Un fin de año entre budistas, vacas y protestantes
Cuentan que, en Argentina, una vez que el general Perón intentó bajar el precio de la carne en una de sus presidencias, dijo:
- “Si hiciésemos el sacrificio de comer carne sólo una vez por semana, en breve se solucionaría el problema”.
Y nadie le hizo caso…, porque en mi país no somos vegetarianos pero sí comemos animales que lo son.
Pues bien; aquí en el pleno Himalaya oriental, al norte de la India, la vaca es un animal sagrado; ¿por qué? Porque dicen que es como nuestra madre, que nos amamanta dando leche.
Cuando pregunté el por qué comen carne de cabra entonces (pues también nos da leche la pobre), nunca supieron responderme…
La cosa es que con el Padre Federico nos habíamos preparado y, en una de nuestras expediciones a las aldeas vecinas, medio de contrabando, habíamos comprado dos kilos de carne vacuna a un musulmán que pensábamos comer el 31 de diciembre en la noche.
Pasó el día, arreglamos las cosas con dos familias de neo-conversos al catolicismo y todo estaba casi listo: comeríamos un poco de carne vacuna con… ¡arroz! ¡Pero con carne al fin!
Como aquí todo se maneja en base al calendario solar (a pesar de tener luces y todo), la cena estaba programada a eso de las 18.30; luego nos quedaríamos conversando y disfrutando tranquilos hasta donde aguantásemos. Los más valientes, esperarían las 12 de la noche. Yo no…