Firmeza y despedida. Última entrevista a Don Enrique Díaz Araujo
La siguiente entrevista realizada por el P. Javier Olivera Ravasi al Dr. Enrique Díaz Araujo en el canal QNTLC, fue publicada el 28 de junio de 2020, pocos meses antes de la partida de este gran historiador de América a la casa del Padre.
Se agradece al Dr. Javier Rodriguez Barnes su desgrabación.
P. Javier Olivera Ravasi, SE
25/7/2021
Entrevista a Don Enrique Díaz Araujo
“Firmeza y despedida”
Por el P. Javier Olivera Ravasi
Fuente https://www.youtube.com/watch?v=QSel0-10c9A&t=409s
Por el P. Javier Olivera Ravasi[1]
Presentación
– P. JOR: Muy buenas tardes, doctor Enrique Díaz Araujo. Muchas gracias por la entrevista. Es un placer enorme. Para los que no lo conocen, el autor Enrique Díaz Araujo es un conocido historiador argentino. Nació allá por el año 1934. Es abogado, escritor, historiador. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata en la provincia de Buenos Aires, aquí donde estamos ahora en Argentina, y aparte de haber sido abogado llegó a ser funcionario judicial, juez de instrucción penal y camarista en lo criminal en la provincia de Mendoza. Tiene una destacadísima obra como historiador, es católico ya su vez también adhiere a todo lo que es el movimiento del patriotismo aquí en argentina, y bueno, es muy conocido. Aparte de todas estas cosas don Enrique ha sido mi director de tesis doctoral en historia, puntualmente en lo que significó la contrarrevolución de los cristeros mexicanos, y accedió entonces a esta conversación en la que vamos a intentar preguntar algunas cosas para también que, sobre todo, los más jóvenes conozcan su pensamiento también tan valioso.
Gracias don Enrique por el tiempo. Para que la gente enfoque un poco el pensamiento de un autor y sobre todo me gustaría preguntarle cuál fue su formación y a su vez qué es eso a lo que usted adhiere con toda una escuela del revisionismo histórico.
Historia e Ideología
– EDA: Soy historiador. Lo de abogado fue puramente para ganarme la vida. Lo que me ha gustado siempre, yo cursé acá en Humanidades, pero aparte de eso, me he dedicado toda la vida a estudiar y a escribir sobre Historia y sobre los hechos trascendentes del pasado humano, que eso es la Historia. Lo del pasado que no ha pasado del todo, porque si ha pasado, porque si ha pasado o si son cosas insustanciales a nadie le interesan, en primer lugar no me interesan a mí.
A mí lo que me interesa es porque, siendo muy joven, enseguida descubrí que la historia nuestra como nación y como mundo occidental estaba constantemente llena de mitos nacidos de una ideología, la ideología liberal impuesta por la Revolución Francesa y por el iluminismo que precedió a la revolución. Ellos han metido a los hechos del pasado en un lecho de Procusto, es decir, lo que les sobra lo cortan y han hecho una historia a su medida. Entonces he advertido de eso y he empezado por lo más lejano y después he ido avanzando por la historia argentina hasta nuestro tiempo, siempre sobre temas conflictivos donde aparece la ideología mezclando las cosas, porque los hechos son iguales para todos.
Los hechos del pasado hay que conocerlos objetivamente y nada más, pero hay que interpretarlos. Por ejemplo, por tomar cualquiera, la batalla de Caseros para unos fue la epifanía de la libertad, la libertad como hazaña, los vencedores de Caseros. Los federales, que fueron vencidos ahí, la consideran una victoria brasileña, porque se perdieron las misiones orientales de la soberanía de la navegación de los ríos, en fin, y los marxistas no le conceden ningún papel importante porque dicen “Urquiza era un saladerista, luego la cuestión de la lucha de clases no se da ahí”.
Es decir: los patrones de medida con que uno acude a los hechos son distintos, por eso no hay una Historia
– PJOR: En ese sentido, la Historia revisionista (porque como hay mucha gente que nos está escuchando que no es estrictamente de Argentina) se puede aplicar a todo tipo de Historia, desde la historia de Roma hasta la historia de Francia, hasta la historia de México…
– EDA: Claro. La historia de Roma también ha sido tergiversada. Se ha puesto el ideal de la República, ¿no es cierto? Y se nos pone a Julio César como un maldito, y allí no se entiende nada del imperio, en lugar de ir a los hechos y ver que fueron épocas sucesivas porque las necesidades llevaron a eso. Y la historia de Francia, que se hizo por los Capetos, por los Borbones, fue totalmente cambiada por la mitología de la Revolución. Por ejemplo, el famoso asesinato que hicieron las tropas jacobinas en la Vendée, inmediatamente eso fue tapado porque no le convenía a la historia liberal, pero si uno va a los hechos mismos es una gran masacre.
Entonces, en todo Occidente ha sucedido esto. Yendo a un tiempo más cercano, la Guerra Civil Española, que tanto incidió sobre nosotros, acá se sigue diciendo “la República Española contra los fascistas, los generales contra el pueblo”. Los generales serían unos treinta, no podían ir contra millones de personas. Estaba dividida en dos partes España: la izquierda marxista o anarquista, y los nacionales, que eran tradicionalistas. Sino, no se entiende cómo va a durar tres años una “pelea entre cinco generales” y la República. Yo creo que no existió.
Leía el otro día a un miliciano que dirigió a los ejércitos rojos que se llamaba Tagüeña, que era comunista y él dice que el mismo día 18 de julio en que se produjo el alzamiento de los militares, se produjo también el fin de la República Española. Lo dice él que era partidario y fue jefe de sus milicias. La historia viene siendo deformada por la ideología liberal y su subsiguiente que es la ideología marxista para acomodar los hechos a ese cartabón. El revisionismo se limita a decir: “pongamos los hechos, todos los hechos”, todo lo que se puede investigar de ellos. Después veamos la interpretación.
Los orígenes de la ideología liberal
PJOR: –Hay una cosa que recién dijo, interesantísima, que sobre todo a los más jóvenes les puede llegar a servir mucho. Usted dijo que la ideología liberal de algún modo engendra la ideología marxista. Muchas veces es difícil explicar esto, sé que es un tema que capaz que no estamos enfocando directamente.
EDA: Sí, claro se puede ahondar mucho, pero de forma muy elemental la ideología liberal parte de Descartes. Aquello está maravillosamente estudiado por Jacques Maritain en su libro “Tres reformadores”.
Primero está Descartes, es decir, cambiar los signos de la marcha en la calle. Si iban para allá, los pusieron para el otro lado. En lugar del conocimiento, que era la forma clásica de ver las cosas, pusieron pensamiento, es decir, una cosa subjetiva e inmanentista. Esa forma, que se conoce como racionalismo porque se cree que uno crea los objetos con su pensamiento, que por supuesto desconoce todo el mundo creado, y en consecuencia al Creador, y tampoco se reconoce como criatura, sino que es una visión antropocéntrica donde el hombre es el centro de todo, esa forma de ser, que es la liberal, va a dar paso a una primera corrección que es la famosa –entre tantas otras– la de Kant, donde dice “todo eso que vemos no son esencias, son fenómenos que percibimos, pero eso no quiere decir que podemos entrar en el fenómeno, eso es incognoscible”.
Y después viene Hegel y nos dice: “tanto Descartes como Kant han estado viendo al sujeto –ellos también son inmanentistas– pero en forma estática. No, el sujeto está en movimiento, en un movimiento contradictorio de hipótesis, antítesis y síntesis, y entonces se va caminando de forma dialéctica. El marxismo agrega muy poquito a Hegel. Hegel es la es la figura básica porque niega al ser. Todo es existir. Retorna a Heráclito. Yo no me puedo bañar dos veces en el mismo río. Sí, pero ¿quién soy “yo” y quién es el “río”?
El agua pasa, pero hay cosas que quedan, hay cosas permanentes y hay cosas que –aunque cambien– las sustancias son permanentes, los accidentes son los que cambian. Como dice Aristóteles: “yo salgo todos los días a la puerta y me veo con el vecino. Él está más viejo y yo también, pero los dos nos reconocemos porque en nuestra sustancia yo soy yo y él también es él”. Entonces, aunque ahora esté –como estoy yo, viejo– el otro que me haya visto, dice: “ah, sí, ahí está fulano”. Entonces, esa negación de Hegel es fundamental porque es destructiva.
Cuando en la Iglesia Católica, en la Divinis Redemptoris, el Papa Pío XI dijo que es intrínsecamente perverso el marxismo, se refería a esto, a la dialéctica, no al materialismo, porque el materialismo venía ya de los ilustrados; poco agregaban Hegel o Feuerbach –que es su discípulo principal– al materialismo. Lo que sí se agregaba era esta cosa dialéctica, que no hay comienzo ni fin. El hombre está siempre, tropezando y avanzando, es como el autito chocador que no para nunca. Y cuando se detiene, se llega al socialismo. Es la “ley de la historia”, para el materialismo histórico. Bueno, consiguieron el socialismo en la URSS, y en 1991 ellos –nadie más– bajaron la bandera roja con la hoz y el martillo y el socialismo pasó al basurero de la historia, como decía Marx.
PJOR: –En ese sentido entonces es claro que el liberalismo y el marxismo tienen como una misma matriz.
EDA: Uno conduce al otro. Se dice vehiculiza: el liberalismo vehiculiza al socialismo. Sin Descartes no hubiera habido Hegel; sin Hegel no hay Marx, y de Marx se sigue Lenin, porque Marx lo que menos pensaba era hacer una revolución en Rusia, a la que consideraba súper atrasada. Pero Lenin era ruso, así que la hizo donde podía. Todos siguen a otro; por ejemplo, Mao Tse Tung diciendo, “¡no!¿qué obreros?” Los obreros habían sido los proletarios, los grandes sujetos de la revolución marxista leninista. “¡No –dice Mao–, ¡son los campesinos!”. Los obreros no tienen nada que ver. ¿Por qué? Porque en China los que abundaban eran los campesinos. Así que tenía que hacer una teoría. Y después viene esto otro que es lo que ha abundado entre nosotros, lo del Che Guevara, “¡no, no, qué campesinos, ni obreros, nada. Son los guerrilleros los sujetos de la Historia¡”.
PJOR: Es buena la distinción porque algunos confunden el liberalismo puntualmente con el capitalismo liberal, entonces dicen “no, ¿cómo voy a ser liberal si se supone que el liberalismo y el socialismo tienen una misma matriz?”
EDA: No, lo que define es la línea filosófica en cada una de estas dos cosmovisiones. El liberalismo es también capitalista en tanto que no cree que la actividad económica –el lucro– deba ser contenido, sino que ellos participan de la idea de lucro irrestricto, hay que ganar como sea, por eso son capitalistas en el sentido más profundo, ¿cómo se dice? Capitalismo salvaje. Por ejemplo, son individualistas, liberales, capitalistas; es todo un círculo que conforma esa cosmovisión que conocemos por su aspecto político que es el liberalismo.
Y con el marxismo, lo mismo: es colectivista en materia económica, planificador, en fin, tiene todo un mundo donde la sociedad absorbe al individuo. Pero lo que caracteriza esto es que hay una línea hacia la nada –yo tengo un libro que se llama “La Rebelión de la Nada”– porque al negar Descartes la realidad objetiva es decir cogito ergo sum, “pienso luego existo” como se lo mostrará Kierkegaard, debería haber dicho al revés: existo, luego pienso. Pero él puso las cosas al revés, y de ahí viene todo: de esa afirmación metódica de Descartes viene el guerrillero Che Guevara, porque sin Descartes no hubiera habido Guevara.
Y usted dice “¿Pero cómo? ¿Un ateo como Guevara? Descartes como sabemos se moría por ir a comulgar temprano, y se agarró una pulmonía y se murió. Pero él había cortado los lazos no ya con Jesucristo, sino con Dios Padre Creador, porque ¿cómo avanzaba desde el sujeto pensante, que ya no es creatura del Creador, sino el centro de las cosas, como los sofistas pensaban. Y justamente ese sofista, Heráclito, está en ese orden, que Heráclito es el antecesor de Hegel, Hegel de Marx, Marx de Lenin, Lenin de Stalin, Stalin de Guevara o de Castro, y de ahí nuestros guerrilleros y todos nuestros marxistoides, porque ellos no saben de estas, como se dice “hacen prosa sin saberlo”, son bolches sin saberlo.
La Historia de Hispanoamérica
PJOR: Lo llevo al ámbito propio de la Historia. Algunos de sus grandes libros han sido dedicados puntualmente a la conquista de América. Uno de ellos, “Los protagonistas del descubrimiento de América”, otro acerca del famoso fray Bartolomé de las Casas: “Las Casas visto de costado”; una obra que Dios quiera que algún día puede salir completamente a la luz que es “América la bien donada”, entre otras obras sobre el tema de España.
EDA: Esa debería haber sido mi tesis para doctorarme. Entre todos mis libros, ese es el más importante.
PJOR: ¿Cómo uno podría resumirle a un joven, a una persona que no se dedica puntualmente a la Historia de fondo el motivo, por ejemplo, para qué viajo Colón a América, qué estaba haciendo acá, cómo le resumimos eso?
EDA: Hay que partir de la escuela de Sagres, en Portugal, porque hay una bula, –o encíclica, diríamos hoy– del Papa Nicolás V que convoca a los reinos cristianos a unirse en una nueva cruzada, porque en 1453, la fecha clave de todo– los jenízaros del sultán han tomado Constantinopla, la antigua capital del Imperio Romano de Oriente, separada del mundo católico romano pero cristiana.
Al caer Constantinopla, la amenaza para toda Europa, que era la sede de la cultura que hoy llamamos occidental y cristiana era inminente. Entonces el Papa llamó a todos los señores, príncipes y nobles a formar una nueva cruzada. Por tierra no se podía ir porque ya los musulmanes habían cruzado el Bósforo, ya estaban en el continente europeo, ¿por dónde se iba a ir por ahí? Por Gibraltar tampoco, porque estaban también ahí los moros en lo que hoy es Marruecos. Entonces el príncipe Enrique el Navegante, hermano del rey de Portugal en Sagres creó una escuela donde convocaba a todos los principales pilotos y navegantes para que entre todos decidieran cómo se podía hacer la cruzada. Por tierra no se podía hacer, tenía que ser una cruzada marítima.
Y ahí fueron todos los famosos: Gaboto, Américo Vespucio, Cristóbal Colón, todos estuvieron en la escuela esa debatiendo el tema y se pusieron de acuerdo en esto: había que caerle por la espalda al Islam. Había que ir a las Indias. Las Indias les decían los europeos a las tierras que estaban detrás del Islam. Entonces había que hacerlo por vía marítima y se dividieron: Vasco da Gama propuso ir siguiendo lo que ya se conocía, que era la costa africana, y así va a llegar allá, a las Indias Orientales. La actual India, y Colón se opone a eso y de ahí terminan rompiendo y se va a España porque él cree que hay que ir por el Mar Tenebroso, por el occidente, no por lo conocido sino por lo desconocido. Los dos quieren llegar a lo que Marco Polo había llamado Catay y Cipango, donde nace el oro.
Entonces los liberales que estudian esto dicen “y claro, Colón y Vasco da Gama lo que buscaban era el oro porque eran gente capitalista que se quería llenar el bolsillo”. ¡No! Los dos querían dinero, oro, para poder armar la cruzada que iba a reconquistar Jerusalén porque toda cruzada apunta a recuperar el centro cósmico del mundo que es el Calvario, ahí está el centro del mundo. Hablan siempre de tonteras, que si el centro está acá o allá, y el centro está en el Gólgota, donde estuvo la cruz de Cristo, y eso es lo que querían reconquistar, y para eso necesitaban armar cosas y para eso necesitaban dinero.
Para eso van hacia las Indias a buscar dinero, para la cruzada. Es decir que la obra de Colón, que se impone hacia el occidente y que después Américo Vespucio va a completar, en el sentido de decir “no: ¡Es un nuevo continente!”, y es por eso que se llama América, está en ese orden de la cruzada. Cuando se ve que no han dado con Cipango ni hay fuentes de oro –hay un poco, que sacaban de las minas los indígenas, pero nada que ver con lo que escribía Marco Polo– entonces se reelabora la cosa y viene la misión. Se deja la cruzada y aparece la misión, la misión es incorporar estas tierras del nuevo mundo a la Cristiandad europea.
El Occidente se ensancha con América, y por eso Pablo Antonio Cuadra, que es un gran poeta nicaragüense dice que este continente tiene el nombre de América en general, pero podemos ver que los americanos del norte, los estadounidenses, le pusieron a esto Latinoamérica, tomándolo de los franceses que decían Amérique Latine, lo dan vuelta. Nosotros no somos América Latina, somos Hispanoamérica o Iberoamérica –porque comprende a Brasil también– y dice Pablo Antonio Cuadra Cristianoamérica, porque esto fue descubierto e incorporado a la Cristiandad por el descubrimiento de Colón. Esa es la razón. No es que se buscó especias ni tonterías así y no nos llevan a navegar al Mar Tenebroso por el mundo desconocido para ver si conseguían nuez moscada. Lo que estaban en él era la idea de encontrar el oro para poder reconquistar Jerusalén. Por eso esto es Cristianoamérica.
PJOR: De hecho, las cosas que está diciendo respecto de los motivos de Colón y todo, se encuentran perfectamente constatables en los diarios mismos de Colón.
EDA: Claro, lo que pasa es que ellos no van a los hechos, porque si uno toma los diarios, ¿adónde sale en los diarios lo de la especiería o esas tonterías? En ninguna parte. Eso vino después, ya con Sebastián Elcano, también recuperaron las especias para la comida de los europeos, pero en Colón no hay ni mención de eso.
Lo hace por una finalidad puramente cristiana, porque tiene un nombre profundamente cristiano; él usa el sayal propio de los monjes y ha hecho voto de pobreza. Así que el oro no es para él de ninguna manera, ni ha ido por el oro ni ha ido por las especias. No ha ido por el oro en el sentido pecuniario propio. Él va en esa cruzada. Cuando se descubre que América no es lo que sería el Asia, digamos el Extremo Oriente, entonces los reyes católicos le piden al Papa Alejandro VI que les done este territorio, porque esto es una extensión de la Cristiandad, y la Cristiandad está gobernada por el Sumo Pontífice.
Justos Títulos y Leyenda Negra hispanoamericana
PJOR: Ahí vamos a la otra pregunta, Enrique, que va a caballo con esta porque ya muchos saben –al menos en nuestro sitio Que no te la cuenten– que hay una llamada Leyenda Negra antiespañola para destruir toda la obra de España en América y la obra de España en general. Obviamente nadie puede negar que –como cualquier empresa humana– siempre existen excesos, así como también existen cosas virtuosas. Nadie puede caer ni en la Leyenda negra ni tampoco en la rosada. Pero uno de los caballos de batalla del cual se sirve siempre la historiografía liberal es plantear el tema de los “Justos Títulos”, es decir, los derechos que tenían los españoles europeos de venir a estas tierras iberoamericanas y quedarse con –entre comillas– territorios que no les pertenecían. ¿Cómo uno responde a eso? ¿Qué derecho tenía el español de venir acá desde España y tomaron un territorio?
EDA: Sí, ellos hablan de los Justos Títulos porque hablan de montones de cosas, de derecho comercial, etc. No, el único justo título es la donación que hizo el pontífice por la bula Inter caetera I de mayo de 1493, por la cual él donó a perpetuidad y por modo propio, es decir, no reclamado. Los castellanos le pidieron al Papa, pero el Papa dice “yo lo hago porque desde mi poder y punto de vista considero que así se debe hacer”, es decir que América debe ser incorporada a la Cristiandad “por la plenitud de mi potestad apostólica” –así dice el Papa–, es decir, con el máximo poder.
¿Cuál es el máximo poder? Es Mateo 28:18: “se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra –dice Cristo a sus discípulos– y pues porque yo tengo ese poder yo lo delego y evangelizarán a todas las naciones bautizándolas”. Es por ese principio, que está en la Ascensión de nuestro Señor, por el cual el Papa le dona a Castilla y a León la América.
Es un principio profundamente cristiano. Se las dona a los reyes de Castilla y León, no a los españoles; a los reyes, sus herederos y sucesores. Bueno, ellos son los Austrias Mayores, que fueron los más grandes reyes que hemos tenido en nuestro imperio, porque el mayor gobernante de nuestro mundo ha sido Carlos V, emperador de dos mundos; emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y emperador de América. Y después, don Felipe II, cuyas posesiones fueron ocho veces lo que el imperio romano. Fue un inmenso imperio el de los españoles.
Y después, los Borbones, que vinieron trasplantados desde Francia. Todos admitieron esto: no estaban allí por derecho propio o por conquista, sino por esta donación que había sido dada por el pontífice, donación que tenía un encargo de evangelizar y civilizar a los indígenas. Que no eran tantos, porque ellos ocupaban apenas el 5% del territorio americano. ¿Qué razón habría, por ejemplo, para que las islas Malvinas fueran argentinas? La razón es que España recibe la donación y en el tratado de 1862 entre Isabel II y Bartolomé Mitre y España nos transmite todos sus derechos sobre la cuotaparte que nos correspondía de la donación.
Son territorios que estaban vacíos, no había indígenas ni nada, entonces no es por los indígenas, es porque esa tierra le correspondía a Castilla y nos corresponde a nosotros. ¿Por qué esto, que es una cosa tan simple, es ocultado? Porque Groussac, que es el primero que descubre la donación papal con respecto a Malvinas, era un anticlerical –ahí vienen la ideología y los mitos– entonces él no quería decir que Malvinas nos pertenecía por donación del Papa.
Fray Bartolomé de Las Casas
Bueno, y vos me preguntabas de Las Casas. Las Casas es un pobre hombre, un loco que deformaba todo. Cuando le comunicaron que a Juan Díaz de Solís –mi antecesor– se lo comieron los charrúas, dijo “¡No, si los indios son buenos, cómo se lo van a comer!”, así que “lo resucitó” a Juan Díaz de Solís.
PJOR: Claro, no eran veganos.
EDA: No (risas). Le había pasado. Él mandó ocho frailes a Cumaná para conseguir piedras preciosas para los cortesanos de Carlos V con los que quería quedar bien. Y mandó ocho frailes porque él decía que nada de soldados, que había que ir a predicar el Evangelio sin armas, esa forma armada no podía ser. Ya se había visto el fracaso de eso en Asia, porque en Asia habían ido los monjes y frailes y habían desaparecido, porque no había quién asegurara el poder ese.
Bueno, manda a los ocho y se los comieron. Las Casas se salvó porque no fue él en la expedición. Creó esa cosa que se llama la Leyenda Negra, como vos dijiste. ¿Por qué se llama así? Porque los enemigos de España, los Países Bajos –con los que estaban en guerra– e Inglaterra que estaba diseñando su imperio, fomentaron esto de Las Casas: se hicieron de inmediato ocho ediciones del libro de Las Casas titulado “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, todas clandestinas; se hicieron con ilustraciones de los españoles cociendo al spiedo a los indios, y cosas por el estilo. Es un disparate absoluto la Leyenda Negra, pero todos los que son enemigos de España, lo son porque son anticristianos, porque la España de la conquista es la España que viene del Oriente, de nuestro Señor, a Grecia, a Roma, a la Cristiandad medieval y la Hispanidad. Entonces ellos al atacar a España, están pensando en atacar a toda la tradición. Porque la Tradición, de hecho, es la civilización verdadera, es la única civilización, no como decía Spengler “las civilizaciones”. No, hay una civilización, que es nuestra civilización, ¿Por qué? Porque está encuadrada por la única religión verdadera, que es la nuestra.
PJOR: De hecho, se habla de genocidios y ese tipo de cosas…
El pobre Las Casas desvariaba. En la Noche Triste, en la conquista de México, eran unos pocos soldados los de Alvarado. ¿Cómo van a enfrentar a semejantes multitudes de aztecas? Si los pudieron enfrentar y les ganaron, ¿por qué? Porque les transmitieron la peste de la viruela. Los indios no tenían anticuerpos, no tenían inmunidad, se la transmitieron sobre todo a través de los perros (hace pocos años hubo un caso de esto en Centroamérica, nuevamente de peste canina) y se enfermaron y murieron los aztecas.
Los españoles lo tomaron como un signo de Dios, pero eso ya es un exceso de ellos. Lo cierto es que ahí se apoderaron de lo que es hoy la ciudad de México por una pandemia, no por la locura de conquista. Cuando fueron por ejemplo a Filipinas no pudieron hacer eso mismo porque los filipinos ya tenían cerdos, porque más que a los perros se lo pasaban los cerdos –que habían traído para comer los españoles– y los cerdos traían la peste de la viruela. En Filipinas ya tenían esos cerdos contaminados, de manera que los filipinos ya estaban inmunes. Ellos no cayeron vencidos así como así. Hubo una conquista, hubo casos de los adelantados, que con las encomiendas hicieron excesos. La Corona los castigó de inmediato; es más, la Corona estaba muy atenta a que estos adelantados no prosperaran mucho porque en Castilla había habido una revolución de los comuneros que habían atentado contra la Corona, entonces Carlos y Felipe estaban muy atentos a que eso no se reprodujera en América.
Por eso, lo último que hay sobre Las Casas –que lo ha hecho un venezolano, ahora no me acuerdo el apellido– es que Las Casas trabajaba para la Corona en forma clandestina, para que los adelantados de acá, de América, no pudieran engrandecerse. Por eso los vivía denunciando y todo. Porque este hombre ha descubierto las Reales Cédulas por donde le pasaban dinero bajo cuerda, en caja negra. Las Casas tenía muy buena cosa; Las Casas era un pobre hombre
PJOR: No hablemos demasiado bien de Las Casas, no sea cosas que después lo terminen beatificando…
EDA: Esa es la historia real. El venezolano que descubrió eso es marxista. No importa, el hecho es que Las Casas era un mercenario.
PJOR: Ahora, muchas veces, hablando del tema de la conquista de América y la posterior independencia de la España peninsular, cuando uno ve en la actualidad a América del norte, por ejemplo EEUU y Canadá, y uno ve el desarrollo económico y social, y a su vez ve la parte de abajo, o sea nosotros, Hispanoamérica, como un sinfín de republiquetas dispersas con, en el fondo una misma lengua, una misma cultura, y algunos dicen “bueno, ¿no hubiese sido mejor que nos conquistasen los ingleses en vez de que nos conquistasen los españoles?”
EDA: Sí. Los ingleses, la América del norte…
PJOR: Es una pregunta retórica, por las dudas.
EDA: Sí, sí, te entiendo perfectamente. Fue conquistada porque allá en Labrador, Terranova, Caboto empezó la conquista para Inglaterra en forma errónea porque ellos creían –como se había dividido por el tratado de Tordesillas entre Portugal y Castilla por el meridiano de Cabo Verde, en lugar del paralelo de Bojador– ellos creían que allá en el norte Portugal estaba dentro de sus leguas de dominio, y entonces fueron con bandera portuguesa, no la bandera inglesa. Un reconocimiento expreso de Tordesillas. Pero después empezaron a ampliar y vinieron los padres peregrinos, que eso es muy importante para entender Estados Unidos, porque éstos eran calvinistas.
El calvinismo vive subdividiéndose. Estaban los presbiterianos; éstos eran puritanos, de una moral que en el en el catolicismo se parece a la de los jansenistas, es decir, todo lo que fuera placer y gozo o alegría era condenable, porque era cosa del demonio. Y hay una cosa muy interesante en el beruf (profesión) de estos calvinistas, que es que la riqueza es un signo de la predestinación, porque ellos son los mejores, los puros, los que ya están predestinados al Cielo. ¿Y cómo se muestra eso? El hombre que tiene plata es la mejor prueba de que se va a ir al cielo, por eso el capitalismo norteamericano, el de hoy, que ya es profano, que ya no cree en Calvino ni en nada, se siente perfectamente justificado.
En su tiempo Rockefeller fue candidato a presidente, el mayor millonario; hoy Bill Gates también está ahí a través de un candidato demócrata. Porque el millonario en EEUU –a diferencia de entre nosotros, donde en general hay sospechas de que no ha hecho muy bien su riqueza– allí no hay sospechas. No interesa cómo la hizo. En eso de tener el dinero es que está elegido por Dios. Las colonias que conquistaron los hoy estadounidenses fueron hechas por los puritanos en Boston, y ellos tenían un principio tan absoluto, tan perseguidor que pronto se dividieron en varios grupos, entre ellos los más fanáticos eran los cuáqueros. Ellos expulsaron, por eso se quedaron con la colonia, porque todos los que no estaban en el exacto punto del puritano tenían que irse de ahí.
Y en ese territorio, una de las cosas que hicieron de entrada fue exterminar a los indios –que también se enfermaron con las epidemias de los europeos– y se quedaron con los terrenos de cultivo de los indios. Pero ellos van a aceptar un principio que después se llamará el american way of life, que es el pacto (covenant) que habían hecho en el buque Mayflower. Antes de descender pactaron que en la asamblea del pueblo de Dios, ahí va a estar todo. Entonces, por ejemplo, dentro de los fieles del templo se elegía a doce para que juzgaran a un tipo que estaba acusado de ladrón. ¿Y cómo lo juzgaban? En términos morales. Tenían la íntima convicción de que el tipo era ladrón, listo ¡pum!
Entre nosotros, en la justicia el juez es alguien que está fuera y es el que dice el derecho. Ellos no tienen un Código Civil, ni un Código Penal, nada de eso porque ellos se manejan con precedentes de otros jurados que han hecho lo mismo. Entonces, es una civilización totalmente extraña a nosotros, que –sí– tuvieron la suerte de caer en la parte más rica de América, y eso en parte porque la Corona no intervino a tiempo. Acá hubo una gran polémica de historiadores entre mi maestro don Julio Irazusta y el mayor historiador de América, don Carlos Pereyra, porque Pereyra decía que España debería haber evitado esto de que bajaran hacia el sur los adelantados, los conquistadores y que los encaminaran hacia el norte. Algo de eso hay, pero resulta que la riqueza de los Estados Unidos aparece mucho después.
Cuando nosotros nos independizamos, ellos eran una nación mucho más chica que nosotros en población, en riqueza, en presupuesto, en todo. Lo que pasa es que sus dirigentes –que lo dicen muy bien en El Federalista de Madison, Hamilton y Jay– se guían por los intereses. En eso son muy parecidos a sus padres ingleses. La ideología está, porque la llevó Jefferson a la Constitución de Filadelfia, pero queda en segundo lugar. El ejemplo más típico es la Luisiana, el mayor territorio que adquirieron los Estados Unidos.
Los Estados Unidos crecieron hacia el oeste de una manera increíble porque eran trece colonias sobre el Atlántico. Napoleón le ofreció al gobierno independiente de los EEUU la Luisiana porque necesitaba dinero para combatir a Inglaterra. El presidente era Jefferson, y le dice “está bien, nos interesa mucho, pero resulta que estamos en receso del Senado, que es el único que puede incorporar nuevos territorios –porque eso había dejado de funcionar en ese tiempo– así que yo ahora, como poder ejecutivo, no puedo”. Porque ellos tenían muy claro eso de dividirse las tareas, las funciones. Entonces le dice Napoleón “No, es ahora, porque es ahora cuando necesito yo el dinero”. Entonces ahí viene lo interesante de Jefferson: “Bueno, se me plantea un problema, porque yo soy constitucionalista, soy liberal, quiero la primacía de la Constitución y todo. Pero el interés de los Estados Unidos es quedarme con Luisiana; primero el interés de los Estados.
Y listo. Lincoln, con la Guerra de Secesión, y acá para nosotros es el “gran antiesclavista”. No, Lincoln dice: “lo que me interesa salvar es la Unión, si lo consigo con los del norte, con los del norte; si lo consigo con los del sur, con los del sur, o con ninguno de los dos, lo que sea, yo lo que quiero es salvar la Unión”. Es decir, no era un “antiesclavista”. O si lo era, lo era en segundo lugar. Ellos ponen por delante el interés de su nación. Por eso son tan patriotas. Hoy lo dice el presidente Trump: “primero Estados Unidos”. Claro que está siempre el otro sector. A raíz de que ellos tuvieron que aumentar la población con la enorme inmigración, mucho mayor que la nuestra, se han llenado de gente que no participa de este principio fundador.
Los negros, por ejemplo, que los trajeron para el cultivo del tabaco y algodón en el sur, compraron esclavos. Ellos no se hicieron problema. Necesitaban mano de obra barata. Y después los irlandeses, los hindúes, los chinos, los latinos, los judíos, gente de todo el mundo. Y entonces ahí tienen ese problema interno que no es de fácil solución. Entonces nosotros no tenemos ni la riqueza natural que ellos tuvieron, porque han tenido de todo (petróleo, oro, las llanuras del centro de EEUU). Nosotros no tenemos eso, pero no tenemos tampoco las divisiones de raza. Acá ha habido inmigración y nos hemos ido mezclando perfectamente. Ellos han dejado de ser creyentes pero de ciertos rasgos los han formateado.
Los calvinistas decían: “iguales pero separados”. Eso es lo que hicieron en Sudáfrica, el Apartheid. El otro día lo leía. Iguales pero separados con los negros. Y los negros les responden con otro racismo idéntico porque dicen “hay 250 años de esclavitud que tienen que pagarlos los otros” y todo eso gracias a Dios nosotros no lo tenemos. Acá fue una cosa de broma, que el gallego, que el turco, el ruso, el tano. Todo eso, por cierto, en la Argentina ha sido mucho más fácil de ir creándose una identidad. Porque nuestro problema es la identidad, tenemos que conseguirla.
Autonomía e independencia de América
PJOR: Hablando justamente de la identidad, algunos nos critican a nosotros algunos temas que usted ha tocado muy bien en varios de sus libros, precisamente ahora estoy recordando los tres tomos de “Mayo Revisado”. Se dice que en realidad deberíamos habernos quedado como parte de España siendo un solo bloque, completamente un bloque y no separarnos de España, que ha sido siempre la Madre Patria, es decir que lo nuestro no fue solamente el caso de Argentina, sino que esto es casi análogo en casi todas las repúblicas de Hispanoamérica. Fue una revolución liberal para independizarnos de España, como una gran traición. ¿Qué le responde a un autor tradicionalista?
EDA: La revolución liberal la habían hecho en España los ministros de Carlos III: Campomanes, Floridablanca, Aranda. Eran todos masones. Son los que hicieron expulsar a los jesuitas, que eran el arma evangelizadora de España. Felipe II hizo su gran imperio con veintitantos mil (creo que veinticinco mil) jesuitas que se dispersaron entre África, Asia, llegaron hasta allá, hasta el Tíbet, por todas partes, eran la mano espiritual del imperio.
Bueno, esta gente, estos masones de Carlos III expulsaron a los jesuitas, y los liberales nuestros han elevado ese mito de que los jesuitas eran un Estado dentro de otro Estado. Ellos estaban convirtiendo a los indios acá en las misiones. De modo que el liberalismo lo tuvieron ellos y lo tuvieron después peor con las cortes de Cádiz y con la regencia, y lo que querían era imponer eso en América.
Así que la independencia de América fue un rechazo de ese liberalismo, claramente. Los hechos se han dado como son. Mejor hubiera sido mantener el imperio español para poder medirnos con los grandes imperios del mundo, pero si no pudimos, hicimos muy bien en separarnos de esa locura que se había asentado en Cádiz. Que, además, estaba también trabajada por los ingleses, porque la Guerra de la Península –como dicen los ingleses– se dio entre las fuerzas de Napoleón y las de Wellington, y el sur caía dentro de las fuerzas de Wellington, por eso dicen: “Inglaterra los ayudó”, no, Inglaterra nada, si era socia de la España del sur.
El famoso Lord Strangford, que estaba de embajador inglés en Río de Janeiro, siempre nos aconsejaba: “nada de independencia”, que allá no se distrajeran tropas españolas que tuvieran que salir para la guerra de acá. Los necesitaban a todos allá en España, porque los regimientos eran mandados por ingleses pero las tropas eran españolas. Estaban luchando contra Napoleón, entonces no querían para nada que nosotros le hiciéramos problemas a esa cuestión. Esto está muy claro cuando fueron unos delegados de Caracas –porque éste es un problema americano, se dio en el Río de la Plata, en Chile, en Venezuela– los delegados de Venezuela fueron y les ofrecieron el libre comercio, la libre introducción de todo, de mercancías, porque Inglaterra necesitaba exportar, era una potencia ya industrial. Y entonces el primer ministro les dijo: “Sí, sí, eso nos gusta mucho, pero antes que eso está la seguridad e integridad del Reino Unido. Y el Reino Unido está hoy luchando en España. De manera que no vamos a hacer nada contra la España metropolitana. Así que lo que ustedes piden, no.
PJOR: Sí. De hecho, en algunos países tenemos dos fechas patrias, por ejemplo aquí en Argentina tenemos 1810…
EDA: Claro, porque como nos han falsificado Mayo, entonces Mayo es la “libertad”, la liberté, la Libertad, Igualdad y Fraternidad de la Revolución Francesa. Eso no está en ningún papel, que yo he revisado trece tomos que se publicaron en el Congreso, y en ninguna parte está eso de la “libertad”. Lo que está es la “autonomía”, es decir, el Consejo de Regencia, que era el último de esos pseudogobiernos que había en España, pretendía que nosotros entráramos en una nación unitaria.
Y América, por el rey Carlos V tenía un sistema de privilegio, que solamente obedecíamos a la Corona del rey de España. No a la Corona de Castilla. Por eso había un Consejo de Indias y un Consejo de Castilla. Pero quien tuviera la Corona de Castilla, ése sería el rey de América, el rey de Indias. El rey Fernando VII estaba preso en Valençay, en Francia, y no había dejado regencia. Entonces había que aplicar la Ley de Partidas que decía que en ausencia del rey los pueblos –es decir, las ciudades que tenían cabildo– reasumían el poder representando al rey hasta que éste volviera, o que por incapacidad o muerte viniera otro sucesor, y eso es lo que se hizo en Mayo, porque el gobierno se llamó “Junta Provisional a nombre de nuestro rey don Fernando VII”. Es decir, representamos al rey porque es el único poder que tenemos que obedecer. No teníamos por qué obedecer al Consejo de Regencia, que nadie lo había nombrado.
Sí, lo había nombrado John Hooklam Frére, el vicecónsul británico en Cádiz…Él les dijo a los de la Junta Central de Sevilla –que venían disparando porque avanzaban las tropas de Napoleón– “nombren cinco regentes”. “¿Y quién?”, le dijeron éstos, porque éstos lo que querían era salvarse en los buques ingleses. “Bueno, no lo sabemos”. “Bueno, yo les voy a dar cuatro y ustedes pongan el quinto”.
Y estuvieron deliberando, y “váyanse a los buques que yo les nombro los cinco regentes”-dijo. Cuando volvió Fernando VII después de la caída de Napoleón los mandó presos a todos estos por traidores. Entonces nosotros tendríamos que haber seguido –esa es la teoría de estos españolistas– a ese Consejo de Regencia que era totalmente ilegítimo. Y (dicen también) “que aquí no se respetaba en principio a la Constitución de Cádiz de 1812 –“abominable”, dice Bolívar, lo primero que hizo San Martín en Lima fue derogarla. Esa nos llevaba a ser un Estado unitario, cuando América tenía ese privilegio que le había otorgado Carlos V.
De manera que nuestros argumentos autonómicos, como dice Salvador de Madariaga, un historiador español, eran irrefutables. Eso es lo que se hizo en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, por Castelli y demás. Vos decías, “dos fechas”. Claro, porque nos apartamos de la Regencia con la autonomía, pero todos éramos realistas, todos éramos fidelistas, porque para todos –los de allá y los de acá– el rey era Fernando. Pero cuando Fernando vuelve, aparte de meter presas a todas las regencias –porque hubo cuatro regencias, se pelearon entre ellos, los metió presos a todos– siguió la guerra que los regentistas nos habían hecho, y acá el Director (Supremo) Posadas le mandó plenipotenciarios, Rivadavia y Belgrano, prestando vasallaje, diciéndole “nosotros le hemos mantenido estas tierras para su dominio, lo único que queremos es que nos reconozca la tarea que hemos hecho para mantenerla”. El rey ni los recibió ni los dejó entrar en la península, los echó desde la frontera. Era un tarado, fue el peor rey de España Fernando VII.
San Martín y la masonería
PJOR: O sea que si los hubiesen recibido…
EDA: No hubiera habido guerra.
Por eso San Martín en dos oportunidades con los dos virreyes del Perú intenta arreglar esto y llegar a una paz, sobre todo en Punchauca, y es muy sencillo: que España reconozca la independencia de América y que ponga un príncipe de la casa de Borbón, Carlos María Isidro, el menor, como rey de América. Como lo habían hecho Brasil y Portugal: la casa de Braganza, portuguesa, caído Napoleón volvió a Portugal, pero dejaron a descendientes de ellos como emperadores del Brasil, y era un precedente que todos lo tenían muy presente porque eso ahorró la guerra civil.
Es lo que le explica San Martín en Guayaquil a Bolívar: los pueblos están acostumbrados a obedecer al rey, no a nosotros, porque el rey es señor y padre, es decir, es un principio político no abstracto –como el que tenemos ahora por la copia esta de la Constitución de Filadelfia– sino concreto, como es el caso inglés: los ingleses pelearon en Malvinas por la señora Isabel II, el juramento era a ella, no a esa abstracción de nación. Eso es lo que le explica San Martín a Bolívar: a nosotros no nos van a obedecer porque nosotros somos nada más que unos militares. En cambio los pueblos están acostumbrados a la obediencia. Bolívar, ¿qué había dicho en la carta de Jamaica? Que lo que teníamos que salvar era el principio de obediencia que nos habían enseñado los españoles. Creía que él podría suplantarlo. Cuando se dio cuenta, después de Ocaña, dijo: “tenía razón San Martín, hemos arado en el mar”.
PJOR: Hablando de San Martín, es típico el mote que se plantea de que San Martín era masón. Usted ha tocado largamente este tema en “San Martín, cuestiones disputadas”.
Sí, en el primero de los dos tomos. Los nombres de los tres autores a los que yo me remito: León Zeldis, F. W.Seal–Coon y George H. T. French. los dos primeros son ingleses, el otro es norteamericano. Los tres son masones; los tres han escrito en revistas masónicas; los tres coinciden en que San Martín no fue masón ni la Logia Lautaro era masónica. Así que yo con eso ya creo terminado el debate, pero en todo caso, en el artículo 3º del reglamento que dio San Martín en Lima ponía que para ser funcionario en el gobierno del Perú había que ser católico practicante.
Eso nunca se ha puesto en una constitución de América. En el artículo primero declara que la religión del Estado es la católica, apostólica y romana, pero en el tercero lo refuerza y dice que para ser funcionario hay que ser católico. Difícilmente un masón hubiera puesto eso. Las pruebas con infinitas. Ellos inventaron –lo dijo acá el profesor Cuccorese– hacia 1880, que San Martín era masón. Bueno, ellos también que Colón era masón, Carlomagno también, a cualquier personaje de la historia lo hacen masón.
En realidad Bolívar sí había sido masón y renunció a la masonería y los persiguió policialmente. ¡Consideraba un delito ser masón! Ellos se lo tienen bien calladito eso. San Martín no llegó a tanto, pero no tuvo nada que ver con la masonería, y los masones fueron sus enemigos. Él se tuvo que retirar del Perú por obra de las logias que conspiraron contra él. La de Buenos Aires, las que había en el Perú. Bueno yo tomo siempre que entre las ventajas que nos dejó el general, una fue ésta, la de que entre nosotros –a diferencia de los españoles metropolitanos, que son blasfemos, el pueblo bajo es muy blasfemo– los argentinos no somos blasfemos.
Tenemos muchos defectos, podemos hacer un álbum con todos nuestros defectos, pero tenemos una cosa muy buena: no somos blasfemos. ¿Y por qué? Yo se lo atribuyo a San Martín, porque él puso para su ejército en el reglamento que “el que blasfemara del nombre de nuestro Señor o del de su Santísima Madre, la primera vez iba a ser llevado a la picota y azotado con ocho latigazos, la segunda vez, le iban a atravesar la lengua con un fierro caliente. Así que acá la gente se cuidó de andar hablando mal de la hostia, de la Virgen y toda esa cosa tan típica de los españoles. Acá no habido blasfemia. Laicismo, lo que se quiera, pero blasfemia no. ¡Quién iba a querer que le atraviesen la lengua!
La revolución marxista en América
PJOR: Con respecto a la década del 70 usted ha escrito los tomos llamados “La guerrilla en sus libros”, donde va tocando justamente lo que fue la guerrilla a partir de los de los planteos de los autores de izquierda, y también el libro acerca del Che Guevara, “Ernesto Guevara de la Serna. Aristócrata, aventurero y comunista”. ¿Qué es lo que uno puede explicarle a alguien brevemente acerca de lo que sucedió realmente entre la década del sesenta y setenta?
EDA: La guerrilla viene de Cuba. Nosotros tenemos una visión siempre reductiva, es como si yo le dijera “la pandemia esta que está hoy nos afecta sólo a nosotros, no está en la Cochinchina”. No. Ya sabemos que está en toda América. En toda América hubo guerrillas. Todas dirigidas desde La Habana por “Barbarroja” Piñero Lozada. Él era el organizador de todas las guerrillas y ellos se reservaron el mando estratégico, político y militar y la operación.
Lo único que les dejaba a las guerrillas locales eran las tácticas, es decir, ellos les decían: “van a atacar el cuartel militar tal; adentro del cuartel, eso lo hacen ustedes”. Pero todo lo demás ya les venía hecho. Hay un peruano, que estuvo en la guerrilla peruana, que lo ha contado con pelos y señales. Todos ellos han sido gobernados desde Castro, y lo ha dicho el propio Castro. En una reunión de economistas de los años ochenta dijo: “salvo en México –porque México era el santuario, ahí iban los guerrilleros a curarse– en todos los demás hemos procurado la revolución”. Así que ésta es una confesión de parte, no es que yo haga una interpretación, está confesado: la guerrilla es castrista, e ideológicamente guevarista. Porque este ex argentino –él renunció a la nacionalidad argentina, renunció a la nacionalidad cubana que le dieron, era un apátrida– la ideología de este hombre es la que se impuso en la izquierda.
Porque los partidos comunistas, que venían de la época de la revolución soviética estaban muy adocenados. Ellos dicen “aburguesados”, se conformaban con su pequeña porción de concejales, pero no pretendían el poder. Entonces Guevara dijo: ¿Cuál es la función del revolucionario? Hacer la revolución. No andar luchando en elecciones municipales. Por eso toda la juventud comunista se le pasó y hoy todos ellos son como Guevara. Guevara nunca quiso entrar en el Partido Comunista. Teniendo admiración por Stalin, por Marx, –al que llamaba San Carlos Marx– él nunca se quiso inscribir en el Partido Comunista porque decía que la disciplina que ponían los comunistas anulaba. Él era un utopista que murió por su utopía. Les hizo aprender a los veinte oficiales cubanos con los que desembarcó en Bolivia el idioma aymará, pero resulta que adonde fue a parar no hablaban aymará, hablaban guaraní. La gente del pueblo no les entendía nada. Eso, ¿por qué? Por el utopismo, porque él como Descartes, “pienso, luego existo”.
Entonces él se había imaginado que iba a hacer una revolución con estas características, que les iba a repartir tierras a los indios. Los indios ya habían recibido tierras de parte del gobierno nacionalista de Bolivia, así que no les interesó nada. Lo dice Guevara en sus diarios: “no se me pasó un solo campesino a la guerrilla”. Evidentemente estaba fuera de la realidad, porque ellos viven fuera de la realidad, todos tipos rebeldes –porque eso es una cosa del corazón, de las vísceras, el que no quiere aceptar la autoridad del padre, que no quiere los problemas de tener hijos, porque eso es una carga, quieren abortar cuando embarazan a una mujer– eso viene de toda la rebeldía esa. El hombre rebelde, que viene a su vez de Descartes, el hombre que se murió por ir a comulgar temprano.
PJOR: Desde esa especie de idealismo o de utopismo.
EDA: Por eso pueden surgir casos como el del cura Mujica, que era un cura pero se había ido a entrenar a Cuba para matar gente, o el otro, Camilo Torres, que había estudiado en Lovaina. Y sigue habiendo sacerdotes que compatibilizan el marxismo, porque ellos no lo han estudiado, no han leído los libros básicos del marxismo leninismo, pero esa cosa marxistoide la tienen, que es la revuelta.
¿Qué es lo que decía Guevara? Él era antinorteamericano –yo también lo soy, pero no de buscar la destrucción de EEU sino que ellos nos respeten a nosotros, que no nos incluyan dentro de ese Manifiesto Destino de gobernar el mundo.
Guevara se apodera –junto con Castro– de Cuba. Cuba era una nación mediana, tenía su buen producto interno –estaba 4º o 5º en América–, básicamente gracias al azúcar. Guevara dice: “No, esto no puede ser”, cuando lo nombran a él ministro de Industria. “Esto es el monocultivo, hay que terminar con el azúcar, hay que poner industria acá”. Y entonces compró a los checoslovacos toda una maquinaria. Los checoslovacos aprovecharon, muy marxistas y todo, pero le mandaron maquinaria vieja que no servía para nada, y mientras tanto perdieron la cosecha, y no se ha repuesto nunca Cuba de esa pérdida que le ocasionó Guevara. Y es que tampoco acá lo saben o no lo quieren saber: que fue un pésimo ministro de Economía de Cuba por esa forma utópica de ver las cosas.
Hay un chiste, que yo lo he contado en este libro. Cuando Castro sacó al ministro liberal (porque Castro es Maquiavelo, durante un tiempo puso figuras liberales para que los yanquis lo consideraran bien, puso a un tal Pazos, luego lo sacó, porque quería poner a uno que ya fuese del grupo de él), entonces dijo: “¿Hay acá algún economista?” Estaba con unas veinte personas. Y entonces Guevara levantó la mano. “Yo”. “Bueno, si tú eres economista, te nombro ministro de Economía”. Se van los dos y le dice Castro a Guevara: “No sabía chico que tú eras economista”. “¿Economista? ¡Yo entendí ‘comunista’!”
Otra. Fue a luchar por la independencia del Congo Francés, y se tuvo que salir de ahí porque él eligió soldados negros cubanos, pero los otros se escaparon porque los negros de Brazzaville se comían el hígado y el corazón de los vencidos, eran antropófagos. El año que no estuvimos en ninguna parte, se llama el libro (sobre esta experiencia africana) de Guevara, que acá no ha sido traducido ni divulgado, porque muestra que –qué “bolivarianos” ni nada– le dice uno de ellos: “lo único que nos tiene que aclarar el comandante es qué carajo estamos haciendo acá”.
PJOR: –(Risas). Claro, es a lo que lleva el utopismo: “si esto no se condice con la realidad, pues peor para la realidad, entonces”.
EDA: Peor para la realidad. Y un cura uruguayo dijo: “Este es el santo laico favorito”.
PJOR: Ha quedado como un fetiche.
EDA: Y lo último que te quiero decir. La utopía es el pecado eterno, permanente. Así lo dice Moro en un gran libro. Siempre estamos tentados por el no ser. Y lo dice Jacques Maritain: el utopista es aquel que siempre prefiere el no ser al ser. Y de eso va a haber siempre, acá y en todas partes: los que optan por el no ser. Y no ser es no admitirse como creatura, no admitir al Creador.
Resistir para reconquistar
PJOR: Estoy recordando una frase famosa entre los versos de Borges en el poema del Golem, ese judío que crea un muñeco, el maestro de Praga que inventó ese muñeco dice en uno de sus versos: “y la inacción dejé, que es la cordura”. O sea, más vale no hacer nada, o replantearse de cara a la realidad. Y en base a esto, le quería hacer la última pregunta, justamente. En la Argentina actual, en la Hispanoamérica y la Europa actuales, nosotros que intentamos realmente seguir a Jesucristo, intentamos seguir su vida, su doctrina, hay veces que hay como una especie de hastío, de cansancio, de querer bajar los brazos, de la inacción, justamente, que es la cordura. ¿Tiene sentido seguir peleando, o más bien, escaparse, o esperar simplemente el martirio pasivamente, tiene sentido seguir peleando? ¿Cuál es la actitud? Ya usted está al final de su vida, en la instancia final.
EDA: Yo soy del “Partido de la Resistencia”. De los Maquis. Tenemos que tener esperanzas. Sobrenatural, por supuesto, porque es una virtud. Y también esperanza natural, porque la Modernidad –que es esto que nació con Descartes, que incluye a los marxistas y todo eso– no ha podido destruir a la Cristiandad hasta el día de hoy. La ha arrinconado, la ha perseguido, ha hecho de todo. Pero no la ha extinguido.
No ha conseguido que los cristianos digan: “No, los mejores son los modernos”. No llamemos al Mal, Bien. Eso todavía no lo han conseguido. Luego hay que mantenerse firmes. Firmes en la Fe, como se decía. Y para eso tenemos toda la Tradición y el depósito de la Fe que, por vía del magisterio de la Iglesia, sabemos a qué atenernos. Tenemos los remedios a mano. Como decía un diario mexicano de la época de la independencia de ellos, de Iturbide, El Despertador Americano: “La Virgen de Guadalupe no ha venido a fracasar a México”. Y Nuestra Señora de Fátima dice: “Mi corazón triunfará”. Así que yo soy optimista en ese sentido trascendental. En la cosa de la vida cotidiana, en el orden natural, soy un pesimista activo. Nada más.
Enrique Diáz Araujo/P. Javier Olivera Ravasi
Junio de 2020
[1] Entrevista realizada por el P. Javier Olivera Ravasi al Dr. Enrique Díaz Araujo en el canal QNTLC, fue publicada el 28 de junio de 2020. https://www.youtube.com/watch?v=QSel0–10c9A&t=409s.
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