378 - CELAM: LLAMADO A LA MOVILIZACIÓN DE LAS CONCIENCIAS
CELAM: DECLARACIÓN DE LOS DELEGADOS NACIONALES DE PASTORAL FAMILIAR DE LOS PAISES BOLIVARIANOS
Fuente: CELAM
Convocados por el CELAM, los responsables de la Pastoral Familiar de los países bolivarianos reunidos en Cochabamba, Bolivia, del 20 al 24 de Noviembre de 2000, después de reflexionar sobre el respeto y fomento de la vida humana, y sintiéndonos comprometidos como miembros de la Iglesia Católica, expresamos nuestra voz de solidaridad con todos nuestros hermanos que sufren la violencia y el deterioro de su condición de seres humanos.
Poseedores de una gran riqueza humana y material nuestros países bolivarianos viven una difícil situación socio-económica cuyo denominador común es la pobreza, que en muchos sectores de la población llega a la extrema miseria. Los sistemas económicos imperantes han propiciado el grave resquebrajamiento de la calidad de vida.
Señalamos la permanente acción que despliegan ciertos organismos internacionales dedicados a difundir y financiar campañas masivas de anticoncepción, esterilización y aborto en cuyas raíces está una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y a la vida.
Dicho intervencionismo viola todos los derechos humanos e irrespeta los más firmes valores éticos y morales propios de nuestra cultura, socavando la institución del matrimonio, la familia y el don de la vida.
Si bien es cierto que las legislaciones propias de cada país procuran defender la vida en todas sus etapas, también es claro que nuestros gobiernos desconocen estos principios propiciando campañas que laceran la vida y la dignidad de las personas.
Los atentados contra la vida humana en todas sus fases, revisten particular gravedad por la tendencia a perder en la conciencia colectiva, el carácter de "delito" y asumir el carácter de un "derecho", hasta el punto de pretender el reconocimiento legal por parte de los estados.
Indudablemente la raíz más profunda de la lucha entre la "cultura de la vida" y la "cultura de la muerte" está en el eclipse del sentido de Dios y del hombre creyéndose éste señor de la vida y de la muerte. Solamente delante del Señor puede el hombre reconocer su pecado y percibir toda su realidad (2Sam. 12,13) (Evangelium Vitae 22).
La vida es siempre un bien que proviene de Dios, único Señor de la vida y de la muerte, por lo que el hombre no puede disponer de ella en ningún momento de su existencia. Dios le confía al hombre y a la mujer la tarea de generar, defender, promover y respetar la vida, llamándolos a participar de su soberanía sobre el mundo como sus colaboradores (Gen. 1,28). Dios es el defensor de los inocentes y nosotros, como servidores de la vida, nos adherimos a El.
La vida humana es sagrada e inviolable porque desde su inicio comporta la "acción creadora de Dios" y permanece siempre en especial relación con el creador, su único fin. Sólo Dios es el Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano.
Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda (1Co. 9,16). La Iglesia existe para evangelizar (EN 13). Es necesario hacer llegar el Evangelio de la vida al corazón de todo hombre y mujer e introducirlo en lo más recóndito de la sociedad (Evangelium Vitae 80).
El servicio a la vida debe ser unitario, no deben existir discriminaciones. La vida humana es un bien indivisible, por lo que hay que "hacerse cargo", de toda la vida y de la vida de todos (Evangelium Vitae 87). La defensa y promoción de la vida no constituye monopolio de nadie, sino una responsabilidad y deber de todos. Solamente la cooperación concorde de todos cuantos creen en el valor de la vida, podría evitar una derrota de la civilización que sería de consecuencias imprevisibles (Evangelium Vitae 91).
Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético para poner en práctica una gran estrategia a favor de la vida. Nos comprometemos en nuestros respectivos países en la construcción de una nueva sociedad desde la familia, signada por la cultura de la vida y el amor, estamos convencidos que es el camino más seguro para lograr la paz, la justicia y una auténtica democracia, mediante la edificación del bien común.
Invitamos pues a todos los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a sumarse a esta iniciativa. Nos ponemos bajo la protección de la Sagrada Familia de Nazaret, modelo de toda familia humana, para que sea la luz que ilumine el sendero de todas nuestras familias en este milenio que se inicia.
Cochabamba, Bolivia, 24 de Noviembre de 2000
Firman los veinte asistentes al Encuentro Bolivariano de Pastoral Familiar y Monseñor Germán Pavón, Obispo de Tulcán, Ecuador, Presidente de la Comisión de Familia. Monseñor Juan Vargas Aruquipa Obispo de Coroico-La Paz, Bolivia. Padre Jaime Humberto Henao Franco. Secretario Ejecutivo de Familia del CELAM. FIN, 29-11-00