"El Papa de todas las religiones". O: ¡será por religiones!
Como mínimo, hay que ser un gran poeta para soltar una frase así… y pretender que nadie se te ría. Pero es lo que se lleva desde hace ya demasiados años en nuestra querida Iglesia, venida tan a menos por mor de muchos de sus “buenísimos hijos". Que con tales “hijos", como pasa con el dicho sobre unos “especiales” amigos, “sobran enemigos".
Está tontería sideral, esta conjunción planetaria de la estultez buenista y enloquecida, que no solo no esquiva el ridículo, sino que se tira de cabeza a él, y con acendrada afición, ha salido de un jubilado por edad, que va del mejor corresponsal español ante el Vaticano, y que “bebe los vientos” del presente inquilino. Nada que objetar a sus aficiones; ni a sus posibles méritos en su papel y cometido, que para nada discuto…
Ahora bien: ¿qué ha querido decir este buen hombre, periodista de pro, con ese “verso"? La verdad: no lo sé. Pero puedo intentar una posible explicacion. O varias. Y lo voy a hacer.