La "intolerancia"
A propósito del post anterior sobre la “santa ira”, se me ocurrió recordar ahora algo sobre la mentada “intolerancia”, siguiendo al gran escritor argentino, Ignacio B. Anzoátegui[1].
Dice ese acuñador de agudas y arteras frases que “la tolerancia no es el equilibrio, sino la haraganería humana”, es decir, es la “haraganería que convida al hombre a mantenerse equidistante para permanecer distante” y a no comprometerse con la verdad ni con el error.
Es entonces cuando, para librarse de la incomodidad de no tener razón y de las obligaciones que nacen del hecho de tenerla, se vuelve tolerante con todos y con todos, menos con los que no toleran su tolerancia.Todos sabemos que la intolerancia es hoy una de esas “virtudes heroicas” que pocos practican;por eso la rehuimos y la calumniamos por todos los medios posibles: ya presentándola rodeada de instrumentos de tortura, ya situándola en la Edad Media, ya identificándola la cara adusta de un dictador.
Y, sin embargo los que nos llamamos humanos, practicamos cotidianamente, quizá sin saberlo, la más cerrada intolerancia. Nos oponemos cotidianamente a que se cocine con ajo en nuestras casas; nos resistimos a trabar amistad con las personas que, por alguna razón desconocida –es decir, sin ninguna razón razonable–, nos resultan particularmente antipáticas. Porque, indiscutiblemente, el alma tiene también sus alergias, que escapan a cualquier investigación científica. Esa suma de alergias se llama intolerancia: la intolerancia que los tolerantes se niegan a compartir como doctrina pero que viven cotidianamente en la práctica.
Y es el modo de adjetivar la innumerable cantidad de apodos que podemos darle a los “otros”, a esa runfla inmunda de individuos marginales que se empecinan a contradecir y hasta surfear, la ola de la historia y el avenir de tiempos primaverales.
No pretendemos con esto que los tolerantes se reconozcan vencidos: ni siquiera convencidos. Simplemente pretendemos que depongan por un instante su intolerante actitud anti-intolerante para que, animados todos de la más beatífica tolerancia, podamos hablar como los seres racionales que pretendemos ser.
Es que, en realidad, al parecer, el tolerante siempre parece decir: “yo no quiero que todos piensen igual… ¡yo quiero que todos piensen como yo!”.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
[1] Ignacio B. Anzoátegui , Monólogos con Lady Grace, Nueva Hispanidad- Buen Combate, Buenos Aires 2013, 24-25.
11 comentarios
Así por ejemplo, para las cuestiones religiosas se debe aplicar la tolerancia y la equidistancia más absolutas, a tono con el lema "Todas las religiones son iguales". Que traducido para consumo doméstico quiere decir: "Todas las religiones son igualmente falsas". Tal es la consigna del liberalismo infelizmente reinante.
Pero por otro lado este sistema decadente tiene su fiera cara intolerante en muchos otros tópicos en los que hasta presume de mostrarse "intransigente". En muchos casos es sólo por la galería ciertamente, pero vamos, que se manifiesta violento y tajante a más no poder: "Tolerancia cero contra la corrupción". "Tolerancia cero contra la contaminación ambiental". "Tolerancia cero contra le violencia machista". "Tolerancia cero contra la pornografía infantil". "Tolerancia cero contra la trata de personas".
Y sigue la serie.
Si las tales "intolerancias" fuesen sinceras, que lo dudo mucho, serían muy de aprobar. Pero si al mismo tiempo somos "tolerantes" con lo que ofende a Dios -fuente de toda moralidad y de todo criterio para discernir lo que se debe transigir y lo que no- caemos en un sinsentido, en una contradicción insostenible.
Además el mundo no avanza en ese sentido sino en el contrario, cada vez le ponemos más condiciones al prójimo para poder aguantarlo.
Casos en que la Prudencia da su aquiescencia:
1er caso: la ira que se desate por la injusticia es mejor que la pasividad, porque, por mucho que tratemos de disfrazarla, ésta es mera cobardía.
2º caso: La tolerancia hacia los defectos de nuestros familiares-¡Ojo, he dicho defectos, no pecados!-es la base de la convivencia familiar.
3er caso: La astucia dirigida a engañar al malo fue absolutamente necesaria para proteger al débil, tanto en la II GM como, seguramente, ahora en el territorio dominado por ISIS.
Casos en los que la Prudencia no da su aquiescencia:
1er caso: La ira contra el inocente porque yo no sé controlarla, es mala.
2º caso: La tolerancia hacia aquellos que hacen gala del mal o imponen condiciones a los demás según lo que está de moda, es mala.
3º caso: La astucia dirigida al engaño por beneficio propio, es dolosa.
Ricardo de la Argentina ha contado en el anterior post un caso en el que, con toda seguridad, la Prudencia le aconsejó sacar pecho y habría sido imprudente no hacerlo. Mi padre decía también: "cuando la ocasión lo exige, hay que fajarse".
"Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer si tiene sed ,dale de beber, que si haces eso, haras que se sonroje"(Romanos;12; 20).
Me pregunto, ¿será cobarde e imprudente aquel, que ,obedeciendo a Cristo, ha preferido dejarse robar y, con la fortaleza de la mansedumbre, ha debiltado la ira?....
¿Es ,por ejemplo, intolerable dejarse robar o Dios nos ha dado un Espiritu de desprendimiento capaz de que nos sobrepongamos a lo que a nuestra carne le parece un derecho irrenunciable?....
"¿Porque no preferís dejaros robar?"(1ª de Corintios;6,7).
"El amor todo lo excusa, todo lo cree ,todo lo espera, todo lo tolera"(1ª de Corintios;13;7)
Bueno, sabemos que en la Biblia todos los "todos" no son absolutos, obviamente.
Parece que estas Palabras del Señor en el Sermon de la montaña , nos están diciendo que nos ha dado un poder para someter a nuestro natural amor propio, para renunciar al derecho propio en favor de un Amor sobrenatural que ilumine al enemigo la verdad del Amor que viene de Dios. El fin es la conversion de las almas, iluminar conciencias, quebrantar corazones, llevarles a Dios, muriendo a nosotros mismos, pues es en la Cruz donde se manifiesta la Vida.
"Nos insultan y bendecimos ,nos persiguen y aguantamos, nos calumnian y respondemos con bondad"(1ª de Corintio;4;12-13).
"No te dejes vencer por el mal; al contrario ,vence al mal con el bien"(Romanos;12;21).
La Paz de Cristo.
Algo que es malo, NO lo puedo tolerar : lo rechazo, me repugna , me molesta, me irrita , aunque fuera una cacterística de mí misma !
Por lo tanto, esa palabra usada hasta el hartazgo, la mayor parte de las veces está mal usada. O malentendida. Con diversas intenciones.
MUY BUENO el artículo, P. Javier. Saludos.
Y es que la "tolerancia", entendida como ambigüedad o indiferencia, se defiende con el argumento de la "mente abierta" ¿Abierta a qué? ¿No es mejor esforzarse por tener la "mente clara"? Una mente clara sabe qué tolera y qué no, además que es honesta.
Pero el lenguaje del sofisma dominante que nos intoxica y nos ahoga nos ha impuesto su ley, y nos obliga a dar vueltas a las palabras en interminables discusiones sobre matices.
Aplíquense en su vida aquel principio los cristianos (y olvídense de eslóganes, demagogia y ganas de agradar al mundo y hacerse perdonar la fe) y la cosa será simple:
"Intolerante con el pecado, tolerante con el pecador". Odio al pecado, amor al pecador.
No hay más.
no será más bien "certeras".
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No, gracias. Es "arteras", según el diccionario de la RAE: "astuto". Dios lo guarde. PJOR
En mi caso suelo ser criticada porque, según los míos, me mata la estética y algunos tienen su habitación que hace daño a los ojos. Ver una manta a cuadros junto a unas cortinas de flores puede hacer sufrir a una persona de gran agudeza cromática, como los ruidos hacen sufrir al que le gusta el silencio, pasar por eso implica tolerancia. Aunque parezca mentira hace falta mucho amor para aguantar estas cosas ya que las personas no vivimos solamente en el fundamento sino también en los detalles.
Una vez un sacerdote en su predicación dijo: "aguantaos los unos a los otros", con gran realismo por su parte; de la misma manera que San Felipe Neri decía aquello de: "Sed buenos, si podéis". En la superación de estas cosas está el Amor, con mayúscula, porque las grandes palabras se pierden en su aplicación a la vida cotidiana.
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