¿Está bien que la Iglesia tenga bienes?
Dos son las objeciones que aparecen habitualmente respecto de las riquezas y la Iglesia: por un lado, están aquellos que plantean como una hipocresía el que la Iglesia tenga bienes materiales cuando Jesucristo no los tuvo; por el otro hay quienes opinan que sería una contradicción el tener hermosos y adornados templos ante la indigencia que hay en el mundo.
Para poder responder habrá que echar un poco de mano a la teología, es decir, a pensar la Fe. Si el lector no la tiene, entonces le pido paciencia; y si la tiene quizás nos sirva repasarla.
En primer lugar, sobre la riqueza Jesucristo ha hablado unas cuantas veces; así, en el Evangelio de San Mateo se lee: No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento (Mt 10,9-10).
—Suficiente —dirá alguno apasionado— la Iglesia debe vender ya mismo todo y dárselo a los pobres si quiere seguir en serio a Cristo.
—¿Y por qué no empezamos con los suyos, puesto que usted también está bautizado? –le dirá el cura…
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