¿Por qué los sacerdotes no se pueden casar?
Hemos poco y a partir del Sínodo del Amazonía, publicábamos aquí un sesudo del P. Christian Ferraro acerca del celibato sacerdotal.
Aprovechando la inminente publicación del libro del Cardenal Sarah con la contribución del Papa emérito Benedicto XVI titulado “Desde lo profundo de nuestros corazones. Sacerdocio, celibato y crisis de la Iglesia Católica”, dejamos un párrafo de esta obra de pronta aparición en lengua española y un sencillo vídeo catequético para,
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
“Actualmente, se afirma con demasiada facilidad que [el celibato] no sería más que la consecuencia de un desprecio por la corporalidad y la sexualidad. […] Ese juicio es erróneo. Para demostrarlo, basta recordar que la Iglesia siempre consideró al matrimonio como un don concedido por Dios desde el paraíso terrenal. Ahora bien, el estado conyugal concierne al hombre en su totalidad, pero el servicio del Señor exige igualmente la entrega total del hombre, por lo que no parece posible realizar simultáneamente ambas vocaciones. Así, la aptitud para renunciar al matrimonio a fin de ponerse a la entera disposición del Señor se ha convertido en un criterio para el ministerio sacerdotal” (Benedicto XVI y Card. Robert Sarah, “Desde lo profundo de nuestros corazones. Sacerdocio, celibato y crisis de la Iglesia Católica”).
PS: sobre la “chicana” que le quisieron meter al Cardenal Sarah acerca de si había o no autorizado Benedicto XVI la publicación de su texto, ver AQUÍ y AQUÍ
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Vínculo: http://www.quenotelacuenten.org/2020/01/13/por-que-los-sacerdotes-no-se-casan/
19 comentarios
La Castidad es el denominador común de todos los elegidos y fieles que nos habla la Biblia ; la vocación especial de los ungidos por el Espíritu Santo para formar parte del " reino de sacerdotes. " Nada que ver con la tendencia sexual de cada cual.Toda tendencia sexual debe ser crucificada con Cristo.
Las personas con tendencia homosexual ; también deben crucificar sus pasiones y deseos llevando su cruz cada día ; tratando de superar esta anomalía de la naturaleza humana, y si es posible superarla, tratar de canalizar el problema hacia el matrimonio cristiano.
Sólo hay dos opciones: castidad o matrimonio; no se le puede dar ninguna oportunidad al Diablo. En el Reino de Dios cabemos todos los cristianos que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Tampoco podemos poner limites a la Gracia de Dios.
Otra cuestión bien distinta es el reino del Diablo ; y de las personas qué libre y voluntariamente quieran aceptarlo.
Reciba un cordial saludo y que Dios lo bendiga.
El denominado celibato, que es un Don especialísimo de Cristo a sus elegidos para pastores, forma parte de la castidad sacramental del Orden Sagrado, CATIC 2349 La castidad “debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 11)
2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf Tt 2, 1-6).
Este tema tuvo tratamiento en el Concilio y finalmente se dictó Decreto PRESBYTERORUM ORDINIS VAT II
16 2da. Pero el celibato tiene mucha conformidad con el sacerdocio. Porque toda la misión del sacerdote se dedica al servicio de la nueva humanidad, que Cristo, vencedor de la muerte, suscita en el mundo por su Espíritu, y que trae su origen "no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1, 13).
Los presbíteros, pues, por la virginidad o celibato conservado por el reino de los cielos[128], se consagran a Cristo de una forma nueva y exquisita, se unen a El más fácilmente con un corazón indiviso[129], se dedican más libremente en El y por El al servicio de Dios y de los hombres, sirven más expeditamente a su reino y a la obra de regeneración sobrenatural, y con ello se hacen más aptos para recibir ampliamente la paternidad en Cristo.
De esta forma, pues, manifiestan delante de los hombres que quieren dedicarse al ministerio que se les ha confiado, es decir, de desposar a los fieles con un solo varón, y de presentarlos a Cristo como una virgen casta[130], y con ello evocan el misterioso matrimonio establecido por Dios, que ha de manifestarse plenamente en el futuro, por el que la Iglesia tiene a Cristo como Esposo único[131].
Se constituyen, además, en señal viva de aquel mundo futuro, presente ya por la fe y por la caridad, en que los hijos de la resurrección no tomarán maridos ni mujeres[132].
ENCÍCLICA SACERDOTALIS CAELIBATUS DE SU SANTIDAD
PABLO VI SOBRE EL CELIBATO SACERDOTAL
A los obispos, a los hermanos en el sacerdocio, a los fieles de todo el mundo católico.
Confirmación de la validez del celibato
14. Pensarnos, pues, que la vigente ley del sagrado celibato debe también hoy, y firmemente, estar unida al ministerio eclesiástico; ella debe sostener al ministro en su elección exclusiva, perenne y total del único y sumo amor de Cristo y de la dedicación al culto de Dios y al servicio de la Iglesia, y debe cualificar su estado de vida, tanto en la comunidad de los fieles, como en la profana.
La potestad de la Iglesia
15. Ciertamente, el carisma de la vocación sacerdotal, enderezado al culto divino y al servicio religioso y pastoral del Pueblo de Dios, es distinto del carisma que induce a la elección del celibato como estado de vida consagrada (cf. n. 5, 7); mas, la vocación sacerdotal, aunque divina en su inspiración, no viene a ser definitiva y operante sin la prueba y la aceptación de quien en la Iglesia tiene la potestad y la responsabilidad del ministerio para la comunidad eclesial; y por consiguiente, toca a la autoridad de la Iglesia determinar, según los tiempos y los lugares, cuáles deben ser en concreto los hombres y cuáles sus requisitos, para que puedan considerarse idóneos para el servicio religioso y pastoral de la Iglesia misma.
Propósito de la encíclica
16. Con espíritu de fe, consideramos, por lo mismo favorable la ocasión que nos ofrece la divina providencia para ilustrar nuevamente y de una manera más adaptada a los hombres de nuestro tiempo, las razones profundas del sagrado celibato, ya que, si las dificultades contra la fe «pueden estimular el espíritu a una más cuidadosa y profunda inteligencia de la misma» [3], no acontece de otro modo con la disciplina eclesiástica, que dirige la vida de los creyentes.
Nos mueve el gozo de contemplar en esta ocasión y desde este punto, de vista la divina riqueza y belleza de la Iglesia de Cristo, no siempre inmediatamente descifrable a los ojos humanos, porque es obra del amor del que es cabeza divina de la Iglesia, y porque se manifiesta en aquella perfección de santidad (cf. Ef 5, 25-27), que asombra al espíritu humano y encuentra insuficientes las fuerzas del ser humano para dar razón de ella.
Tampoco hoy en día el trabajo parroquial, que es masculino y por la tarde, es para nada incompatible con el trabajo familiar, que en buena parte puede ser también femenino y matinal.
Dejen de querer equiparar a dogma lo que nunca lo ha sido y lo que no son más que excusas y prejuicios judeoancestrales contra la naturalidad del sexo razonable y maduro.
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http://www.quenotelacuenten.org/wp-content/uploads/2019/11/FERRARO_Celibato-y-continencia.pdf
"Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, para que él no se tenga por sabio por lo que opina" (Proverbios 26:4-5).
COPY PASTE DE "LA RELIGION DEMOSTRADA" P.Hillaire
El celibato. El Sacerdote está estrictamente obligado a guardar el celibato, o sea la castidad perpetua; ésta es una ley eclesiástica fundada en motivos muy graves.
1) Para dedicarse sin reserva a la salvación de las almas hay que estar libres de los cuidados de la familia. Entonces es posible dedicarse enteramente a los pobres a los enfermos, a los que sufren: no se teme exponer la vida en épocas de peste, etc.
2) Para tratar dignamente los Santos Misterios se necesita la mayor pureza. Es ésta la virtud que más acerca a Dios Incorruptio facit esse proximum Deo.
3) Jesucristo, el modelo de los Sacerdotes, fue virgen, y los Apóstoles bien pronto rompieron todo lazo para seguir sus huellas.
Existen casados que son ordenados luego, pero NUNCA al revés.
Ordenar a hombres casados de probada virtud.
Pero lamentablemente, las condiciones eclesiásticas e institucionales hacen que el ministerio sacerdotal sea un ministerio de frustración, represión, y anulación de la personalidad del sacerdote. Y además se le exige el celibato como imposición, no como don.
Mientras no se coja ese toro por los cuernos, esto es, la degradación ritualista e institucionalista del ministerio sacerdotal, que hace de éste un camino de frustración apostólica para el sacerdote, estaremos hablando de palabras y de mística ajenas totalmente a la realidad que sufre en carne propia el sacerdote, y en especial el pequeño sacerdote.
Sí.
Personalmente creo que si los sacerdotes no viven en comunidad (estoy pensando en el Oratorio de san Felipe Neri, comunidades de canónigos o similar) es mejor que sean varones casados al estilo Oriental.
A un cura no se le puede exigir ser eremita en medio del mundo.
Es una simple opinión.
Lo único que no me convence es lo que dice al final, porque si alguien es casto, no creo que le tenga que preocupar a nadie si es de una tendencia o de otra. Puede haber más de un santo que haya sido de tendencia homosexual aunque no la ejerciera. A alguno le acusan las malas lenguas, pero yo creo que no tienen derecho a especular sobre lo que en realidad no saben. Aunque tuviera la tendencia que tuviera, si era casto, lo demás poco debería importar.
Paz y bien.
Pues sucede que, quien tiene tendencias homosexuales no posee una naturaleza sana, sino tremendamente herida. Y lo digo por experiencia. Son tendencias invertidas que, aunque se repriman, no sanan del todo y para siempre.
Quizás por esto la Iglesia, que es madre y maestra, ha dispuesto que, aún una persona con esas tendencias arraigadas, no sea admitida a la vida sacerdotal, en ese -hoy olvidado- texto que Benedicto XVI aprobó allá por el 2005 (Sobre los criterios de discernimiento vocacional concernientes a las personas con tendencias homosexuales en vistas a su admisión al seminario y a las Órdenes Sagradas):
'A la luz de tales enseñanzas este Dicasterio, de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cree necesario afirmar con claridad que la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay' (http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20051104_istruzione_sp.html).
Saludos cordiales.
Hay tendencias homosexuales que no sabemos si están profundamente arraigadas o no y si no practican la homosexualidad y no apoyan la cultura gay no veo el inconveniente. Por otra parte a lo largo de la vida he visto como hombres casados con mujeres al final resultaban ser homosexuales, de modo que no estará la cosa tan clara en muchos casos.
En fin, que no creo que haya que considerar anormales ni enfermos a las personas de tendencia homosexual, simplemente se les pide vivir en castidad, como se nos pide a los heterosexuales.
Que a veces se olvidan de que se pide la castidad a todo el mundo, solteros y casados, varones o mujeres, incluso heterosexuales y homosexuales. Cada uno según su propio estado y sus circunstancias tendrá que vivirla de una manera concreta la castidad, sin necesidad de que le cuelguen encima más etiquetas mortificantes, como ser anormal o antinatural, porque son cosas que se dan en la naturaleza, simplemente ocurre que los seres humanos somos más que puro instinto y tenemos que comportarnos moralmente.
Conste que me parece muy bien que la Iglesia tenga las normas que tiene, simplemente matizo.
Despedida cordial.
Y estas tendencias homosexuales "profundamente arraigadas" de las que habla la Iglesia pueden contenerse por la castidad o simplemente por la continencia (cuando están ya "profundamente arraigadas" y no simplemente cuando se trató de un par de veces ocasionales, que eso es otra cosa) pero raramente sanarse del todo. Es como la droga o el alcohol, análogamente hablando, claro.
Por ello, un estado tan sublime como es el sacerdotal, que debe estar reservado sólo para Dios y para las almas, debe preservar a sus candidatos y a los fieles a ellos encomendadas, de sus propias debilidades. Lo contrario sería tentar a Dios y a la propia natura caída pues, meter a un homosexual en un seminario es como meter a un Don Juan como manager jóvenes modelos de pasarela.
Y repito: sé de lo que hablo.
Saludos cordiales.
Carmen
Me parece muy temerario poner limites a la mirada de Dios sobre los candidatos .
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Pues es la Iglesia la que pone los límites a los homosexuales, la Iglesia que es nuestra Madre y que de esto sabe... PJOR
Yo nunca me he atrevido a opinar sobre el celibato sacerdotal por ser mujer, aunque la opción está en el evangelio y por eso me parece razonable.
Tampoco me atrevo a opinar sobre la homosexualidad por ser heterosexual, pero las personas homosexuales q conozco pueden ser tan castas o tan promiscuas como las heterosexuales. Lo q sí está clara es la exigencia de castidad a todos, según el estado de cada cual.
Por tanto me parece muy bien q la Iglesia diga q son tales o cuales los requisitos q pone para el sacerdocio. Solo digo q no me parece bien q se considere enfermos ni antinaturales a los q tengan esa tendencia. Simplemente tienen una cruz añadida para ser castos. Solo eso.
Respecto a lo demás os doy la razón.
Paz y bien
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