Corpus Christi, el Día del Señor. Por monseñor Sánchez
Queridos diocesanos:
Trasladado del anterior jueves a este domingo, 25 de Mayo, celebramos en nuestra Iglesia la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Christi. Celebramos la Eucaristía en catedrales, parroquias y demás templos, como los demás domingos y grandes fiestas, y salimos a la calle en procesión con Jesucristo Sacramentado para proclamarlo como Señor no sólo de cada uno de sus discípulos y de su Iglesia, sino de la sociedad y de sus ciudades y pueblos…
Confesamos su señorío y su soberanía de amor. Nadie ama tanto a la humanidad y al mundo como el que ha dado la vida por todos y sigue ofreciéndose en alimento para el camino. Esta es nuestra fe, que en este día confesamos y proclamamos, también fuera de los templos, y la ofrecemos y proponemos a cuantos nos ven y quieran escucharnos como camino de salvación para todos.
Proclamar y ofrecer la fe en Jesucristo Sacramentado como el reconocimiento y la aceptación del amor infinito de Dios contiene una exigencia personal previa y lleva consigo un compromiso.
La exigencia previa es que nuestra proclamación y celebración del Misterio de la Eucaristía en calles y plazas han de ir precedidas de la acogida del amor de Dios, manifestado en la entrega incondicional del Señor, y de nuestra respuesta a Dios con el mismo amor. Si proclamamos a Jesucristo en la Eucaristía como el Dios del amor, es porque hemos experimentado ese amor dejándonos amar, perdonar y llenar de su gracia y de sus dones.
Por otra parte, el compromiso que se deriva de la fe, de la proclamación y de la celebración del Misterio de la Eucaristía en la calle es que el mismo amor de Cristo, que hemos acogido, celebrado y proclamado, ha de proyectarse en amor a los demás, con palabras y obras, en nuestra vida y, si es preciso, por nuestra muerte, a la medida del amor de Cristo, que dio su vida por nosotros.
El signo sacramental del pan y del vino, que significa el Cuerpo de Cristo que, como pan, se parte y reparte, y la Sangre de Cristo derramada por su muerte redentora, expresa también nuestro amor al prójimo, especialmente a los más necesitados. Este amor se manifiesta y se realiza al prestarles nuestros servicios, al darles lo que tenemos, al entregarnos con alma y vida a su servicio, como si fueran el mismo Señor, como hace el mismo Señor, como el mismo Señor nos ha mandado.
He aquí la razón de por qué el Día de Corpus es también el Día de Caritas, el Día del Amor. Día para acoger el amor de Cristo hecho perdón y su misericordia, día para manifestar cantando, orando, alabando, dando gracias, nuestro amor a Dios y a su Hijo Jesucristo, nuestro amor por encima de todo y de todos, día para hacer llegar nuestro amor a los hermanos, especialmente a los más necesitados, con nuestra generosa ayuda económica a Caritas, con nuestros servicios a los más pobres, a los de cerca y a los de lejos, día de comprometernos muy seriamente a dedicar nuestra vida a servir por amor a Dios y a los hermanos.
Objetivo específico de este Día de Caritas 2008 es trabajar por la igualdad de derechos y de oportunidades entre hombres y mujeres. Así se expresa en el lema de la Campaña de este año, que dice: “Los derechos humanos son iguales, las oportunidades deberían serlo”. La igualdad de oportunidades que se reclama hace referencia, sobre todo, a las mujeres, que están muy lejos de alcanzar esa igualdad a la que tienen derecho, sobre todo en el mundo pobre. Pero se reclama igualmente la igualdad de oportunidades para todas las personas marginadas, excluidas, olvidadas, maltratadas, privadas o amenazadas en sus derechos fundamentales.
Con nuestra oración, con nuestra limosna, con nuestro compromiso, con nuestro estilo de vida sobrio, responsable y solidario, podemos contribuir a que alcancen la igualdad de oportunidades las personas que hoy no la tienen.
Os saluda y bendice vuestro Obispo
+José Sánchez González
Obispo de Sigüenza-Guadalajara
2 comentarios
Madre María ( con ya avanzado estado de gestación ) camino de Ain-Karim en Judea, hacia la casa de su prima Santa Isabel,hasta el siglo XIII en que Santa Juliana de Mont. Cornillón realiza el milagro eucaristico de que Urbano IV ordenase la celebración anual del Corpus Christi, han pasado muchos años.
Pero vuelve a reverdecer la Pasión por Cristo Sacramentado que es sacado del altar y paseado por pueblos y ciudades de España y del mundo.Los que comulgamos debemos sentirnos agradecidos y urgidos.Agradecidos porque en la entrega de Jesús descubrimos la Gracia,la gratuidad,como fundamento de la vida.Y urgidos porque el amor de Jésús nos responsabiliza de la vida de nuestros hermanos.
Felicidades a todos.
Alabado sea Dios y su Gracia correspondiente.
María
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