Campana, triduo sacro y San José que oye
- ¿Y si le pide a San José, Padre? –me dijo un sacerdote amigo.
- Vamos… Yo también soy cura, le respondí, con un aire de cierta incredulidad…
- ¡No!¡En serio! San José no defrauda; ¡más cuando es para dar gloria a Dios!
- Bueno: con probar no pierdo nada (me dije para mis adentros).
Era el 16 de Marzo del corriente año, 2019 y faltaban sólo tres días para la solemnidad de San José. ¿Qué podía hacer entonces? Pues un triduo.
Pero esta vez fue distinto. No sé; había como una certeza interior de que el gran Patrono me concedería algo tan importante, trascendental y perenne como es una campana de iglesia.
Y decidimos pedirlo en la capilla con mucha Fe.
- “San José: te pido en nombre de mi capilla” –dije arrodillado frente a muchos niños y jóvenes- que nos concedas la gracia de tener una campana para poder llamar a Misa, tocar a difuntos, expulsar demonios y rezar el Ángelus. Y sé que me la vas a conceder”.
Eso fue el 17 de Marzo, primer día del triduo.
Un día antes había publicado un post que pueden leer aquí
Y fue creer o reventar…
Al día siguiente, el 18 por la tarde, a eso de las 17 hs., recibo un mensaje de whatsapp; venía de un teléfono desconocido.
- Padre; me enteré que necesita una campana.
- Sip… -respondí.
- Yo podría ayudar.
- Ejemmm…, ¿sabe cuánto cuesta una campana? –pregunté con aire de que no sabía de lo que hablaba.
- No exactamente, pero quiero ayudar.
Y así fue nomás; en 24 hrs., un par de personas a quienes nunca había visto hicieron realidad la gracia pedida. Eso sí: alcanzó para la campana y nada más (la próxima vez pido también para la instalación…, porque dicen que San José es así: da ni más ni menos de lo que uno pide…).
Luego vendría la compra en la centenaria fábrica de campanas “Bellini”, en San Carlos, Santa Fé: única en su género por trayectoria y calidad.
Y vendría después el Jueves Santo, con la solemne bendición de Monseñor Baseotto, obispo emérito castrense, un hombre de Dios.
Y la campana repicó, para expulsar demonios, para dar gloria a Dios y para recordarnos que podrán matar a Dios, pero Dios no muere…
Venga entonces mi reconocimiento al gran San José que se alegra ahora con la Resurrección de su Hijo adoptivo que venció. Venció.
Y pa’ que vean cómo sonaba cuando la instalaban…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
13 comentarios
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Venga entonces
https://www.youtube.com/watch?v=THQ79RFXSe4&feature=youtu.be
¿Sabe que en California en la misión de Nuestra Señora de la Soledad, la más humilde de las misiones californianas, solo quedó la campana? y yo le escribí una poesía que empezaba:
"Campana de Soledad,
soledad de la campana..."
y ya no me acuerdo cómo seguía, pero aquella campana solitaria en la misión de adobe derruida donde había muerto de inanición el Padre Vicente Sarría me impresionaba profundamente. La misión está reconstruida actualmente pero la campana es la misma.
Me acuerdo mucho de aquel franciscano que se negó a abandonar la misión cuando la desamortizaron y los indios se fueron porque ya no había nada allí, vinieron las lluvias torrenciales y echaron abajo el techo y alguna pared y el Padre Vicente Sarría se quedó solo con un puñado de indios fieles hasta morir. Ellos no quisieron enterrarlo sin recibir cristiana sepultura y lo cargaron en parihuelas por los montes durante tres días y tres noches hasta que llegaron a la misión de San Antonio de Padua donde todavía había sacerdotes y fue enterrado allí. Los indios dijeron que el cadáver olía a rosas y durante algún tiempo en aquella región se decía: "Alma de nuestro padre Vicente Sarría, ruega a Dios por nosotros".
Ya nadie se acuerda de él, o casi nadie, pero yo no le olvido. Y todo por una campana.
Es una lástima que, en el rezo del Rosario, por ejemplo, casi nunca se menciona al Santísimo José. Cuando San José no está presente en nuestros ejercicios de Oración, es como si pintáramos un hermoso cuadro dejando una zona sin color, ¿qué clase de obra sería esa?
"Nos juzgamos de profunda utilidad para el pueblo cristiano, invocar continuamente con gran piedad y confianza, junto con la Virgen-Madre de Dios, su casta Esposa, a San José; y tenemos plena seguridad de que esto será del mayor agrado de la Virgen misma" (QUAMQUAM PLURIES, No. 2, LEÓN XIII).
Me lleva a suponerlo; pues, a la mayoría de artesanos que he conocido -sobre todo en la madera-, eran gente socarrona; con la que normalmente, salías gratificado, por su obra bien hecha y su trato amable y sorprendente.
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