Un silencio para contemplar: Cristo que calla
El silencio de los justos es implacable. Hay rugidos desaforados que paralizan, pero no sanan. Hay discursos fuertes que aplastan, pero no convierten. Gritos de lamento que nacen de la debilidad, o gritos de terror que proceden del nervio y el desorden. Sólo el silencio da cuenta de la armonía interior y del dominio de sí. Y por eso lo domina todo; no hay pregunta ni respuesta que valga.