411 - CHILE: ENTREVISTA AL CARDENAL ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO (II Parte)
CHILE: ENTREVISTA AL CARDENAL ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO, SOBRE LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS. (II Parte).
Fuente: El Mercurio, Santiago, 25-03-01.
Continúa del número anterior
El hijo como un cáncer
-¿No es mejor que la gente no tenga hijos que no desea, a que después recurra al aborto?
-ALT: ¿Y no es esto, precisamente, lo que quiere hacer creer una ideología que presenta al hijo como una enfermedad? Parece casi proponer una "medicina" (la esterilización), para no tener que recurrir a la "cirugía" (el aborto). Pero es que un hijo no es un cáncer a curar o a extirpar. Plantear el problema de la esterilización en términos de "prevención" del aborto, significa anestesiar la sociedad ante el valor de la vida humana.
-ALT: Así, desde una vulgarización y empobrecimiento de la sexualidad, se pasa a la contracepción como si fuera un bien (una "medicina" para no tener hijos) y de aquí se quiere plantear el aborto como si fuera otro bien (una "cirugía" para no tener hijos), llegando incluso a querer convertirlo en un derecho. Un hijo es siempre un don de Dios: tiene derecho a vivir. Esto lo saben muy bien las madres, que anteponen la felicidad y vida de sus hijos a su propia felicidad personal: aman tanto a sus hijos que prefieren su bien, antes que el suyo propio. Así es el verdadero amor humano, tal y como Dios lo ha inscrito en el corazón.
-¿Por qué no recurrir a la "píldora del día después" cuando no se desea un hijo? En Chile, incluso un obispo católico planteó que como esta sustancia no es abortiva, podría ser empleada por los católicos.
-ALT: Como antes le decía, en este debate es preciso ampliar los márgenes de la estricta consideración científica, para llegar a comprender la problemática real. El problema de fondo de estas sustancias es el motivo por el que se emplean, el deseo de no tener hijos. No se trata de hacer un análisis químico, sino un análisis del corazón humano. Cuando un matrimonio plantea de este modo su vida, estamos ante un problema grave. Si la paternidad responsable justifica, cuando existen justos motivos, la continencia periódica en ciertas circunstancias, nunca justifica moralmente la anticoncepción.
-ALT: El uso de la "píldora del día después" es anticoncepción y es éticamente desordenada por ello, al margen incluso del hecho de que sea abortiva. Este punto es importante que sea claro: aunque no fuera abortiva, la "píldora del día después" sería ilícita.
-Pero se asegura que científicamente no está claro que opere como un abortivo.
-ALT: Se recomienda el uso de esta sustancia por lo eficaz que es. ¿Y a qué se debe esta eficacia? Al hecho de que su efecto no es sólo anticonceptivo, sino también impide la implantación del óvulo, si éste hubiera sido fecundado. Que el efecto de estas sustancias es éste (y no sólo anticoncepción) es algo que muchos y graves expertos dan como seguro. Por tanto hay que deducir que se trata no sólo de anticoncepción, sino también de aborto. Esta píldora afecta de tal modo el organismo materno que, en el caso de que falle la anticoncepción, el óvulo fecundado no puede implantarse. Es como quitar una red a un equilibrista: si éste pierde el equilibrio, las consecuencias son fatales.
-Y continúa tajante:
-ALT: Es menester afirmar con rotundidad que esta píldora no puede nunca ser empleada, no sólo porque es anticonceptiva, sino porque es también abortiva. Por todo ello, no puedo creer que ningún obispo, no sólo de Chile, sino de América Latina, se haya expresado en otro sentido.
-Pero eso es válido sólo para los católicos. Lo que se pregona hoy es "el derecho de cada uno a elegir según sus propios principios…".
-ALT: Esta es una cuestión de honestidad, de sensatez, de humanidad, no de identidad católica. Los niños, también los no nacidos, son todos amados por Dios; tienen la misma dignidad que toda otra persona humana. Sería una cobardía no defenderlos porque no se oye su voz, demasiado débil. La Iglesia tiene la obligación de hacerlo por ellos: los pobres y los desvalidos son la herencia que nos ha dejado Jesucristo. Pero la Iglesia no está sola en esto. Muchos hombres de buena voluntad, bien informados, son concordes en la defensa de la vida y la dignidad humana de los no nacidos.
-¿Pero no sería mejor, finalmente, dejar esta decisión a la conciencia individual?
-ALT: A la conciencia de quién, ¿de la madre?, ¿de los padres?, ¿de los médicos?, ¿de los políticos? Y si escuchamos la de ellos, ¿cómo podemos prescindir de la del más interesado de todos ellos: la del mismo niño no nacido, demasiado débil todavía para expresarla? Además, se ha de recordar que hay que formar la conciencia de acuerdo con las exigencias éticas de la verdad.
La esencia del matrimonio
-Y por qué materias menos complicadas, como el divorcio vincular y el matrimonio civil, ¿tampoco pueden dejarse a la decisión individual?
-ALT: El matrimonio es una institución natural cuyos derechos y deberes hay que garantizar en respeto al bien de los hijos, de los esposos y de la entera sociedad. El amor comprometido de los esposos supera el ámbito estrictamente privado. El divorcio es el primero de los atentados a la célula base de la sociedad. La estabilidad de las familias repercute en el bien de la sociedad. Las leyes no pueden ser indiferentes a esto. Cuando, desgraciadamente, lo son, las consecuencias para el bien común, antes o después, no tardan en llegar.
-Pero hay gente que no quiere que la indisolubilidad matrimonial sea una imposición de la ley.
-ALT: Que el matrimonio sea la unión entre hombre y mujer para toda la vida es algo que todos los que se casan desean. Es la expresión propia de todo verdadero amor conyugal, y no sólo entre cristianos. Hay testimonios en toda la geografía del planeta y a lo largo de toda la historia de la humanidad que así lo atestiguan. Los que se quieren se dicen de corazón: "te quiero para siempre". Y esto es lo que expresan cuando se casan. Lo que ocurre es que la fidelidad matrimonial puede verse sometida a dura prueba, especialmente en el ambiente actual en que se exalta un erotismo y un pansexualismo que invade nuestra civilización. Cuando un valor tan importante como la indisolubilidad del matrimonio desaparece del ordenamiento legal, se está cayendo en esta trampa ideológica. ¿Qué futuro queremos para nuestros hijos? ¿Cuál es la persona y de sociedad que estamos generando con las leyes? ¿La persona capaz de entregarse y proyectar un futuro abierto a la vida, con proyectos, y creación de lazos de encuentro y de convivencia estables?
-ALT: Quienes tienen responsabilidades sociales deben tener en cuenta las aspiraciones profundas y radicales del ser humano, la grandeza de espíritu y la capacidad de encuentro y entrega de la persona, y no nivelar las exigencias de la justicia y el bien común según las cambiantes e inestables debilidades posibles en toda sociedad. FIN, 05-04-01