«Ad gentes», sobre la misión frente a los paganos, del P. Federico Highton, SE
El Padre Federico Highton, SE, es mi mejor amigo.
Y éste es un título que no se le da a cualquiera.
Nos conocimos hace años en el seminario; decían que estaba por llegar un postulante un tanto loco que afirmaba que entraba a la vida religiosa para ser misionero e ir al Tíbet. Confieso que, en su momento lo mirábamos con extrañeza:
- “Deben ser locuras del momento” –decíamos.
Y no; era verdad… Es que cada uno tenía –y tiene– un secreto único e incomunicable con Dios. Es su secreto, su modo de llegar al Cielo. Es el camino de la santidad.
Con el tiempo, ambos nos ordenamos sacerdotes y seguimos nuestros senderos intentando ser fieles a nuestras propias vocaciones: uno en el ámbito de la batalla contra-cultural y el otro en el de las misiones “ad gentes”, pero siempre con una nota característica: la parresía evangélica, esa virtud hoy olvidada que nos manda decir las cosas cueste lo que cueste.