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4.03.20

¿Han conseguido "matar a Dios"? (Por lo civil, y por lo eclesiástico)

Cuando hablo de “matar a Dios” me refiero a la llamada “¿teología? de la muerte de Dios” -de raíz protestante, lógico- por un lado: o sea, desde los mismos adentro de la Iglesia; y, por el otro, a todos los intentos que, por lo civil, por lo militar y lo propagándístico, llevan milenios intentándolo. Claro que, desde el siglo XIX y con la masonería como punta de lanza, con una perseverancia y unos medios, institucionales y no-instucionales, como nunca antes. Y ¡a degüello!

Así que, intentarlo, siguen erre que erre. ¿Conseguirlo?: para nada. Electi mei non laborabunt frustra: “mis elegidos no trabajarán en vano”. ¿Quiénes? Desde el s. XIX, siempre y en primer plano, con las connivencias pertinentes con el poder de turno, la MASONERÍA. Insisto.

Porque todo el tema del “Nuevo Orden Mundial” (NOM) que, con su monserga de la “nueva iglesia"   -como si les importase algo el tema, que solo les importa en la medida en que les sirve para acabar con la que hay, la única VERDADERA: la que realmente SALVA-, viene de lejos: desde los mismos inicios de la masonería, como acabo de reiterar.

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25.02.20

"¿Por qué se amotinan las gentes?" (Por lo eclesiástico)

El Salmo 2 comienza así: “¿Por qué se amotinan las gentes, y las naciones hacen planes vanos?…“.

Estas palabras que salen de la boca de nuestro Padre Dios, se dirigen a todos y, por tanto, valen tambien para todos. Pero me temo que, tal como están las cosas tanto en el mundo como en la Iglesia, para quien primero valen -deberían valer, y muy principalmente- es para los adentros de ella misma; muy en especial para los que formamos parte de su Jerarquía, a todos los niveles: desde el Papa hasta el último sacerdote recién ordenado. Lo que, logicamente, me incluye. Porque aquí, en la Iglesia, es donde realmente hace daño, y duele.

¿Planes vanos? ¿Qué planes vanos se montan dentro de la Iglesia Católica? Podría preguntárselo mucha gente, sorprendida o quizás hasta un punto escandalizada por tales suposiciones; gente que quizá no está al tanto, o sí: pero que no le interesa, o  pasa olímpicamente desde hace ya mucho, o puede que incluso le parezca que ya iba siendo hora, que “¡por fin el cambio está aquí, y ha venido para quedarse!” ¡Aleluya!, que estamos en Pascua.

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20.02.20

"La Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias". III

Desde el primer sábado de enero, en el que hemos empezado a honrar ya TODOS los SÁBADOS a nuestra Santísima Madre, “Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias” -como quiso ser invocada y venerada en y desde Madrid para provecho de todos los que se acercasen con Fe a sus pies virginales y maternales-, ha habido un flujo constante de gentes que han ido acudiendo a Ella. Y no creo que, como prometió Ella misma a sor Patrocinio, se hayan ido de vacío.

Las tardes de los sábados, desde las cinco, cuando se Expone el Santísimo Sacramento, hasta las ocho de la noche con la Santa Misa -antes se reza el Santo Rosario-, son un remanso de paz, de piedad, de devoción, de oración y de Sacramentos. Una isla de espiritualidad -no es la única en Madrid, gracias a Dios-, donde se viene a estar con Él y con Ella: cada uno según sus personales necesidades, ansias, cargas y fervores.

Y está cuajando. El pasado sábado, en el que ofrecimos la Santa Misa por el padre de la Reverenda Madre Abadesa del convento de Conepcionistas Franciscanas -había fallecido unas semanas antes-, la iglesia, que no es pequeña, estaba LLENA. Y no es una iglesia parroquial, con un “público” asignado y próximo. Para nada. Por eso se acercan gentes de todo Madrid, y de sus alrededores. Es un público, más que “cautivo", “cautivado” por Ella misma y sus maternales promesas.

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17.02.20

Se puede ser más tonto -o no-, pero no más claro. (por lo Borrell)

 Borrell, el Josep, dixit: “Yo sufrí una dictadura durante cuarenta años por culpa del Vaticano y Estados Unidos”. Y supongo que habrá seguido durmiento la mona, o habrá seguido disfrutando del chute correspondiente.

De otro modo no se entiende tal DESVARÍO MORAL, fruto del previo DESVARÍO HISTÓRICO de este buen hombre. No nombro el desvarío intelectual porque, a este buen señor, este horizonte le supera con mucho: está instalado en el puro desvarío.

O sea: en las IDEOLOGÍAS. Que es lo que tienen: como te secan el cerebro, solo se soportan estando “cocido” y bien cocido; de ahí que las mayores tasas de alcoholismo se dan en los países marxistas, o asimilados. Que será casualidad -o no-, pero los datos no mienten: las personas, sí.

Este sujeto, encumbrado más allá de sus cualidades naturales, aún no se ha caído del guindo de que, si ha llegado tan lejos -ahora, en el cogollo de Europa, cobrando buena pasta que se suma a la que ya cobra por otros lados- se lo debe, muy en primer lugar, a esos cuarenta años de los que abomina; porque es la orden que ha recibido la progrez, y se deben a sus amos: como siempre, por otro lado. Lado izquierdo, no nos despistemos.

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9.02.20

"Piedras vivas. Piedra de contradicción. Piedra de escándalo". (Cf. I Pe 2, 5-7)

Es el “signo” de la Iglesia Católica: la más perseguida siempre; pero, en los tres últimos siglos -del XIX a lo que llevamos del XXI-, con enorme diferencia y especial saña: casi podríamos decir, sin exagerar lo más minimo, que es la ÚNICA perseguida ¡a muerte!

Pregunten a los MASONES y a sus bien comprados/bien pagados mariachis -la progrez de todo signo- que, con la Revolución francesa y sus múltiples secuelas, y con las muy poco diversas y muy aunadas masonerías como sal de todo plato -liberalismo, socialismo, anarquismo, marxismo, republicanismo, nacionalismos, etc.- se han dedicado a perseguir a la Iglesia y a los católicos, como la única salida válida a lo suyo. Y los métodos han acabado siendo siempre SANGRIENTOS: unas veces más, otras menos, pero siempre con derramamiento de sangre.

¿Por qué? ¿Qué hemos hecho? No es un problema de que hayamos hecho algo que nos merezca esto, y menos como castigo, y menos aún como venido directamente del Señor. Nada más contrario a la realidad.

El Santo Evangelio recoge exactamente estas palabras del mismo Jesús que nos lo aclaran todo y de una vez por todas: SI a Mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. También en esto, y no solo en el tema de la Caridad, se nos conoce y se nos reconoce como DISCÍPULOS de Cristo, como auténticos CRISTIANOS: llevamos entonces, y bien a la vista, y muy bien certificada la “denominación de origen", la verdadera AUTENTICIDAD. O llevábamos… Y sí, la siguen llevando y con la cabeza bien alta, en África y en Asia. Con mártires, claro.

Pretender sacudirse voluntariamente este “signo de predilección divina” y, además, al precio que sea  -da igual un plato de lentejas que una púrpura-, es, exactamente y por la fuerza de la lógica -moral e intelectual-, signo de rechazo del Reino de Cristo. Reino que “tiene estas cosas": Si alguno me ama, tome su Cruz cada día, y sígame. Y esta otra: No es el discípulo más que su Amo.

Por tanto, todo lo que está pasando en la Iglesia Santa, en sus miembros más encumbrados y en sus Instituciones, tiene un sentido. Y, desde Dios, es un sentido SOBRENATURAL, de purificación, de “purgación pasiva” si se quiere; más de definición “personal", porque la “colectiva” o “institucional” está como está. Y, si lo queremos aprovechar, hemos de transitar por ahí necesariamente, acogiéndolo como un don divino.

También, todo este descalabro tiene una enseñanza humana: cuando nos creemos que la Iglesia es “nuestra” y, por tanto, podemos “hacer y deshacer a nuestro antojo", pasa lo que pasa. Vamos: lo que está pasando a ojos vistas, día sí y día también. Y, entre otras muchas cosas, es un DESASTRE.  Para qué nos vamos a engañar.

Únicamente los que se ciegan a sí mismos; o los que se tapan las orejas; o los que se dedican -por lo intelectual y lo moral- a los “solitarios"; o los que se engolfan en “lo de siempre", como la perfecta “coartada” para no aterrizar nunca “en lo de hoy y ahora", dejando de paso vendidas a las almas y a los pies de los “signos de los tiempos y de sus profetas"…, no se enteran de nada. Y, si se enteran y callan: PEOR nos lo ponen a todos, porque a todos traicionan.

Y ahí están los resultados para comprobarlo: iglesias vacías, casas religiosas que echan el cierre, desbandada de posibles vocaciones; amén las defecciones de muchos miembros más que cualificados, especialmente por pérdida del “alma” de la “primera caridad“.

Con todo este desbarajuste, muchas gentes buenas abandonadas de este modo, han ido y van a llenar y a engrosar las filas de las instituciones, católicas o pseudocatólicas, que, con mayor o menor acierto, aún ofrecen eso precisamente. O eso les parece.

¿Cómo justificar el miedo a ser -y que se vea, porque se demuestra- “piedra de escándalo", HOY y AHORA? ¿No lo fue el Señor? ¿No nos ha dejado dicho Él que también nos perseguirían?

¿Entonces?

¿Cómo se puede compaginar ser “discípulo de Cristo” -la “imitación de Cristo", “pisar donde Cristo ha pisado"-, con quitar el hombro a la hora de la Cruz, y “ocultarse y desaparecer": no por humildad -que sería más que excelente, santo- sino para “pasar desapercibido” y no ser “perseguido"?

Y ¿cómo se ha llegado a estas cosas? 

Voy a poner un ejemplo “visual” que a algunos -o a muchos- les puede parecer intrascendente, pero que, para mí, es la “anécdota” que adquiere categoría de “icono". Para el que lo quiera ver, claro.

Lo recordaréis. Después del CV II, prácticamente desde Roma se obligó, institución eclesial tras institución eclesial, a cambiar sus Constituciones. Y una de las cosas a las que prácticamente también se les obligó, fue a “cambiar el hábito". Cambio que, al poco tiempo, se había cambiado tanto… que, en muchos casos, desapareció.

Y esto trajo un problema “mayor", deseado o no: con la desaparición del “habito” -religioso o clerical- desapareció a los ojos de todos lo que “eso", exactamente “eso", representaba visiblemente; y, en primer lugar y como primera provisión, para los mismos que lo llevaban: una forma de “vida entregada", de “vida de perfección", de VOCACIÓN en la Iglesia, que siempre es COMPROMISO y SEGREGACIÓN. Y se “desvirtuaron” personas y carismas. Y pasó lo que pasó y lo que pasa: que ya ni se sabe de qué va esto, a tenor de las largadas al uso.

¿Qué creían? ¿Que no iba a pasar nada? Se está viendo ahora en todo su desgraciado descarrío.

¿Razones para quitarse los hábitos? No asustar, no separarnos, no aparecer como mejores y por encima, ponernos al mismo nivel, ser “normales"… y demás chorradas al uso; que las hubo. Y pasó lo que pasó.

De inmediato y como primera consecuencia, deseada o indeseada, insisto: una DESBANDADA, en la misma Iglesia como jamás se había conocido y padecido: CIENTOS DE MILES de sus miembros más comprometidos “colgaron los hábitos": expresión que vale su peso en oro, porque retrata la realidad.

Y luego, una vez que se quedaron los que se quedaron -y muchos de ellos se quedaron para instalar esa deriva que, al final, no les va a quedar sino apagar la luz-, han visto ante sus ojos cómo han ido muriendo de inanición, y se han quedado en nada: han ido viendo vaciarse sus casas, como antes se han vaciado personalmente por dentro. Lógico: no han tenido “generación” y, “sin hijos", ninguna familia se perpetúa.

Porque esa pérdida de VISIBILIDAD -para sí mismos y para los demás- les trajo lo que se llamó, con verdadero y malhadado acierto, “crisis de identidad”: se habían quedado tan desarraigados, se habían distanciado tanto de sus únicas raíces que, en el fondo y por eso mismo, ya estaban “muertos". Y lo siguen estando. Eso sí: con grandes, hueras y públicas alaracas apelando a “la esperanza” y “al futuro". Como si lo tuvieran.

¿Por qué este “complejo de inferioridad” ante el mundo? ¿Teniendo a Dios -en Cristo- no lo teníamos todo? ¿Nos faltaba algo? ¿Estábamos defraudados/engañados, por parte de Dios y de su Iglesia, en algún tema específico? ¿No poseíamos -y poseemos; si la mantenemos, claro- la Verdad que salva?

¿Entonces?

¿Cómo hemos podido “tragar", especialmente a los miembros de la Jerarquía Católica, el miedo a proclamar la Verdad de Cristo y de su Iglesia; y, en consecuencia, la verdad más profunda -real- sobre el hombre, en todos los horizontes de su ser y de su vida?

El card. Sarah nos lo explica con su denuncia -"irreverente", para tantos “acomodados"- en la que no se muerde la lengua precisamente:

“¡No tengamos miedo! ¿Se puede ofrecer a la humanidad mejor regalo que la Verdad del Evangelio? Es cierto: Jesús es exigente. ¡Sí, seguirle exige tomar su Cruz cada día! La tentacion de la cobardía ronda por todas partes. y acecha en particular a los pastores. La enseñanza de Jesús se nos hace demasiado dura. ¡Cuántos de nosotros tenemos la tentación de pensar: Es dura esta enseñanza, ¿quién puede escucharla? (Jn 6, 60)! El Señor se vuelve hacia aquellos a los que ha escogido, hacia nosotros, obispos y sacerdotes, y nos pregunta de nuevo: ¿también vosotros queréis marcharos? (Jn 6, 67). Clava sus ojos en los nuestros y nos pregunta uno a uno: ¿me vas a abandonar? ¿Vas a renunciar a enseñar la Fe en su integridad? ¿Tendrás valor para predicar mi presencia real en la Eucaristía? ¿Tendrás valor para llamar a esos jóvenes a la vida consagrada? ¿Te atreverás a decir que sin la confesión regular la comunión sacramental corre peligro de perder su significado? ¿Tendrás la audacia de recordar la verdad de la indisolubilidad del matrimonio? ¿Tendrás caridad para recordárselo incluso a quienes es posible que te lo reprochen? ¿Tendrás valor para invitar con delicadeza a cambiar de vida a los divorciados comprometidos en una nueva relación? ¿Prefieres el éxito a querer seguirme? Dios desea que, como san Pedro, llenos de amor y de humildad, seamos capaces de responderle: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68)” (Se hace tarde y anochece, pp. 17-18. 2ª ed. Palabra. Madrid, 2019).

Lo dejo aquí, aunque es posible una segunda parte.

Y seguimos con lo más nuestro: REZAR, Al Señor, y a su Madre Santísima. Todo lo que podamos.