Sobre el tercer testimonio de Mons. Viganò
A pesar de que en este mismo portal se ha publicado ya una información muy completa sobre el tercer testimonio de Mons. Viganò, en lo que sigue nos interesa comparar algunos pasajes del primer testimonio de Mons. Viganò, la respuesta del Card. Ouellet, y la reciente respuesta de Mons. Viganò.
Todos los resaltados en negrita son nuestros.
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Dijo en su primer testimonio Mons. Viganò:
“Por fin supe con seguridad, por medio del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, que la valiente y digna declaración de Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia.
En cualquier caso, lo que es cierto es que el Papa Benedicto impuso a McCarrick dichas sanciones canónicas, que le fueron comunicadas por el Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, Pietro Sambi.”
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A esto respondió el Card. Ouellet:
“Se pidió al ex cardenal, retirado en mayo de 2006, que no viajara ni hiciera apariciones públicas para evitar nuevos rumores sobre él. Es falso, por lo tanto, presentar esas medidas como “sanciones” formalmente impuestas por el Papa Benedicto XVI y luego invalidadas por el Papa Francisco. Después de una revisión de los archivos, encuentro que no hay documentos firmados por ninguno de los dos papas al respecto, y que no hay notas de audiencia de mi predecesor, el cardenal Giovanni-Battista Re, que impongan al arzobispo retirado la obligación de llevar una vida silenciosa y privada con el peso normalmente reservado a las penas canónicas. La razón es que en aquel entonces, a diferencia de hoy, no había pruebas suficientes de su presunta culpabilidad. Así, la decisión de la Congregación se inspiró en la prudencia, y las cartas de mi predecesor y mis propias cartas lo instaron, primero a través del Nuncio Apostólico Pietro Sambi y luego a través de usted, a llevar una vida de oración y penitencia, por su propio bien y por el bien de la Iglesia.”
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Dice la actual respuesta de Mons. Viganò:
“El cardenal Ouellet niega que sea falso que se hayan presentado las medidas tomadas contra McCarrick como “sanciones” decretadas por el papa Benedicto y canceladas por el papa Francisco. Cierto. Técnicamente no eran “sanciones” sino disposiciones, “condiciones y restricciones”. Discutir si eran sanciones o disposiciones o algo más es puro legalismo. Desde un punto de vista pastoral son exactamente lo mismo.”
Mons. Viganò ha debido entonces retractar su inicial afirmación de que se trataba de “sanciones canónicas”. Por otro lado, ha quedado confirmado por el mismo Card. Ouellet que sí se impusieron sanciones al entonces Card. McCarrick.
Véase las restricciones que usa el Card. Ouellet: no fueron sanciones “formalmente impuestas”, no se le impuso a McCarrick la obligación de llevar una vida silenciosa y privada “con el peso normalmente reservado a las penas canónicas”.
Ciertamente que imponer restricciones de viajes y apariciones en público, y una vida de penitencia, es una sanción, más allá de la cualificación técnica que se le quiera dar.
Además, se sabe que efectivamente el Card. McCarrick tuvo que abandonar en el año 2008 el Seminario en que vivía, lo cual casa perfectamente con parte de las “sanciones” que Mons. Viganò expone en el texto arriba citado, y constituye, también, ciertamente, una sanción, para el sentido común.
Además de que no suena del todo bien eso de aplicar lo que en definitiva son sanciones por meros rumores y cargos de los que no se tiene pruebas suficientes.
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Ha dicho el Card. Ouellet que “en aquel entonces, a diferencia de hoy, no había pruebas suficientes de su presunta culpabilidad”, con lo cual sólo puede estar refiriéndose al caso del abuso de un menor de edad, que fue el que se encontró creíble recientemente y motivó que se le quitara a McCarrick el cardenalato.
Pero de lo que Mons. Viganò habla no es de eso, sino de la carrera de depredador homosexual entre seminaristas y sacerdotes jóvenes que McCarrick llevaba hacía décadas y que había sido denunciada por escrito por lo menos tres veces antes del mismo pontificado del Papa Francisco. ¿No constituía eso “pruebas suficientes”?
Dice ahora al respecto Mons. Viganò:
“Hay un punto en el que debo refutar absolutamente lo que escribió el cardenal Ouellet. El Cardenal afirma que la Santa Sede solo conocía los “rumores”, que no eran suficientes para justificar medidas disciplinarias contra McCarrick. Afirmo al contrario que la Santa Sede estaba al tanto de una variedad de hechos concretos y está en posesión de pruebas documentales, y que las personas responsables, sin embargo, optaron por no intervenir o se les impidió hacerlo. La compensación de la Arquidiócesis de Newark y la Diócesis de Metuchen a las víctimas del abuso sexual de McCarrick, las cartas del P. Ramsey, de los nuncios Montalvo en 2000 y Sambi en 2006, del Dr. Sipe en 2008, mis dos notas a los superiores de la Secretaría de Estado que describieron en detalle las acusaciones concretas contra McCarrick… ¿Todo estos son solo rumores? Son correspondencia oficial, no chismes de sacristía. Los delitos denunciados fueron muy graves, incluidos los de intentar dar absolución sacramental a los cómplices en actos perversos, con la consiguiente celebración sacrílega de la misa. Estos documentos especifican la identidad de los autores y sus protectores, y la secuencia cronológica de los hechos. Se guardan en los archivos correspondientes; y no se necesita ninguna investigación extraordinaria para recuperarlos.”
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Sigue diciendo en su última carta Mons. Viganò:
“El cardenal Ouellet cuestiona la existencia en sus archivos de cartas firmadas por el papa Benedicto o el papa Francisco con respecto a las sanciones contra McCarrick. Pero este no fue mi testimonio. Mi testimonio fue que él tiene en sus archivos documentos clave, independientemente de su procedencia, incriminando a McCarrick y documentando las medidas tomadas al respecto, y otras pruebas en el encubrimiento de su situación. Y lo confirmo de nuevo.”
Suponemos que aquí Mons. Viganò se refiere a las cartas de Ramsey, Littleton y Sipe que se hicieron llegar a la Santa Sede denunciando la conducta de McCarrick.
Continúa Mons. Viganò:
“El Cardenal Ouellet cuestiona la existencia en los archivos de su predecesor, el Cardenal Re, de “memorandos de audiencia” que imponen a McCarrick las restricciones ya mencionadas. Pero este no fue mi testimonio. Mi testimonio es que hay otros documentos: por ejemplo, una nota de la audiencia de Re no por audiencia con su Santidad, o firmada por el Secretario de Estado o por su Sustituto.”
O sea que según Mons. Viganò sí existen en alguna parte testimonios escritos de las sanciones impuestas a McCarrick por Benedicto XVI.
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Había dicho también en su primer testimonio Mons. Viganò:
“El nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, me comunicó estas mismas medidas del Papa Benedicto en noviembre de 2011, en un coloquio antes de mi partida hacia Washington, como parte de las instrucciones de dicha Congregación al nuevo nuncio.”
Dice en su carta el Card. Ouellet:
“Además, las instrucciones escritas que le dio la Congregación para los Obispos al comienzo de su misión en 2001 no dijeron nada acerca de McCarrick, excepto por lo que le mencioné verbalmente sobre su situación como Obispo emérito y ciertas condiciones y restricciones que tenía para seguir a causa de algunos rumores sobre su conducta pasada.”
Esto quiere decir que el Card. Ouellet confirma lo que dijo sobre este punto Mons. Viganò.
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Seguía diciendo en su primer testimonio Mons. Viganò:
“La mañana del jueves 20 de junio de 2013 me dirigí a la Domus Sanctae Marthae, para unirme a mis compañeros, que estaban allí alojados. En cuanto entré en el hall me encontré con el cardenal McCarrick, revestido con el hábito talar con esclavina fileteada. Le saludé con respeto, como había hecho siempre. Él me dijo inmediatamente, con un tono entre ambiguo y triunfante: “El Papa me ha recibido ayer; mañana me voy a China”.
(…)
Al día siguiente tuvo lugar la Audiencia con el Papa Francisco. Después del discurso, en parte leído y en parte improvisado, el Papa quiso saludar uno a uno a todos los nuncios. En fila india, recuerdo que yo era el último. Cuando llegó mi turno, tuve apenas tiempo de decirle: “Soy el nuncio en los Estados Unidos”, cuando él, sin ningún preámbulo, me reprendió con estas palabras: “¡Los obispos de los Estados Unidos no deben estar ideologizados! ¡Tienen que ser pastores!”.
(…)
Al término de la Audiencia el Papa anunció: “Los que el próximo domingo estén aún en Roma están invitados a concelebrar conmigo en la Domus Sanctae Marthae”. Naturalmente, pensé en quedarme para aclarar cuanto antes lo que el Papa había querido decirme.
El domingo 23 de junio, antes de la concelebración con el Papa, le pedí a mons. Ricca, que como responsable de la casa nos ayudaba a revestirnos de los ornamentos sacerdotales, si podía preguntarle al Papa si podía recibirme a lo largo de la semana siguiente. ¿Cómo podía volver a Washington sin haber aclarado lo que el Papa quería de mí? Terminada la misa, mientras el Papa saludaba a los pocos laicos presentes, mons. Fabian Pedacchio, su secretario argentino, vino hacia mí y me dijo: “El Papa me ha pedido que le pregunte si está libre ahora”. Obviamente le respondí que estaba a disposición del Papa y que le agradecía que me recibiera tan rápido. El Papa me llevó al primer piso, donde está su apartamento, y me dijo: “Tenemos 40 minutos antes del Angelus”.
Entonces, el Papa me preguntó con tono muy cordial: “¿Cómo es el cardenal McCarrick?”. Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: “Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un dossier así de grande sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia”.
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Sobre esto comenta en su carta el Card. Ouellet:
“Vamos a abordar los hechos. Usted dijo que el 23 de junio de 2013, le proporcionó al papa Francisco información sobre McCarrick en una audiencia que le concedió, como también lo hizo con muchos representantes pontificios con quienes se reunió por primera vez ese día. Solo puedo imaginar la cantidad de información verbal y escrita que se le proporcionó al Santo Padre en esa ocasión sobre tantas personas y situaciones. Dudo mucho que el Papa tuviera tanto interés en McCarrick, como usted quisiera que creamos, dado que para ese entonces era un arzobispo emérito de 82 años que había estado sin un rol durante siete años.”
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Responde ahora Mons. Viganò:
“El Cardenal Ouellet cuestiona la posibilidad de que el Papa Francisco haya recibido información importante sobre McCarrick en un día en que conoció a muchos nuncios y les dio a cada uno solo unos pocos momentos de conversación. Pero este no fue mi testimonio. Mi testimonio es que en una segunda reunión privada, informé al Papa, respondiendo a su propia pregunta sobre Theodore McCarrick, entonces cardenal arzobispo emérito de Washington, figura prominente de la Iglesia en los Estados Unidos, contándole al Papa que McCarrick había corrompido sexualmente a sus mismos seminaristas y sacerdotes. Ningún papa podría olvidar eso.”
Efectivamente, el texto del Card. Ouellet deja la impresión de que Mons. Viganò hablaba en su primer testimonio de aquel primer encuentro de todos los Nuncios con el Papa, y ciertamente no es así, como dice ahora Mons. Viganò y como puede verse por los textos citados arriba. Se trató de una entrevista privada entre el Papa y Mons. Viganò que tuvo lugar dos días después del encuentro del Papa con todos los Nuncios.
En esa entrevista privada, además, según cuenta Mons. Viganò y nadie ha desmentido hasta ahora, fue iniciativa del Papa Francisco sacar el tema del Card. McCarrick mediante una pregunta directa a Mons. Viganò. Y la respuesta que recibió fue ciertamente gravísima, tratándose de un Cardenal de la Iglesia Católica. Como dice en su última carta Viganò, es muy poco verosímil que un Papa olvide algo así.
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En definitiva, entendemos que a partir de la carta del Card. Ouellet y la respuesta de Mons. Viganò los hechos atestiguados por Mons. Viganò aparecen como muy verosímiles, y en todo caso, están exigiendo una investigación muy objetiva y detallada.
Sobre todo en relación con el tema en el que Mons. Viganò resume lo central del problema que afronta hoy día la Iglesia:
“En cuanto al segundo silencio, esta crisis tan grave no se puede abordar y resolver adecuadamente a menos que llamemos a las cosas por sus verdaderos nombres. Esta es una crisis debida al flagelo de la homosexualidad, en sus agentes, en sus motivos, en su resistencia a la reforma. No es exagerado decir que la homosexualidad se ha convertido en una plaga para el clero, y solo puede ser erradicada con armas espirituales. Es una enorme hipocresía condenar al abusador, reclamar el llanto por las víctimas y, sin embargo, negarse a denunciar la causa fundamental de tantos abusos sexuales: la homosexualidad. Es una hipocresía negarse a reconocer que este flagelo se debe a una grave crisis en la vida espiritual del clero y no dar los pasos necesarios para remediarlo.
Indudablemente, existe un clero que no cumple con su celibato teniendo relaciones con mujeres, y dañan sus propias almas, las almas de quienes corrompen y la Iglesia en general. Pero estas violaciones del celibato sacerdotal generalmente se limitan a las personas inmediatamente involucradas. Estos clérigos no suelen reclutar a otros miembros de la comunidad, ni trabajan para promoverlos, ni encubren sus delitos, mientras que la evidencia de la colusión homosexual, con sus raíces profundas que son tan difíciles de erradicar, es abrumadora.
Está bien establecido que los depredadores homosexuales explotan el privilegio clerical en su beneficio. Pero afirmar que la crisis misma es clericalismo es puro sofisma. Es pretender que un medio, un instrumento, es, de hecho, el motivo principal.”
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Por todo ello oramos según el pedido del Papa Francisco:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
14 comentarios
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Pienso es bueno para la Iglesia. La verdad es la verdad y no podemos taparlo
La causa??? El pecado que habita en cada persona. El pecado y la libertad nuestra par dejarnos llevar por el o resistirle.
El clericalismo. Una parte es cierta.
Otra me admiro de pobres curas que envían solos a pueblos donde ya no hay un ambiente de fe. Se le piden que sean casi heroes. La verdad no lo son.
Pueden dejarse llevar fácilmente por el ambiente anticlerical y de paganismo que vivimos.
Algo hay que cambiar en todo eso.
Como decía Santa Teresa del niño Jesús. Hay que rezar mucho por los sacerdotes. Obispos y por el Papa Francisco.
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Es que el sacerdote es justamente encargado de llevar la fe adonde no la hay. Sí, el sacerdocio es heroico, es parte de la vocación sacerdotal.
Saludos cordiales.
Pero lo más triste de todo esto es el olvido de las palabras de nuestro Señor Jesucristo: "La verdad os hará libres". Por el contrario, da toda la sensación que el Padre de la mentira está involucrado en esta situación tan dolorosa.
Lo que habría que determinar es qué es lo que hizo concretamente el Papa con el excardenal y por qué lo hizo y el alcance, es decir si es de carácter preventivo.
Debería estar en trámite un proceso canónico en la forma del Canon 1341 y sstes. 1717 y las instrucciones sobre delitos graves, lo está ?.
Huele mal!...
AMÉN !
A esos sacerdotes no los mandan a evangelizar sino a mantener una pastoral de Sacramentos donde prácticamente nadie cree ni va a misa. Donde están solos sin una comunidad parroquial que le ayude. Solos . La fe no se puede vivir solos. Aislados. En ese sentido digo lo de héroes.
Porque son pobres hombres como todos. Con sus debilidades. ....
Eso creo que cambiará en el futuro.
Esa misión es de todos los cristianos. Llevar el evangelio donde no hay fe. Decir que es de los sacerdotes solamente es justamente el clericalismo.
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Obviamente que el sacerdote tiene la misión de evangelizar, sería muy curioso que en la Iglesia fuesen precisamente los sacerdotes los únicos que no la tuvieran. Y si la tienen, a eso los mandan a las parroquias.
La fe se puede vivir en cualquier situación que no vaya contra los mandamientos divinos. Para no vivir en comunidad no hace falta el heroísmo propiamente dicho, por el contrario, en ciertas comunidades el heroísmo es necesario para formar parte de ellas.
Saludos cordiales.
Es decir, construyes tu argumentos con hechos y datos ciertos, y la intención es buena, pero el resultado es dañar el honor del Papa. Primero pides su dimisión, con lo que en tu mente le has juzgado. Luego, en la tercera declaración, matizas. Y pides que reconozca sus errores, se arrepienta y confirme a sus hermanos... ¿No es seguir juzgándolo? y ¿no es seguir dañando su fama, su imagen, faltando al honor debido?
Me preocupa la posibilidad de que se tenga la razón en cuanto a la intención, en cuanto al contenido del mensaje, pero que al final se falle en cuanto al resultado producido. Y que ese resultado sea dañar la imagen pública, la estimación, el honor debido al Papa.
Desde hace años el Papa Francisco es, quizás, el Papa que más ha sido criticado a nivel público. ¡Cúantas correcciones filiales! ¡Cúantas firmas apoyando escritos que le corrigen!
Y el Papa responde siempre con el silencio. A toda crítica, sea privada o sea pública, se calla.
¿No será que el fondo de su pensamiento y de su acción es el amor? Ese amor que calla ante el reproche, la crítica recibida; que calla ante el desamor de los otros, manifestado en las palabras y las acciones públicas.
Sinceramente, me preocupa. Creo que se puede tener muchas razones, construir una argumentación poderosa en hechos, afirmaciones y conexiones lógicas. Incluso estar en la Verdad. Pero simultaneamente carecer de La Razón, porque bajo toda esa argumentación no se encuentra el Amor (ni al prójimo, ni a Dios a quien no vemos en el prójimo)
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Todo puede ser, pero tampoco es imposible que Mons. Viganó esté realmente animado por dos motivaciones muy fuertes: el amor a la Iglesia, que está hoy día, como él dice, estrangulada por el asqueroso pulpo que es el lobby homosexual clerical, y a las víctimas de ayer, hoy y mañana, que siempre tienden a ocupar un lugar más bien secundario en las preocupaciones de los que sólo parecen pensar en la imagen del Papa y de la Iglesia.
Saludos cordiales.
De antemano, se que no lo publicara,aunque no violo la política de la página, pero en fin. Pero al menos sé que lo leerá.
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La afirmación de que Mons. Viganò es "ultraconservador" no significa nada y no agrega nada a la discusión. El silencio del Papa actual tampoco es el tema, sino que Mons. Viganó lo acusa de haber rehabilitado y puesto en el centro de la actividad eclesial a alguien que tenía esos malos antecedentes y había sido sancionado por Benedicto XVI, y Mons. Viganò dice que el actual Papa estaba al tanto de todo eso. Obviamente que no es lo mismo sancionar débilmente que suspender hasta esa sanción poniendo en el candelero al antes sancionado.
Por otra parte, no se trata de un partido de fútbol entre Papas, sino de una acusación grave contra el Papa actual, y además, no veo dificultad alguna en admitir errores y omisiones en los Papas anteriores respecto de este tema, porque además, el hecho de que haya otros más que se equivoquen no quiere decir que X no se haya equivocado.
El tema central es la red homosexual clerical en la Iglesia, y no puede ser abordado correctamente mientras se siga hablando de "pedofilia", "protección de los menores" y "clericalismo". El objeto del testimonio de Mons. Viganò es que ha sido en el Vaticano donde se ha dejado de tomar medidas respecto de McCarrick a pesar de las repetidas informaciones recibidas, hasta Benedicto XVI, que habría sido el primero que hizo algo, y que con el Papa Francisco ese patrón de conducta se agravó incluso.
Es cierto que ha sido Francisco el que expulsó del cardenalato a McCarrick, pero también es cierto que sólo bajo Francisco sucedió que se declararon "creíbles" las acusaciones de abuso contra un menor de edad de parte del ex Cardenal y eso trascendió al público.
Y es claro que no es suficiente un criterio juridicista sobre este tema, como si las relaciones homosexuales con mayores de edad, en un sacerdote, Obispo y Cardenal no fuesen nada, y más teniendo en cuenta que en el Código de Derecho Canónico de 1917 sí eran delito en la Iglesia.
Esto que dice Viganò es verdad o no lo es. Hasta ahora los intentos de mostrar que no es verdad han fracasado en forma bastante clara, por ejemplo, el del Card. Ouellet. Y han sido en realidad pocos, porque lo más que se ha hecho ha sido atacar a Mons. Viganò con epítetos no argumentales como "ultraconservador" y esas cosas.
Reconocer la verdad sobre este tema es la condición primera para poder empezar a ponerle solución.
Saludos cordiales.
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Lo lógico tras una vida de abusos sexuales a seminaristas y sacerdotes, si hay arrepentimiento, es lo que le dijo Benedicto XVI que hiciera: una vida de penitencia y oración, y sobre todo, retiro, no exposición pública. Si "todo el mundo sabía" su vida anterior, ponerlo en el candelero y hacerlo consejero para el nombramiento de Obispos para EE.UU. que son defensores de la homosexualidad como Tobin y Cupich no parece la conducta a seguir. Recordemos que otro estrecho aliado de McCarrick es Wuerl que apareció casi 200 veces en el informe de Pennsylvania y al final tuvo que renunciar por las protestas de los fieles. De hecho McCarrick no ha admitido hasta ahora, que yo sepa, los cargos que se le formularon sobre el menor de edad, ha dicho que no recuerda haber hecho algo así. No está gagá, porque hasta su dimisión estuvo desempeñando importantes y delicadas misiones diplomáticas. Y sobre todo, el ambiente favorable a la homosexualidad que hay hoy día en el Vaticano, con defensores de la misma como Paglia, Forte, Martin, Cocopalmerio, y practicantes como Capozzi, el secretario de Cocopalmerio, Ricca, el encargado de la casa de Santa Marta, etc., hace menos claro aún el encumbramiento de McCarrick después de la renuncia de Benedicto XVI. No están los aires, entre esos personajes al menos, para hablar de "arrepentimiento" en el caso de alguien que realiza actos homosexuales.
Saludos cordiales.
Gracias Monseñor Viganó.
Gracias por devolver la fe a quienes pensábamos que ya no había remedio y por quienes estaban a punto de perder la fe!
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