5.01.05

688 - BRASIL: ABORTO PRIORIDAD DE SALUD PÚBLICA

BRASIL: ABORTO PRIORIDAD DE SALUD PÚBLICA.

Fuentes: Propias (vid. NG 666, 667 y 679).

Por Juan C. Sanahuja

Este mes de enero comenzará a sesionar la comisión especial creada por el gobierno de Brasil para estudiar cambios en la legislación sobre el aborto.

El grupo de trabajo convocado por el gobierno del presidente Lula Da Silva fue organizado en el área de la Secretaría de Políticas para la Mujer, cuya titular es la abortista Nilcéa Freire (vid. NG 679), en el ámbito del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer, también presidido por Freire. Del grupo formarán parte funcionarios y también organizaciones de la sociedad civil.

La legalización del aborto es para el gobierno una de las prioridades establecidas en el Plan Nacional de Salud, siguiendo los dictados de la cultura de la muerte que quieren convertir el crimen del aborto en un servico de salud pública, dentro del marco del desarrollo social sustentable.

La legislación actual castiga con prisión a las mujeres y a los médicos que cometen ese crimen. La legislación contempla dos excepciones en los casos en que el embarazo sea consecuencia de una violación y cuando no haya otros medios para salvar la vida de la madre. El último año el Servicio Único de Salud autorizó 1.888 abortos contemplando estas excepciones. Demás está decir que las "excepciones" constituyen también una gravísima violación de la ley moral natural.

Con la misma estrategia que en otros países, el gobierno abortista convoca, a través de esta comisión, a "una amplia discusión social sobre el tema", con la clara intención de que el proyecto de ley que sea enviado al parlamento después de las deliberaciones, aparezca avalado por el "consenso social", como es costumbre en la manipulación del diálogo que hace universalmente la cultura de la muerte.

La comisión cuenta con el apoyo de UNIFEM (Fondo para el Desarrollo de la Mujer de la ONU), cuya directora general de este organismo para el Como Sur es la abortista Ana Falú. También hizo público su apoyo, el grupo de apóstatas Católicas para el Derecho a Decidir.

Comunicado de la Conferencia Episcopal

El 9 de diciembre pasado, al anunciarse la creación de la comisión, la Conferencia Episcopal declaró a través de un comunicado, "como hemos declarado en varias oportunidades, especialmente a lo largo de este año, reafirmamos el principio ético del pleno respeto a la dignidad de la vida del ser humano, sin importar la etapa de su desarrollo o las condiciones en que se encuentre. Este principio, que fundamenta todos los demás derechos de la persona, es base y condición para una convivencia social digna, justa y solidaria". El comunicado lleva la firma del cardenal Geraldo Majella Agnelo, Arzobispo de San Salvador de Bahía, Presidente de la Conferencia Episcopal.

En declaraciones a la prensa, el Cardenal Majella, dijo "ningún poder humano puede legitimar el exterminio de una vida. No podemos hacer concesiones en este aspecto. El aborto siempre irá contra el quinto mandamiento de la Ley de Dios".

También algunos líderes evangélicos se han pronunciado en contra del aborto. El pastor Adarlei Martins, de la iglesia Asamblea de Dios, declaró "el aborto quiebra un principio bíblico y moral. Independientemente de las circunstancias del embarazo, el aborto siempre es la eliminación una vida indefensa".

Otras presiones abortistas

El Tribunal Supremo, que en octubre rechazó el aborto en casos de anacefalia (vid. NG 666, 676), según la prensa de 9 de diciembre, volvería sobre la cuestión, ya que aún queda pendiente de solución jurídica a la suspensión provisoria de los procesos judiciales contra las mujeres que han abortado y los médicos intervinientes, en casos de aborto por anencefalia.

La directora de UNIFEM ya ha declarado que espera que la Corte, "reconozca plenamente los derechos humanos inalienables de las mujeres, privilegiando ante otros derechos su plena autonomía reproductiva". FIN, 05-01-05

31.12.04

687 - ESPAÑA: UNIONES HOMOSEXUALES: MONEDA FALSA

ESPAÑA: UNIONES HOMOSEXUALES: MONEDA FALSA.

Fuentes: Propias y Nota de la Conferencia Episcopal, 30-12-04. (Vid. 655, 656, 670, 672, entre otros).

El gobierno socialista español aprobó ayer, 30 de diciembre, el anteproyecto de ley que será enviado al parlamento. El anteproyecto pretende equiparar al matrimonio las uniones entre los homosexuales, con "los mismos derechos y libertades" al matrimonio natural, incluida la adopción.

Al respecto la Conferencia Episcopal de España hizo conocer la siguiente Nota de Prensa:

Error e injusticia

El Consejo de Ministros ha aprobado hoy un proyecto de Ley que pretende equiparar al matrimonio la unión de personas del mismo sexo. Es una propuesta errónea e injusta. Porque "el matrimonio, engendrando y educando a sus hijos, contribuye de manera insustituible al crecimiento y estabilidad de la sociedad. Por eso le es debido el reconocimiento y el apoyo legal del Estado. En cambio, a la convivencia de homosexuales, que no puede tener nunca esas características, no se le puede reconocer una dimensión social semejante a la del matrimonio y a la de familia" (Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Matrimonio, familia y uniones homosexuales nº13).

Uso arbitrario del poder

Las personas homosexuales no deben ser discriminadas en sus derechos ciudadanos. Pero las instituciones sociales deben ser tuteladas y promovidas por las leyes. El matrimonio es una institución esencialmente heterosexual, es decir que "no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón. A dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a contraer matrimonio entre ellas. El Estado, por su parte, no puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un modo arbitrario que excede sus capacidades y que dañará, sin duda muy seriamente, el bien común. Las razones que avalan estas proposiciones son de orden antropológico, social y jurídico" (Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, En favor del verdadero matrimonio, nº 3). Como la moneda falsa, perjudicial para todos

La medida propuesta tendrá consecuencias negativas que afectarán a toda la sociedad. No se trata de reconocer un pretendido derecho a algunas personas que en nada perjudicaría a los demás. "Si el Estado procede a dar curso legal a un supuesto matrimonio entre personas del mismo sexo, la institución matrimonial quedará seriamente afectada. Fabricar moneda falsa es devaluar la moneda verdadera y poner en peligro todo el sistema económico. De igual manera, equiparar las uniones homosexuales a los verdaderos matrimonios, es introducir un peligroso factor de disolución de la institución matrimonial y, con ella, del justo orden social". "¿Será posible seguir sosteniendo la verdad del matrimonio, y educando a los hijos de acuerdo con ella, sin que padres y educadores vean conculcado su derecho a hacerlo así por un nuevo sistema legal contrario a la razón? ¿No se acabará tratando de imponer a todos por la pura fuerza de la ley una visión de las cosas contraria a la verdad del matrimonio?" (En favor del verdadero matrimonio, nº 4 b y c ).

Los niños, desamparados

La adopción ha de mirar siempre al bien de los niños, no a supuestos derechos de quienes los desean adoptar. Dos personas del mismo sexo, que pretenden suplantar a un matrimonio, no constituyen un referente adecuado para la adopción. "La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona. Ningún estudio ha puesto fehacientemente en cuestión estas evidencias" (En favor del verdadero matrimonio, nº 4 a ).

Si esta legislación se llevara adelante, abandonaríamos la sabiduría humana y jurídica de toda la Humanidad. "La historia universal lo confirma: ninguna sociedad ha dado a las relaciones homosexuales el reconocimiento jurídico de la institución matrimonial" (En favor del verdadero matrimonio, nº 4 b). La diferencia sexual constituye la base antropológica indispensable del matrimonio: "Hombre y mujer los creó" (Gen 1, 27). (Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, Hombre y Mujer los creó). Madrid, 30 de diciembre de 2004. FIN 31-12-04

27.12.04

686 - JUAN PABLO II-USA: LA IGLESIA Y LA VIDA PÚBLICA (III).

JUAN PABLO II-USA: LA IGLESIA Y LA VIDA PÚBLICA (III).

Fuente: Pagina web de la Santa Sede. (Vid. NG 649, 663, 664).

Discurso de Juan Pablo II al decimotercer grupo de obispos de Estados Unidos en visita "ad limina", 04-12-04. (Obispos de las provincias eclesiásticas de Louisville, Mobile y Nueva Orleáns). (…)

"Ante todo, deseo expresar mi profundo aprecio por la extraordinaria contribución que los laicos han dado, y siguen dando, al crecimiento y a la expansión de la Iglesia en vuestro país, una contribución que he constatado y admirado personalmente durante mis visitas a Estados Unidos. Puesto que "la renovación de la Iglesia en América no será posible sin la presencia activa de los laicos" (Ecclesia in America, 44), estoy convencido de que una parte esencial de vuestro gobierno pastoral debe consistir en guiarlos y sostenerlos en sus esfuerzos por ser la levadura del Evangelio en el mundo.

2. Como afirmó claramente el concilio Vaticano II, el ejercicio del munus regendi episcopal requiere por su misma naturaleza un reconocimiento de la contribución y de los carismas de los fieles laicos y de su papel en la construcción de la unidad de la Iglesia y en el cumplimiento de su misión en el mundo (cf. Lumen gentium, 30-31). Cada obispo está llamado a reconocer el "papel esencial e irreemplazable" de los laicos en la misión de la Iglesia (cf. Christifideles laici, 7) y a capacitarlos para llevar a cabo su apostolado propio, "guiados por la luz del Evangelio y el pensamiento de la Iglesia, y movidos por el amor cristiano" (Apostolicam actuositatem, 7).

En vuestro ministerio de gobierno, deberíais considerar como una clara prioridad pastoral ayudar a los fieles laicos en la comprensión y realización del munus regale que han recibido por su incorporación bautismal en Cristo. Como afirma la tradición de la Iglesia, este oficio real se expresa en primer lugar mediante la "libertad real", que permite a los fieles superar el dominio del pecado en su vida y, "sirviendo a Cristo también en los demás, llevarlos (…) al Rey, a quien servir es reinar" (Lumen gentium, 36). Sin embargo, los fieles laicos ejercen este oficio real de un modo específico, a través de sus esfuerzos por extender el reino de Dios en su actividad secular y mediante ella, para que "el mundo se impregne del Espíritu de Cristo y consiga más eficazmente su fin en la justicia, en el amor y en la paz" (ib.).

3. De aquí se sigue que es preciso impulsar a los laicos, hombres y mujeres, mediante una oportuna catequesis y una formación permanente, a reconocer la dignidad y la misión distintivas que han recibido en el bautismo y a encarnar en todas sus actividades diarias un enfoque integral de la vida, que se inspire y encuentre su fuerza en el Evangelio (cf. Christifideles laici, 34). Esto significa que es necesario enseñar a los laicos a distinguir claramente entre sus derechos y deberes como miembros de la Iglesia y los que tienen como miembros de la sociedad humana, y se les ha de estimular a integrarlos armoniosamente, reconociendo que "en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la conciencia cristiana, pues ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios" (Lumen gentium, 36).

Una clara y autorizada reafirmación de estos principios fundamentales del apostolado seglar ayudará a superar los graves problemas pastorales causados por una creciente falta de comprensión de la obligación vinculante de la Iglesia de recordar a los fieles su deber de conciencia de actuar de acuerdo con su enseñanza autorizada. Es urgente la necesidad de una catequesis exhaustiva sobre el apostolado seglar, que destaque necesariamente la importancia de una conciencia bien formada, la relación intrínseca entre libertad y verdad moral, y el grave deber que tiene todo cristiano de trabajar para renovar y perfeccionar el orden temporal de acuerdo con los valores del reino de Dios. Esta catequesis, respetando plenamente la legítima separación entre la Iglesia y el Estado en la vida de Estados Unidos, debe explicar también que para los cristianos no puede haber separación entre la fe que se ha de creer y poner en práctica (cf. ib., 25) y el compromiso de participar de forma plena y responsable en la vida profesional, política y cultural.

Dada la importancia de estas cuestiones para la vida y la misión de la Iglesia en vuestro país, quiero animaros a considerar como elemento esencial de vuestro ministerio de maestros y pastores de la Iglesia en Estados Unidos enseñar los principios doctrinales y morales inherentes al apostolado seglar. También os invito a discernir, consultando a los miembros del laicado que sobresalen por su fidelidad, conocimiento y prudencia, los modos más eficaces de promover la catequesis y una reflexión profunda sobre esta importante área de la enseñanza social de la Iglesia.

4. El aprecio de los diferentes dones y del apostolado de los laicos llevará naturalmente a reforzar el compromiso de fomentar entre los laicos un sentido de responsabilidad compartida con respecto a la vida y la misión de la Iglesia. Insistiendo en la necesidad de una teología y una espiritualidad de comunión y misión para la renovación de la vida eclesial, he señalado la importancia de "hacer nuestra la antigua sabiduría, la cual, sin perjuicio alguno del papel jerárquico de los pastores, sabía animarlos a escuchar atentamente a todo el pueblo de Dios" (Novo millennio ineunte, 45).

Ciertamente, esto requerirá un esfuerzo consciente de cada obispo para desarrollar, en su Iglesia particular, estructuras de comunión y participación que, sin detrimento de su responsabilidad personal con respecto a las decisiones que está llamado a tomar en virtud de su autoridad apostólica, permitan "escuchar al Espíritu que habla y vive en los fieles" (cf. Pastores gregis, 44). Aún más importante es que esto requiere, en todos los aspectos de la vida eclesial, el cultivo de un espíritu de comunión fundado en el sensus fidei sobrenatural y en la rica variedad de carismas y misiones que el Espíritu Santo derrama sobre todo el cuerpo de los bautizados en orden a edificarlos en la unidad y en la fidelidad a la palabra de Dios (cf. Lumen gentium, 12).

"Comprender la cooperación y la responsabilidad común, firmemente arraigada en los principios de una sana eclesiología, asegurará una genuina y fructífera colaboración entre los pastores de la Iglesia y los fieles laicos, sin peligro de que esta relación se tergiverse a causa de la aceptación, sin sentido crítico, de categorías y estructuras tomadas de la vida secular. (…) ". FIN 27-12-04

20.12.04

685 - ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA (2)

ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA (2).

Fuente: Libertad religiosa y democracia, Carta semanal de Mons. Agustín García Gasco, Arzobispo de Valencia (España); Paraula-Iglesia en Valencia, 19-12-04.

"O los cristianos os calláis o tomamos represalias económicas"

Los ciudadanos, cristianos o no, debemos escuchar a todos y usar la inteligencia para ver cuáles son las verdaderas intenciones de cada personaje público

"La celebración de la Navidad es una efemérides histórica cuyo profundo sentido ha cambiado la vida de millones de personas y de la humanidad entera. El mensaje cristiano exige salir de uno mismo para desarrollar la práctica diaria del amor y del perdón, y ha servido para la lenta y pacífica transformación del mundo.

La paz, la concordia, la justicia, la fraternidad universal, el diálogo verdadero y el respeto a la dignidad humana resultan más difíciles de lograr de lo que pudiera parecer. Entrado el siglo XXI siguen existiendo las guerras, el terrorismo, la violencia, la mentira y formas injustas de ejercer el poder sea cual sea la forma en que se ha logrado. El bien, a pesar de su fuerza irresistible, se difunde con dificultad. No resulta fácil transmitir el mensaje del Evangelio ni en el mundo ni en nuestra patria. Es más fácil destruir que construir.

El Evangelio propone a cada hombre y a cada sociedad de todo tiempo y lugar una actuación basada en la verdad, el amor y el perdón. Sin embargo, en muchas partes del mundo los hombres y mujeres siguen sufriendo persecución por causa del Evangelio.

Nada más alejado del cristianismo que los discursos victimistas propiciados para generar rencor o la retórica que convierten al otro en un enemigo permanente. La verdad nos hace libres, y nuestra misión es ver y acompañar a las víctimas de nuestra época, sean mujeres que sufren la violencia, o sean niños que aun no han nacido.

La vida cristiana no se ajusta a la moda y nos sitúa, muchas veces, en oposición a lo que quieren algunos. Con tristeza he de referirme a una realidad que preocupa a muchos católicos de nuestra tierra que ven cómo por su fe cristiana se les ridiculiza, insulta o se les infunde miedo desde el poder político gobernante en España.

Me preocupa que ante las propuestas de los cristianos en defensa de la vida, de la familia, de la educación en valores que fomentan el amor y el conocimiento de la religión, desde el poder político se responda con insultos y desprecios, y a los católicos y sacerdotes se nos llame casposos, obsesos, fanáticos o tenebrosos.

O los cristianos os calláis o tomamos represalias económicas respecto a la financiación de la Iglesia, y alzamos campañas en menosprecio de la Iglesia y de sus hombres y mujeres. Ese es el inequívoco mensaje que desde el poder político se está lanzando a través de sus poderosos medios de comunicación y que crean efectiva confusión en la sociedad.

Como Pastor de la Iglesia en Valencia, debo decir que estas actitudes resultan más propias de una democracia formal, de una partitocracia, donde los ciudadanos están en libertad bajo la vigilancia de los poderes fácticos, que de una democracia participativa, en la que las ideas, propuestas y contrapropuestas fluyen en libertad y sin las amenazas desde el poder político de boicot económico o cambios unilaterales en los Acuerdos que se alcanzaron ya vigente la democracia.

Cierto es que en ocasiones tras la pedrada dialéctica que nos lanza el gobierno y su equipo llega luego el intento de matización, o seudo-rectificación, pero se suceden tanto los insultos que ya no sabes si van a disculparse por lo que dijeron ayer o por lo que tienen pensado insultar mañana.

En España hemos progresado mucho en los últimos decenios y sabemos que no basta llamarse demócrata para serlo. Los sorprendentes cambios de las reglas democráticas en el seno del Consejo General del Poder Judicial son interpretados por una gran mayoría de jueces y magistrados como un intento gubernamental de limitar la independencia judicial. Ello no es bueno para la democracia, gobierne quien gobierne.

El concepto de libertad religiosa, de independencia judicial o de democracia no pueden resultar tan peculiares en España que supongan en realidad un plan preordenado de continuas trabas y limitaciones a la verdadera libertad y democracia. Los ciudadanos, cristianos o no, debemos escuchar a todos y usar la inteligencia para ver cuáles son las verdaderas intenciones tras el cúmulo de actuaciones de cada personaje público". FIN, 20-12-04.

18.12.04

684 - ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA

ESPAÑA: LA INTOLERANCIA PROGRESISTA.

Fuente: Paraula-Iglesia en Valencia, 17-10-04 y 05-12-04. (Vid. NG 672, entre otros)

El cristiano congruente no puede avergonzarse ni mirar a otro lado ante la intolerancia laicista que tratan de propagar

El 17 de octubre pasado, en su carta semanal, Mons. Agustín García Gasco, Arzobispo de Valencia (España), no sin sorpresa por parte de muchos, calificaba al régimen político español de nacional progresismo por analogía con el nacional socialismo.

Decía entonces: "Durante los últimos meses observo con preocupación en España el crecimiento de una planificada corriente de opinión antirreligiosa, el laicismo intolerante contra los cristianos: el nacional-laicismo. La aconfesionalidad y la separación de la Iglesia y el Estado cuentan con el apoyo de los católicos. No así el laicismo intolerante que es algo muy distinto". (…)

"El laicismo es intolerante. Es como una caricatura de la legítima aconfesionalidad del Estado. Se trata de un prejuicio anti-religioso. La mentalidad del laicismo es simple: las creencias religiosas vendrían a ser supersticiones de gente inculta. Trata la religión como si fuese una 'afición privada' que no debe tener manifestaciones públicas, ni relevancia jurídica o social. Primero quieren expulsar la religión de la esfera social y luego, en una segunda fase, eliminarla en el hombre, para que los principios religiosos acaben desapareciendo de la conciencia humana". (…)

"Este modo de actuar es claramente injusto y sectario, y, a veces desgraciadamente, procede de resentimientos y frustraciones personales. Atenta contra la decencia y la rectitud moral. Sin embargo, y de modo paradójico, quienes emprenden la militancia laicista suelen autodenominarse como 'tolerantes' y 'progresistas'. Son ellos los que dictan lo que debe tolerarse y lo que no. Queriendo situarse más allá del bien y del mal, y con el apoyo de grupos de presión, buscan convencer a la opinión pública de que siguen siendo tolerantes cuando tratan injustamente a otras personas, a las que previamente descalifican". (…)

"La intolerancia laicista deforma la realidad hasta amoldarla a sus propios dogmas y obsesiones", seguía diciendo Mons. García Gasco. "Se manipula la fe católica y se desea ofrecer una imagen de la Iglesia retorcida y esperpéntica. Los ataques a la religión, al cristianismo o a la Iglesia, no quedan en meras abstracciones: esas falsedades acaban dañando a personas concretas, a grupos humanos reconocibles, merecedores de consideración y respeto. Ante esta situación los católicos no hemos de tener miedo. Hemos de hacer uso de nuestra libertad de expresión y abandonar complejos y cómodos silencios".

"Somos la mayoría de este país, no la minoría, y el cristianismo impregna nuestra cultura y nos da esperanza para afrontar el futuro", y concluía: "El cristiano congruente no puede avergonzarse ni mirar a otro lado ante la intolerancia laicista que tratan de propagar".

El su carta del 5 de diciembre, García Gasco llamó a fortalecer las propias convicciones ante esta intolerancia progresista.

"Muchos de nuestros contemporáneos parecen vivir dormidos ante cuestiones fundamentales. Parece que un profundo sueño entorpece la visión clara de temas como la vida, el amor, Dios, el bien, la libertad, el matrimonio… Todo se ha hecho problema. Las certezas evidentes sobre las que hemos construido nuestra cultura están sometidas a crítica y sospecha. Se han perdido argumentos para algunas cuestiones esenciales: ya no se sabe defender el derecho a la vida de todo ser humano desde su concepción hasta el último momento de la existencia. Se duda a la hora de defender la familia de fundación matrimonial, como base de una sociedad civilizada y con aspiraciones de futuro. Se sospecha de que la religión pueda ser beneficiosa para las personas y para la construcción de una sociedad moderna y progresista".

"Estamos envueltos como en un sopor que impide ver. Y no sólo impide ver… este camino acaba desconfiando de la misma razón humana, de la capacidad racional para ofrecer criterios válidos para todos, principios fundamentales que podamos compartir para convivir en paz y libertad. Sólo nos queda 'la mayoría' como criterio de verdad…, la vida sólo puede defenderse si lo decide la mayoría y en las condiciones que ella establece; el matrimonio es lo que decida la mayoría parlamentaria de cada momento; (…) pero los grandes contenidos éticos de la humanidad no dependen de la mayoría. El bien no depende ni lo produce el sufragio de la mayoría. La historia del siglo XX ha ofrecido demasiados ejemplos crueles de esta verdad".

"Es hora de despertar nuestra adormecida conciencia. La conciencia es como una voz arraigada en lo profundo de cada persona. Nos hace caer en la cuenta de lo que está sucediendo… nos permite advertir lo que está bien y lo que está mal. La voz de la conciencia nos dice lo que debemos hacer". (…)

"No respetar las obligaciones que tenemos con Dios, con el prójimo, con la sociedad o con la naturaleza es objetivamente malo. El asesinato, el aborto, la mentira, el insulto, la intolerancia… son malos. La amistad, la comprensión, la fidelidad, el dominio de sí, la generosidad, la honradez… son buenos. No son cuestiones opinables ni dependen de gustos. Sin este fundamento no hay libertad sino ley de la jungla. Sin este fundamento no puede haber democracia". (…)

"Cuando se oscurecen las conciencias, cuando no se educa para que la conciencia esté rectamente formada, es difícil vivir en libertad. Se acaba no sabiendo lo que es justo, lo que está bien y lo que está mal, se actúa según las fuerzas irracionales de los instintos y se juzga a los demás siguiendo los dictados de la moda o de la opinión, sin referencia a los principios más elementales de ética racional".

"Creo sinceramente que ha llegado la hora de despertar nuestra conciencia. Hoy se hace urgente conocer cuáles son los bienes y deberes de la vida… descubrir la medida y el orden en la conducta personal y social…"

"La luz del Evangelio ofrece en este campo perspectivas maravillosas para la razón humana. Abre horizontes para la conciencia y nos despierta del sopor. El Evangelio nos ofrece certezas para defender la vida sin temor, con alegría; nos ayuda a comprender la belleza del matrimonio y la familia; disipa los temores para encauzar los sentimientos verdaderamente religiosos. La fe cristiana es una riqueza para la sociedad y la cultura. La humanidad se beneficia de esta luz para adentrarse en el futuro: sin ella nuestro horizonte está oscurecido". FIN, 18-12-04.