Viganó, Juan Pablo I y José Manuel Vidal
Siempre hemos creído que, alguien con principios, resulta una persona respetable; incluso cuando aquéllos, errados, lo pongan en la vereda de enfrente. Porque los principios son, en el ámbito moral, algo así como el acto de ser en los entes y, quien no los tiene, no merecería siquiera el acto de la percepción.
Pero hay gente que es incapaz del sí e incapaz del no o, mejor dicho, hay gente que hoy dice sí y, al mismo tiempo no, dependiendo de cómo varíe el viento.
Es el caso de José Manuel Vidal (ex-sacerdote, gracias a Dios) quien, hace apenas una década se quejaba de quienes impedían acceder a la investigación acerca de la muerte de Juan Pablo I mientras, hoy, con el caso Viganó, dice todo lo contrario y acusa a quienes piden transparencia de “rigoristas” con una “doble moral ideologizada”.
Claro: porque estos son mis principios, pero si no, tengo estos otros como decía Groucho.
“Doble moral”… Pufff…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
PS: Venga la selección de lo que decía por entonces este personaje menor.
JOSE MANUEL VIDAL.- «Hay que purificar el templo y echar de él a los mercaderes». Ésta es la clave teológica que ha llevado a Jesús López Sáez, sacerdote abulense, prestigioso catequista y fundador de la Comunidad de Ayala, a bucear en la escabrosa historia de la muerte de Juan Pablo I (…). Con la explicación oficial, Roma dio por cerrado el caso. Pero, aún hoy, en toda la cristiandad sigue flotando un aire de misterio y sospecha. La herida se cerró en falso. De hecho, tras su muerte numerosos obispos y hasta algún cardenal pidieron a Roma una investigación en profundidad (…). Pero la consigna en la Iglesia era clara y tajante: «Ningún eclesiástico puede remover las cenizas del Papa Luciani y, ante las múltiples preguntas de los fieles en todo el mundo, los clérigos deben responder con la verdad oficial». Pero don Jesús no se dio por vencido y, desde entonces, siguió visitando archivos, consultando fuentes y con protagonistas directos de aquellos acontecimientos que, con la edad y el tiempo, comenzaron a hablar. (…)