BENEDICTO XVI: LOS NIÑOS NO SON UNA ENFERMEDAD.
Fuente: VIS, 07/08-09-07; Forum Libertas, 10-09-07
En su visita de tres días a Austria, que concluyó el domingo 9 de septiembre, la voz del Papa se ha mostrado especialmente crítica con los partidarios del aborto y la eutanasia. "Los niños no son una enfermedad", afirmó Benedicto XVI. El Papa llamó egoístas a los europeos por su falta de hijos; denunció la crisis de la Verdad y pidió que se defiendan las raíces cristianas de Europa.
Ante políticos y diplomáticos: voz de los no nacidos
En su alocución del viernes 7 de septiembre en el Palacio de Hofburg en Viena, ante el presidente de la República, el consejo de ministros y los diplomáticos europeos, el Pontífice defendió el derecho a la vida de todas las personas, especialmente de los no nacidos, y subrayando que el "derecho humano fundamental, presupuesto de los demás: es el derecho a la vida. Esto vale para la vida desde la concepción hasta su fin natural. Por eso, el aborto no puede ser un derecho humano; es lo contrario. Es una 'gran herida en la sociedad'".
"Estamos actuando como abogados por una profunda necesidad humana, hablando por los niños no nacidos que no tienen voz. No cierro los ojos a las dificultades y conflictos que muchas mujeres experimentan, y me doy cuenta que la credibilidad de lo que decimos también depende de lo que la Iglesia haga para ayudar para ayudar a las mujeres con problemas", aclaró Benedicto XVI.
El aborto está mal
"Llamo, entonces, a los líderes políticos a no permitir que los niños sean considerados como una especie de enfermedad" y a no abolir la condena al aborto los sistemas legales, exhortó el Papa.
Seguidamente, el Pontífice animó a los presentes a que "¡alienten a los matrimonios jóvenes a establecer familias y convertirse en madres y padres! No solo los asistirán sino que se beneficiarán como sociedad entera".
"También apoyamos decididamente sus esfuerzos políticos para favorecer las condiciones que permitan a las parejas jóvenes criar a sus hijos; hay que crear de nuevo en nuestros países un clima de alegría y de confianza en la vida, en el que los hijos no sean vistos como un peso, sino como un don para todos", añadió.
Contra el suicidio asistido
A continuación, el Papa expresó su preocupación por el suicidio asistido: " Temo que en algún momento las personas gravemente enfermas sean presionadas tácita o explícitamente para solicitar la muerte o administrársela ellos mismos. La respuesta adecuada al sufrimiento del término de la vida es el amor y el acompañamiento en el camino hacia la muerte -especialmente con la ayuda de los cuidados paliativos- y no la 'muerte asistida activamente'".
Hacen falta "urgentes reformas estructurales necesarias en cada área del sistema social y de asistencia en salud, así como estructuras organizadas para el cuidado paliativo. También se debe tomar medidas concretas: en el acompañamiento espiritual y psicológico de los gravemente enfermos y moribundos, sus familias, y los médicos y personal sanitario", animó Benedicto XVI.
Raíces cristianas
Ese mismo viernes, el Papa recordó que "Europa no debe negar sus raíces cristianas" ya que éstas "han modelado profundamente este continente".
El Santo Padre subrayó que Europa "será para todos un buen lugar para vivir solo si se construye sobre sólidas bases culturales y morales de valores comunes tomados de nuestra historia y tradiciones".
"Mariazell, el gran santuario de Austria, es también un lugar de encuentro para los diferentes pueblos de Europa. Es uno de esos lugares en donde los hombres y mujeres obtienen, y siguen haciéndolo 'fuerza de lo alto' para una vida correcta", prosiguió.
"La fe ha modelado profundamente el carácter de este país (Austria) y su gente. ¡Consecuentemente, debe ser una preocupación de todos asegurar que nunca llegue el día en que solo las piedras hablen del Cristianismo¡ Austria sin la vibrante fe cristiana no sería más Austria", manifestó Benedicto XVI.
Los europeos, faltos de niños
En la homilía que pronunció el sábado 8 de septiembre en la misa de celebración de los 850 años de fundación del santuario de Mariazell, ante 30.000 fieles que aguantaron estoicamente la fuerte lluvia, el Pontífice recordó también a los austriacos el egoísmo de los europeos por su falta de niños, tachándolos de "faltos de confianza en el futuro".
Ante la minúscula virgen, Benedicto XVI afirmó: "De hecho nuestra fe se opone decididamente a la resignación, que considera al ser humano incapaz de la verdad, como si ésta fuera demasiado grande para él. Esta resignación frente a la verdad es el núcleo de la crisis de Occidente, de Europa. Si para el ser humano no existe una verdad, en el fondo no puede distinguir entre el bien y el mal. Y entonces los grandes y maravillosos descubrimientos de la ciencia se hacen ambiguos: pueden abrir perspectivas importantes (…) para (…) el ser humano, pero también (…) transformarse en una terrible amenaza".
"Necesitamos la verdad. Pero ciertamente, a raíz de nuestra historia, tenemos miedo de que la fe en la verdad comporte la intolerancia. Si este miedo, que tiene sus buenas razones históricas, se apodera de nosotros, ha llegado la hora de mirar a Jesús como lo vemos aquí en el santuario de Mariazell. Como niño en brazos de su madre (…) y como crucificado. Estas dos imágenes (…) nos dicen: la verdad no se afirma mediante un poder externo, (…) se concede al hombre sólo mediante el poder interior de ser verdadera. La verdad se muestra en el amor".
Esta desconfianza en la verdad implica también desconfianza ante el futuro, sentimiento que, según el Papa, explica el invierno demográfico del viejo continente: "Europa se ha empobrecido de niños: queremos todo para nosotros mismos, y tal vez no nos fiamos demasiado del futuro", concluyó. FIN, 10-09-07