Ya, ni la Iglesia
Desde siempre, desde su Nacimiento y Fundación por Nuestro Señor Jesucristo, la Santa Iglesia ha sido el Refugio, Único y Seguro, por Verdadero, de la persona: de todo hombre, sin distinción alguna.
Una seguridad que también, y para decirlo todo, se ampliaba a las Instituciones civiles que, por ser de/en Países Católicos, funcionaban con criterios acordes a su condición primigenia: católicos.
La única “diferencia", necesaria por obligada, era el hecho, diferencial en sí mismo -como tantísimos otros en diversos ámbitos-, del Bautismo. Tanto por lo civil, aunque menos, como por lo Eclesial. Lógico de toda lógica.