¿Por qué aún Isabel la Católica no es santa? La posición del cardenal Lustiger (4-7)
Isabel la Católica ha sido durante siglos la mujer más elogiada de la historia. Su belleza, sus virtudes, su santidad han sido cantadas por millones de poetas y resaltadas por todo tipo de estudiosos. América toda la considera su madre y España la aclama como su primera reina. Desde las dos Españas los clamores para que sea elevada a los altares han sido constantes durante cinco siglos.
No. No nos confundamos. No es la falta de devoción popular, ni la falta de fama de santidad lo que impide que la Reina Católica sea proclamada santa.
El hecho que ha impedido que Isabel la Católica sea elevada a los Santos Altares no es sino la presión eficacísima que las comunidades judías han ejercido en las más altas esferas de la Iglesia Católica. Los motivos los hemos dado anteriormente. ¿Qué mayor prueba que desde la B’nai B’rith se hayan congratulado con Roma por suspender el proceso?
Jean Marie Lustiger
“Era el converso más famoso de la cristiandad. Amigo íntimo del Papa Wojtyla, defensor del diálogo hebreo-católico y, por eso, mismo, acérrimo opositor a la beatificación de Isabel la Católica, el cardenal Jean Marie Lustiger murió el domingo [o5 de agosto del 2007] en París, a los 80 años, víctima de un cáncer”[9].
Habíamos mencionado anteriormente al cardenal de origen judío. Jean Dumont, al escribir en 1991 sobre la congelación de la Causa de Isabel, nos habla también de él:
Hasta hoy, el mismo Le Monde no ha revelado entre los prelados promotores de la «suspensión» del proceso de beatificación religiosa de «la católica» por título de la Iglesia, más que al cardenal Lustiger, que no ha cesado de referirse él mismo a su nacimiento judío. «Monseñor Lustiger ha intervenido ante el arzobispo de Madrid. Parece que sin éxito» (Le Monde, 7 de diciembre de 1990). La primera causa de esta insólita intervención de monseñor Lustiger lejos de su sede, en los asuntos de otra iglesia y de otro pueblo, es en él, ciertamente, una conjunción: la de su conmovedora pasión, la más importante, por sus orígenes, y la de la deficiencia de su información histórica, que le han hecho tomar el bello rostro y el alma hermosa de Isabel por sedes de abominaciones, golpeando, por maldad, al judaísmo[10].
Antes de seguir adelante, es necesaria una aclaración: No es nuestra intención difamar a un cardenal de la Iglesia Católica fallecido recientemente, y quien realizó en su diócesis una amplia obra pastoral. Simplemente nos estamos deteniendo en la figura de este cardenal, porque es el único que sabemos a ciencia cierta que se opuso a la elevación de Isabel la Católica a los Altares. Esto nos ayuda a corroborar nuestra doble tesis: en primer lugar que la causa de Isabel la Católica está parada, y en segundo lugar que la causa de la suspensión del proceso es la protesta judía.
Simplemente diremos que fue él el representante mayor de la oposición judía en 1991, y que por obra de su oposición, Isabel la Católica no pudo ser beatificada en dicha fecha.
No fue necesario indagar demasiado acerca del cardenal para obtener la noticia. La biblioteca digital Wikipedia (que no es garantía de ninguna autoridad, pero a la cual recurrimos habitualmente cuando buscamos un pantallazo general acerca de un tema) nombra, en su artículo sobre Lustiger, su abierta oposición a la beatificación de Isabel la Católica. Así dice el artículo: “Él contrajo la enemistad de muchos de la Iglesia Española por su fuerte oposición al proyecto de canonizar a la Reina Isabel I de Castilla. (…) La oposición de Lustiger fue debido a que Isabel y su esposo Fernando de Aragón expulsaron a los judíos de sus dominios en 1492”[11].
Pero no nos quedaremos con estos informales datos que nos otorga cualquier página virtual. El diario El País publicó en 1991:
Algunas acciones de Isabel la Católica iban en contra de la enseñanza de la Iglesia, y en concreto, de la libertad de conciencia, manifestó ayer Jean Marie Lustiger, cardenal arzobispo de París. Lustiger (…) ha desempeñado un importante papel en la congelación del proceso de beatificación de Isabel de Castilla. No en vano, el cardenal se convirtió al catolicismo a los 14 años y cambió su nombre judío de Aaron por el de Jean Marie.
El cardenal de París, que participó ayer en un seminario organizado por la Universidad Complutense en El Escorial, se ha caracterizado por una especial sensibilidad hacia los temas judíos desde el catolicismo. Ha defendido la acción de los cazadores de nazis, y recientemente se ha opuesto activamente al proceso de beatificación de Isabel la Católica, bajo cuyo mandato fueron expulsados los judíos de España[12].
El diario Periodista digital con motivo del fallecimiento del cardenal en el año 2007 también mencionó su oposición a la beatificación de Isabel: “Aunque convertido, el purpurado francés nunca cortó con sus raíces judías. Tanto que algunos le llamaban el gran rabino de París. Por eso nunca quiso que Isabel la Católica, a la que reprochaba la expulsión de los judíos, subiese a los altares. Y de hecho, consiguió bloquear su proceso en Roma, donde duerme el sueño de los justos”[13].
¿Quién es este cardenal que se opuso de forma tan abierta a la beatificación de Isabel la Católica?
Jean Marie Lustiger nació en París en el año 1926. Sus padres, judíos, vivían en Francia, y cuando los nazis la invadieron, ambos fueron deportados. Su madre moriría en 1943, en Auschwitz.
El pequeño, que por entonces se llamaba Aron, fue acogido por una familia de Orleans, y allí se convirtió al catolicismo. Realizó sus estudios en el Liceo Montaigne (París) y luego en Orleans. Una vez egresado de dicha institución, entró en el seminario carmelita de París y en 1954 fue ordenado sacerdote.
En el año 1979, nuestro cardenal sufre una crisis espiritual, provocada por el “antisemitismo francés”. Considera entonces la idea de dejar Francia para conducirse a Israel. Comienza a estudiar hebreo, pero es entonces cuando el Sumo Pontífice lo nombra obispo de Orleans. La idea de migrar desapareció entonces.
En 1981 se hizo cargo de la arquidiócesis de París y en ese puesto permaneció hasta su fallecimiento el 06 de agosto de 2007.
Durante toda su vida hizo alarde de su ascendencia judía, defendiendo a su pueblo muchas veces más que a los mismos cristianos, a quienes a menudo trataba de “ellos”.
Veamos algunos testimonios de él mismo:
“Nací judío y permanezco judío, incluso si esto es inaceptable para muchos”[14].
“La vocación de Israel es traer luz a los no judíos. Esa es mi esperanza y creo que el cristianismo es el medio para lograrlo”[15].
“Soy tan judío como todos los otros miembros de mi familia que fueron asesinados en Auschwitz y otros campos de concentración”[16].
“A ellos no les gusta admitirlo pero la creencia de los cristianos, las obtuvieron de los judíos”[17].
El día de su fallecimiento, en el atrio de Nôtre Dame, se escuchó la siguiente oración fúnebre:
Exaltado y santificado sea su gran nombre, Amén.
En este mundo de Su creación que creó conforme a Su voluntad; llegue su reino pronto, germine la salvación y se aproxime la llegada del Mesías, Amén.
En vuestra vida, y en vuestros días y en vida de toda la casa de Israel, pronto y en vuestro tiempo cercano y decid: Amén.
Bendito sea Su gran Nombre para siempre, por toda la eternidad; sea bendito, elogiado, glorificado, exaltado, ensalzado, magnificado, enaltecido y alabado Su gran Nombre (Amén), por encima de todas las bendiciones, de los cánticos, de las alabanzas y consuelos que pueden expresarse en el mundo y decid: Amén.
Por Israel y por nuestros maestros y sus alumnos, y por todos los alumnos de los alumnos, que se ocupan de la sagrada Torá, tanto en esta tierra como en cada nación y nación. Recibamos nosotros y todos ellos la gracia, bondad y misericordia del Amo del cielo y de la tierra, y decid: Amén. (Amén)
Descienda del Cielo una paz grande, vida, abundancia, salvación, consuelo, liberación, salud, redención, perdón, expiación, amplitud, y libertad, para nosotros y para todo Su pueblo Israel y decid: Amén. (Amén)
El que establece la armonía en Sus alturas, nos dé con sus piedades paz a nosotros y a todo el pueblo de Israel y decid: Amén.
Es la oración llamada kadish, una plegaria judía para celebraciones fúnebres. De este modo se abrieron los funerales del cardenal judío-francés Jean Marie Lustiger.
Los actos hablan por sí solos. Imposible es negar el gran acercamiento de nuestro cardenal a la religión judía.
Para concluir, transcribiremos una cita del historiador y periodista José María Zavala, quien recientemente ha publicado una hermosa biografía de la Reina Isabel. La cita es de una entrevista que se le hizo en ocasión de la presentación de su libro.
“Cuando la beatificación estaba a punto de salir adelante, el cardenal francés Jean Marie Lustiger, amigo del Papa Wojtyla y defensor del diálogo hebreo-cristiano como judío converso que era, se opuso de forma decisiva”[18].
Consideraciones parciales
Tristes páginas nos ha tocado escribir. Tristes, emocionantes e incomprensibles. Mientras el cielo entero se alegra por la presencia de la santa entre los ángeles, los hombres que hemos recibido los privilegios de sus obras nos empeñamos por esconderla, calumniarla y repudiarla.
¿Qué palabras hay para hacer justicia a nuestra Reina? ¿Qué palabras hay para devolverle a Nuestra Madre todos los beneficios que nos aportó? ¿Con qué ojos la mirará América el día de la Ira del Señor? No hay palabras que hagan justicia ya a su nombre ultrajado.
Quizá Dios quiso premiarla doblemente en el cielo haciendo que sus obras permanezcan en silencio en la tierra. ¿No fue acaso Él quien dijo: “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”. Quizá Dios recompensa en el cielo la obra evangelizadora y purificadora que Isabel realizó en la España de aquende y allende el mar. Quizá quiere Él guardar en silencio las obras más grandes de la historia. Quizá, quizá Dios lo quiso; pero los hombres hemos colaborado para ello.
Y es que los hombres solemos hacer este tipo de cosas. Dios nos dio a su hijo y nosotros lo crucificamos. Así también nos dio a esta magnífica hechura de sus manos como madre a los americanos, como reina a los españoles, y como figura egregia que dignifica la raza humana, a todo el mundo. ¿Qué ha hecho el mundo con semejante regalo? Silenciarlo, esconderlo, cuidar que no se vea demasiado o peor aún, denunciarlo falsamente.
Tristes páginas nos tocan escribir. Ojalá hubiéramos podido obviarlas. Ojalá la historia hubiera sido distinta. Ojalá hoy pudiéramos hablar de Santa Isabel la Católica, contar las hazañas de su vida y su gloriosa y merecida llegada al Altar de los Santos. Podríamos también simplemente hablar de la santidad de su vida y de sus virtudes. Podríamos hacerlo y sería algo muy bueno.
Pero hay algo que golpea nuestra conciencia y nos obliga a gritar la injusticia que se comete con nuestra heroína. La indignación que surge de la injusticia que se le hace a Isabel la Católica nos ha llevado a escoger estos avatares que entre lágrimas, emociones y un amor profundo hacia la Reina hemos derramado en estas páginas.
De este torpe modo hemos querido disminuir un poco el vergonzoso ostracismo en que vive desde su tumba la Reina que supo unir las coronas de Castilla y Aragón; que supo luchar contra una niña que tenía las espaldas reforzadas por los nobles más poderosos de Castilla y por los reyes portugueses y que pasó a la historia como “La Beltraneja”, sin padre ni trono.
Queremos, de este modo, recordar a la Reina Católica que purificó a los religiosos y sacerdotes relajados de su reino, predicando con su ejemplo de virtud. A la santa inquisidora. A la heroína de la epopeya de Granada. Al temor de los moros. A la jueza más justa y misericordiosa. A la beata más piadosa. A la reina victoriosa. A la doncella a quien su caballero le ha ofrecido las victorias del Rosellón y el abatimiento del poder francés en Italia y en el Pirineo. A la hacedora de la hegemonía española que triunfó en Europa, y surgió luego del mar de Occidente disfrazada de islas incógnitas.
A ella, a quien indignos nos sentimos de mencionarla en este mundo ingrato e impío, rogamos interceda ante Dios para aplacar su ira hacia los hombres que han menospreciado de tal forma su regalo.
Isabel la Católica, ruega por nosotros.
Prof. Magdalena Ale
continuará
[1] José Antonio Primo de Rivera, Discurso de Fundación de la Falange. Obras Completas. Madrid: Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1945. Pág. 25.
[2] Positio historica super vita, P.894.
[3] Ibídem, P. 896.
[4] Pedro de Cartagena escribió esta copla reprendiendo (un poco exageradamente) a Iñigo de Mendoza, OFM (1420-1490) por haber dedicado a Isabel unas coplas a manera de justas con el título: Historia de la question y diferencia que hay entre la razón y la sensualidad. Cfr. Ibídem, P. 896.
[5] Ibídem, P. 897.
[6] Ibídem, P. 897.
[7] Íbidem, P. 937.
[8] Manuel Sánchez Márquez. Vida sintética de Isabel la Católica en verso romance. Buenos Aires: Gladius, 1999. P. 167.
[9] Periodista Digital, 09 de agosto del 2007. Fecha de consulta el 04/ 02/2015.
[10] Jean Dumont, Op.Cit.
[11] es.wikipedia.org. Fecha de consulta el 20/02/15.
[12] El País, 06 de julio de 1991.
[13] Periodista Digital, 09 de agosto del 2007. Consultado el 04/ 02/2015.
[14] Enlace judío, 06 de mayo de 2011.
[15] Ibídem.
[16] Ibídem.
[17] Ibídem.
[18] Religión en libertad, 14 de marzo del 2014.
24 comentarios
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Solo un detalle: "santa inquisidora" no es un oxímoron. No son términos ni conceptos opuestos o contradictorios...
Sobre el resto, dejo que le conteste algún lector. PJOR
Por mucho, el mayor y mas importante fue Castilla. Al punto de que el idioma que hablamos los nosotros los indios (a los que las leyendas negras aseguran nos exterminaron pero que gozamos de buena salud, a Dios gracias amen de muy católicos y Guadalupanos) lo conocemos como español, aunque técnicamente es castellano.
Existe la Real Academia de la Lengua Española (que no Castellana), por lo que, a pesar de los intentos de minimizar el papel protagónico del reino de Isabel fracasan rotundamente.
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Mon cher Jean Paul...; acá no se aceptan este tipo de comentarios sarcásticos. Dios lo guarde. PJOR
El autor católico era Mel Gibson, y su obra "La pasión de Cristo".
En fin, no sólo Isabel la Católica, sino el mismo Mel Gibson han hecho infinitamente más por difundir la verdad de nuestra fe que años y años de modernismo francés, tolerado por el propio Lustiger.
(Pagina XIV de la Positio u 11 de 1224 del archivo PDF)
Expulsión de los judíos (1492).— El 31 de marzo de ese año los Reyes les retiran el permiso de estar en sus Reinos (pp. 669 ss.; 700) el motivo fue el mismo de la institución de la Inquisición: salvar la fe católica, que era su "ley constitucional"; la Comunidad judía, faltando
pertinazmente al pacto de tolerancia, constituía un grave atentado causa de mucho desorden social y político (pp. 651 ss.). Hasta el momento de salida los judíos gozaron desuna situación privilegiada
(p. 662); la Corte misma de Isabel acogía muchos hebreos de gran valor (pp. 654-655). La medida era la más humana y benévola que se podía tomar en aquellas circunstancias (p. 675). La ejecución del
decreto se hizo de la forma más justa que se podía desear (pp.
675 ss.).
Libertad religiosa. Caridad con las minorías religiosas judías y mahometanas.— Siguiendo las leyes del Reino, garantizó siempre la libertad religiosa a las minorías judía y musulmana; imponían respeto las sinagogas porque eran "casas do se loa al nome de
Dios" provehían la animosidad de los cristianos el día de viernes santo. Las Cortes de Toledo, al imponer la separación, emplean mayor
parte de la ley en el asunto de las nuevas sinagogas y mezquitas, dándoles todas las facilidades. Isabel protege todos los edificios de_culto, contribuye a su restauración, y hasta ayuda para la reación
de nuevas juderías, a pesar de que desde 1.465 estaba prohibido edificar nuevas sinagogas; usa suma delicadeza con sus prácticas
religiosas; no debían contribuir a las fiestas cristianas; ataja los
sermones contra ellos, etc., etc. (p. 662). Con ellos extremó la
comprensión hasta donde se lo consentían las leyes y la conciencia: así fue en materia de separación de los cristianos, de oficios prohibidos y de señales externas en los vestidos (pp. 651 ss.). Nunca se les aplicó la pena de muerte, comoestaba previsto en
las Siete Partidas para quien hiciese a un cristiano tornarse judío
o impidiese a un judío hacerse cristiano (Part. VII, 2446 y 7);
solamente aJgunaj/ezjse^Dl^^ A un judío acusado de "reniego
de la Virgen" se le hizo el proceso y salió absuelto; durante él
gozó del seguro real (p. 664).En fin, se diría que era una "ecuménica" a ultranza, como muchos del siglo xx del post-concilio,
eso que hubo de gobernar no una sociedad "pluraística" en
la cual se impone la libertad religiosa como elemento rudimental
de convivencia, sino una sociedad cristiana abiertamente
confesional (p. 657). Favoreció, pues, la fe católica, pero garantizando
la libertad religiosa a las minorías no católicas: un criterio que
sería sancionado por el Concilio Vaticano II (Decr. sobre la
libertad religiosa, 6, c). Es un aspecto quejnerecería un estudio
que no podemos hacer aquí. En 1487 los judíos españoles escribían a Roma que nunca se vieron tan bien tratados. Según
el P. Azcona no es hiperbólico decir que la Comunidad judía
formaba un fuerte Estado dentro de otro Estado, y que
enningún país europeo eran tan bienjxatados (p. 663). La
libertad de la conversión cosa sacrosanta para nuestra
Reina (pp. 659; 516 ss.; 521 ss.; 526, etc.). "
Sentimiento en la expulsión.—El decreto de expulsión, de los judíos está muy razonado, pero se trata de un razonamiento que rezuma todo él un sentimiento profundo de humanidad y de dolor por la
necesidad del mismo, y un empeño evidente de justificarlo ante la
historia. En él se recalca mucho la contumacia en perseverar en
el mal, no obstante las providencias tomadas durante tantos años
(p. 672). En la ejecución campean la justicia y la protección de los
más débiles, que eran los mismos judíos, expuestos a las iras de
la gente al verlos antes tan protegidos, ahora en situación
desesperada (pp. 675 ss.).
Humanidad del Decreto.—A primera vista el Decreto puede parecer
cruel e inhumano; ya hemos visto, ante todo, que fue justo y
bien justificado; pero hay que añadir que fue una caridad de la
Reina para la Comunidad israelita, en la substancia y en el modo.
Podría haberles aplicado largamente la pena de muerte como
previsto por las leyes; fuera de los procesos de la Inquisición (que por lo demás eran para cristianos herejes) no se halla ni un solo
caso del género; y no habría resuelto el problema, sino.más bien
aumentado los odios. Podría haberles hecho imposible la vida organizando una sorda persecución, como tendían a hacerlo los
municipios; pero eso no habría sido honesto. En la mentalidad
cristiana de los Reyes católicos no cabía más que poner fin_al
régimen de comnvencia tolerada; eso les pareció el mal menor.
Personalmente tenía yo la inquietud del por que se aplicó un castigo colectivo siendo el concepto cristiano de justicia individual, pero gracias al post me ha ayudado mucho a entenderlo. Muchas gracias Padre por publicarlo y mis felicidades a la profesora Magdalena.
Chiste judío de hace años: ¿Cómo va todo en París? R = Muy bien, el gran rabino es sefardí, el arzobispo es ashkenazí.
Por cierto, no está nada mal que aparezca por ahí una cita de José Antonio Primo de Rivera, el de la "España alegre y faldicorta"... que había que ganar "con los puños y las pistolas". ¿Para cuándo Mussolini?
Por otro lado, poco se habla de la inquisición judía contra caraitas y otros herejes, mandados quemar por el concejo de rabinos de las aljamas desde el siglo XII hasta el XIX. Muchos de estos rabinos son lumbreras del judaismo sin que nadie les ponga un pero.
¿El cristianismo medio para qué cosa? ¿Es un Obispo el que habla?
Saludos cordiales
Por lo menos el autor (o la autora) podría decir que lo que dice sobre la santidad de Isabel la Católica es su opinón y remitirse al juicio de la Iglesia. Si no, va a parecer que es más importante el juicio de este sacerdote (o de esta señora) que el del Papa.
Reflexión sobre motivos.—Otra garantía de prudencia la encontramos en la maduración lenta y progresiva de una motivación largamente comprobada; aquí lo fue la comunicación de cristianos y judíos y el pertinaz proselitismo de éstos. Tales precisos motivos aparecen ya en
los primeros decretos de separación, se repiten en las Cortes de Toledo de 1480 y se acentúan la expulsión de Andalucía; en 1492 no ha cambiado nada sino la generalización y acentuación del fenómeno, que estaba ya exigiendo una providencia también general y radical (pp. 669
ss.). No hubo pues precipitación, ni fue fruto de improvisación ante un hecho particular, o de pasión, o de sectarismo, o di antisemitismo que era desconocido. La separación de los judíos y cristianos como estrategia para salvar la fe del cristiano, venía siendo exigida por los Concilios y era conforme al principio paulino:"Guardaos de los que se
hacen circuncidar" Los Reyes Católicos no hicieron sino aplicarla, aunque con dolor (pp. 653; 669).
En las leyes de la usura.—El judío pasaba en la realidad social y en las leyes de Cortes como el retrato del usurero prestamista. Pues bien, las leyes de las Cortes de Madrigal bajo los Reyes Católicos unificaron las leyes para todos, resultando beneficiosas para los judíos al autorizar
los préstamos entre judíos y cristianos en base al límite legal del 30 por 100, norma que los Reyes aplicaron por igual a todos (pp. 676; 656).
Ningún dilema: aut, aut —El Edicto ha sido criticado como injusto, pues se les habría dicho: "o bautismo, o salida del Reino". Mas no hubo tal alternativa; la alternativa fue otra: "o cesáis en el delito del proselitismo, o idos del Reino". Nada de fanatismo religioso, sino razonamiento
sencillo, realístico y justo. Ni hubo supresión del judaismo, y como consecuencia tener que salir todos, sino orden de salir todos como subversivos del orden público, y como consecuencia la abolición de hecho del judaismo (pp. 667-668).
Condición de extranjeros tolerados.—La situación de la Comunidad en Castilla era de hecho y de derecho de "extranjeros tolerados" por favor y gracia de los Monarcas (p. 649). Quebrantando el quasi-contrato de base, los Reyes quedaban objetivamente libres. Ahora bien, la
Comunidad judía violaba pertinazmente la ley constitucional del Reino haciendo un proselitismo que llegaba a poner en peligro la fe católica. El Decreto es estimado generalmente como justo y oportuno (Autoridades en Apéndice, p. 681).
Recuerdo un dato gravísimo: Malachi Martin, quien leyó el tercer secreto de Fátima completo y que estaba al tanto de que versaba sobre la apostasía de la Iglesia y su infiltración -hasta la cima- por la masonería, en su libro Windswept House expone que Casaroli, mientras preparaba la forma de forzar a JPII a dimitir, fue maniobrando para que los cardenales escogieran de antemano al sustituto propuesto. Y dice que trabajaba con tres posibles sustitutos: el Card. Lustiger, de París, el Card. Martini, jesuita, de Milán, y el Card. Noe, del Vaticano. Quien quiera ver, que vea.
Estimados, definitivamente me decidí a intervenir.
Señor Joaquín: me entristeció mucho la bajeza de sus palabras, en especial las que van dirigidas a la Reina. Me gustaría que se apoye en algo más firme que sus propias apreciaciones para denigrar así a una persona (por más que halla fallecido).
Señor Francisco de México: gracias por consultar las fuentes, veo que busca la verdad y no la justificación a sus opiniones.
Señora Fanni: me agradaría mucho que lea el documento que se le ofrece antes de emitir otro comentario.
Señor Padre Javier Olivera: gracias por la aclaración sobre Lustiger, a las personas hay que mostrarlas en su totalidad, con sus negros y blancos.
Cordiales saludos.
Además ¿la paz a los no judíos la tiene que traer Israel, o Nuestro Señor Jesucristo? Sí, claro, por Israel vino Cristo al mundo. ¿Y entonces porqué decirlo de esa forma tan oblicua?
Saludos cordiales.
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