"Vos estis lux mundi". Abusos (homo)sexuales en la Iglesia. Acerca de un nuevo documento papal

Gracias Padre por hablar con parresía...

Danke schoen,Pater, danke schoen

Un varón con apetito sexual según la naturaleza no hace las guarrerías que han hecho con niños y preadolescentes y chicos, pero tampoco con niñas o chicas.
Un varón normal se echa novia o se va de prostitutas, pero no hace lo que han hecho los abusadores.
Hay que ser HOMOSEXUAL y ALGO MÁS.

Padre, hable con propiedad y estudie bien antes los significados de los términos. La disforia de género no es un eufemismo actual para referirse a la homosexualidad. Son cosas completamente distintas. Este tipo errores restan mucha autoridad al que habla sobre un tema tan delicado.

Está confundiendo la disforia de género con la homosexualidad, cuando son cosas distintas. La disforia sigue figurando en el manual que ha citado, y consiste en un sentimiento por parte del que la sufre que le lleva a no identificarse con su sexo natural. El grave peligro que ha surgido ahora con esto es que en vez de procurar corregirla psiquiátrica o psicológicamente, como se haría, por ejemplo, con la anorexia, se está optando, contra toda evidencia científica, por hormonar, y extirpar los órganos sexuales, a quienes la padecen, pretendiendo así poder cambiarles su sexo. Esto es especialmente grave en el caso de niños, cuando se ha comprobado que más del 80% de los que la sufren acaban identificándose con su propio sexo de forma expontanea tras su paso por la pubertad. Además, las aberrantes políticas de género que se están imponiendo están provocando que en países como el Reino Unido el numero de niños afectados por disfória de género haya tenido un incremento global del 2496%: un 1150% en niños y un absolutamente alarmante 4415% en niñas, que quieren ser niños. Lo más preocupante de todo esto es que sólo un reducido grupo de profesionales se atreven a denunciar este auténtico crimen contra la humanidad ante el acoso del lobby LGTBIQ...
(religionenlibertad.com/polemicas/368757189/Londres-estudia-el-aumento-de-un-26-en-peticiones-de-cambio-de-sexo-de-ninos-y-adolescentes.html).

Matices:
1) Los pederastas tienen una perversion distinta. En general un homosexual siente atracción por hombres hechos y derechos.
2) Noto que en todo esto se olvida el viejo concepto moral de homosexualidad de ocasión -carceles y barcos, por ejemplo. En muchos casos la cosa funciona asi: esta mal visto y se desaconseja que los sacerdotes tengan cercanía con mujeres, por lo que hacen vinculos mas estrechos con varones. Y esa proximidad es la ocasión. Quiero decir, no son homosexuales reales, sino de ocasión.
3) Se corre el riesgo en esto que se perciba una condena general a la homosexualidad. Como en todos los seres humanos, obviamente un numero menor de homosexuales es abusador. No debe darse lugar a que alguien crea que se establece la relación homosexual = abusador.
4) Tiene razón Benedicto XVI de que hay en el aire una relajación de la moral sexual que ha hecho peor la situacion. Sin embargo, había abusos anteriores y siempre los habrá.
5) Lo del abuso de poder y clericalismo me parece una solemne tontería, con todo el respeto que me merece el Papa.

Fernando y Sancho: gracias por vuestros intentos de aclaración. He intentado ser bienpensante al máximo, pero es verdad: la disforia de género aún sigue siendo un trastorno mientras que la homosexualidad parece ser hoy una virtud...
Sea como fuere, sería bueno seguir el hilo del tema y el núcleo del problema: la inmensa mayoría de los abusos sexuales fueron homosexuales. Les guste a algunos o no. Dios los guarde. PJOR

Daniel:

Pocas cosas hay más fáciles que tener relaciones heterosexuales, seas o no cura.
La homosexualidad de ocasión implica un ambiente cerrado.

Y dejémonos de historias, que aquí todos somos hombres, curas o no: incluso entre clérigos nada más fácil de entender y de perdonar que un compañero haya caído en fornicación con una mujer. Y no te digo nada de lo fácil que lo entiende incluso el obispo.


Ningún cura heterosexual se va a exponer a la homosexualidad de ocasión por estas dos razones.

Padre, excelente post.

La pregunta que usted menciona en el video: ¿Es la homosexualidad una enfermedad mental o una perversión?, creo que depende de la definición que se le quiera dar: la atracción hacia personas del mismo sexo es enfermedad, tener relaciones con personas del mismo sexo es perversión. Por mas que el lobby lo quiera negar.

Triste es que estamos peor que en el siglo X, de hierro, como usted menciona la cita que hace de San Pedro Damián "El pecado contra natura, repta como un cangrejo hasta alcanzar a los sacerdotes" hoy repta hasta alcanzar a obispos y cardenales, al menos hemos sabido de uno.

Lembremos o que São Pedro Damião nos diz sobre o pecado da sodomia em seu livro Liber Gomorrhianus. Para quem não sabe, São Pedro Damião é Doutor da Igreja:

"Este vício não é absolutamente comparável a nenhum outro, porque supera a todos em enormidade. Este vício produz, com efeito, a morte dos corpos e a destruição das almas. Polui a carne, extingue a luz da inteligência, expulsa o Espírito Santo do templo do coração do homem, nele introduzindo o diabo que é o instigador da luxúria, conduz ao erro, subtrai totalmente a verdade da alma enganada, prepara armadilhas para os que nele incorrem, obstrui o poço para que daí não saiam os que nele caem, abre-lhes o inferno, fecha-lhes a porta do Céu, torna herdeiro da infernal Babilônia aquele que era cidadão da celeste Jerusalém, transformando-o de estrela do céu em palha para o fogo eterno, arranca o membro da Igreja e o lança no voraz incêndio da geena ardente.

Tal vício busca destruir as muralhas da pátria celeste e tornar redivivos os muros da Sodoma calcinada. Ele, com efeito, viola a temperança, mata a pureza, jugula a castidade, trucida a virgindade, que é irrecuperável, com a espada da mais infame união. Tudo infecta, tudo macula, tudo polui, e tanto quanto está em si, nada deixa puro, nada alheio à imundície, nada limpo. Para os puros, como diz o Apóstolo, todas as coisas são puras; para os impuros e infiéis, nada é puro, mas estão contaminados o seu espírito e a sua consciência (Tit. I, 15).

Esse vício expulsa do coro da assembléia eclesiástica e obriga a unir-se com os energúmenos e com os que trabalham com o diabo, separa a alma de Deus para ligá-la aos demônios. Essa pestilentíssima rainha dos sodomitas torna os que obedecem as leis de sua tirania torpes aos homens e odiáveis a Deus, impõe nefanda guerra contra Deus e obriga a alistar-se na milícia do espírito perverso, separa do consórcio dos Anjos e, privando-a de sua nobreza, impinge à alma infeliz o jugo do seu próprio domínio. Despoja seus sequazes das armas das virtudes e os expõe, para que sejam transpassados, aos dardos de todos os vícios. Humilha na Igreja, condena no fórum, conspurca secretamente, desonra em público, rói a consciência como um verme, queima a carne como o fogo.

Arde a mísera carne com o furor da luxúria, treme a fria inteligência com o rancor da suspeita, e no peito do homem infeliz agita-se um caos como que infernal, sendo ele atormentado por tantos aguilhões da consciência quanto é torturado pelos suplícios das penas. Sim, tão logo a venenosíssima serpente tiver cravado os dentes na alma infeliz, imediatamente fica ela privada de sentidos, desprovida de memória, embota-se o gume de sua inteligência, esquece-se de Deus e até mesmo de si.

Com efeito, essa peste destrói os fundamentos da fé, desfibra as forças da esperança, dissipa os vínculos da caridade, aniquila a justiça, solapa a fortaleza, elimina a esperança, embota o gume da prudência.

E que mais direi, uma vez que ela expulsa do templo do coração humano toda a força das virtudes e aí introduz, como que arrancando as trancas das portas, toda a barbárie dos vícios?

Com efeito, aquele a quem essa atrocíssima besta tenha engolido, entre suas fauces cruentas, impede-lhe, com o peso de suas correntes, a prática de todas as boas obras, precipitando-a em todos os despenhadeiros de sua péssima maldade. Assim, tão logo alguém tenha caído nesse abismo de extrema perdição, torna-se um desterrado da pátria celeste, separa-se do Corpo de Cristo, é confundido pela autoridade de toda a Igreja, condenado pelo juízo de todos os Santos Padres, desprezado entre os homens na terra, reprovado pela sociedade dos cidadãos do Céu, cria para si uma terra de ferro e um céu de bronze. De um lado, não consegue levantar-se, agravado que está pelo peso do seu crime; de outro, não consegue mais ocultar seu mal no esconderijo da ignorância, não pode ser feliz enquanto vive, nem ter esperança quando morre, porque, agora, é obrigado a sofrer o opróbrio da derrisão dos homens e, depois, o tormento da condenação eterna."

¿Para cuando una encíclica condenando la ideología de género?

Rvdo. Padre Javier Olivera Ravasi.:

Tendría muchas "palabras" pero ayer me dije que tenía que mandarle una PALABRA DE ALIENTO.
No sólo voy a pedir por el Papa Francisco, al que le tocó solucionar unos cuantos problemitas, pasados y presentes, también voy a pedir por Usted. Que todos, cuando el Señor nos llame, hayamos podido cumplir nuestra tarea, si nos deja, es que hay que seguir trabajando...

Se imagina el desgaste del Papa ante tantas cuestiones con las que tiene que lidiar, y que tengo creo la ventaja de entender cada vez mejor lo que desde un principio del papado vengo viendo, ya de antes, si se quiere. El presente exige un caminar parecido al que se tiene en la cresta del Catedral, hay que aprender cuanto tiempo nos dá el ripio antes de obligarnos a dar el paso siguiente.
Muchísimas gracias. Pido por su bendición.
Fraternalmente
Pablo E.

No veo por qué la castidad es mas difícil en los homosexuales que en los heterosexuales. Hay que guardarla en ambos casos con las armas que nos propone la Iglesia : oración, buenas lecturas , sacramentos . Todo se puede. "Todo lo puedo en Aquél que me conforta". Flp 4.15

Es simple de advertir que si la mayoría de las víctimas son varones es porque la violación del sexto mandamiento se concreta en un acto de homosexualidad. Lo que la Iglesia ha realizado ahora es lo que el MP dice claramente "Las presentes normas son aprobadas ad experimentum por un trienio", son normas de derecho procesal no otra cosa. En ese carácter y teniendo en cuenta la forma difusa en que ese procedimiento está escrito no parece tratarse de un proceso en si mismo sino en una actuación previa -informe- al proceso canónico propiamente dicho. En ese sentido colisiona directamente con las garantías procesales y de fondo, por ejemplo en el art. 11 § 7 se expresa. "A la persona investigada se le reconoce la presunción de inocencia". Esa presunción no necesita que se la reconozca el procedimiento es de derecho de fondo. En el mismo artículo punto § 8. dice: "El Metropolitano, si así lo solicita el Dicasterio competente, ha de informar a la persona acerca de la investigación en su contra, escucharla sobre los hechos e invitarla a presentar un memorándum de defensa. En esos casos, la persona investigada puede servirse de un procurador". Es decir que se puede investigar sin avisar al investigado salvo que lo solicite el Dicasterio, esa acción va a generar nulidades de todo tipo, a su vez si se le hace saber que hay una investigación en su contra se deberá escucharla sobre los hechos e invitarla a presentar un memorándum de defensa, es decir que si se debe defender primero deberá ser imputada concretamente de algo ya que hay un principio jurídico que que exige una acusación firme y seria, demostrable prima facie, para dar lugar a una defensa concreta. Por otra parte qué sucede si la persona no quiere hablar en esta etapa cómo la van a escuchar y qué apercibimiento o sanción procesal le van a aplicar o prefiere esperar el juicio canónico. En definitiva un ante juicio o informe previo o cómo se lo llame es más que posible que resulte una dilación procesal innecesaria.

Ciertamente, la Santa Sede nunca ha reconocido que el drama de los abusos sexuales cometidos por obispos y sacerdotes -salvo alguna que otra excepción- son abusos homosexuales. Ese esfuerzo por ocultar -y vaya uno a saber si no defender- la homosexualidad en la Iglesia, ha sido agradecido por la prensa mundial, que por su defensa abierta de la práctica homosexual, prefiere hablar de curas pederastas, ocultando que se trata de curas homosexuales para evitar cualquier crítica a la homosexualidad. Es como si existiera un hilo conductor, y hasta cierta complicidad, entre la Iglesia, la prensa mundial, la ONU y las grandes potencias de Occidente, por imponer a machamartillo el pecado contranatura a las naciones pobres del tercer mundo. ¿Cuándo acabará esta pesadilla?

Cem anos de pedofilia

Jornal, O Globo - 27 de abril de 2002

Na Grécia e no Império Romano, o uso de menores para a satisfação sexual de adultos foi um costume tolerado e até prezado. Na China, castrar meninos para vendê-los a ricos pederastas foi um comércio legítimo durante milênios. No mundo islâmico, a rígida moral que ordena as relações entre homens e mulheres foi não raro compensada pela tolerância para com a pedofilia homossexual. Em alguns países isso durou até pelo menos o começo do século XX, fazendo da Argélia, por exemplo, um jardim das delícias para os viajantes depravados (leiam as memórias de André Gide, “Si le grain ne meurt”).

Por toda parte onde a prática da pedofilia recuou, foi a influência do cristianismo — e praticamente ela só — que libertou as crianças desse jugo temível.

Mas isso teve um preço. É como se uma corrente subterrânea de ódio e ressentimento atravessasse dois milênios de história, aguardando o momento da vingança. Esse momento chegou.

O movimento de indução à pedofilia começa quando Sigmund Freud cria uma versão caricaturalmente erotizada dos primeiros anos da vida humana, versão que com a maior facilidade é absorvida pela cultura do século. Desde então a vida familiar surge cada vez mais, no imaginário ocidental, como uma panela-de-pressão de desejos recalcados. No cinema e na literatura, as crianças parecem que nada mais têm a fazer do que espionar a vida sexual de seus pais pelo buraco da fechadura ou entregar-se elas próprias aos mais assombrosos jogos eróticos.

O potencial politicamente explosivo da idéia é logo aproveitado por Wilhelm Reich, psiquiatra comunista que organiza na Alemanha um movimento pela “libertação sexual da juventude”, depois transferido para os EUA, onde virá a constituir talvez a principal idéia-força das rebeliões de estudantes na década de 60.

Enquanto isso, o Relatório Kinsey, que hoje sabemos ter sido uma fraude em toda a linha, demole a imagem de respeitabilidade dos pais, mostrando-os às novas gerações como hipócritas sexualmente doentes ou libertinos enrustidos.

O advento da pílula e da camisinha, que os governos passam a distribuir alegremente nas escolas, soa como o toque de liberação geral do erotismo infanto-juvenil. Desde então a erotização da infância e da adolescência se expande dos círculos acadêmicos e literários para a cultura das classes média e baixa, por meio de uma infinidade de filmes, programas de TV, “grupos de encontro”, cursos de aconselhamento familiar, anúncios, o diabo. A educação sexual nas escolas torna-se uma indução direta de crianças e jovens à prática de tudo o que viram no cinema e na TV.

Mas até aí a legitimação da pedofilia aparece apenas insinuada, de contrabando no meio de reivindicações gerais que a envolvem como conseqüência implícita.

Em 1981, no entanto, a “Time” noticia que argumentos pró-pedofilia estão ganhando popularidade entre conselheiros sexuais. Larry Constantine, um terapeuta de família, proclama que as crianças “têm o direito de expressar-se sexualmente, o que significa que podem ter ou não ter contatos sexuais com pessoas mais velhas”. Um dos autores do Relatório Kinsey, Wardell Pomeroy, pontifica que o incesto “pode às vezes ser benéfico”.

A pretexto de combater a discriminação, representantes do movimento gay são autorizados a ensinar nas escolas infantis os benefícios da prática homossexual. Quem quer que se oponha a eles é estigmatizado, perseguido, demitido. Num livro elogiado por J. Elders, ex-ministro da Saúde dos EUA (surgeon general — aquele mesmo que faz advertências apocalípticas contra os cigarros), a jornalista Judith Levine afirma que os pedófilos são inofensivos e que a relação sexual de um menino com um sacerdote pode ser até uma coisa benéfica. Perigosos mesmo, diz Levine, são os pais, que projetam “seus medos e seu próprio desejo de carne infantil no mítico molestador de crianças”.
Organizações feministas ajudam a desarmar as crianças contra os pedófilos e armá-las contra a família, divulgando a teoria monstruosa de um psiquiatra argentino segundo a qual pelo menos uma entre cada quatro meninas é estuprada pelo próprio pai.

A consagração mais alta da pedofilia vem num número de 1998 do “Psychological Bulletin”, órgão da American Psychological Association. A revista afirma que abusos sexuais na infância “não causam dano intenso de maneira pervasiva”, e ainda recomenda que o termo pedofilia, “carregado de conotações negativas”, seja trocado para “intimidade intergeracional”.

Seria impensável que tão vasta revolução mental, alastrando-se por toda a sociedade, poupasse miraculosamente uma parte especial do público: os padres e seminaristas. No caso destes somou-se à pressão de fora um estímulo especial, bem calculado para agir desde dentro. Num livro recente, “Goodbye, good men”, o repórter americano Michael S. Rose mostra que há três décadas organizações gays dos EUA vêm colocando gente sua nos departamentos de psicologia dos seminários para dificultar a entrada de postulantes vocacionalmente dotados e forçar o ingresso maciço de homossexuais no clero. Nos principais seminários a propaganda do homossexualismo tornou-se ostensiva e estudantes heterossexuais foram forçados por seus superiores a submeter-se a condutas homossexuais.

Acuados e sabotados, confundidos e induzidos, é fatal mais dia menos dia muitos padres e seminaristas acabem cedendo à geral gandaia infanto-juvenil. E, quando isso acontece, todos os porta-vozes da moderna cultura “liberada”, todo o establishment “progressista”, toda a mídia “avançada”, todas as forças, enfim, que ao longo de cem anos foram despojando as crianças da aura protetora do cristianismo para entregá-las à cobiça de adultos perversos, repentinamente se rejubilam, porque encontraram um inocente sobre o qual lançar suas culpas. Cem anos de cultura pedófila, de repente, estão absolvidos, limpos, resgatados ante o Altíssimo: o único culpado de tudo é... o celibato clerical! A cristandade vai agora pagar por todo o mal que ela os impediu de fazer.

Não tenham dúvida: a Igreja é acusada e humilhada porque está inocente. Seus detratores a acusam porque são eles próprios os culpados. Nunca a teoria de René Girard, da perseguição ao bode expiatório como expediente para a restauração da unidade ilusória de uma coletividade em crise, encontrou confirmação tão patente, tão óbvia, tão universal e simultânea.

Quem quer que não perceba isso, neste momento, está divorciado da sua própria consciência. Tem olhos mas não vê, tem ouvidos mas não ouve.

Mas a própria Igreja, se em vez de denunciar seus atacantes preferir curvar-se ante eles num grotesco ato de contrição, sacrificando pro forma uns quantos padres pedófilos para não ter de enfrentar as forças que os injetaram nela como um vírus, terá feito sua escolha mais desastrosa dos últimos dois milênios.

Olavo de Carvalho

D.S: Quem quer que não perceba isso, neste momento, está divorciado da sua . consciência. Tem olhos mas não vê, tem ouvidos mas não ouve.
El demonio a enredado las inteligencias a fin de que no entiendan. Su astucia es mentir, confundir, mientras extiende su reino de muerte. Pero, está cerca de su derrota: "Al fin triunfará mi Corazón Inmaculado".