Sarmiento en sus fuentes (5-5). Conclusión
Algo más sobre la mujer y sobre los judíos
a. Sobre la mujer
El hombre que habría de regir los destinos del país, no podía gobernar ni sus propias pasiones. Veamos si no, lo que él mismo le escribe a Demetrio Rodríguez Peña en 1846, con treinta y cinco años, ante un encuentro con la veterana unitaria Mariquita Sánchez de Thompson:
“Nos hicimos amigos, tanto que una mañana, solos, sentados en un sofá, hablando, sentí (…), ¡Vamos, a cualquiera le puede suceder otro tanto!, me sorprendí víctima triste de una erección, tan porfiada que estaba a punto de interrumpirla y, no obstante sus 60 años, violarla. Felizmente entró alguien y me salvó de tamaño atentado”.
Todo un defensor de la dignidad de la mujer…
b. Sobre los judíos
Dado que no gozamos ni del tiempo ni del grado de impunidad del “gran sanjuanino”, apelaremos sólo a una de sus citas respecto del pueblo de Israel:
“El pueblo judío esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordan y a la que no piensa volver jamás. Este sueño que se perpetúa hace 20 ó 30 siglos, pues viene desde el origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero que no forman parte.