Condición de la mujer en tiempos de la Iglesia
14 comentarios
Si nos fijamos, ese constructo mental inexistente al que llaman "heteropatriarcado", se basa meramente en un análisis (ficticio) de la historia de la opresión de la mujer en Occidente.
O dicho de otro modo, el feminismo es un fenómeno que se enmarca dentro del marco cultural europeo y es imposible que hubiera nacido en ningún otro esquema cultural.
No hay ninguna otra cultura, fuera de la Cristiana, en la que hubiera sido posible que el feminismo surgiera.
Y ésta es una de sus grandes paradojas, que sólo la sociedad cristiana dota a la mujer de las condiciones intelectuales y sociales necesarias para poder crear incluso una teoría tan estúpida como la feminista.
Sin la libertad y la dignidad que la mujer encuentra en la Europa Cristiana, el feminismo no hubiera tenido herramientas para desvirtuar esa libertad y dignidad volviendolas contra sí mismas.
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Lo de San Pablo no es de él, sino del Espíritu Santo mismo, como palabra inspirada que es. Lo digo por ciertas interpretaciones erróneas que a veces quieren ver en San Pablo a un machista, misógino, etc. Bendiciones. PJOR
Había dos cosas que eran de pura justicia: el voto y la administración de los bienes propios sin injerencia del marido.
Conseguido eso la causa feminista no tenía más recorrido, así que volvió loca y siguió pidiendo la luna. Como ha dicho Manoletina, solo en los países otrora cristiano se tuvo en cuenta razones de justicia, y ahora se revuelven como víboras buscando volver "sola y borracha" como gran logro. La causa feminista es una causa que no tiene ningún fin concreto que obtener y por lo tanto es utópica.
Esa frase de San Pablo debe de matizarse, ya que en la Biblia también se dice del estatus de los cónyuges:
"El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna, una ayuda semejante a él y columna de apoyo." Eclesiástico, 36:24
Es por esta razón que Pío XI decía en su encíclica Casti Connubi sobre la sumisión de San Pablo:
"Tal sumisión no niega ni quita la libertad que en pleno derecho compete a la mujer, así por su dignidad de persona humana como por sus nobilísimas funciones de esposa, madre y compañera, ni la obliga a dar satisfacción a cualesquiera gustos del marido, no muy conformes quizá con la razón o la dignidad de esposa, ni, finalmente, enseña que se haya de equiparar la esposa con aquellas personas que en derecho se llaman menores y a las que por falta de madurez de juicio o por desconocimiento de los asuntos humanos no se les suele conceder el ejercicio de sus derechos, sino que, por lo contrario, prohíbe aquella exagerada licencia, que no se cuida del bien de la familia, prohíbe que en este cuerpo de la familia se separe el corazón de la cabeza, con grandísimo detrimento del conjunto y con próximo peligro de ruina, pues si el varón es la cabeza, la mujer es el corazón, y como aquél tiene el principado del gobierno, ésta puede y debe reclamar para sí, como cosa que le pertenece, el principado del amor."
Ese aislamiento terminológico interfiere con la integridad del texto que debería ser visto -todo- desde el sentido Paulino Col 3
12 "Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia.
13.Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo.
14.Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, para que el conjunto sea perfecto.
15.Así la paz de Cristo reinará en sus corazones, pues para esto fueron llamados y reunidos. Finalmente, sean agradecidos."
Con todo respeto he preguntado el motivo por el cual algunas de las lecturas de la Liturgia de la Palabra vienen como cortadas en los pies o en la cabeza con los efectos de aparecer como textos autónomos...sin respuesta...
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Para ver el sentido de los textos bíblicos, puesto que intentamos ser católicos, es necesario irse a la Tradición de la Iglesia, expresada, inicialmente, por los Padres Apostólicos. Allí, de lo que vengo leyendo hace años, nunca he visto un cierto "machismo" de San Pablo, como algunos quieren hacer ver. La mujer debe estar sometida a su marido, sin que por ello, pierda su libertad o dignidad, en cuanto hija de Dios; y el marido debe "dar la vida por ella", a ejemplo de Cristo por la Iglesia. Gran misterio es este ("sacramentum" lo llama el Apóstol). Bendiciones. PJOR
Alex todo iba bién hasta que has dicho lo del corazón, no se puede funcionar con cabeza y sin corazón, ni con corazón y sin cabeza.
Cuando Dios creo a la mujer, la hizo a su imagen y semejanza: " a su imagen y semejanza los creo", no creo a la mujer sin cabeza, en el paraiso de hecho estan como iguales, y lo de comer del arbol, lo decidieron los dos, si el hombre hubiera tenido más cabeza que la mujer, le hubiera advertido, que mejor no comerlo.
Lo siento, pero no puede ser del E. S. esas palabras de S. Pablo.
Y la Unica cabeza de hombre que debe ser la cabeza de la mujer es Cristo, y es porque es Dios, al igual que Cabeza de los de los hombres.
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Este tema lo ha desarrollado, en dos tomos, el Padre Horacio Bojorge, eximio biblista; la mujer soltera es, por el bautismo, esposa del mismo Cristo. “Me quiero casar: lo que la esposa debe saber” (https://www.aica.org/26954-se-puede-estar-casada-ser-esposa-de-cristo.html); he tenido la gracia no sólo de presentarlos sino de ser su hijo espiritual. Se los recomiendo.
Sobre que "lo siento, pero no puede ser del E. S. esas palabras de S. Pablo"..., bueno..., si ud. lo dice... Yo prefiero creerle a la Iglesia.
Bendiciones
PJOR
La respuesta es que Cristo y la Iglesia son cabeza y corazón de toda la humanidad, de modo que a ningún varón o mujer le va a faltar nunca ningún miembro aunque se halle soltero, no se preocupe.
La función de los solteros en las familias, cosa que también podrían hacer los homosexuales sin problemas pero que, no sé por qué razón siempre la han hecho los heterosexuales, era de apoyo. Su presencia garantizaba que los padres estuvieran acompañados, que los sobrinos no quedaran desprotegidos en caso de pérdida de sus padres, que los enfermos fueran cuidados reforzando a hermanos, hermanas, cuñados y cuñadas, tías y primos, etc...generalmente hacían las funciones que ahora nadie quiere hacer y que ahora se ven obligados a hacer los servicios sociales. Es decir, somos gente sin relieve, sin los cuales la sociedad se está cayendo porque ahora nadie que se quede soltera o soltero está para templar gaitas.
El cabeza de familia fue mi padre y siguió siéndolo cuando le cortaron la pierna y empezó a necesitar ayuda, luego mi madre hasta que murió y la que les cuidé fui yo. Es decir yo no he sido nada en concreto, nada que tenga nombre, nada que tenga relieve, pero mis abuelos y mis padres murieron en mi casa cuidados por su familia y esa familia éramos mi madre y yo hasta que le tocó el turno a ella y solo quedé yo. Y seré yo la que necesitaré a alguien ajeno a la familia si no puedo valerme pero puedo demostrar que mientras pude evité que ninguno de mis mayores pasara por esa situación y no viera una residencia ni de lejos. Nunca he dejado que el estado asumiera funciones que yo, como hija, asumí enteramente. La Covid-19, si se alarga, puede que me enganche en una residencia, nunca se sabe, pero jamás habría podido hacer eso con los míos. Para eso servíamos las solteras.
De Guatepeor a Guatemala y parece ser que solo llegará Guatebuena en el mundo nuevo que surgirá de la resurrección, cuando llegue a su plenitud el Reino de Dios al fin de los tiempos. Será cierto por completo entonces lo que dice Pablo en la cita que se refiere a este nuevo mundo: En Cristo no hay ni judío ni gentil, ni esclavo ni amo, ni varón ni mujer.
Lo curioso es que en los dos primeros casos se ha progresado mucho más que en la cuestión de la mujer y el varón.
Me parece significativo que María Magdalena fuera la encargada de anunciar la resurrección, la inauguración de ese nuevo mundo, a los demás, apóstol de los apóstoles. Pero de momento, el machismo está servido, de un modo o de otro. Desde luego, de Pablo me quedo con lo mejor, la cita de Gálatas y no con lo que la contradice.
Jesucristo es Jesucristo y nadie más que él. Los demás poco importa que sean varones o mujeres, no son Él.
Y Jesucristo dejó bien claro cuando le preguntaron por la relación varón - mujer, remitiendo al capítulo 1 del Génesis, que desde el principio Dios creó al ser humano varón y mujer, complementarios. No dijo nada de costillas ni cabezas.
Todo lo que contradiga esas palabras de Jesucristo citando Gn 1, es deformación semejante a la que hizo que Moisés permitiera el repudio "por vuestra dureza de corazón". Según Él dijo.
Pues eso, hay esas interpretaciones machistas "por vuestra dureza de corazón".
Paz y Bien
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Es verdad; ya no se puede confiar ni en el Espíritu Santo... que dice (¿o tampoco dice?): Gn 3,16, "parirás a tus hijos con dolor; desearás a tu marido, y él te dominará". Bendiciones. PJOR
El machismo existe? Sí claro que sí.
Pero qué es el machismo? Esa es la pregunta que no logran integrar.
El pecado original nos afecta a todos, hombres y mujeres, haciendo que lo que somos y hemos sido pensados por Dios se desvirtúe. Lo que se llama "machismo" no es más que la desvirtuación que el pecado crea en la esencia del varón y su modo adecuado, según Dios, de relacionarse con la mujer.
Lo gracioso del asunto, es que laa desvirtuacion que el mismo pecado crea en la mujer, nuestra sociedad no le ha dado nombre. "Feminismo" no es, pues ésto no es más que una teoría. Me refiero al modo en el cual el pecado afecta a la esencia de la mujer y la desvirtúa en cuanto mujer y en su relación adecuada con el varón.
Al menos la desvirtuación masculina ha sido nombrada, lo cual la hace identificable, pero la femenina, para empezar, no es injusto que aún no tengamos palabra para ella?
Ni cabezas, ni costillas. Todo eso es coyuntural para un mundo imperfecto y no forma parte de la nueva creación. Pero como estamos aún en camino hacia el Reino, para los machistas la perra gorda - hasta cierto punto, en tanto en cuanto sea conveniente. Pero de pretender ocupar el lugar de Jesucristo, ni que lo sueñen. Solo faltaba. Jesucristo no hay más que uno.
Manoletina dice cosas importantes. A mi juicio, la huella peor del pecado original en la mujer es aceptar el papel asigndao de ser un objeto en esta sociedad y considerarse como tal, en vez de saberse un ser humano creado a imagen de Dios, con el destino de seguir a Jesucristo, en quien no hay varón ni mujer.
El Evangelio es liberador.
"Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla.
Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida.
Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne.
Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido."
El tema de la mujer en las epístolas de Pablo de Tarso constituye una materia de importancia en el debate teológico, antropológico y eclesiológico contemporáneo acerca del papel de la mujer en el cristianismo primitivo y en la Iglesia, porque las epístolas paulinas auténticas, escritas apenas 20-25 años después de la muerte de Jesús de Nazaret, y probablemente antes incluso de la redacción de los evangelios en su versión definitiva conocida hoy, forman parte de la documentación más antigua del Nuevo Testamento por lo que resultan una fuente ineludible en cualquier análisis sobre los inicios del cristianismo.
A partir de la investigación de los textos estrictamente paulinos y comparando con referencias que reflejan la posición que ocupaba la mujer en la sociedad judía y romana del siglo I, surge que el apóstol san Pablo valoró el papel cualificado que desempeñaron muchas mujeres por él conocidas en el marco de las primeras comunidades cristianas. El pensamiento del Apóstol mostró además en qué sentido superó la distinción de los sexos, que para él quedó abolida de la misma forma que las divisiones de orden racial o social: «Ya no hay varón ni mujer, todos sois uno en Cristo Jesús» (Epístola a los gálatas 3,28).[2]
En el cristianismo de origen
Desde el comienzo de la Iglesia cristiana primitiva, las mujeres fueron miembros relevantes del movimiento aunque algunos autores sostienen que buena parte de la información referida a la participación de las mujeres en el Nuevo Testamento no fue suficientemente considerada.[18][19] Los investigadores han iniciado la búsqueda en mosaicos, frescos e inscripciones de la época con el fin de obtener más información acerca de los roles de la mujer en la Iglesia primitiva.[18] Otros autores sugieren que una amplia variedad de textos neotestamentarios destacan el papel que tuvieron las mujeres, tanto en vida de Jesús de Nazaret como en las primeras comunidades.[20] Según Joseph Ratzinger, se trata de «[...] numerosas figuras femeninas que desempeñaron un papel efectivo y valioso en la difusión del Evangelio. [...] En el ámbito de la Iglesia primitiva la presencia femenina tampoco fue secundaria».[21] Además de María, madre de Jesús, aparecen numerosas personalidades femeninas en los Evangelios. Sin embargo, se debe a Pablo de Tarso una documentación más amplia sobre la dignidad y el papel eclesial de la mujer.[21]
Mujeres mencionadas por Pablo de Tarso en sus epístolas
En la Epístola a los filipenses, Pablo mencionó a Evodia y Síntique, dos mujeres cristianas principales que habían defendido junto a él el evangelio ( Filipenses 4:2-3).
La Epístola a los romanos brinda un panorama bastante detallado de la misión apostólica de Pablo de Tarso, e indica que entre sus colaboradores se contaban muchas mujeres.[22] En la profusa lista de aquellos a quienes se envían saludos en Romanos 16:3-15 aparece un amplio número de colaboradores de Pablo durante su misión en Éfeso, entre los que se mencionan expresamente hasta nueve mujeres.[23] Más aún, Pablo tomó como sitio central de su misión al hogar, lugar donde más sobresalía la tutela de la mujer.[24] Eso coadyuvó a que las comunidades cristianas paulinas se distinguieran por un carácter típicamente familiar.[25]
Elogio a Febe
Pablo elogió a Febe, probable portadora de la Epístola a los romanos, por su trabajo como diaconisa:
Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la Iglesia de Cencreas. Recibidla en el Señor de una manera digna de los santos, y asistidle en cualquier cosa que necesite de vosotros, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo.
Pablo de Tarso, Epístola a los romanos 16,1-2
Elogio a Junia
Otro ejemplo muy estudiado es el caso de Junia o Junias (Romanos 16:7), de quien la mayoría de los comentarios de los Padres de la Iglesia y de otros teólogos antiguos consideran se trata de un personaje femenino.[26] Si bien existen teólogos modernos que consideran que Junias es un nombre masculino,[27] Benedicto XVI también lo incluyó entre los nombres de mujer:
[...] el Apóstol, con gran delicadeza, recuerda otros nombres de mujeres: una cierta María, y después Trifena, Trifosa, Pérside, «muy querida», y Julia, de las que escribe abiertamente que «se han fatigado por vosotros» o «se han fatigado en el Señor» (Romanos 16,5.12a.12b.15), subrayando así su intenso compromiso eclesial.[21]
Joseph Ratzinger
De Junia o Junias, Pablo de Tarso dice que era «ilustre entre los apóstoles» y que llegó a Cristo antes que él.[28] Otros autores proponen que Pablo significó que era «bien conocida por los apóstoles».[29]
Elogio a Priscila
Otra personalidad notable mencionada por Pablo es Priscila o Prisca, mujer de Áquila. Los Hechos de los Apóstoles sugieren que estos esposos mantuvieron una gran amistad con Pablo, al punto que fueron capaces de levantar su tienda y partir con él desde Corinto a Éfeso y luego ir a Roma —de donde habían sido exiliados previamente por un edicto del emperador Claudio— para preparar la llegada del Apóstol. En Éfeso fueron ellos quienes, en una intervención riesgosa, habrían logrado la liberación de Pablo,[30] lo que justificó el encomio del Apóstol:
Saluden a Prisca (Priscila) y Áquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no solo les estoy agradecido yo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad.
Pablo, Epístola a los romanos 16,3-4
Tanto el texto de Romanos 16:3-4 como varias de las referencias que de Priscila se hacen en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 18:18; Hechos 18:26) y en la Segunda epístola a Timoteo (2Timoteo 4:19) se la cita en primer lugar antes que a su marido, por lo que algunos estudiosos llegan a sugerir que ella sería la cabeza de la unidad familiar.[31] En realidad, el orden de citación no es uniforme, porque en otro lugar Pablo nombra a Priscila en segundo término, después de su esposo (1Corintios 16:19), y lo mismo sucede en el libro de los Hechos (Hechos 18:2, Hechos 18:26). Esto sugiere un orden de mención indistinto, quizá sobre la base de un principio de igualdad en la dignidad del varón y de la mujer, propugnado en las comunidades paulinas.[25]
La mujer en la Primera epístola a los corintios
En el contexto actual, los textos paulinos más controvertidos serían dos pasajes: 1 Corintios 11,2-16, que hace referencia al atavío de las mujeres, y 1 Corintios 14,34-36, que indica que las mujeres han de permanecer en silencio en las asambleas.
1 Corintios 11,2-16
La mayoría de los estudiosos en temas paulinos considera a 1Corintios 11:2-16 como un pasaje de difícil comprensión, e incluso en apariencia contradictorio.[35] Esto, debido a que al comienzo señala:
[...] quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios.
1 Corintios 11,3
Pero más adelante indica:
Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios.
1 Corintios 11,11-12
Según Murphy-O’Connor, la idea central de Pablo es la diferenciación entre varones y mujeres, no el dominio de los unos sobre las otras.[36] La Biblia de Jerusalén señala que la argumentación de Pablo está en íntima dependencia de las costumbres con las que está habituado, lo cual relativiza sus conclusiones.[37] En el mismo sentido, Barbablio sugiere que, «si los dos sexos son diferentes, y de hecho lo son por creación y naturaleza, (para Pablo) tal diversidad debe traducirse en lo exterior».[38] Vidal indica que en realidad se trataba de un problema gestual, porque la comunidad corintia equiparaba su celebración con otras celebraciones religiosas de su ambiente pagano, por lo cual Pablo no estaría proponiendo el dominio del varón sobre la mujer, sino evitar ciertas costumbres propias del mundo helenista.[39] En su explicación, Pablo habría cortado varias veces su argumentación hasta dar por válido solamente el principio sobre la igualdad de rango entre el varón y la mujer (1Corintios 11:11-12) y la práctica de las comunidades (1Corintios 11:16).[40]
Por su parte, la filósofa Edith Stein señaló que el pasaje se relaciona con las costumbres de la época en que Pablo vivió, por lo cual no resulta vinculante para todos los tiempos:
No seguiríamos demasiado de cerca al apóstol si decimos que en esta instrucción a los corintios están mezclados lo divino y lo humano, lo eterno y lo temporal. El corte del cabello y la vestimenta pertenecen al terreno de las costumbres, como el mismo san Pablo dice en la conclusión de este pasaje: «Con todo, si alguno quiere discutir, sepa que ni nosotros ni las Iglesias de Dios tenemos tal costumbre» (1 Corintios 11,16). Si, en lo relativo al modo en que debieran vestirse las mujeres de Corinto para asistir al servicio divino, su decisión era vinculante para la comunidad fundada por él, sin embargo con eso no se dice que hubiese de ser válida para todos los tiempos.[41]
Edith Stein
1 Corintios 14,34-36
Respecto de 1Corintios 14:34-36, se estima con frecuencia que no es un frase genuinamente paulina, sino que se trata de una interpolación posterior.[42] En cualquier caso, la totalidad de la Primera epístola a los corintios parece ofrecer un conjunto diferente al de esos versículos aislados.
Una aproximación a la evidencia bíblica es el estudiar los textos explícitos que se refieren respectivamente a la igualdad y a la subordinación de las mujeres en la sociedad y en el culto. No estoy convencido de la utilidad de tal estudio, puesto que en cualquier texto que apunta en una dirección, existe de ordinario un texto contrario. [...] Si 1Corintios 14:34 manda que las mujeres deben guardar silencio en las iglesias, 1Corintios 11:5 reconoce la costumbre de que las mujeres oren y profeticen y la profecía se halla en el rango de los carismas en el segundo lugar después del apostolado (1Corintios 12:28) hasta el punto de que Efesios 2:20 supone que la Iglesia, la casa de Dios, se halla establecida y fundada por apóstoles y profetas.[43]
Raymond E. Brown
Benedicto XVI señala que «[...] hay que relativizar la sucesiva y conocida exhortación: "Las mujeres cállense en las asambleas"(1Corintios 14:34)», ya que Pablo de Tarso admitía como algo normal que en la comunidad cristiana la mujer pudiera profetizar (1Corintios 11:5), es decir, hablar abiertamente bajo el influjo del Espíritu.[21]
La mujer en la Epístola a los gálatas
Comienzo de la Epístola a los gálatas, en un manuscrito ilustrado que se utilizó en la liturgia.
En un versículo de la Epístola a los gálatas, Pablo de Tarso expone las consecuencias raciales y religiosas, sociales y humanas del mensaje que predica:
Ya no hay judío ni griego;
ni esclavo ni libre;
ni hombre ni mujer,
ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Pablo de Tarso, Epístola a los gálatas 3,28
En expresión de Joseph A. Fitzmyer, «este versículo constituye el punto culminante de la carta de Pablo».[44] Los análisis de este versículo son abundantísimos. Con todo, el marco histórico-cultural en que Pablo lo escribió parece un elemento necesario para su comprensión. Juan Leal lo expuso así:
Recuérdese la división enorme que existía en el mundo del evangelio. De un lado estaban los judíos; de otro, los griegos, que eran los gentiles civilizados: de un lado, los hombres libres y de otro, el ejército inmenso de los esclavos, que no eran personas; de un lado, el marido, y de otro, la mujer, que era comprada.[45]
Juan Leal
El teólogo alemán Gerd Theissen señaló que solo se puede medir la dimensión del avance que este versículo significó en el siglo I si se consideran las diferencias sociales que menciona.[46]
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