terminó con la muerte del último Apóstol, que generalmente se cree que fue San Juan.
No es verdad que Dios revele a cada uno lo que quiere, porque entonces podríamos tener distintas y hasta contradictorias revelaciones de Dios unos y otros, y eso no es, obviamente, lo que nos enseña la fe católica.
La Iglesia no se ha cansado de nombrar Doctores y de colmar de alabanzas a gente que se pasó la vida estudiando y leyendo y escribiendo libros, siendo grandes eruditos que muchas veces eran los que más sabían de ciertos temas en su época, y ahora tenemos justo el caso de San Ireneo. A la vista de esto, no entiendo cómo se puede ser católico y seguir repitiendo el sonsonete de que los que estudian, leen y piensan están automáticamente por debajo de los que solamente miran la tele.
La Revelación de Dios, enseña la Iglesia, es de dos clases: natural y sobrenatural. La Revelación natural consiste en la creación, y se la recibe cuando usando la razón se conoce a Dios por medio de lo que Él ha creado. Obviamente, los que mejor hacen esto son (algunos de) los que usualmente se conoce como "filósofos".
La Revelación sobrenatural es aquella que exige de parte nuestra la fe en la Palabra de Dios revelada por los profetas y por Nuestro Señor Jesucristo. Es claro que el que solamente tiene esa fe, está en mejor situación que el que solamente tiene la filosofía, porque la salvación no viene solamente del hecho de que Dios exista y sea Creador, sino de la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, que sólo se puede conocer por la fe.
Pero el que además de la fe, tiene la filosofía cristiana con la cual puede profundizar en el conocimiento de lo que cree, está a su vez en mejor situación que el que tiene solamente la fe, no absolutamente hablando, porque no es que esté mejor en orden a la salvación, pero sí en un sentido, porque puede contribuir a la mejor comprensión de lo que Dios ha revelado y a su defensa ante los ataques de la incredulidad. Y por eso la Iglesia ha dispensado siempre tantos honores a los Doctores que le han enseñado lo que ella misma les había enseñado a ellos, como se dice.
Gran soberbia sería entonces ponerse por encima de la Iglesia misma para decir que esos grandes Doctores católicos en realidad lo que han hecho ha sido echar a perder con sus estudios el gran don de la fe, que resplandecería entonces en toda su magnitud solamente en medio de la ignorancia más crasa.
Saludos cordiales.
Como señalé en un comentario anterior:
"Si sus elucubraciones filosóficas coinciden con la revelación de Dios en Jesucristo, bienvenidas, y si parecen contradecir esa revelación o si la oscurecen, no valen nada, no son más que vanidad y obstáculos para la fe."
Pero desde luego el criterio para el contenido de la fe será lo que la Iglesia considere doctrina segura y acorde con la revelación. El mismo Tomás de Aquino dejó bien claro que el magisterio está por encima de cualquier doctor.
En cuanto a la fe del “humilde y sencillo”, claro que aceptará todo lo definido por la Iglesia Católica oficialmente y tendrá como guía el Catecismo y como roca a Jesucristo y su Evangelio. Lo que no tiene por qué aceptar es que los filósofos quieran presentar como doctrina oficial lo que no esté definido como tal.
No se trata de decir quién es o no es humilde y sencillo, simplemente de recordar que la fe está al alcance de los humildes y sencillos, que no necesitan meterse en filosofías, ni de su ambiente ni de ningún otro - porque Aristóteles también tuvo su ambiente y su contaminación, que todo genio tiene sus sombras y sus errores - y precisamente porque soy realista hago esta observación.
Aunque sí me parece muy interesante esa distinción que hace entre predicados negativos y afirmativos de Dios.
En principio, comprendo lo que quiere decir y le doy la razón, pero hasta cierto punto, porque si bien está más clara la analogía al hablar de atributos positivos, lo cierto es que también los negativos se dicen de Dios en un sentido distinto del que se le atribuyen a un ser humano, que también puede ser “impasible”, pero evidentemente su “impasibilidad” no es como la de Dios.
Saludos cordiales.
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Como dije, al aceptar las verdades de la fe, se aceptan implícitamente todas las conclusiones que se siguen lógicamente de esas verdades de fe, aunque no hayan sido formalmente reveladas.
Más allá de los ambientes y contaminaciones históricas, la inteligencia humana tiene la capacidad natural de conocer algunas verdades sobre Dios, el hombre y el mundo, que trascienden todo condicionamiento histórico. Lo contrario es el relativismo, que no es cristiano ni católico.
Lo que no es analógico son los atributos negativos, precisamente en tanto que negativos. Cualquier contenido afirmativo que se les agregue ya se sale de esa ley. "Impasible" quiere decir, simplemente, "que no sufre ni puede sufrir". Y eso es puramente negativo.
En ese sentido estricto, no es verdad que el ser humano sea impasible, porque puede sufrir.
Toda otro agregado o asociación de ideas va más allá de ese estricto sentido negativo, y por tanto, no se incluye cuando decimos que Dios es Impasible.
Al decir que Dios es impasible no estamos diciendo que sea "frío" o indiferente o que no le importemos nada, etc.
Nada de eso se deduce necesariamente del hecho de no poder sufrir.
Saludos cordiales.
“Otros desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica.” (n. 20).
Me llama la atención esto, Néstor, porque hace unos días pensaba justamente en algo parecido, y me preguntaba si era posible la existencia de creaturas dotadas de entendimiento y voluntad que no desearan bienes infinitos, no sé qué dice el tomismo sobre el tema.
Saludos.
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Lo que pasa es que una cosa es desear el Bien infinito y otra cosa estar ordenado a la visión beatífica, es decir, al fin sobrenatural.
Santo Tomás enseña que en toda creatura racional hay un deseo natural del fin sobrenatural, porque el que conoce el efecto, quiere por eso mismo conocer la causa, y la Causa Primera que es Dios sólo puede ser conocida en su Esencia, tal como es en sí misma, y no solamente a partir de los efectos creados, por la visión inmediata, que para toda creatura es absolutamente sobrenatural.
Todos los tomistas, para conservar la sobrenaturalidad de ese fin, han entendido ese deseo como condicional (quisiera ver a Dios si eso fuese posible) e ineficaz, es decir, como no implicando ninguna exigencia del fin sobrenatural por parte de la creatura, y concretamente, han admitido la posibilidad del "estado de naturaleza pura", o sea, que Dios hubiese podido crer al ángel y al hombre ordenados a un fin puramente natural, que no sería, entonces, la visión beatífica.
De Lubac, poco antes de la "Humani Generis", publicó "Sobrenatural", donde entiende ese deseo como incondicionado, niega que la naturaleza humana tal como ha sido creada por Dios pueda tener un fin natural, y niega, en relación con la naturaleza humana concretamente existente, la posibilidad del estado de "naturaleza pura".
Es por eso que dice de Lubac, o por lo que dicen seguidores suyos, que el Papa Pio XII incluyó en la "Humani Generis", que trata de los errores de la "nueva teología", esa frase que cité.
El problema con la negación de la posibilidad del estado de "naturaleza pura" es que entonces lo sobrenatural se vuelve una exigencia de la naturaleza humana, y por tanto, deja de ser sobrenatural.
De Lubac siempre dijo que a él no le tocaba esa afirmación, pero el hecho es que el Papa dejó claro que el estado de naturaleza pura sí es posible para la creatura racional y por tanto para el ser humano.
Y cuando De Lubac dice que eso podrá ser para otra naturaleza humana distinta de la que de hecho Dios ha creado, pero no para la que de hecho existe, a mí me parece que dice algo absurdo, porque no hay dos ni tres naturalezas humanas distintas, ya que si se distinguen en tanto que naturalezas, entonces no pueden ser todas humanas.
Saludos cordiales.
Pero como a mi lo que en realidad me encanta es hablar de Él, y por eso a veces me dejo caer, torpemente, por blogs como el tuyo, sí quiero precisar algo de lo que dije, quizás también torpemente. O mejor aún, lo formulo a modo de pregunta(s): ¿podríamos decir que un atributo es principal no tanto porque tiene alguna cualidad de la que adolezcan los demás atributos, sino porque tiene la cualidad justamente de "nutrir" a todos y cada uno de los demás? Más concretamente, ¿cabe la posibilidad de que un solo atributo de Dios pueda tener a su vez tener la virtualidad de hacer "crecer" (sí, de superar lo insuperable, de perfeccionar lo perfecto) el resto de sus atributos? Porque si ello pudiera ser posible, y para Dios no hay nada imposible, podríamos concluir que la Misericordia es el atributo nuclear o "estrella", toda vez que hace a Dios infinitamente más santo, infinitamente más perfecto, infinitamente más sabio, infinitamente más bondadoso, infinitamente más benigno, infinitamente más infinito....infinitamente más inefable!
Por ahí iban los tiros cuando afirmaba que el nuestro, que es un Dios vivo, se re-crea, se supera a sí mismo...si es que ello es posible. Es verdad que puede parecer descabellado cuando se lo atribuimos a Dios, pero ¿acaso no cobra todo el sentido cuando descendemos a lo humano y nos aplicamos la prescripción de "ser misericordiosos como el Padre es misericordioso"? ¿o no es acaso la Misericordia la que tiene la virtualidad de hacernos más santos, más perfectos, más buenos, más sabios...mejores?
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Ante todo, hay que tener clara la ley fundamental de la realidad y del pensamiento, que es el principio de no contradicción: una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido. En tiempos distintos, sí: ser joven a los 20 y no serlo a los 80. Y en sentidos distintos, también: ser alto comparado con una hormiga y no ser alto comparado con un rascacielos. Pero al mismo tiempo y en el mismo sentido, no se puede ser y no ser.
Por eso mismo, para Dios no hay nada imposible, salvo lo que es intrínsecamente contradictorio. Santo Tomás enseña que la Omnipotencia divina es la capacidad de hacer todo aquello que no implica contradicción. No cae bajo la Omnipotencia divina hacer el círculo cuadrado o pronunciar las palabras que se dicen antes de hablar.
De lo contrario, habría que dejar simplemente de pensar y hablar. Si lo contradictorio es posible, no importa si para Dios o para quién, entonces toda afirmación verdadera podría al mismo tiempo ser falsa, porque al mismo tiempo que A es B, podría no ser B, y entonces no tendría sentido afirmar nada. De nada serviría, por ejemplo, saber con verdad que Dios existe, porque de todos modos, podría al mismo tiempo no existir.
Por eso Aristóteles dice que el que niega el principio de no contradicción debería convertirse en vegetal, porque ya no tendrá sentido que piense o diga nada. Hablar es afirmar, y afirmar es aceptar implícitamente el principio de no contradicción.
Y en todo caso, el principio de no contradicción es la regla fundamental: no se puede jugar con el que no la sigue, como no se puede jugar al ajedrez con alguien que quiere aplicar el reglamento de las damas.
En general, sin reglas los juegos no tienen gracia, más bien, no existen, como si en el fútbol se pudiese tomar la pelota con la mano.
Ahora bien, es claro que perfeccionar lo perfecto y superar lo insuperable son expresiones contradictorias, porque para que algo pueda ser perfeccionado le tiene que faltar alguna perfección que es justamente la que se le comunica, y por tanto, no puede ser ya perfecto, y superar lo insuperable es hacer que algo sea a la vez posible e imposible.
Y lo contradictorio es imposible parejamente, tanto para Dios como para las creaturas. Es simplemente que el ser se opone irreductiblemente al no ser, y por tanto, eso vale allí donde se sea algo, ya sea como Ser Infinito o como ser finito.
La negación del principio de no contradicción lleva lógicamente a la destrucción de la fe en Dios, por lo dicho: en esa hipótesis, que Dios exista no quita que no exista, que sea Infinito no quita que sea finito, que sea Dios no quita que no lo sea, etc.
En definitiva, en esa hipótesis no estamos diciendo nada al decir que "Dios existe", porque no estamos excluyendo su contradictoria, que no exista. Por eso la única consecuencia lógica sería dejar de hablar y de pensar.
Tan es así esto, que los negadores del principio de no contradicción suelen no estar de acuerdo con esto que acabo de decir. Cosa absolutamente ilógica dada su teoría, porque ella los obliga a aceptar que el hecho de que algo sea no quita que no sea, e inversamente, y entonces, el hecho de que ellos tengan razón no quita que también la tenga el que dice que están absolutamente equivocados.
El verdadero negador del principio de no contradicción no discute con nadie y le da la razón a todo el mundo.
¡También a los que defienden el principio de no contradicción!
Saludos cordiales.
"Por eso mismo, cualquier teología, tanto si es de nuestro agrado como si no, va a hacer uso de postulados filosóficos, que sólo pueden establecerse o analizarse mediante el razonamiento".
La dificultad que encuentro con el aristotelismo y el tomismo es que la estructura del razonamiento es analítica, es decir, se basa en ir uniendo ideas abstractas y distintas.
Sin embargo este modelo no permite intuir el tema de estudio en su conjunto.
Esto me parece una limitación, pues resulta todo tan abstracto que pierde la vinculación con la realidad concreta.
A mí me ayuda más una forma de pensar más genética, dialéctica y orgánica, si se quiere más socrático-platónica.
Un cordial saludo.
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El conocimiento intelectual es abstracto, y es claro que la filosofía y la teología son conocimientos intelectuales.
"Realidad concreta", por ejemplo, es una expresión abstracta, como todas las que formamos mediante palabras.
Por eso, sin la abstracción, tampoco las filosofías socráticas y platónicas serían posibles.
En realidad, en un sentido la filosofía de Platón es más abstracta que la de Aristóteles, porque para Platón el objeto del conocimiento son esencias abstractas que están separadas de las cosas concretas, mientras que para Aristóteles esas esencias están en las cosas mismas que nos rodean.
Si decimos que las Ideas platónicas son concretas y no abstractas, entonces, o bien afirmamos la existencia del Hombre en sí, o bien afirmamos que nuestro conocimiento alcanza ya en esta vida las Ideas divinas, en alguna especie de ontologismo.
La unión de conceptos abstractos se da en los juicios, y el análisis de conceptos abstractos se hace, o por la división de los conceptos en especies inferiores, o por la definición de los conceptos, o por el razonamiento, que explicita lo que está implícito en un concepto, y que a su vez es una unión de juicios. Estos procedimientos deben ser usados en cualquier filosofía y no tengo claro que haya otro.
Una intuición global de la realidad en su conjunto no es algo que nos haya sido dado a los humanos en esta vida. Podemos ordenar lógicamente los distintos juicios que hacemos sobre la realidad, en la forma de un sistema, pero para eso debemos primero abstraer los conceptos de la experiencia, unir esos conceptos en juicios que sean verdaderos, y derivar lógicamente otros juicios de los juicios verdaderos ya conocidos, mediante el razonamiento.
Saludos cordiales.
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Me parece que en la modernidad los sencillos son una especie amenazada de extinción, debido a la imprenta, la libertad de prensa, la radio, la televisión, la educación "laica" promovida por sociedades filantrópicas secretas, Internet, etc.
De hecho, algunas personas que he conocido, que no tienen demasiados estudios y que conservan el realismo espontáneo de la inteligencia humana me han parecido de algún modo favorecidas por la Providencia.
Hay un refrán atribuido, a lo mejor falsamente, a un sabio chino, que dice así:
"Cuando era ignorante, creía que las montañas son reales. Al comenzar mis estudios, me convencí de que las montañas no son reales. Ahora, que he llegado al final de mi formación, veo que las montañas son reales."
Es decir, entre el realista espontáneo natural y el realista metafísico profesional, está el escéptico que navega por Internet.
Saludos cordiales.
Algunos, rechazando la verdad, introducen falsos discursos y, como dice el Apóstol, «prestan más atención a cuestiones acerca de genealogías sin fin, que a edificar la casa de Dios por la fe» (1 Tim 1,4). Por medio de semejanzas elaboradas de modo engañoso, trastornan las mentes de los menos educados y las esclavizan, falseando las palabras del Señor. Interpretan mal lo que ha sido bien dicho, y pervierten a muchos, atrayéndolos con el cebo de la gnosis. Los separan de aquel que ha creado y ordenado el universo, como si ellos pudiesen mostrar algo más alto y de mayor contenido que aquel que hizo el cielo, la tierra y todo cuanto contienen (Ex 20,11). Persuaden [los herejes] con su facilidad de palabra a los más simples para que se pongan a buscar; pero luego arrastran a la ruina, inculcando impías y blasfemas opiniones acerca del Demiurgo, a quienes son incapaces de discernir lo falso de lo verdadero.
No es fácil descubrir el error por sí mismo, pues no lo presentan desnudo, ya que entonces se comprendería, sino adornado con una máscara engañosa y persuasiva; a tal punto que, aun cuando sea ridículo decirlo, hacen parecer su discurso más verdadero que la verdad. De este modo con una apariencia externa engañan a los más rudos. Como decía acerca de ellos una persona más docta que nosotros, ellos mediante sus artes verbales hacen que una pieza de vidrio parezca idéntica a una preciosa esmeralda, hasta que se encuentra alguno que pueda probarlo y delatar que se trata de un artificio fabricado con fraude. Cuando se mezcla bronce con la plata, ¿quién entre la gente sencilla puede probar el engaño?
Ahora bien, temo que por nuestro descuido haya quienes como lobos con piel de oveja desvíen las ovejas (Mt 7,15), engañadas por la piel que ellos se han echado encima, y de los cuales el Señor dice que debemos cuidarnos (pues dicen palabras semejantes a las nuestras, pero con sentidos opuestos). Por eso, después de haber leído los comentarios de los discípulos de Valentín (como ellos se llaman a sí mismos), de haberme encontrado con varios de ellos y ahondado en su doctrina, me pareció necesario, mi querido hermano, declararte los altísimos misterios [de los herejes] «que no todos pueden captar» (Mt 19,11), porque no todos han escupido su cerebro [*], a fin de que tú, conociéndolos, se los expongas a todos los que te rodean, y de este modo los prepares para que se cuiden de caer en el abismo de tal insensatez y de su blasfemia contra Dios.
Contra los herejes (Libro 1, Prólogo)
* Gran ironía del santo, pues no todos pueden captar los misterios de los herejes ya que para hacerlo hay que quedarse sin cerebro, escupiéndolo (exeptykasin).
sólo este texto basta para entender por qué será nombrado Doctor de la Iglesia.
En fin. La cosa no está en que se niegue que el Evangelio es para los sencillos, no es eso, claro que el Evangelio es para ellos (y también para los "complejos"), sino que los herejes turban la fe de los sencillos, y ahí hay que complicarse necesariamente para resolver y refutar las objeciones de los mismos, pues, citando al santo Doctor, «¿quién entre la gente sencilla puede probar el engaño?»
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En efecto, el creyente sencillo sabe cuál es la verdad de la fe (en esto se distingue del creyente ignorante, que es otro tema en el cual no entro ahora), pero no sabe cómo responder a las objeciones de los adversarios, salvo solamente repitiendo que ésa es la verdad de la fe, lo cual está bien, pero en una discusión no queda muy lucido, y puede terminar llevando a que él u otros duden de la verdad de la fe.
Por eso algunos de entre los creyentes tiene que prestar el servicio de complicarse para defender, justamente, la fe de los sencillos.
Es claro también que esa división tiene algo de artificial, porque todo creyente tiene sus razones, mejores o peores, para defender lo que cree. Pero por eso mismo también es necesaria la complicación de algunos, porque efectivamente, algunas razones son mejores que otras, y no es bueno ir a la guerra con cartuchos mojados.
Cada día me persuado más de que una de las cosas más desconocidas en el mundo de hoy es la fe católica, y si ese juicio debiese restringirse a los que están fuera de la Iglesia, la situación no sería tan grave como de hecho lo es.
Saludos cordiales.
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En efecto, sin fe teologal no hay teología. La razón de esto es que la ciencia, en general, es una virtud intelectual, es decir, un cierto hábito o cualidad de nuestra inteligencia. La teología, entonces, es un cierto hábito intelectual que está en la inteligencia de ciertos creyentes, pero en dependencia de la fe, porque es el hábito intelectual que se forma en la inteligencia del creyente que reflexiona sobre su fe.
Esa fe no es una fe cualquiera, es la fe teologal, que es aquella que adhiere a la verdad revelada por Dios por medio de un don sobrenatural dado por Dios mismo, por eso se llama "teologal".
Sin la fe teologal, entonces, se podrá tener materialmente los mismos conocimientos que tiene el teólogo, pero no se tiene la teología, es decir, no se tiene ese hábito intelectual.
A falta de la fe teologal, puede haber una fe puramente humana, que es la que tienen los herejes. En ese caso, no necesariamente se considera lo que se cree como una hipótesis, sino que es posible que se lo afirme categóricamente, en virtud de esa fe humana, no teologal.
Lo que pasa es que esa fe puramente humana en lo que Dios ha revelado no es la que es necesaria para la salvación.
Saludos cordiales.
Y por supuesto me parece necesaria la apologética contra los errores, las herejías... una apologética que se basa en la razón, pero que no implica conocimientos y descripciones filosóficas necesariamente. Depende de a quién vaya dirigida.
Dice usted: "... al aceptar las verdades de la fe, se aceptan implícitamente todas las conclusiones que se siguen lógicamente de esas verdades de fe, aunque no hayan sido formalmente reveladas."
Pero sucede que la lógica que aplican algunas personas debe ser distinta de la lógica que aplican otras personas, pues a menudo llegan a conclusiones distintas.
No soy relativista: evidentemente si las conclusiones de unos son verdaderas las conclusiones opuestas de los otros no lo serán.
Salvo que se descubra que cuando uno dice que 2+2 = 10 es porque está operando en base cuatro, y por tanto está diciendo lo mismo que los que afirmamos que 2+2 = 4 (en base diez.)
Las 4 manzanas nuestras coinciden en cantidad real con las 10 manzanas del q opera en base 4, la realidad a la que se refieren es la misma, aunque no lo parezca si no aclaramos en qué base se está operando.
Y sí es verdad que "la inteligencia humana tiene la capacidad natural de conocer algunas verdades sobre Dios, el hombre y el mundo", pero sobre esas verdades parece que no siempre nos ponemos de acuerdo.
[...]
Despedida cordial
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La filosofía no es necesaria para la fe, pero sí para la defensa razonada de la fe, donde inevitablemente, al razonar sobre Dios, el hombre y el mundo, se hace filosofía.
Incluso eso de que la filosofía no es necesaria para la fe hay que matizarlo, porque mientras la persona adhiera a errores filosóficos contrarios a la fe, como el ateísmo, el materialismo, el relativismo, etc., no va a poder hacer el acto de fe.
Apologética sin filosofía, por lo dicho, es imposible. Al menos se supone no tener una filosofía contraria a la fe, porque entonces, en vez de apologética va a ser anti-apologética. Y no tener una filosofía contraria a la fe es lo mismo que tener una acorde con la fe, porque sin filosofía no se puede estar, y sobre todo cuando se cree que está uno sin ella.
Es claro que de una verdad no se puede seguir nada falso, ni por tanto tampoco pueden seguirse consecuencias contradictorias entre sí, donde necesariamente una será falsa y la otra verdadera. Lo que obviamente puede suceder es que alguien, partiendo de esa verdad, razone mal.
Al cambiar la base de la numeración se cambia el significado de los términos "4", "10", etc., por tanto, no hay contradicción alguna entre esas afirmaciones.
El no ponerse de acuerdo las personas entre sí es algo lógico, dada la posibilidad del error que hay en la inteligencia humana.
Saludos cordiales.
A Platón, que no era sencillo en absoluto, san Agustín le reconoce haber recibido la iluminación suficiente para reconocer un solo Dios y por su concepto de las ideas arquetípicas, que sólo pueden estar en su mente.
Aunque al ser absolutamente simple y libre de potencialidad alguna no nos lo podemos imaginar, porque para nosotros la idea precede al acto.
Dice Platón en uno de sus diálogos, o en el Protágoras o en el de Parménides, que los dioses, incluso Júpiter (Zeus) están sujetos a la Necesidad.
Yo acepto desde luego que la creación es un acto absolutamente libre de Dios (además me gusta mucho lo que dice san Agustín, que las tres Personas responden a las preguntas "quién lo hizo (Padre), cómo lo hizo (Hijo) y por qué lo hizo (Espíritu Santo)".
Pero desespero de conciliar esta verdad manifiesta con el hecho de que un Ser absolutamente sencillo y libre de potencialidad alguna haya tenido "alternativas" o al menos que éstas hubiesen podido ser aceptables para alguien absolutamente e infinitamente justo y sabio.
En cuanto a los sencillos, he comprobado que cuando el sacerdote ha dicho alguna barbaridad (a veces sucede), nadie mueve una ceja. Es que les falta espíritu crítico para darse cuenta siquiera; piensen lo que piensen no se pueden considerar "herejes" ; si no estoy errado esta palabra viene del griego "airesis" (no pretendo saber griego) que significa algo así como "decisión" y se venía aplicando a las ramificaciones del pensamiento que se daban entre los seguidores de las diferentes escuelas filosóficas griegas. Aquí los feligreses no toman decisión alguna, simplemente les basta con saber que hay que ser buenos y con esto (y con la convicción mayoritaria de que en efecto lo son) ya tienen "doctrina" bastante.
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Un Ser libre de toda potencialidad no puede tener alternativas en Sí mismo, en su propio ser, pero eso no quiere decir que no haya para Él varias creaturas posibles que pueden recibir de Él el ser o no recibirlo, de modo que todo lo alternativo les corresponde a ellas. Y como esas creaturas posibles son infinitas, no hay una de ellas que sea la mejor de todas, como entre los números no hay uno que sea el más grande. Y eso mismo lo tiene presente la Sabiduría de Dios.
En cuanto a la herejía, es la negación o puesta en duda pertinaz de una verdad de fe enseñada como tal por la Iglesia, por parte de un bautizado.
Si no se está bautizado no se puede ser hereje, porque la herejía es un pecado contra la fe, la cual se infunde en nosotros por el Bautismo.
"Pertinaz" quiere decir que la persona sabe que la Iglesia enseña eso como verdad de fe para ser creída, y sabiéndolo, persiste en negarlo o dudar de ello.
Por tanto, sin duda que en muchos de los errores contra la fe que profieren muchas personas poco formadas en la Iglesia no hay herejía propiamente dicha, porque falta la pertinacia, es decir, no saben que la Iglesia enseña eso como verdad de fe para ser creída.
Son lo que se llama "herejías materiales", por oposición a la "herejía formal", que es cuando sí hay pertinacia.
Saludos cordiales.
Es decir, ¿ tenemos que utilizar los términos contingente y necesario, para dar una opinión de un tema religioso ?
Una persona ajena a esa forma de expresarse, puede también compartir sus pensamientos desde otro punto de vista, como por ej. que Si Dios quiere hacer algo, al hacerlo de convierte en necesario, porque todo lo que El hace esta bien, y todo bien que el quiere hacer es necesario, porque sino no lo haria. El no haria algo inutil, todo tiene un fin, una finalidad, puede ser que no sea necesario, bajo algunos puntos de vista, pero si bajo el punto de vista de que porque ha querido hacerlo y pertenece a su voluntad.
Aunque no mucho, también he estudiado algo de filosofia, y he visto que los distintos flósofos, emplean lenguajes, disertaciones, premisas y conclusiones distintas.
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Ante todo, el término "necesario" lo utiliza Ud. cuando dice que todo lo que Dios hace es necesario.
En segundo lugar, por eso puse un comentario explicando el sentido filosófico de "necesario", que es lo que no puede no ser, lo que no puede ser de otro modo de como es. Por ejemplo, es necesario que dos más dos sean cuatro, no puede ser otra cosa, no puede ser 5 o 42.
Por lo que veo en otro comentario suyo, Ud. parece entender "necesario" en el sentido de "lo que hace falta para algo", o incluso, "lo que es útil". No es ése el sentido de "necesario" que estoy usando aquí.
¿Y porqué lo estoy usando? Porque el principal atributo divino tiene que ser "necesario" en ese sentido filosófico, es decir, no puede ser que Dios no lo tenga. Bueno fuese que a Dios pudiese faltarle su principal atributo.
Y por eso es que la misericordia no puede ser, absolutamente hablando, el principal atributo de Dios, al menos en cuanto su ejercicio actual, porque si Dios no hubiese creado nada, lo cual es perfectamente posible, dada la Libertad del acto creador divino, no habría pecadores en los cuales ejercer la Misericordia.
Por eso, solamente bajo ciertos aspectos y en cierto sentido relativo, que ya detallé en el "post", se puede decir que la Misericordia es el principal atributo de Dios, y en ese sentido se pueden interpretar también las expresiones de Santa Faustina.
No es una aclaración innecesaria, porque si tomamos en sentido absoluto eso de que la Misericordia es el principal atributo de Dios, como tal atributo no puede faltarle a Dios, resultará que en toda hipótesis Dios va a tener el ejercicio activo de la Misericordia, y eso quiere decir, que en toda hipótesis van a existir creaturas pecadoras, con lo cual se niega la Libertad de Dios en el acto creador, es decir, que pueda crear algo o no crear nada, y se termina llegando al panteísmo, al resultar que el mundo es una emanación necesaria, es decir, inevitable, de Dios.
Saludos cordiales.
" Podemos ordenar lógicamente los distintos juicios que hacemos sobre la realidad, en la forma de un sistema, pero para eso debemos primero abstraer los conceptos de la experiencia, unir esos conceptos en juicios que sean verdaderos, y derivar lógicamente otros juicios de los juicios verdaderos ya conocidos, mediante el razonamiento."
Lo singular concreto no solo puede ser aprehendido por la intuición empírica. Constituye un malentendido la escisión de entendimiento y sensibilidad. La mera intuición empírica no permite que nos adentremos en el misterio ontológico. No empleo la palabra misterio como sinónimo de relativismo borroso, sino como sinónimo de realidad suprarracional. También creo que es un error identificar conocimiento objetivo con conocimiento de validez universal, es decir, no subjetivo. El verdadero conocimiento implica compromiso y participación.
El amor de una madre a su hijo no puede ser explicado con razonamientos abstractos.
Bajo mi punto de vista urge superar los esquemas "ideal-fáctico" e "intelectual-empírico".
De lo contrario seremos un poco como los gatos que siempre caen de pie.
Un saludo cordial.
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Sin duda que la mera intuición empírica no nos permite adentrarnos en el misterio ontológico de las cosas, es decir, no nos permite conocer su esencia.
La intuición empírica es doble: sensible, mediante los cinco sentidos externos y también los sentidos internos, e intelectual, que es la intuición de la propia existencia. La primera alcanza las cosas solamente por el lado de sus accidentes sensibles, la segunda no nos da nuestra esencia o naturaleza, sino sólo nuestra existencia.
Por eso hace falta el conocimiento intelectual abstractivo, para conocer la esencia de las cosas en la medida en que puede hacerlo nuestra débil inteligencia, dependiente de los sentidos.
Esa esencia de las cosas no es que sea suprarracional, es solamente suprasensible.
El conocimiento objetivo, en tanto que objetivo, es no subjetivo por definición, pues es el conocimiento que en su contenido cognoscible no depende del sujeto.
Que el triángulo tiene tres lados es verdadero conocimiento y no implica más compromiso y participación que el hecho de prestar un poco de atención y concentrarse un poco en el tema.
El amor de una madre por su hijo tampoco es conocimiento, aunque vaya unido, sin duda, a cierto conocimiento. No se debe intelectualizar el amor, que es lo que se hace cuando se lo quiere poner en el lugar que le corresponde al conocimiento.
La distinción entre lo intelectual y lo empírico es completa y adecuada si por "intelectual" se entiende lo intelectual abstracto. No si por "intelectual" se entiende la intuición de nuestra propia existencia, ésa es intelectual y concreta a la vez.
Pero es claro que lo abstracto no es empírico, y viceversa.
Y la distinción entre lo ideal y lo fáctico también es bastante obvia. No siempre sucede lo que debería suceder. Además, en los hechos se dan asociaciones que no necesariamente se dan en las ideas, por ejemplo, Sócrates puede estar en un determinado momento sentado, pero eso no forma parte de su naturaleza, porque si así fuese, al ponerse de pie dejaría de ser Sócrates.
Saludos cordiales.
Muchas gracias Néstor, por tu paciencia y generosidad para compartir tus vastos conocimientos, tu sabiduría y tu Fe profunda y madura. Concuerdo enteramente: el Ser es el atributo esencial y necesario (indispensable) de Dios. Incluso sería imposible el Amor de Dios sin Su Existencia. yo agregaría una pregunta una vez sabido esto, ¿Cuál es el primer atributo que Dios manifiesta de manera distintiva y característica a partir de su Esencia o Naturaleza Divina? Dudo entre el Amor y el Autoconocimiento (el Logos), porque el Amor parte y requiere de la existencia del Otro.
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Muchas gracias. En San Agustín y en Santo Tomás la cosa es clara: el amor supone el conocimiento, no se puede amar lo que no se conoce .
Por eso, dirían ambos, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, porque el Hijo procede del conocimiento que Dios tiene de Sí mismo, y es sobre la base de ese conocimiento que Dios se ama a Sí mismo.
Es más, Santo Tomás equipara inmaterialidad con inteligibilidad. Los grados del conocimiento son los grados de la inmaterialidad.
Siendo Dios el Acto Puro de Ser, es decir, la suma de la actualidad sin mezcla de potencialidad alguna, es lo máximamente inmaterial, ya que la materia es potencia para la forma. Y entonces, es lo máximamente inteligible.
Pero en la medida en que un ente es inmaterial, en esa misma medida va escapando de los límites de la materia, y eso quiere decir, que va siendo apto para que su ser incluya de algún modo el ser de los otros entes, mediante esa identidad inmaterial que es el conocimiento.
Porque recordemos que es la potencialidad pasiva la que separa unos entes de otros, limitando como esencia el acto de ser a una forma finita, y limitando como materia la forma a un individuo determinado.
El Acto Puro de Ser, entonces, por lo mismo que es absolutamente inmaterial, contiene en sí mismo inmaterialmente todas las cosas, y más aún, está en plena identidad inmaterial consigo mismo. Y por eso mismo ya es Inteligente y cognoscitivo.
La voluntad, por su parte, sigue a la inteligencia, es el apetito que corresponde a un ente en tanto dicho ente es intelectual.
Por eso su objeto es el bien, que no es otra cosa que el ente mismo en tanto que apetecible.
El ente, objeto de la inteligencia, es presentado por ésta a la voluntad como bueno, es decir, como apetecible, y sobre esa base, la voluntad apetece el bien, y esa tendencia de la voluntad al bien es justamente el amor en su acepción más general.
Santo Tomás distingue en Dios un amor esencial, un amor nocional, y un amor personal.
El Amor esencial es el que Dios tiene por Sí mismo considerado en la unidad de su Esencia.
El Amor nocional es el amor entre el Padre y el Hijo, por el cual procede el Espíritu Santo.
Otra razón para que el conocimiento sea anterior al amor en Dios: para que el Padre y el Hijo puedan amarse debe existir el Hijo, que procede del conocimiento que el Padre tiene de Sí mismo.
Y el amor personal es el mismo Espíritu Santo. ver Ia, q. 37.
//hjg.com.ar/sumat/a/c37.html
En la cuestión 27, por su parte, dice:
"En las personas divinas hay dos procesiones: la de la Palabra y otra. Para demostrarlo, hay que tener presente que en las personas divinas no hay procesión más que en cuanto acción que no tiende hacia algo externo, sino que permanece en el mismo agente. Así, esta acción en la naturaleza intelectual es acción del entendimiento y acción de la voluntad. La procesión de la Palabra responde a la acción intelectual. Por la operación de la voluntad en nosotros se encuentra otra procesión, la del amor, por la que el amado está en quien le ama, como por la concepción de la palabra lo dicho o entendido está en quien tiene entendimiento. Por eso, además de la procesión de la Palabra hay otra procesión en las personas divinas, y es la procesión de amor."
Y también:
"Aun cuando en Dios la voluntad no sea distinta al entendimiento, sin embargo, a la razón de la voluntad y del entendimiento pertenece el que las procesiones según la acción de cada uno se relacionen a un determinado orden. Pues la procesión de amor no se da sino en orden a la procesión de la Palabra; ya que nada puede ser amado con la voluntad si no es concebido en el entendimiento. Así, pues, en la medida en que hay un cierto orden entre la Palabra y el principio del que procede, aun cuando en lo divino sea lo mismo la sustancia intelectual y la concepción del entendimiento; así también, aun cuando en Dios sean lo mismo el entendimiento y la voluntad, sin embargo, porque a la razón de amor pertenece el que no proceda sino de la concepción del entendimiento, en las personas divinas la procesión de amor tiene distinción de orden con la procesión de la Palabra."
Y en la cuestión 36, a. 2, ad 5um:
"En Dios, la Palabra no se dice por su semejanza con la palabra vocal, de la que no procede el aliento, porque, de ser así, sólo se diría metafóricamente; sino por semejanza con la palabra concebida en la mente de la que procede el amor."
Saludos cordiales.
"El amor de una madre por su hijo tampoco es conocimiento, aunque vaya unido, sin duda, a cierto conocimiento. No se debe intelectualizar el amor, que es lo que se hace cuando se lo quiere poner en el lugar que le corresponde al conocimiento".
Según esto, lo único que merece ser llamado conocimiento es el que nos proporcionan las ideas abstractas obtenidas intuitivamente de los objetos sensibles.
Estas ideas nos permiten establecer juicios perfectamente lógicos y comunicables.
Sin embargo, según los estudios de psicología evolutiva los niños pequeños que han sido acogidos con cariño por su madre demuestran tener más capacidad de conocer la realidad que los que no han tenido ese cariño.
A parte, todos sabemos que hay personas muy inteligentes en el razonamiento lógico y abstracto son tremendamente torpes en las relaciones sociales.
La pregunta que debiéramos contestar es ¿Qué entendemos propiamente por conocimiento?
La Virgen María en la Anunciación, preguntó al Arcángel San Gabriel, cómo iba a ser posible todo aquello si ella no conocía a varón.
El término conocer en la Biblia tiene un sentido mucho más amplio que el meramente intelectual de Aristóteles.
Un cordial saludo
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En efecto, si no partimos de una noción por lo menos rudimentaria y sencilla de lo que es el conocimiento no hay forma de que luego podamos abordar los casos complicados.
Lo básico es que a primera vista hay dos actividades, por así decir, en el ser humano que son bien distintas. Una, “darse cuenta”, “enterarse” de las cosas, otra, sentirse atraído por ellas.
No es, obviamente, lo mismo.
Puedo darme cuenta y enterarme de cosas que no me atraen o que incluso me producen positiva repugnancia y rechazo.
Pero no puedo sentirme atraído o experimentar rechazo por lo que no conozco.
El amor no es cognoscitivo, porque no consiste en darse cuenta ni en enterarse de nada. Sería una noción totalmente intelectualista, gnóstica, del amor.
Lo de la Escritura es un uso lingüístico, no una tesis filosófica. En todo caso, si el término "conocer" describe la esencia de lo que hacen el varón y la mujer al unirse sexualmente, debemos dejar de usar ese término para hablar del darnos cuenta y el enterarnos de las cosas.
Porque ciertamente que no entablamos una relación sexual con las matemáticas cuando nos enteramos de que dos más son cuatro y cosas por el estilo, pese a Freud si hace falta.
Me parece mucho más práctico conservar el término “conocer” para el darnos cuenta y enterarnos, y reconocer que el uso bíblico de ese término a veces tiene mucho de impropio o metafórico, como cuando la Biblia habla de los ojos, las manos, los brazos, las narices, etc., de Dios.
El amor, como vimos, depende del conocimiento. No puedo sentirme atraído por algo si no me he enterado de que ese algo existe. Pero sí puedo enterarme sin ser atraído para nada, más aún, experimentando profundo rechazo por aquello de lo que me entero. Eso ya nos habla de que el conocimiento viene primero y no depende en lo esencial del amor.
Lo que ha sucedido en la modernidad es muy sencillo. Ha sido Kant el primero que ha dicho que la inteligencia humana no puede llegar a la realidad de las cosas. A partir de ahí, los que tuvieron la desgracia de hacerle caso, o bien aceptaron que la realidad es inaccesible, o bien trataron de llegar a ella por otros caminos que no sean los de la inteligencia, y ahí aparecieron la voluntad y el amor, puestos a hacer lo que no les corresponde y tampoco, por eso mismo, pueden. El modernismo teológico insufló luego esas doctrinas en muchos “teólogos”.
Con eso se desnaturaliza profundamente a la voluntad y al amor mismos. El amor humano, que de suyo es apasionado y tendencial, se vuelve marisabidillo y doctoresco. Pero la realidad sigue sin ser conocida, obviamente.
Es cierto que el amor puede ayudar al conocimiento, pero puede también obstaculizarlo. Eso depende de si lo que se ama es concorde o no con la verdad.
En el primer caso, el amor, apasionado como siempre es, va a exigirle a la inteligencia que ponga más y más atención en el objeto amado, y como en esta hipótesis lo amado es verdadero, va a resultar un mayor conocimiento de la verdad por parte de la inteligencia.
No por parte del amor, porque la mano que mueve la linterna en la dirección correcta para que ilumine más no por eso “ve” lo que la linterna ilumina.
En el segundo caso, estamos fritos, el amor va a defender su error predilecto con uñas y dientes contra todos los esfuerzos de la inteligencia por hacer que la persona conozca la verdad.
Saludos cordiales.
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En Dios todos los atributos se identifican realmente entre sí, porque se identifican con la única Esencia divina, pero la distinción entre ellos viene de sus efectos, y en ese sentido, la Misericordia no es lo mismo que la Justicia, como perdonar no es lo mismo que castigar.
Otra cosa es que a veces en una misma acción divina concurren varios atributos divinos distintos, y así, el castigo divino en esta vida o en el Purgatorio por un lado mira a la Justicia, y por otro a la Misericordia, porque con eso Dios busca nuestra salvación. No así el castigo del Infierno, que pertenece exclusivamente a la Justicia divina.
Aunque es verdad que incluso en el Infierno, dice Santo Tomás que Dios no da a los condenados la pena según toda la gravedad con que la merecen, y en ese sentido, ahí también está operativa la Misericordia.
Como la Iglesia es Una, como decimos en el Credo, no existe ninguna Iglesia moderna, aunque sí existen, sin duda, herejes modernos, como en la antigüedad también hubo herejes.
Saludos cordiales.
Por otro lado, respecto a la palabra amor, conviene precisar a lo que nos estamos refiriendo. Así, por ejemplo, Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas est, distingue amor como eros o amor posesivo y amor como agapé o amor oblativo.
Si solo entendemos el amor de la primera manera, nos veremos abocados a considerar el amor de forma Spinozista o monadológico (en el fondo el amor no saldría de mí, sería un contenido más de mi conciencia).
Finalmente me gustaría referirme a los niños que, de pequeños, son maltratados o , en el caso extremo, viven con animales. Pues bien, esos niños, comparados con los que son bien tratados, presentan una incapacidad radical para adquirir conocimientos (incluso para el don de la palabra). Esto evidencia que la presencia amorosa de los padres es capaz de posibilitar que el niño conozca la realidad en torno suya, la relación con sus padres es una pieza fundante para que el niño obtenga el significado del mundo.
Un saludo cordial.
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El amor es la tendencia del apetito al bien. El apetito puede ser sensible, y entonces, el bien apetecido también es un bien sensible, o intelectual, es decir, la voluntad, y entonces el bien al que tiende no tiene porqué ser un bien sensible.
El bien que se apetece se puede apetecer para sí mismo o para otro. En el primer caso tenemos el amor de concupiscencia, en el segundo, el amor de benevolencia. A su vez, el amor de benevolencia puede ser recíproco o no, en el primer caso, tenemos la amistad, que también puede ser natural o sobrenatural. La primera sólo puede ser amistad con el prójimo, la segunda es la amistad con Dios, o sea, la caridad.
Dice Santo Tomás en II-IIae, q. 23, a. 1.
“Según el Filósofo en VIII Ethic., no todo amor tiene razón de amistad, sino el que entraña benevolencia; es decir, cuando amamos a alguien de tal manera que le queramos el bien. Pero si no queremos el bien para las personas amadas, sino que apetecemos su bien para nosotros, como se dice que amamos el vino, un caballo, etc., ya no hay amor de amistad, sino de concupiscencia. Es en verdad ridiculez decir que uno tenga amistad con el vino o con un caballo. Pero ni siquiera la benevolencia es suficiente para la razón de amistad. Se requiere también la reciprocidad de amor, ya que el amigo es amigo para el amigo. Mas esa recíproca benevolencia está fundada en alguna comunicación. Así, pues, ya que hay comunicación del hombre con Dios en cuanto que nos comunica su bienaventuranza, es menester que sobre esa comunicación se establezca alguna amistad. De esa comunicación habla, en efecto, el Apóstol cuando escribe: Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a sociedad con su Hijo (1 Cor 1,9). Y el amor fundado sobre esta comunicación es la caridad. Es, pues, evidente que la caridad es amistad del hombre con Dios.”
Como dice Benedicto XVI en “Deus Caritas est”, n. 7, el amor de concupiscencia es equivalente al “eros”, y el de benevolencia, al “agape”.
“A este propósito, nos hemos encontrado con las dos palabras fundamentales: eros como término para el amor «mundano» y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella. Con frecuencia, ambas se contraponen, una como amor «ascendente», y como amor «descendente» la otra. Hay otras clasificaciones afines, como por ejemplo, la distinción entre amor posesivo y amor oblativo (amor concupiscentiae – amor benevolentiae), al que a veces se añade también el amor que tiende al propio provecho.”
Sobre la unión con Dios habla Santo Tomás cuando habla de la visión beatífica, en particular cuando se pregunta si la bienaventuranza es un acto del entendimiento o de la voluntad.
Dice en efecto en I-IIae, q. 3, a. 4:
“Como ya se señaló, para la bienaventuranza se requieren dos cosas: una, lo que es la esencia de la bienaventuranza, y la otra, lo que la acompaña como accidente propio, es decir, la delectación consiguiente. Digo, por tanto, que es imposible que la bienaventuranza consista en un acto de la voluntad, en cuanto a lo que es esencialmente la bienaventuranza, pues se desprende claramente de lo antes dicho, que la bienaventuranza es la consecución del fin último. Pero la consecución del fin no consiste en el acto mismo de la voluntad, porque la voluntad tiende a un fin cuando lo desea si está ausente, y cuando se deleita descansando en él si está presente. Pero es claro que el deseo mismo del fin no es su consecución, sino un movimiento hacia el fin. Ahora bien, la delectación le llega a la voluntad precisamente porque el fin está presente y no al contrario, que algo se haga presente porque la voluntad se deleita en ello. Por tanto, es necesario que haya algo distinto del acto de la voluntad por lo que el fin se haga presente a quien lo desea.
Y esto se observa claramente a propósito de los fines sensibles. Pues, si el conseguir dinero fuera un acto de la voluntad, inmediatamente el deseoso lo habría conseguido desde el principio, cuando quiere tenerlo; pero le falta desde el principio, y lo consigue precisamente cuando lo toma con la mano o de alguna otra forma; y es entonces cuando goza de tener el dinero. Y lo mismo ocurre con el fin inteligible, porque desde el principio queremos conseguirlo, pero lo conseguimos precisamente por un acto del entendimiento, y es entonces cuando la voluntad gozosa descansa en el fin ya conseguido.
Así, pues, la esencia de la bienaventuranza consiste en un acto del entendimiento ; sin embargo, pertenece a la voluntad la delectación consiguiente a la bienaventuranza, como dice Agustín en X Conf., que la bienaventuranza es el gozo de la verdad; porque el gozo mismo es la consumación de la bienaventuranza.”
La analogía puede ser de dos tipos, propia o impropia, la segunda es la metafórica. La analogía es propia cuando el término análogo se encuentra en el analogado según todas sus notas, pero de un modo diferente, como la Bondad se encuentra en Dios. Es impropia, y por tanto, metafórica, cuando el término análogo se encuentra en el analogado solamente según algunas de sus notas, como Jesucristo es el León de Judá solamente por el valor y la realeza (que a su vez también es metafórica en el león), no por la melena o las garras.
La analogía del encuentro nupcial para significar la unión con Dios, según esto, es metafórica.
Lo que les falta a esos niños, esencialmente, es que se les dirija la palabra, sin lo cual nadie puede aprender a hablar, y sin saber hablar, difícilmente se pueda desarrollar el pensamiento.
Saludos cordiales.
Naturalmente, no puede ser de otro modo. Porque la identidad numérica es la característica más honda (diríamos incluso que la única) de una persona viva. Definir la identidad numérica significaría definir a la persona. Y definir significa ofrecer noción. Sin embargo, ofrecer la noción de persona es imposible, porque la persona se distingue de la cosa precisamente en este hecho: escapa de los límites de cualquier concepto, es transcendente a cualquier noción. Se puede crear tan sólo un símbolo para la característica fundamental de la persona.... Por lo que se refiere al contenido de este símbolo, no puede ser deducido por la razón; su contenido sólo es alcanzado por la experiencia inmediata: en la vivencia de la creación de sí mismo, en la identidad de la autoconciencia espiritual".
"La Columna y Fundamento de la verdad".
Ediciones Sígueme, pág 100
Algo parecido nos trata de trasmitir Antoine de Saint-exupéry cuando dice:
"Los intelectuales desmontan el rostro para explicarlo en función de los fragmentos, pero entonces ya no ven la sonrisa. Conocer no es desmontar ni explicar. Es acceder a la visión. Pero, para ver, conviene empezar por participar. Es un duro aprendizaje..."
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En eso que dice Florenksy hay una confusión muy común hoy día entre la definición de "persona", en general, y la definición de una persona particular.
La primera es la que da Boecio: "Sustancia individual de naturaleza racional". O más precisamente aún, Santo Tomás: "Subsistente distinto de naturaleza racional".
La segunda es imposible, no se puede definir a Pedrito.
Pero Florensky termina, en ese pasaje citado, pasando de esto último, que es una gran verdad, a la negación de lo anterior, lo cual es un error.
En efecto, al contraponer la persona a la cosa, se ve que está pensando, ahora, en el concepto de "persona" en general.
Y ese concepto es claro que se puede y se debe definir, o al menos caracterizar suficientemente para distinguirlo de todo lo que no es persona, de lo contrario, el mismo término "persona" carecería de significado.
Otra cosa que hace Florensky ahí es contraponer la persona a la cosa, de acuerdo con la moda existencialista.
Obviamente que eso se puede hacer, si se define a la cosa como algo irracional. Pero no hay razón para definir así a la "cosa", basta decir, con los clásicos, que es "algo que tiene esencia o naturaleza", y entonces, la persona es una cierta clase de cosas, a saber, las de naturaleza racional.
Lo que pasa es que para el existencialismo la persona no tiene naturaleza, pero eso es absurdo y termina socavando la fe cristiana y católica, en la que la distinción entre "persona" y "naturaleza" es fundamental tanto en el dogma trinitario como en el dogma cristológico. Si las personas no tienen naturaleza, ni las tres Personas tienen naturaleza divina ni Cristo tiene naturaleza divina y naturaleza humana, y con eso caen por tierra los grandes Concilios trinitarios y cristológicos: Nicea, Éfeso, Calcedonia.
El problema con Sartre y los otros existencialistas es que ponían una oposición entre tener naturaleza y ser libre, porque a su vez entendían la "libertad" como libertad absoluta, concepto absurdo y contradictorio según el cual habría que ser libre también de existir o no existir, y de ser libre o no ser libre.
Contra eso, el ser libre es libre por naturaleza, porque tiene la naturaleza de un ser racional, capaz por tanto de elegir, y por eso mismo no es libre de elegir ni la existencia, ni la naturaleza racional, ni la libertad.
En cuanto al dicho de Saint - Exupéry, está de acuerdo con Aristóteles en que "el individuo es inefable". No podemos tener un concepto del individuo Pedrito, lo cual no quiere decir que no podamos tener un concepto de lo que es ser un individuo, en general: "indiviso respecto de sí mismo, dividido respecto de todo lo demás".
Saludos cordiales.
Que la minúscula razón humana no entienda el misterio de un Dios eternamente misericordioso, sin que su misericordia sea tan contingente como la creación, es lo de menos.
La importancia que debemos dar a este atributo divino no solo es cosa de Sor Faustina, la deja clara la Palabra de Dios:
Jesucristo dijo: “sed misericordiosos porque Dios vuestro Padre es misericordioso”
Y la misericordia de Dios es eterna, no tiene principio ni fin, no tiene límites, es infinita.
Salmo 137: “Señor tu misericordia es eterna...”
Salmo 117 y salmo 135: “Dad gracias al Señor porque es bueno porque es eterna su misericordia”
Y repiten después de cada estrofa “es eterna su misericordia”
Saludos cordiales
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Sin duda que la Misericordia divina es eterna, como también es eterno el libre acto creador de Dios, y al igual que él, podría no haberse dado, o sea, es contingente, sin que eso afecte a la Inmutabilidad divina.
Porque si negamos que el libre acto creador divino podría no haberse dado, estamos negando la libertad de la creación, que es verdad de fe.
Ahí está justamente el misterio, que consiste en que la contingencia del acto creador y de la misericordia divina, que debe ser afirmada, porque obviamente es contingente que la creación exista y que haya en ella pecadores de los cuales tener misericordia, sólo puede tomarse de la contingencia de su término creado, pues en Dios tanto el libre acto creador como la Misericordia se identifican con el Ser Necesario.
Saludos cordiales.
Una persona es siempre más.
Un cordial saludo.
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Como digo, una cosa es "la persona" y otra "esta persona". La ciencia, incluidas la filosofía y la teología, se ocupa de lo universal, no de lo individual como tal. No existen congresos para estudiar a Pepito o a Juancito, ni son posibles. No se puede hacer un "retrato hablado" de alguien que se ajuste a esa persona y solamente a ella. Cada término que usemos (alto, rubio, con un zapato rojo, etc.) se puede aplicar a una infinidad de individuos posibles, y el conjunto de todos ellos también.
Para identificar en forma inequívoca al individuo humano debemos recurrir a los sentidos: fotografía, impresión dígito pulgar, señalar con el dedo índice, etc.
Y respecto del conocimiento conceptual y universal, el término "persona" es tan definible como cualquier otro, y de hecho Boecio y Santo Tomás han dado definiciones que se aplican sin problemas, la primera, a toda persona creada, y la segunda, a toda persona en general.
Y es que si no fuese así, si el término "persona" no tuviese un sentido conceptualmente claro y delimitable, no estaríamos diciendo nada determinado y preciso al decir que "Fulano es una persona", sería lo mismo que si dijésemos "Fulano es blick", lo cual no es, obviamente, el caso.
Al concepto de una cosa no pueden estarle apareciendo nuevas notas constitutivas, porque entonces la cosa estaría dejando de ser lo que es para pasar a ser otra cosa distinta. No puede ser que un concepto de un animal, por ejemplo, primero incluya "reptil" y luego incluya "mamífero", porque es claro que no se va a tratar del mismo animal.
Si la "persona" estuviese continuamente transformándose en su contenido esencial, nunca sería nada determinado, y entonces no existiría, simplemente.
Por otra parte, que en las naturalezas que podemos conocer y definir conceptualmente nunca vamos a dejar de poder avanzar en su conocimiento, es así sin duda. El único que conoce exhaustivamente todas las cosas es Dios. Pero eso no quiere decir que alguna vez hayamos de conocer de una naturaleza determinada algo que sea contradictorio con su definición, porque eso es simplemente absurdo.
Saludos cordiales.
El Bautismo es el Sacramento del cristianismo que consiste en verter agua en la cabeza de una persona, generalmente un niño recién nacido, o en sumergir a la persona en el agua, como símbolo de purificación, de nacimiento a una nueva vida y de aceptación y entrada en la Iglesia cristiana.
¿Usted cree que esto es suficiente para que ese japonés se haga cuenta de lo que es realmente el bautismo?
Si realmente quiere conocer lo que es el bautismo tendría que responder a la gracia de Dios, hacer el periodo de catecumenado, recibido catequesis, bautizarse y , luego, ser coherente y participar de la vida de la Iglesia.
Pues de forma análoga, la definición de Boecio o la de Santo Tomás son un acercamiento válido pero superficial a lo que es una persona.
Para conocer lo que es una persona no hay más remedio que tratar a los otros con generosidad, cordialidad, respeto, escucha, etc. Entonces, y solo entonces, creando esos encuentros interpersonales, nos podemos adentrar en el misterio de la realidad personal.
Bajo mi punto de vista, el método narrativo presenta una potencia mayor para el esclarecimiento de la realidad y para el diálogo con personas de toda índole. Todo esto sin olvidarnos de las valiosa aportaciones de Boecio y Santo Tomás.
Un saludo cordial.
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Sigue siendo necesario distinguir el conocimiento científico, conceptual, filosófico o teológico, de la persona en general, del conocimiento de las personas individuales en cuanto tales.
Todo eso que Ud. describe, si va a llevar a un conocimiento filosófico o teológico de la persona, lo va a hacer mediante conceptos universales y abstractos. Esos conceptos, o bien entrarán en conflicto con las definiciones que ya tenemos de la persona, y entonces será cuestión de discusión filosófica y teológica, o no, y entonces, servirán simplemente para profundizar en el contenido de esas mismas definiciones tradicionales.
Saludos cordiales.
He allí el clásico dilema de la libertad: ser libre es hacer la real gana, o ser libre para posibilitar el ser en plenitud.
¿Será Dios es absolutamente libre para crear algo si le da la gana, o acaso será que su libertad de creación se refiere a las posibilidades y no al acto creador, que, al concretarse históricamente, resulta imperfecto, y, por ello, intrínsecamente menguante de misericordia, del perdón por amor?
Precisamente a lo que vino Dios al tiempo del ser humano, a perdonarlo por amor. Pero ¿por qué tomarse Dios la "molestia", si bien pudo, y puede, en realísima gana, dar "borrón y cuenta nueva" y a la porra la fulana salvación del hombre, y crear otra cosa o, por qué no, darse un infinito sabático, mientras crea algo mejorcito que ese terco, obstinado y prepotente ser humano?
¿No será, por eso, que entre Dios y su obra la relación trasciende la mera contingencia?
¿No será la creación la expresión libérrima del Dios por antonomasia creador? Valga decir, el amor y el perdón, conjugados en la misericordia,se inscriben en la temporalidad de la obra divina, no como contingencias de lo contingente, del Dios que un buen, o mal día, se le ocurrió crear algo y no le salió perfecto; sino en cuanto consustanciales al principal atributo divino, el poder de crear, en la y la expresión más sublime de la libertad del Sumo Hacedor: su obra, por virtud imperfecta.
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Como digo, la única forma de hacer de la Misericordia el atributo más importante de Dios es hacer a la creación y a la existencia de creaturas que pecan algo necesario, lo cual lleva al panteísmo. Su comentario es la prueba de que es efectivamente así, porque la única forma de "trascender lo contingente" es trascendiéndolo hacia lo necesario, ya que la única forma de trascender lo que puede no ser, es trascendiéndolo hacia lo que no puede no ser.
Y si la creación es necesaria, la creatura también lo es, y si la creatura es necesaria, entonces es parte del ser mismo de Dios, porque lo que no puede faltarle a Dios en ninguna hipótesis es por eso mismo parte del ser divino, y lo que sí puede faltarle en alguna hipótesis, es contingente y no necesario.
Por eso es que el objeto de la creación divina es necesariamente contingente, y por eso, la creación divina es esencialmente libre.
La negación de la libertad del acto creador divino es herejía en la Iglesia Católica, como dice el Concilio Vaticano I en la Constitución "Dei Filius":
"Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada según toda su sustancia, o dijere que Dios no creó por libre voluntad , sino con la misma necesidad con que se ama necesariamente a sí mismo, o negare que el mundo ha sido creado para gloria de Dios, sea anatema."
Saludos cordiales.
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No es solamente que Dios cree por su propia Voluntad, sino que además lo hace libremente. También se ama Dios a Sí mismo por su propia Voluntad, pero no libremente, sino necesariamente, como dice el canon citado del Concilio Vaticano I.
Todo lo libre es voluntario, pero no todo lo voluntario es libre.
Dado que los mundos posibles son infinitos, como los números, para cualquier mundo posible X va a haber uno en el que haya más justicia que en él, y otro en el que haya menos justicia que en él.
El orden entre las “decisiones” divinas es solamente lógico, no temporal. En sí mismo, el acto de la Voluntad divina es uno solo, en tanto idéntico a la única Esencia divina Eterna e Inmutable, es solamente por relación a los diversos objetos de la Voluntad divina que hablamos de diversos actos de esa Voluntad. No hay una sucesión real de actos en la Voluntad divina.
Todas las opciones están de suyo abiertas ante la divina Voluntad, en el sentido de que ninguna de ellas es necesaria: crear o no crear, crear un mundo material o no crearlo, crear seres racionales o no hacerlo, permitir el pecado de esos seres racionales o no, ordenarlos al fin sobrenatural o no hacerlo, redimir a las creaturas pecadoras o no hacerlo.
Una que no es una opción es crearnos privados de libertad, porque eso sería crearnos privados de nuestra naturaleza humana, lo cual es una contradicción.
Dios no está obligado a llevar a la creación al mejor resultado posible, porque entonces estaría obligado a ordenarla al fin sobrenatural de la participación en la Vida divina, que sin duda es mejor que un fin puramente natural, el cual sin embargo está de suyo igualmente disponible ante la Libertad divina.
Lo único “mejor posible” que hay, en definitiva, es Dios mismo. Toda creatura es finita, y por tanto, siempre es posible una creatura mejor.
Es cierto que dado que Dios elige libre y contingentemente hacer las cosas de un modo determinado, o sea, en sentido compuesto, ya no es posible que las haga de otro modo distinto, por la Inmutabilidad divina, aunque siga siendo eso en sí mismo, o sea, en sentido dividido, una posibilidad.
El modo en que Dios respeta la libertad de las creaturas racionales es moviendo eficazmente las voluntades creadas a todo lo que en el acto libre hay de ser y de bien, que en el caso del acto bueno se identifica sin más con tal acto, no así en el caso del acto malo, que por serlo tiene además la privación de ser y de bien que lo hace malo, de la cual Dios no es causa, sino que sólo la permite.
Por eso mismo el misterio del mal no se explica solamente por la libertad de las creaturas, porque además debe darse la permisión divina para que el pecado pueda ocurrir. Dios no permitió en la vida de la Virgen Santísima ni siquiera un pecado venial, ergo, pudo hacerlo también con todas las creaturas racionales, angélicas y humanas, lo cual es obvio, dado que es Omnipotente.
Saludos cordiales.
La cuestión radica, en mi criterio, en que se parte desde una errada conceptualización de la libertad, incluso y fundamentalmente la de Dios. Ese desatino conceptual del "ser libre" se evidencia a cada rato en los comunicados y pronunciamientos oficiales de la alta jerarquía eclesiástica, constituyendo, desde la des-estructuración del andamiaje conceptual que sustenta la perspectiva existencial del ser humano, factor principalísimo en la ineficacia de la IC en dar respuesta a la problemática de las sociedades actuales -y la de todos los tiempos- engendradas, gestadas y procreadas desde esa des-ubicación existencial y mal entendimiento del libre albedrío.
Desde ese criterio,como la mujer que gesta la vida, es madre, es potencia del ser mujer; el Dios creador, que es padre, es potencia del ser Dios. La mujer puede decidir libremente parir o no, y seguirá siendo mujer; no obstante, el impulso existencial hacia la gestación la eleva hacia una plenitud del ser explicada sólo desde el amor, que se concreta desde allí en la expresión superior de su ser mujer: ser madre.
Igualmente, Dios, en su libertad, puede crear o no crear; empero a su ser lo impulsa un ánimo de crear, desde donde se engendra el amor del creador por su obra, del Padre por sus hijos.
Porque, el amor de Dios no puede ser mera contingencia. Si el de la madre no lo es, menos habrá de ser el de Dios Padre. Me niego a creer que el amor de Dios hacia sus creaturas sea mero accidente. No puedo dar cabida en mi razón, al "ser" como producto de un rato "creador" a los fines de matar la modorra; de un Dios existiendo únicamente para sí , amándose sólo a sí mismo y, tal vez o quizás, a lo que de antojo pudiere crear... !!Me niego a ser hijo -bastardo- de un Dios sustraído, a real gana, del amor que impone en sus mandamientos¡¡
La moraleja: ¿Dios crea por amor o ama porque crea? Luego entonces. Si lo primero, el amor impulsa su libertad hacia el acto creador. Si lo segundo, la creación mueve la libertad hacia el amor. Y si ambos, ¡¡Dios es nuestro amoroso y misericordioso Padre Creador!!
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Ante todo, no se trata de lógicas diferentes, sino de la única que hay, para la cual no hay otra alternativa, para lo que es, que poder no ser, y ser contingente, o no poder no ser, y ser necesario. Dios es el Ser Necesario, la creatura, si es necesaria, se identifica con Dios (sólo puede haber un Ser Necesario) si es, como es, creatura y distinta de Dios, es contingente. Y si es contingente, no puede ser querida necesariamente por Dios, porque en esa hipótesis la creatura no podría no ser, y sería necesaria.
La mujer, como es lógico, sea madre o no, no está en potencia de ser mujer; si aún no es madre, está en potencia de ser madre.
El ser madre no la cambia sustancialmente, sigue siendo la misma mujer que antes, la nueva perfección que tiene por ser madre, entonces, es accidental, en los dos sentidos del accidente metafísico (la maternidad es una relación, y por tanto, un accidente, que tiene por sujeto a la mujer y por término al hijo o la hija), y del accidente lógico (puede ser madre o no serlo).
Dios no es Padre por ser creador, sino por engendrar, no crear, al Hijo desde la Eternidad. El Hijo de Dios, contra los arrianos, no es una creatura, es Dios mismo, consustancial con el Padre.
Dios crea también a los irracionales, y de ellos no es Padre, sino solamente Creador. Incluso entre los hombres, es Padre solamente de aquellos a los que ha regenerado con su gracia, no por el solo hecho de crearlos.
Tampoco está Dios en potencia de ser Dios si no crea nada. Lo finito, como es la creatura, no puede ser lo que haga existir al Infinito, que es Dios. Lo Infinito en potencia, si no fuese imposible porque contradictorio, no pasaría al acto por el hecho de producir lo finito. Ningún ente finito se hace Infinito por el hecho de producir algo finito, y si ya es Infinito antes de producirlo, por eso mismo tampoco.
Dios no puede no quererse a Sí mismo. Sería una monstruosidad, no solamente no querer al Bien mismo, sino también poder no quererlo, una vez que se lo conoce como tal Bien sin más.
Por eso el Amor en Dios no es sin más contingente, porque Dios se ama a Sí mismo en forma necesaria, lo cual quiere decir que las Tres Personas divinas se aman necesariamente unas a otras.
Es solamente el amor divino a las creaturas el que es contingente, porque ninguna creatura, por grande que sea, agrega estrictamente nada al Bien sin más, al contrario, sólo puede existir y ser buena como participación en ese Bien.
No hay ninguna “modorra” que matar en Dios (le pido que no blasfeme en mi blog), al contrario, nada puede agregar nada a la infinita Felicidad de las Tres Personas divinas. Dios no crea para llenar ningún hueco afectivo, precisamente porque no necesita para nada a la creatura, y por eso mismo su amor a las creaturas es libre y absolutamente generoso.
Tampoco es que si crea, pueda no amar a la creatura que crea. Puede crear o no crear, pero si crea, sólo puede ser por amor, porque amar es querer el bien del otro, y el ser es bueno, y crear implica querer el ser para la creatura.
Dios no está sustraído del amor, porque es Amor: el Amor entre las tres divinas Personas.
Por supuesto que Dios no está bajo los mandamientos, porque Él es el que los prescribe, y Él no está por debajo de Sí mismo.
Eso no quiere decir que Dios pueda realizar algún acto intrínsecamente malo, porque eso es incompatible con el Bien mismo.
Dios crea porque ama, pero no ama como nosotros, porque lo amado sea bueno, sino para que sea bueno. La bondad de la creatura no puede ser motivo de su creación por parte de Dios, porque es el resultado de esa creación.
Es cierto que el bien tiende a comunicarse, y que en ello está la raíz de la creación divina. Pero la comunicación del bien, en Dios, es ante todo la generación del Hijo por el Padre, y la espiración del Espíritu Santo por el Padre y el Hijo.
Esa comunicación del bien es necesaria en Dios, y con eso está supremamente consumada la comunicación del bien que es difusivo de sí mismo, como dice el Pseudo Dionisio.
Por tanto, una es la tendencia del bien a comunicarse necesariamente, que se cumple necesariamente “ad intra” de Dios, y otra la tendencia del bien a comunicarse contingentemente, que es la que da lugar a la creación, y que por su mismo concepto puede perfectamente quedar sin efectuarse.
Eso tiene que hacernos inmensamente agradecidos a la liberalidad divina que ha querido en forma soberanamente libre y gratuita sacarnos de la nada y llamarnos nada menos que a la participación en su Vida divina, cosa que tampoco se sigue necesariamente del hecho de crearnos.
Saludos cordiales.
Ahora, la cuestión sería ¿ Dios conoce para crear, o crea para conocer? Niguna,pues ambas suponen condicionamientos o limitaciones extrañas al caracter absoluto
Asimismo, la afirmación de que "Dios pudo no haber creado nada" , no resulta apropiada, por asumir una "potencialidad"-acciental-, una omisión, una temporalidad y una restricción contrarias a la inmutabilidad, perfección, eternidad y libertad de Dios.
Todo en Dios ha de ser acto puro. Él crea lo que conoce y conoce lo que crea, en un solo y puro acto creador, sin cabida a la libertad, entonces falsa, de crear o no crear. Valga decir,la "no creación" resulta inplanteable al Ser Supremo, sin contradecirlo, pues el "antes" de la creación no tiene cabida ante el poder absoluto que expresa el acto creador .
Por eso mismo la misericordia, o perdón por amor sea el atributo superior, por implicar amor, bondad, creación y conocimiento , desde el puro y absoluto acto de Dios.
El error nace, como he insistido, fundamentalmente en la concepción errada de la libertad. Se es libre para ser, no para el hacer o no hacer, que, desde una valoración moral, le están supeditados. He allí la celada del libre albedrío, tan incomprendida por Rousseau, Hobbes y CIA.
Ser libre no implica el poder optar por el bien o el mal -Nietzshe-, sino el poder avanzar hacia el horizonte del bien supremo.
La libertad implica, pues, suficiencia en la posibilidad de ser, es decir, posee un sentido y propósito teleológico, que, restringiéndola o, más bien, delimitándola y ubicándola, la posibilitan. De esa forma, la libertad en Dios es absoluta,por ser absoluto el bien y el poder alcanzarlo que él expresa.
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El conocimiento de lo creado es parte de la perfección divina, supuesto que Dios ha creado algo. En caso contrario, es claro que no se puede conocer lo que no existe.
Y sin embargo, la presencia o ausencia de ese conocimiento no cambia nada en Dios, porque Dios conoce lo creado conociendo el libre acto de su Voluntad por el que lo ha creado, y ese acto tiene de mudable y contingente solamente su término creado.
Eso es lo grandioso de la Libertad divina: Dios es tan libre de crear o no crear algo, que el mismo hecho de crearlo o no crearlo no cambia nada en Dios.
En nosotros hay apenas un pálido reflejo de esa Libertad divina, porque el hecho de que elijamos algo o no lo elijamos no cambia nuestra identidad personal básica, ni nuestra naturaleza de seres humanos, ni la naturaleza de nuestra voluntad, pero sí cambia los actos de voluntad que tenemos o no tenemos, de modo que en nosotros, a la contingencia del objeto elegido se agrega la contingencia del acto con el cual lo elegimos.
En el obrar libre de Dios la única contingencia que queda es la del objeto elegido, lo que nos muestra la trascendencia absoluta de la Libertad divina respecto de la nuestra.
Por eso es que efectivamente, Dios pudo no crear nada, sin que eso implique un cambio en Dios por el hecho de crear algo.
Dejando de lado toda anterioridad temporal y ciñéndonos solamente a la anterioridad y posterioridad lógica, Dios conoce la creatura como posible antes de crearla, y como actualmente existente, después de crearla. Precisamente porque el acto creador tiene un fin, y el fin que se busca está, lógicamente al menos, antes en la inteligencia que en la voluntad, porque la inteligencia lo presenta a la voluntad para que ésta lo quiera, y es la Voluntad divina la que crea las cosas.
La libertad para ser es justamente la que no puede existir. Debería ser ejercida desde el no ser, lo cual no es posible, obviamente, o desde el ser, pero entonces, lamentablemente, ya se sería y no habría lugar a opción alguna al respecto.
Como le dije antes, la negación de la libertad del acto divino creador en la Iglesia Católica es herejía.
Saludos cordiales.
En este cosmos todo es perfecto en cuanto a las leyes físicas o naturales que lo rigen, porque lo contrario iría contra la Justicia y Omnipotencia, y donde el caos entra por los actos de las criaturas a las que Dios ha dotado albedrío para que puedan amarle.
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Cuando obramos el mal, en algún sentido somos libres, porque si no, no seríamos responsables de ese mal. No somos libres en el sentido en que la libertad es una capacidad para hacer el bien, por tanto, somos libres en el sentido en que la libertad es una capacidad de elegir, porque efectivamente, elegimos obrar mal.
Además, el hacer el bien puede ser con capacidad de no hacerlo, o no. Dios se ama necesariamente a Si mismo, no puede no amarse, y hace bien en amarse a Sí mismo. Pero en el sentido de la libertad de elección, no lo hace libremente.
Por tanto, Dios hace bien, también, obviamente, en crear el mundo, pero con eso no sabemos todavía si es un bien que hace necesariamente, o por elección, pudiendo no hacerlo.
Lo que la Iglesia ha definido como dogma de fe, y su negación como herejía, es precisamente la libertad de elección divina en la creación del mundo.
Dice el Concilio Vaticano I:
"D-1805 5. Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada según toda su sustancia , o dijere que Dios no creó por libre voluntad, sino con la misma necesidad con que se ama necesariamente a sí mismo, o negare que el mundo ha sido creado para gloria de Dios, sea anatema."
Véase que ahí la "libre voluntad" de Dios está contrapuesta a la necesidad. Se trata por tanto de la libertad de elección, que tiene por objeto lo contingente, lo que puede ser y puede no ser.
Más aún, la creación es obra de la Omnipotencia divina. Pero la Omnipotencia es la forma máxima de la libertad de elección, porque el Omnipotente es Aquel que lo único que no puede querer, elegir y hacer es lo contradictorio.
No se habla de la Omnipotencia divina cuando se habla de las procesiones trinitarias necesarias, como la del Hijo y el Espíritu Santo. Y es que el Omnipotente es el que puede hacer todo lo que no implica contradicción, y el Hijo y el Espíritu Santo no pueden ser hechos, porque son Personas divinas.
Por eso decimos en el Credo: "Engendrado, no creado".
Para que el Omnipotente pueda querer el mundo, alcanza con que ello no sea contradictorio, no hace falta que sea necesario.
Lo único que la Voluntad divina puede querer necesariamente y quiere necesariamente es a Dios mismo, porque sólo Él es el Bien Absoluto, que colma la capacidad de cualquier voluntad. Una Voluntad divina que está eterna y necesariamente unida, por identidad real, con el Bien Absoluto es claro que no puede ser necesitada a querer ningún otro bien, que necesariamente será un bien relativo. La distancia entre lo Absoluto y lo relativo es infinita, y lo finito no agrega nada a lo Infinito.
Mientras no pensemos realmente a Dios como el Absoluto no estamos pensando realmente en Dios.
Saludos cordiales.
Por tanto, si A es Dios y B es el mundo, y si el mundo se deriva necesariamente de Dios, entonces el mundo es necesario.
Pero el mundo no es necesario, porque es un conjunto de entes contingentes y como tal, contingente él mismo. Ya que cada componente de ese mundo puede no ser, y por tanto, una de las posibilidades es que todos dejen de ser a la vez.
Por tanto, o Dios no es el Ser Necesario, o el mundo no se deriva necesariamente de Dios, sino contingentemente. Pero Dios es el Ser Necesario. Por tanto, el mundo se deriva contingentemente y no necesariamente de Dios. Eso quiere decir que Dios puede tanto crear como no crear el mundo.
Saludos cordiales.
Porque basta que un evento X sea de un modo en el mundo posible A y de otro modo en el mundo posible B para que se trate de dos mundos posibles distintos, por ejemplo, aquel en el que César cruza el Rubicón y aquel en el que César no cruza el Rubicón.
Por tanto, si un mundo se deriva de Dios de tal modo que algún evento en ese mundo puede ser distinto de como es, entonces podría ser que el mundo que se derivase de Dios fuese otro distinto de éste, en el que ese evento fuese distinto de como es en éste.
Y entonces, el mundo que de hecho se deriva de Dios no se derivaría necesariamente de Dios.
Por tanto, si el mundo se deriva necesariamente de Dios, entonces ningún evento en ese mundo puede ser distinto de como es. Y entonces es claro que en ese mundo no hay libre albedrío o libertad de elección, no solamente para Dios, sino tampoco para las creaturas racionales.
Saludos cordiales.
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