En el sufrimiento, abiertos a la esperanza. Por Saiz Meneses
Estamos en pleno tiempo de Pascua, los cincuenta días en que celebramos la resurrección del Señor. Y hoy, este sexto domingo de Pascua, coincide con el Día del Enfermo, que entre nosotros tiene un nombre muy adecuado a este tiempo litúrgico: la Pascua del Enfermo. En este día recordamos a los enfermos y a los profesionales, los voluntarios y los familiares que tienen a su cargo la asistencia humana y también la atención pastoral que los enfermos merecen como miembros sufrientes de la comunidad cristina. El lema escogido para este año es muy explícito y claro: “En el duelo, abiertos a la esperanza”. De esto se trata sobre todo: que nuestros hermanos enfermos, en medio del sufrimiento, encuentren en Jesús resucitado su fortaleza. Jesucristo da sentido al sufrimiento humano. También en la experiencia del sufrimiento él es nuestro Señor y nuestro Buen Pastor.
La luz de la Pascua de Cristo ilumina los aspectos más oscuros de la condición humana, como el dolor y la muerte, porque Cristo nos dice que no nos encaminamos hacia la nada y la extinción definitiva sino hacia el encuentro con él, que es la resurrección y la vida.
El realismo cristiano no ha escondido nunca los aspectos más oscuros de la vida, pero les ha dado un sentido en Cristo. Por esto, me complace, en este día de la Pascua del Enfermo, dar las gracias e impulsar el trabajo de todos aquellos que están cerca de los miembros sufrientes de nuestras comunidades. Estas personas hacen que sea una realidad lo que nos hemos propuesto todos en el Plan Pastoral Diocesano para los años 2007-2010, en el que tiene un lugar muy propio lo que hoy llamamos la pastoral de la salud, que promueve la delegación diocesana encargada de este ámbito de la acción de la Iglesia.
Una de las propuestas de actuaciones pastorales para este curso 2007-2008 dice así: “Atender especialmente a los enfermos en su proceso y a las personas mayores en esta etapa concreta de su vida. Crear y consolidar equipos de pastoral de la salud en las parroquias. Visitar a los enfermos en sus casas y en sus residencias y centros de día, ofreciéndoles la posibilidad de recibir los sacramentos.”
Los sacramentos –todos los sacramentos- son un encuentro con Cristo resucitado en diferentes ámbitos de nuestra vida y de nuestra vocación. Los sacramentos son siempre signos de la vida eterna en el Señor; y siempre hay que presentarlos como lo que son: signos de esperanza en cualquier situación humana. A la luz de la fe, caminamos hacia la plenitud de la vida en Dios.
Por esto, nuestro Plan Pastoral recomienda que, cuando sea posible, se haga una celebración comunitaria de la Unción de los enfermos en las parroquias, así como en las residencias y centros de día. Hay que ser conscientes del bien espiritual que produce en los fieles (cap. 2, n. 10).
En los momentos de debilidad y de dolor, la Iglesia se ha de sentir llamada a mostrar su proximidad a todas las personas, respetando siempre la libertad de conciencia, teniendo presente que sólo Dios puede hacer el juicio justo sobre la vida de cada persona. A veces es también una ocasión para rehacer unos vínculos con personas que pueden estar alejadas de la Iglesia.
Hoy se celebra también la fiesta de Nuestra Señora de Montserrat, patrona de Catalunya. Que ella, que es la imagen del rostro maternal de la Iglesia, nos guíe y acompañe en este tiempo de celebración gozosa de la resurrección del Señor y en nuestra relación y servicio a los enfermos y a las personas que sufren. Y que, como decimos en la plegaria pascual del “Regina coeli”, por su intercesión podamos llegar al gozo de la vida eterna.
+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
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